Hazard Tahidi, Empresario del oro n***o

1423 Words
—Señor Hazard, su hermano está en la línea dos —Hazard solo frunció sus pobladas cejas. —¿Es urgente que quiera hablar ahora mismo? —Si señor —dijo el asistente. Hazard fue y levantó el teléfono en las manos y lo llevó a la altura de su oreja. —Salamaleico Hazard, ¡Cuanto tiempo hermano! —dijo Neftalí del otro lado de la línea. —Maleicosalá —respondió Hazard algo frustrado. —Te escucho irritado, recuerda querido hermano, no puedes faltar a la boda de Hasan, ¿me oyes? —si lo recuerdo, pero me temo que no iré —dijo ya decidido el hombre. —¿No puedes dejar a lado un poco de trabajo y estar con la familia? —regañó Neftalí. —No, no puedo hacerlo. —sentenció Hazard. Muy molesto le dijo el hermano a Hazard. —Que tanto te gusta estar entre esos impuros, hermano ven con la familia —insistió Neftalí, dejando a Hazard entre la espada y la pared. Nunca se sintió bien entre su familia, mas después de lo qué pasó, porque está dicho, "quién olvida su pasado, tiende a repetir los mismos errores", así reza la frase. Hazard no repetiría el mismo error dos veces, menos cuando su marchito corazón volvía a enverdecer de nuevo. —Neftalí, disfruten de la reunión sin mi, no iré —dijo ya tomando la decisión de no irse. En su país, Neftalí achicó sus ojos como pensando en algo. Se dijo para sí, algo ha de estar pasando con Hazard" voy a investigar este asunto. Mientras que Hazard tenía tratos comerciales con el gobierno de los Estados Unidos y Canadá, el ser el dueño de varios pozos de petróleo, lo hacía cada vez más rico de lo que ya era. Era el rey del petróleo. Sus negocios marchaban muy bien y así mismo con el pretexto de manejar sus negocios más de cerca, se había mudado al País de Norte America. Una semana después, en un desfile de modas, Carlota presentó una línea nueva de ropa de verano, lo que le gustara a la mayoría de los jóvenes de la gran Ciudad. —Carlota estás mejorando cada vez más —dijo Jondra, una antigua conocida de la universidad. Carlota volvió su mirada a la persona que le hablara, pronto la reconoció de inmediato, sabía de quién se trataba esta persona, ella asintió. La persona también lo hizo, ella fue una amiga a finales de la escuela superior y luego entraron juntas a la mejor escuela de arte y diseño. Enseguida Carlota se dio cuenta que Jondra no era nada sincera y que se había acercado a ella solo para copiar sus diseños y ponerla en ridículo a la hora de su ausencia, así que secretamente se retiró de aquella universidad y se fue al extranjero, donde ya no pudiera ver a esta mujer. —Bien —estoy ocupada señorita Paez, me retiro —dijo Carlota. —Ay Charlothe Graham, no pretendas que ahora si me respetas y tratas de despedirte para alejarte de mi, eso no te lo creo —dijo haciendo un gesto de brama. —¿Qué? —musitó Carlota sin salir del asombro. —Perdón, ¿te debo algo acaso? —preguntó algo maleada. —Nada, veo que sigues con la misma prepotencia de antes —la cara de Carlota se torció y en menos que cante un gallo, ella le puso a la tal Jondra en su lugar. —¡Entonces, si consideras que soy la misma persona que en la escuela y la universidad, ¿porque te acercaste a mi? ¿Acaso no viste lo que yo hice? —¿Que hiciste tu? –dijo sintiéndose nerviosa. —Alejarme de escorias como tú —la cara de Jondra se puso roja y luego volvió a ver a Carlota con sorpresa. La recordaba sumisa, muy amable y benevolente, ¿que le había pasado para volverse así? —¡Insolente! —le gritó con aparente molestia. —Espero no vuelvas a dirigirme la palabra, porque si lo haces, te cortaré la lengua y se lo daré a mis perros, aunque después tenga que hacerle un lavado gástrico, por que todo de ti es veneno. —recalcó a la mujer. Jondra no podía creer lo que acababa de escuchar, ella fue lanzada a la boca de los lobos, si hizo una acusación al aire a Carlota, nunca esperó que fuera así de real el carácter de la mujer que fue la mas ingenua de toda la clase, ser realmente odiosa como ella dijera que era. —Eres una psicópata —una bofetada limpia recibió la mujer dejándola más sorprendida que antes. —¿Pero porque me golpeas así? Eres una grosera, una petulante, una odiosa. —Si creías que por venir a lanzarme ofensas, yo iba a tratarte muy bien como en el pasado, te equivocaste. —Nunca mas te trataré bien. Jamás dejaré caer mi bondad con alguien que no lo merece. —solventó Carlota. —Te acusaré ahora mismo con los medios de comunicación —amenazó Jondra. —Hazlo, me importa un bledo tu y tus artimañas, estoy segura que viniste aquí para copiar los diseños, como solías hacerlo en la universidad. –acusó Carlota. Jondra palideció. Ella sabía bien que así había sido en el pasado. Tanto que cuando de un día para otro, Carlota dejó de ir a la universidad, ella también dejó de producir buenos bosquejos de diseños sobresalientes. La universidad ya sabía las razones por las que Carlota había decidido irse, así que seguía muy de cerca la actuación de Jondra, quien no tenía nada de talento artístico. —Me iré ahora mismo de aqui. —dijo sobando su cara dolorida. —¡Vete! —le gritó Carlota. —No es que te tenga miedo —musitó Jondra. —Pues deberías —dijo acercándose a su rostro, peló los dientes en señal de pegarle un mordisco lo que hiciera que Jondra brincara de miedo. Al irse, Carlota se dijo —Una escoria menos a la vista. En verdad estaba algo enojada el día de hoy. Había estado pensando con el hombre que supuestamente había pasado la noche, pero se sentía como si no lo había hecho, total ni lo recordaba ni un poquito. Tendría que volver a repetir, se dijo Carlota mirando a su alrededor, pero no veía a nadie de su agrado, así que caminó y salió afuera a tratar de despejar su mente. No sabía que su ex Federico estaba en esa fiesta y andaba merodeando a su alrededor. —Ahora incluso fumas —dijo Federico acercándose a pasos lentos —a ti te vale si lo hago o no —respondió Carlota. —Y por favor vete de aquí, si salí a este lado del edificio es por que quiero estar a solas. —Te has vuelto una respondona, una leona, me gusta tu nueva forma de ser —dijo Federico tratando de elogiar a la mujer, mas no sabía que ahora ella era inmune a él y sus palabrerías. —No me tutees, no me gusta —ordenó Carlota. —¿Aún te duele el engaño?, eso responde a una sola cosa, todavía me amas —Carlota le pasó el ojo de pies a cabeza y se rió de él. —¿Porque te ríes? —Por tus cursilerías —dijo Carlota. —Déjame poseerte y verás que te quedarás encantada con mi amigo aquí entre mis piernas. —¿Crees que voy a recoger lo que tiré a la basura? Jajaja. Ni que fueras el último hombre en la tierra, yacería contigo —dijo dando la vuelta para entrar de nuevo, lo que no sabía Carlota, era que Federico siendo áspero iba a aprovechar este momento para ajustar las cuentas con ella. —Espera!!! —No te vayas todavía, puedo complacerte —dijo siguiéndola —Si te engañé fue porque tú no me diste nada de ti —Carlota se detuvo y con cara seria le dijo. —Ya le entregué ese elixir a alguien que lo merecía mas que tú —enseguida la cara de Federico se volvió oscura. El no creía lo que escuchaba, siempre soñó con ser él quien desmadrara a Carlota, y aunque no la amaba realmente, ella era una mujer hermosa y sabía que lo pasaría realmente bien haciéndole el delicioso. —¡Mientes! Ahora te has vuelto mentirosa. —le gritó exasperado. ambos habían estado siendo vigilados por los voraces ojos de una persona, Hazard Tahidi.
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