+CATALINA+ Estoy saliendo de la ducha, el vapor todavía abraza mi piel como una caricia, mi cabello húmedo escurre gotas que se deslizan por mi espalda y pecho. El vapor cubre los espejos, y mi cuerpo brilla con el reflejo del agua. Cruzo la puerta de mi habitación envuelta en una toalla blanca, sintiéndome un poco más calmada después de todo lo que pasó con Leo en el auto. Fue intenso, sí, pero no definitivo. Me dejé llevar, pero no fue suficiente. No para mí. Lo primero que hago al entrar a mi cuarto es soltar un suspiro y mirar hacia la cama. Y entonces… me paralizo. Leonardo está ahí. Sentado en la orilla de mi cama, con mi celular en la mano. Sus cejas fruncidas, sus ojos fijos en la pantalla, su mandíbula tensa. Mis pulmones se congelan por unos segundos. —¿¡Qué haces aquí!? —l

