Annika sintió que los colores se le iban y venían, era lo último que quería encontrarse cara a cara con la amante, una mujer muy hermosa y elegante, sobre todo amada por el hombre que ella tuvo en su cama.
—¡Christoph! Qué casualidad —dijo Annika, tratando de mantener la compostura.
—¿La conoces? —indagó Tiffany, aún agarrada de la mano de Christoph.
—Sí… —Annika notó que él no quería mencionar su relación.
—Somos amigos —dijo Annika rápidamente. Christoph abrió los ojos por la sorpresa— Bueno, nos marchamos, tenemos cosas que comprar. Boris, ¿dejaste las bolsas en el auto?
—Desde luego —respondió Boris, captando la indirecta.
Annika se apoyó en el brazo de Boris para salir de esa incómoda situación. Christoph tensó la mandíbula, claramente molesto por la escena.
Mientras se alejaba
