NARRA FABIEN —Ahora, firme esto, por favor —dijo la mujer, mientras me entregaba otra tanda de documentos en mis manos y retiraba los que me había entregado ante su yo ya había firmado. Estampé mi pincelada caligrafía sobre cada una de las líneas de firma que la mujer había señalado y luego le entregué los documentos. —Muy bien —comentó, acomodando todos los papeles—. Eso sería todo. —¿Cuándo puedo ver a mi hermana? —indagué, colocando el bolígrafo sobre el escritorio. —Pues, la paciente ya ha despertado. Yo pienso que ya pueden entrar a visitarla —manifestó—. Solamente que lo más preferible es que únicamente entre una persona a la vez, para que no la abrumen. —Entiendo. Así será, no se preocupe. —Su hermana ha sido transferida a la habitación 519 —acotó. Me puse en pie y ya que to

