"Beso… a…”, me da hipo: “… mi esposo", murmuro desinhibida, ya que no tengo nada que perder.
"Bueno, vamos a casa", comenta, pero yo niego.
"Quiero bailar aquí ¡vamos!!", murmuro mientras muevo mis caderas, levanto los brazos y sigo riéndome como una desquiciada. Empiezo a dar saltitos y girar, acercándome a él. Aprovecho para volver a besarlo. No pierdo la oportunidad de saber cómo se siente besar a alguien como él. Toco su pecho duro y bajo la mano, puedo sentir… su m*****o debajo de mi mano. Me muerdo los labios, y un liquido espeso baja por mis piernas, me estoy excitando.
Esta vez, él no me saca, sino que continúa el beso, para mi sorpresa. Pero después, nos separamos.
"Hay… que… volver", comenta un poco tartamudeante, y puedo ver que sus mejillas están rojas.
"¿Te da vergüenza que sea tu esposa?" pregunto, y él me silencia con el dedo en los labios.
“Silencio”, dice me quedo callada, y él me toma de la mano para llevarme lejos de allí.
"Bailemos en la vereda", comento mientras doy una vuelta y exclamo "¡Yuju!. Vamos por algo mas” y me sigue tomando de la mano. Sigo riéndome divertida y me subo en la parte de atrás, ya que el chofer está adelante. Él me coloca el cinturón de seguridad por.
"¿Bien? ¿Y ahora estás bien?", comenta con un suspiro mientras se recuesta hacia atrás.
"¿Qué?" pregunto, y él me mira molesto.
"¿Cómo te vas a emborrachar así en público?" continúa, no muy contento conmigo.
"Quiero vivir", comento y vuelvo a mirar por la ventana.
"No puedes vivir, vives conmigo", responde él. Lo miro con el ceño fruncido.
"Pues prefiero morir que estar así toda mi vida", digo, y el chofer de adelante comienza a toser; parece que mis palabras lo han sorprendido.
"Entonces muere", comenta mi esposo, mirándome con el ceño fruncido.
"No quiero que tu parezcas el pobre esposo sufrido", le respondo, mirándolo con determinación. Es la primera vez que me enfrento de esta manera. Emilio parece muy molesto y me toma del rostro mientras dice:
"Mira, niña, tú harás lo que yo te diga".
"¿O qué?" pregunto, enfrentándolo. No sé por qué estoy haciendo esto. La verdad es que prefiero no estar prisionera entre sus brazos, sabiendo que él está tan cerca y, a la vez, tan lejos.
"Pero las consecuencias serán.. , Emma, no me enfrentes", me advierte.
“Entonces… hazme el amor”.
Es la primera vez que me llama por mi nombre, e incluso podría decir que estaba comenzando a olvidar cómo me llamaba. Me da tanto sueño que, sin pedirle permiso, apoyo mi cabeza en su hombro y me quedo dormida.