La vida en Escocia es tranquila, demasiado cálida y es intensa. Quizá solo estoy descansando del ajetreo que hay en casa, trabajo por aquí y allá -Lo deje por un tiempo- trabajos difíciles que no creo poder seguir haciendo. Llevo una semana en este lugar y parece que mi vida va al corriente de todo. Zess ha hecho de esta casa todo un lujo, hemos ido de compras y ahora tenemos una pantalla enorme en la sala en la que usualmente vemos películas por la noche, ha acomodado la cocina y ha puesto letreros que me prohíben entrar... ¡Exagerado! No es que no pueda cocinar pero no tengo tanta experiencia, puedo hacer postres y eso es lo mas importante.
He hablado con mi hermano una o dos veces, el muy cabroncin me quiere de regreso en Austria ahora que él mismo estuvo de acuerdo en que viniera aquí, no puedo volver por ahora. Cedric me está ocultando algo, sinceramente sé que no me ha mandado lejos de casa solo por que estudie, desde la traición de mi antiguo novio y la perdida de las escrituras de ese maldito hotel todos se han puesto en guardia y sé que solo me está alejando del "peligro". Supongo que eso es lo que hacen los hermanos... *Los equipos necesitan tu apoyo y supervisión, hay trabajos que solo tu podrías hacerlos pero ahora lo mejor sera que vayas a despejar tu mente mientras sigas en Austria...* eso fue poco de lo dijo antes de mi partida.
También pienso que es lo mejor, necesito un verdadero descanso, estandoi en Austria no me negaría a apoyar a cualquiera, e inclusive hacer... Otras cosas.
Trarpto de ignorar eso y me concentro en otra cosa. Algo que me me trae un poco desconcertada y esa cosa es un hombre, específicamente un profesor llamado Miles Cannigham. No entiendo la razón ni el porqué del cual me encuentro pensando en él y me he descubierto a mí misma observando todos sus movimientos en la clase. En todo caso, no es que yo quiera estar pendiente de él, el profesor C. siempre que me observa lo hace con una mirada de odio o molestia que me desconcierta, cuando nuestras miradas se encuentran siempre le sonrío pero él inmediatamente me ignora.
El hombre es atractivo, demasiado a decir verdad... lo que me lleva a varias preguntas acerca de su actitud demoniaca.
-¿Estará casado?-
-¿Quién?- pregunta Zess. ¿A qué hora entro a mi habitación?
-¿Qué haces en mi habitación? ¿Vienes a insinuarte?- arqueo una ceja. Rueda los ojos y niega.
-Sabes a lo que vengo, me gustaría amarrarte a la cama.- me muestra una corbata.
-Eso suena interesante, sensual y erótico.- camina hasta mi cama. Sus intenciones son claras, no quiere dejarme salir con William y hará uso de todas sus cartas para evitar que vaya.
-No voy tocarte a menos que me lo pidas.- sonríe. Me coloca la corbata en el cuello. -No me gustas pero podría hacer el intento de ayudarte a disfrutar la vida.- comienza a reír. Le empujo haciéndole caer sobre la cama.
-Tú tampoco me gustas y no necesito de tu ayuda, además eres el mejor guardaespaldas que he tenido y no quiero perderte, confío demasiado en ti.- me mira y su expresión cambia. Es él segundo guardaespaldas mas lindo que he tenido.
-¿Confías en mí?- pregunta. Se levanta, me acerco a él y lo abrazo.
-Te confío mi vida, Zess, yo sé que tú nunca me traicionarías.- me abraza con fuerza. -Yo nunca te traicionare, nunca dejare que nada malo te pase.- agacha la mirada.
-Iré a preparar algo de comer.- me suelta y sale sin decir nada.
¿Cuándo entenderás que el pasado ya no es importante
-¡Rhoesia!- grita. Como detesto que me llame por mi nombre completo.
-Cedric, hermanito lindo te he pedido una y mil veces que me llames Rhoss.- Corro escaleras abajo hasta llegar a él y tirarme en sus brazos.
-Vaya, vaya, me alegro que andes correteando de un lado a otro y me encanta que sonrías nuevamente. ¿Dolor de cabeza?- niego. Acaricia mi espalda y seguido besa mi frente.
-Te quiero.- susurro. -Gracias por cuidar de mi todo este tiempo, no puedo ni imaginar lo que sería mi vida si estuviese sola.- su agarre se hace más fuerte.
-Rhoesia, yo nunca voy a desprotegerte.- susurra. -Creí morir cuando te vi en ese estado, hare todo lo que este en mis manos para aniquilar a los que se atrevieron a ponerte una mano encima.- el odio y seriedad en su voz logra provocarme escalofríos.
-Olvídalo, nuestros padres no estarían muy felices si llegasen a escucharte decir ese tipo de cosas.- logra sonreír. -Además ni siquiera recuerdo lo que sucedió ese día.- suelta un suspiro.
-Nunca te traicionare pequeñita.- me abraza con fuerza.
Ese incidente que no recuerdo, ese incidente que vaga en mi mente si poder mostrarse con claridad, sé que fue malo y quizá... solo quizá no quiero recordarlo.
-En fin, ¿Me has llamado solo para estarme abrazando?- me aprieta con fuerza haciéndome gruñir.
-Te presentare a alguien, aunque creo que le has de recordar perfectamente. Tira de mi mano hasta la sala de espera. Me trato de soltar de su agarre posesivo pero se reúsa y me acuna entre su brazo.
-Suéltame.- pido. Cuando entramos un chico de traje n***o y cabello largo se levanta y nos vuelve a ver. ¡No puede ser! Le recuerdo de hace unos dias.
-Rhoesia, él es Zess Casper y es tu nuevo guardaespaldas.- dice. Me acerco a él rápidamente. -Cariño, él será tu nuevo encargado, espero que puedas comportarte pequeña.- advierte. Le veo y me dan ganas de abrazarle.
-Mucho gusto, señorita Husher.- tiene el labio roto, una venda en el cuello y rasguños ya poco visibles en la cara. Es el chico que conocí hace unos días.
-Zess está comprometido con protegerte, le he acogido y confío en que podrá con el trabajo, Rhoesia no le des muchos problemas y trátale bien, ahora será quien vele por tu seguridad las veinticuatro horas.- vuelvo a ver a mi hermano que mira con gesto serio, asiento y de inmediato regreso la mirada a Casperin.
-Zess Casper.- se ruboriza pero asiente. -Me alegra que estés vivo, oh, Dios, mira cómo te han dejado, no puedo creerlo. Esos malditos, te prometo que lo pagaran... - le abrazo. Su cuerpo se tensa completamente.
Esta todo golpeado, unos tipos le golpeaban a la vuelta del club y le trataban como alguien que no tenía derecho ni aun vaso con agua, el chico recibía cada golpe como si quisiese dejar de vivir y por fin tener paz. Si no hubiese llamado a Cedric para que le ayudara, podría haber muerto... no puedo creer que un chico tan lindo pudiese pasar ese tipo de problemas.
-Se... señorita Husher.- murmura. Le abrazo con más fuerza.
-No voy a dejar que vuelvan a acercase a ti.- le digo. Me mira con sorpresa y creo que esta apenado.
-Tranquila valiente puedes lastimarlo. No te preocupes más por esos tipos, ya me he encargado de ellos.- mi hermano se acerca y le da una palmaditas suaves. -Tienes mucha suerte y lo sabes, Casper, nunca volverás a pasar por eso, con nosotros nunca te pasara nada. Confío en ti.-
-Gracias, señor Husher. Señorita Husher, gracias por preocuparse pero no lo merezco.- vuelvo a abrazarle. -Señorita Husher... no debería abrazarme, puedo ensuciarla.-
-Tonto, no podrías merecer más que nuestro cariño.- le digo. -Si me ensucio puedes ducharte conmigo.- Me separo de él.
-¡Rhoesia!- me riñe mi hermano mientras me jala la oreja. -¿Qué edad crees que tienes, eh? ¿Quieres cabrearme? ¡Aléjate de ese chico!- comienza a decir miles de tonterías. Vuelvo a ver a Zess. Me mira como si quisiese llorar.
-Si quieres llorar puedes hacerlo, no voy a burlarme, si tú quieres podemos llorar juntos.- acaricio su mejilla. -Conmigo no tienes que esconder tus sentimientos, de ahora en adelante siempre estaremos juntos.- me acerco a él y lo vuelvo a abrazar.
-Zess, dejo a mi hermana en tus manos y confío en que nunca me defraudaras.- asiente.
-Señorita Husher, yo nunca la traicionare.- dice con voz fuerte y segura.
Ese recuerdo seguirá en mi corazón hasta que fallezca, en él encontré tranquilidad, encontré a alguien que podía necesitar mi ayuda. Aunque la mayor parte del tiempo ambos parecemos una pareja nunca hemos pensado en tener una relación, siempre hemos sido como amigos, hermanos y confidentes.
Querido Zess, nunca estarás solo, yo nunca te traicionare. No soy como ellos.
El reloj apunta las ocho de la noche, he terminado de arreglarme para mi salida con William y los chicos en ese club de tan supuesta buena fama. Me alegra haber conocido a esos tres, Joshua es muy simpático, Maya es una chica muy tierna y sincera, William es el típico chico medio rebelde pero que tiene un gran sueño en convertirse en abogado, según dijo su sueño es trabajar en el Bufete de Cannigham.
Es demasiado coqueto y es esa la razón por la cual estoy en esta situación...
-¿Qué te sucede?- pregunto. Salir de habitación y encontrarme esta escena no es nada del otro mundo.
-Me siento mal, deberías de ser buena jefa y quedarte conmigo para cuidarme.- murmura con voz melancólica. Le paso de largo al escuchar el timbre. -¿Jefa, me estás ignorando?- lloriquea.
Le contesto a William que saldré en unos segundos y luego regreso la mirada al cachorrito dramático que esta tirado en el piso. Bajo a su altura y le doy un pico, se limpia rápidamente y yo ruedo los ojos. Hace una expresión de moribundo.
-Creo que moriré.- solloza.
-Me tengo que ir, cualquier cosa te llamare, se bueno y pórtate bien.- acaricio su cabello.
-¿Acaso soy un cachorro?- gruñe. Le doy un beso en la frente y salgo de nuestro pequeño hogar.
Me encuentro con William que no quita la cara de sorpresa al ver el lugar donde vivo. Este lugar es sorprendente y me gusta mucho su pinta escocesa, no es que sea lujoso pero el jardín es bonito. Le observo fijamente y no evito alagar su vestimenta rebelde.
-Estas muy hermosa esta noche.- me abraza y me da un beso en la mejilla.
-Muchas gracias, William.- sonrío. Suelta un resoplido.
-No entiendo porque te gusta llamarme por mi nombre completo.- frunce el ceño.
-Me gusta ese nombre.- me encojo de hombros.
Caminamos hasta su coche que es muy interesante, nunca me había subido a un auto clásico y puedo decir que no me gustan mucho pero sería interesante tener uno. William parece muy orgulloso por su posesión y me parece increíble que pueda sentirse orgulloso por tener un auto. Hace conversación acerca de mis pasatiempos y respondo mi pasión por los libros y por el piano, me cuenta que trabaja como asistente en el juzgado y que le apasiona mucho su carrera.
El viaje hasta el lugar es corto tras nuestra conversación. El lugar parece que está en una exclusiva parte de Edimburgo. Es un local grande pero lastimosamente no tiene las suficientes expectativas para un club nocturno, la fachada es un poco anticuada.
-¿Te gusta?- asiento. Camino hasta el lugar y para mi sorpresa el interior es un poco diferente, aunque el lugar es grande, teniendo a tantas personas parece demasiado pequeño. ¿Quién será el administrador? -Este lugar es el mejor de aquí y te aseguro que tiene las mejores bebidas de toda Escocia.- dice en mi oído.
-¡Eso lo veremos!- rio.
Caminamos hasta Maya y Joshua que nos esperan en una de las mesas reservadas. Nos sentamos con ellos y nos traen un par de bebidas que saben espectacular. ¡Viva la vida escocesa!
-¡Esta buenísimo!- digo con satisfacción. William me entrega otro trago.
-¡Bienvenida a Escocia!- gritan los tres y brindamos.
Empezamos la noche con buen pie, comienzo a divertirme mucho y me sorprende la confianza que ya nos tenemos. Maya y Joshua son muy amigos tirándole a otra cosa, William coquetea conmigo de vez en cuando pero siempre le pongo el alto.
-¡Vamos Rhoss!- me anima a tomármelo de un tirón.
-¡Por Escocia!- grito. Le doy un trago que logra arderme hasta la piel.
-Eso es preciosa.- sonríe William. -¡Vamos a bailar!- grita cerca de mi oído. Asiento y le sigo hasta la pista.
Una canción que desconozco suena a todo volumen, cojo dos vasos y le entrego uno. Me mira con picardía pero instantáneamente niego. ¡No hay diversión sin alcohol! Me gusta beber y puedo decir que a veces lo hago en exceso. Creo que me estoy emborrachando.
-¡Venga, vamos por otro!- grito. Los tres me miran y asienten.
La noche pasa de trago en trago y hay un especial momento de la noche en la que me dan ganas de ir al baño. Informo mi viaje maravilloso al baño y camino mientras me rio por nada. ¡Estoy borracha! ¡A quién le importa! ¡Más alcohol por favor!
Vuelvo a ver hacia la izquierda y creo ver a Miles Cannigham... ¡Vale Rhoss! Ese hombre me está traumando. Querida Rhoss, ya estás muy ebria, no malgastes energía pensando en que has visto a ese tipo, no quiero llamar a los malos espíritus. Ignoro mis traumas y camino hacia el bar, a medio camino me recuerdo que caminaba hacia el baño y me regreso.
-¡La La La!- canturreo. Tropiezo con alguien y casi caigo al suelo. -Verzeihung!- me disculpo con cortesía.
-Veo que lo está pasando bien.- me ayuda a ponerme en pie. ¡Dios Mío!
-Eh, ¡Cannigham!- me alejo de él. Pero... si, ¿Es mi mente jugándome una broma?
-Vaya, señorita Husher, debería de regresar a casa y descansar.- su mirada me atraviesa con frialdad. -¿Le sorprende verme aquí?- asiento.
-Creí que había visto un hombre tirano aparecer frente a mi.- me encojo de hombros. -Si me disculpa voy al baño porque no me aguanto.- El hombre esta traumándome y tenía que aparecerse frente a mí esta noche. Su expresión es seria y hasta un punto intimidante. Le paso de largo ignorándolo. Me estoy haciendo pis.
-¿Ha venido sola?- pregunta tras mi espalda.
-William Petersen está conmigo.- entro al baño sin decir nada más.
Las copas se me están subiendo a la cabeza y tengo que despejarme un poco.
-Living la vida loca...- canturreo mientras salgo del lugar. Busco mi celular para informarle a mi esposo guardaespaldas que sigo viva.
-¿Quién eres tú?- preguntan tras mi espalda. Levanto la mirada para ver reflejado en el espejo a una mujer blanca como el papel, cabello y ojos negros. ¡Madre Santa!
-¿Me lo preguntas a mí?- asiente. Me mira con altanería y recelo. ¿Quién es?
-Te he visto hablar con Miles y me gustaría saber que relación tienes con mi esposo.- gruñe.
¿Esposo? ¿Casado?
-No le conozco mucho, apenas he llegado a este país y le he visto un par de veces en la universidad, no es nada importante si es lo que le preocupa.- le sonrío con amabilidad y quizá lastima.
-¿Estas segura? No quiero que hagas más contacto con él, aléjate de él si es posible.- me advierte.
¿Le encaro o la perdono esta vez?
-Como ya he dicho, no tiene por qué preocuparse, no me gustan los hombres casados, mucho menos alguien como el señor Cannigham.- Que miedo. Terminaría divorciada a los dos meses de casada.
Salgo de ahí dejándola con la palabra en la boca, sé que es de mala educación pero no quiero cansarme hablando sobre un asunto que no me interesa. Camino por el lado contrario hacia nuestras mesas, exactamente hasta la salida, necesito despejar mi mente y ponerme sobria con agua. Me cruzo con Maya y le digo que iré a hacer una llamada y regresare pronto, creo que ya está muy ebria porque dice algo sobre una flecha de amor.
Saco mi celular para consultar la hora, 02:15 am, oh vaya, es mas tarde de lo que pensé. Camino hasta la esquina del lugar para poder respirar profundamente. Le llamo a Zess y cruzo un par de palabras mientras me pregunta si estoy en mi sano juicio. El hombre sí que se comporta como un padre. Tras asegurarle que estoy completamente bien y que no tiene por qué venir por mí cuelgo y me doy la vuelta para regresar.
-Hola preciosa, ¿sola? ¿Quieres... algo de com...pañia?- un borracho viene hacia a mi así que acelero el paso y le ignoro. -Tranquila... yo te acompañare, mmm... preciosa.- estira su mano para poder coger mi brazos.
-Te recomiendo que me dejes en paz.- advierto.
-Mmm... violenta y dominante... así es como me gustan.- Toma mi mano. Sujeto su camisa y este me mira con una sonrisa, voy a matarle. -¿Quieres... besarme?- asqueroso.
-¡Suéltala!- Vuelvo a ver al señor Cannigham separarlo de mí y darle un buen golpe.
-Cálmate amigo, no sabía que era tu mujer, estaba sola esperando así que pensé...- el tipo comienza a disculparse.
-Discúlpate con la señorita.- le sujeta por el cuello. -Si no quieres que te meta a la cárcel es mejor que hagas lo que te digo.- El tipo comienza a disculparse y yo solo le hago una señal de que se vaya.
Le observo alejarse por otro calle. Vuelvo la mirada hacia el profesor C. y le sonrío, creo que se me ha pasado la borrachera. Su expresión es seria, su cuerpo como una roca evaporando una aura de frialdad y furia. A pesar de la oscuridad de la noche puedo ver su gesto de preocupación, el tipo es atractivo hasta con instintos asesinos.
-¿Está bien?- sujeta mi mano y por extraño que parezca el contacto me parece... no lo sé, extraño como aquella vez, eléctrico.
-Sí, muchas gracias.- sonrío. Vuelvo la mirada hacia la entrada. -Su esposa está esperándolo.- le digo. Vuelve a ver y frunce el ceño.
-Ella no...-
-¡Rhoss!- William viene corriendo hasta mi lado. -¿Estas bien?- asiento. -Regresemos, hace frio y puedes resfriarte.- coge mi mano. Vuelve a ver a Cannigham que no dice nada, se despide con asentimiento de cabeza y regresa con su mujer. -¿Te ha dicho algo?- niego.
-No, de hecho me ha salvado de un tipo salvaje.- sonrío.
Interesante, Miles Cannigham eres muy interesante.
La mañana del sábado toca mi puerta con un increíble dolor de cabeza, un increíble regaño y un increíble hombre cuidándome. Zess comienza a tratarme como si estuviese inválida y es algo que agradezco. No sé qué haría sin este hombre.
-No entiendo por qué emborracharse es una buena forma de convivencia entre amigos, ¿No te importa tu salud?- gruñe. Me quita la bandita de la frente. -¿Por qué no cuidas de tu vida? ¿Tienes idea de la importancia de tu existencia?- gruñe.
-Zess, tengo veintiún años.- murmuro. ¡Me duele la garganta! -Además me divertí mucho, no me divertía así desde...-
-Desde un día antes de venir a Escocia.- rueda los ojos. -Ponga esfuerzo en sus estudios, por favor. ¿Tengo que informarle al jefe?- sus ojos chispean enojo.
-¡Ven aquí!- le atraigo hasta mis labios. -Te daré un beso así ya no te enojaras conmigo.- le doy un pico que rápidamente rechaza.
-¿Podría por favor dejar de besarme cada vez que se le place?- se queja.
-Te quiero, Zess.- cierro los ojos.
-Lo sé, yo también te quiero.- se levanta y se acuesta a mi lado.
¿Qué sería de mi vida si este hombre desapareciera?
Oh, claro, puedo saberlo, es terrible. Solo ha habido una vez que nos hemos separado y le extrañe horrores.
La única vez que se enojó conmigo y dio de baja en su trabajo fue cuando termine con Draco hace un par de meses, Draco trabajaba con mi hermano y decidió traicionarlo robando las escrituras de un hotel que mi hermano obtuvo. Zess dijo que no perdonaría a nadie que pudiera lastimarme y se metió en una pelea que casi llevo a la muerte a Draco. Como no tenía idea de esa traición al inicio discutí con Zess y este me dejo. Desde entonces no confío en nadie más, en vida solo hay dos hombres, Zess y mi hermano. No puedoi negar que ese acontecimiento trajo consecuencias en mi vida, mucho mas de la traición quería alejarme de todo por enojo y rabia, lo hice y ahora quiero estar alejada por completo.
-¿Te quedaras siempre a mi lado?- asiente.
-No te dejaría, Rhoesia eres la única persona por la que podría morir sin renegar.- me abraza. -¿Qué haremos este fin de semana?- pregunta.
-No lo sé, ¿Por qué no vamos a conocer el lugar? Busca un lugar cercano al que podamos llegar y podamos disfrutar.- arqueo ambas cejas.
-No sueñe tan alto, por favor.- ríe. -Es tarde para preguntarlo pero, ¿Todo bien esta semana?- asiento.
-Sí, aunque ese profesor parece odiarme.- frunce el ceño.
-¿Quieres que lo investigue?- niego. De hecho no parece conocerme más allá de esta semana. -Lo hare de todos modos, no quiero que te involucres con personas peligrosas.-
-No seas paranoico, Miles Cannigham solo me odia por haberme dormido en su clase el primer día.- rio. Aún recuerdo su forma de observarme, molestia, furia, intensidad y quizá... solo quizá pude sentir odio.
-¿Te gusta?- arquea una ceja.
-¿Quién?- frunzo el ceño.
-El tal profesor Miles Cannigham.-
-Es atractivo, tendrá sus treinta años pero no es mi tipo. Parece que es un amargado, tengo que decir que es muy apasionado con su trabajo y se nota que le gusta ejercer como abogado.-
-Creo que he escuchado su apellido en algún lado, el lunes tendré toda la información de ese hombre. Si Rhoesia Husher está interesada tengo que investigarlo a fondo.- sonríe. Comienzo a reír por su último comentario.
-No me hagas reír que me duele la cabeza.- me subo sobre él y escondo mi cara en su cuello. -Tengo hambre, quiero pollo... quiero comida en general.- gruño.
-Ve por una ducha, preparare algo y no pienses en ese tal Miles.- gruñe. -Sabes que soy celoso.- me deja caer en la cama y no evito tirarle una almohada.
-Te quiero.-
-Y yo a ti, pequeño escarabajo.- cojo otra almohada y se la tiro pero la esquiva.
Miles Cannigham.
¿Por qué tendría que pensar en él?
Si, el tipo es atractivo y sus ojos son impresionantes pero no estoy interesada.