La música seguía resonando en el club, pero Tiffany ya no podía disfrutarla. Miraba a su alrededor, viendo a las parejas felices y despreocupadas, y se preguntaba si alguna vez podría tener eso con Christoph. La imagen de Annika, la esposa de Christoph, apareció en su mente. ¿Qué había pasado realmente entre ellos? ¿Por qué Christoph parecía tan afectado? —Christoph, por favor, hablemos —insistió Tiffany, tratando de captar su atención. —No hay nada de que hablar —respondió él, con la mirada perdida en su vaso. Tiffany sintió una punzada de tristeza. Sabía que no podía forzarlo a abrirse, pero también sabía que no podía ignorar lo que estaba viendo. Decidió que, por esa noche, lo acompañaría y trataría de mantenerlo a salvo. —Está bien, pero por favor, no bebas más —dijo, tomando su ma

