Annika observaba con asombro la variedad de colores que se extendían frente a ella. Había tonos que nunca había visto antes, cada uno más vibrante y cautivador que el anterior. Su mente comenzó a divagar, imaginando todas las posibilidades que estos colores podían ofrecer. La estilista, con una precisión casi artística, jugaba con la paleta de colores. Sus dedos danzaban de un color a otro, mezclándolos con una habilidad que dejaba a Annika sin aliento. Era como ver a un pintor en su lienzo, cada movimiento lleno de propósito y pasión. Annika no podía evitar sentir una emoción burbujeante dentro de ella. Este era un nuevo comienzo, una oportunidad para reinventarse a sí misma. Y con cada pincelada de color, podía ver cómo se formaba su nueva imagen, una que reflejaba su crecimiento y evo

