Annika se sienta, y puede sentir su incomodidad en el aire. Parece que quiere huir de ese sitio. Su padre no la determina como hija, y la mirada despectiva de Sabine solo aumenta su malestar. Pero lo más intrigante es la actitud de Úrsula, quien se ha convertido en una sombra negativa, alejando a todos con sus comentarios venenosos. Annika se encontraba atrapada en un torbellino de pensamientos. “¿Qué demonios hago aquí?”, se preguntaba, mientras observaba a los invitados que se movían alrededor de ella. La tensión en la sala era palpable, y Annika se sentía como una pieza fuera de lugar en este rompecabezas de secretos y rivalidades familiares. Un sirviente se acercó con una copa de vino, pero Annika negó con la cabeza. “Con agua es suficiente”, le dijo. Su estómago no soportaba cosas f

