— ¡Qué! ¿Cómo demonios permitieron que eso pasara? ¡Qué ni crea esa omega que será tan fácil escapar! ¡Primero la encontraré y la mataré antes de que regrese a esta casa con vida! — gritó Zack, sintiéndose muy furioso.
— Ya, Zack. Las amenazas déjalas para después, ahora, ven conmigo, esa omega destrozó la casa completa antes de irse como si nada… — Derek se cayó antes de seguir hablando sin saber si lo que diría sería conveniente.
— ¿Ocurrió algo más? — preguntó Zack con desesperación, él detestaba cuando Derek se pausaba en medio de una importante discusión. Lo percibía como si quisiera ocultarle algo de lo que no debería, y las mentiras, él no las soportaba, y menos siendo el alfa de su manada.
— No lo vas a creer, pero despertó su loba interna y atacó a toda nuestra manada, a nosotros no nos hizo nada de milagro. Pero al resto de nuestros compañeros… Todos están muy lastimados, casi los mata — respondió Derek, hablando con pesar.
Zack cerró ambas manos en puños, apretando con fuerza sus dedos, conteniendo sus ganas de golpearle a alguien, porque si no se controlaba, sabía que iba a terminar asesinando a alguien, y, evidentemente, no sería su mejor amigo.
— ¡No! ¡Eso no puede ser! ¡Maldición! ¡Esa omega me las pagará y será con su vida! — gritó Zack.
Pronto, Zack siguió a Derek de camino a la sala, en ese momento, sus compañeros de manada estaban allí, dos de los más fuertes y menos lastimados, les ayudaban a sus amigos, de los cuales no podían mantenerse de pie tan fácilmente y por sí mismos.
La gran mayoría estaban muy aporreados.
Algunos gemían del dolor con cada paso que daban.
Al ver esa escena, Zack sintió un calor fuerte recorrer su cuerpo, y una ira apoderarse de él como nunca antes un enemigo había logrado hacer.
Mabel no se salvaría de esta, eso se juró a sí mismo.
— Derek, llama un servicio médico domiciliario, no puedo permitir que mis lobos se debiliten por culpa de esa mujer, los necesito fuertes y sanos para lo que se viene. Y en cuanto se recuperen, haremos lo posible por buscarla, donde sea que esté. La encontraremos — ordenó Zack, hablando sin compasión.
Los lobos nada más lo miraron con dolor debido a sus heridas en sus cuerpos, se sentían débiles, pero Zack era el líder de la manada, el alfa, sí o sí, debían obedecerlo frente a sus demandas.
Derek acató la orden, sacó su celular, y llamó a emergencias médicas domiciliarias para que vinieran a atenderlos. Por su parte, Zack estaba en silencio, mirando su alrededor, viendo como la casa había quedado destrozada, como los accesorios lujosos que tenían en su interior de decoración habían desaparecido, como si alguien se hubiera tomado el atrevimiento de haberlos quitado de su sitio.
— ¡Y tuvo el descaro de robarnos! ¡Maldita loba!— gritó Zack enojado al darse cuenta de que le hacían falta un par de cosas de lujo dentro de la casa.
— Sí, parece que sí. Zack, he llamado a servicio médico domiciliario, ya vienen para acá. Dicen que demoran en llegar, lo que se demoren en atravesar la ciudad y venir hasta aquí. Si nos preguntan qué sucedió, ¿Qué les diremos? ¿Qué fuimos víctimas de un robo? ¡Nadie puede saber nuestra verdadera identidad, Zack! — comentó Derek, sintiéndose frustrado por el descontrol de la situación.
Zack asintió.
— Tienes razón, y, simplemente, diles eso, que fuimos víctimas de un robo, que ya dimos aviso a la policía y listo, con eso ya no tienen por qué meterse más en nuestros asuntos personales. Si insisten, no respondas, ellos no tienen por qué meterse en la vida de los demás, no se les paga para eso.
Y sin decir más, Zack se dio la vuelta, salió corriendo de casa y cuando se introdujo en el bosque, despertó a su lobo interno, ahora, corría a cuatro patas.
De la nada, Zack sintió la necesidad de correr hacia el bosque, luego, de meterse a la ciudad para ir a buscar a su amor imprimado, a Ariel. Era un nuevo día, y aunque había sido un despertar de mierda, Zack quería contentarse, relajarse, viendo a su amada.
Para él era importante saber qué haría Ariel era mañana, saber qué había amanecido bien, y qué estaría por hacer el resto del día, aunque él ya tenía la respuesta de ello: Ariel pasaría el resto de su tarde acompañada de su aquelarre de brujas, acompañada de Lilith, su nueva mejor amiga y su nueva líder del aquelarre, quien le enseñaría a usar sus poderes de bruja para combatir contra el mal sobrenatural que acechaba a Nueva Orleans.
Con su potente olfato, Zack se apuró en recorrer las calles de Nueva Orleans usando sus más profundos escondites para que los humanos no los vieran. Puesto que si los humanos llegaban a verlo, lo reconocerían fácilmente, pues su manada era la única que gobernaba la ciudad, y él se había convertido en una figura importante y famosa de lo sobrenatural, puede ser que algunos de los humanos lo atacaran, y como él no iba a dejarse ganar, simplemente, terminaría por ocurrir una matanza incontrolable, y con la furia que lo gobernaba ahora por culpa de la omega que asaltó su casa, él iba a ser capaz de descontrolarse y ocasionar un caos que no tendría más solución que tomar sus pertenencias, abandonar su casa y marcharse con sus lobos a otra parte.
Pero Zack no deseaba irse de Nueva Orleans.
Nueva Orleans era su hogar, y estaba mucho más seguro que sería su hogar para siempre desde el primer momento en que él conoció a su querida Ariel.
Finalmente, el olor de Ariel lo llevó hasta su destino, aquel era una cafetería de las más lujosas y prestigiosas de Nueva Orleans, allí, y por suerte, estaba siendo acompañada únicamente de Lilith, ninguna de las demás brujas estaban pegadas a ellas como solían mantener cada que salían todas a la ciudad.
La regla número uno del aquelarre era jamás salir solas.
Todas debían mantener unidas, no importaba a donde fuera, todas debían cuidarse entre todas, y la regla había surgido debido al peligro que las perseguía, puesto que si llegaban a salir solas, sin importar la hora del día que fuera, y, más aún en la noche, no podían darse el lujo de salir sin compañía, porque en la noche el peligro era peor.
Por tanto, en ese momento, Ariel no iba a tener permiso de andar sola por las calles de Nueva Orleans, y peor aún si no sabía controlar sus peores, y tampoco podría hacerlo luego de la amenaza de Zack de volverse a encontrar.
La verdad es que sonaba muy sospechoso y extraño que, de repente, Zack se acercara a Ariel, después de esa batalla, después de esa leve amenaza, después de todo, y de la forma tan peculiar como se conocieron, era posible que, un segundo encuentro entre Ariel y Zack no fuera a ser el mejor y el más deseado por ella, porque de parte de Zack si lo sería.
Zack tendría que ser sigiloso, cuidadoso, y precavido en la manera de cómo se acercaría a ella de nuevo sin llegar a asustarla.