La sonrisa no duro mucho al quedar frente a Christoph, quien salía de uno de los consultorios de la clínica, Annika se sintió nerviosa, la mirada de él se fue hacia el vientre pronunciado de Annika y al rostro de Boris, quien de inmediato se puso serio.
—¡Annika! —susurro Christoph.
Annika no dijo nada, simplemente siguió su camino junto a Elena y Boris. Mientras avanzaban, él se quedó parado como un idiota, incapaz de moverse. La sorpresa y la confusión lo mantenían inmóvil, observando cómo se alejaban.
Elena, siempre atenta, notó la tensión en el aire y le dio un suave apretón en el brazo a Annika, como señal de apoyo. Boris, por su parte, se mantuvo cerca, listo para intervenir si era necesario.
—Vamos, Annika. No vale la pena mirar atrás —dijo Elena, con voz firme pero reconfortan
