+CATALINA+ Estoy entrando a casa y aún siento la rabia haciéndome un nudo en el estómago. Me dejó ahí tirada como si no valiera nada. Leonardo me miró, me habló con esa voz seca y distante, y luego se fue. Pero ¿saben qué? Me lo merezco. Me metí donde no debía, dije cosas que no era el momento de decir. Pero también sé algo más: no pienso dejarlo ir. Ya es mío. Lo decidí. Lo probé. Lo sentí. Lo saboreé. Lo desafié. Y aunque él se resista, no va a poder alejarse para siempre. Hay cosas que simplemente no se pueden deshacer. Y lo que pasó entre nosotros fue una de ellas. Subo las escaleras en silencio, con las piernas aún temblándome, y con la bata pegada al cuerpo. Está mal cerrada. Voy medio descubierta, pero ni me importa. Si alguien me mira, que mire. Ya no tengo energías para cuidar

