CAPITULO TRES

1220 Words
*ANNIKA* El cansancio se apodera de mí, y a pesar de mis mejores intenciones, no tengo la energía para seguir estudiando. Mis pensamientos divagan hacia la idea de un masaje relajante, algo que podría aliviar la tensión de mis músculos y ayudarme a relajarme. —Un masaje sería perfecto ahora mismo —murmuro para mí misma, imaginando la sensación de manos expertas trabajando en mis hombros tensos. Pero por ahora, todo lo que puedo hacer es cerrar los ojos y permitirme descansar, sabiendo que he hecho todo lo posible por mi familia hoy. Y eso, al final del día, es lo más importante. —Hermana, abre la puerta, apresúrate —la voz de Úrsula resuena con urgencia detrás de la puerta de mi habitación. —¿Qué sucede, Úrsula? ¿Por qué tanto escándalo?—pregunto, levantándome de la cama para abrirle la puerta. —¿Por qué siempre cierras con seguro? —se queja, mirándome con una expresión de frustración. —Necesito descansar, Úrsula —le explico, bostezando ligeramente. —Pero quiero mostrarte lo que compré hoy —insiste, sus ojos brillan con emoción—. Aún no me decido qué usar para mi fiesta. —Podemos verlo mañana, Úrsula. Realmente necesito descansar ahora —le digo, tratando de disuadir su entusiasmo. —¡No seas perezosa, Annika! Vamos, miremos mis compras —insiste, agarrando mi mano con una sonrisa traviesa. A pesar de mi cansancio, no puedo evitar sonreír ante su entusiasmo. Úrsula siempre ha tenido una forma de hacerme olvidar mis preocupaciones, aunque sea por un momento. Así que, con un suspiro resignado, pero afectuoso, me dejo arrastrar hacia el mundo de la moda de Úrsula, sabiendo que, a pesar de todo, estos son los momentos que siempre atesoraré. Después de todo, somos hermanas, y eso es algo que ninguna cantidad de cansancio puede cambiar. **** "Mis negocios van de viento en popa, no hay queja alguna. Todo lo he logrado sin tocar la fortuna que me dejaron mis padres que en paz descansen, me he abierto camino con mis propios esfuerzos. Soy un hombre que me gusta emprender e invertir en negocios que valen la pena hacerlo". Medita Christoph. En eso es interrumpido —Señor Christoph lo busca el señor Manfred, su socio. —Hágalo pasar. —Hola, amigo, como has estado, hace poco llegue al país. —¿Cómo te fue? —De maravilla, podremos tener acceso a dos países y sus centros turísticos, esto es dinero palpable, amigo. —Te lo dije. —Christoph se relaja en su silla, su socio se toma la libertad de sentarse y relajarse. Christoph sonríe, satisfecho con las noticias. Siempre ha tenido un buen ojo para los negocios, y esta vez no es diferente. —Eso suena excelente, Manfred —dice, apoyándose en el respaldo de su silla—. Siempre supe que esa inversión valdría la pena. Manfred, asiente, su rostro refleja la emoción de su reciente éxito. —Sí, y todo gracias a tu visión, Christoph. Sin ti, nunca habríamos considerado expandirnos a esos mercados. Christoph se ríe, restándole importancia a los elogios de su socio. —Solo vi una oportunidad y la aproveché. Eso es lo que hacemos los empresarios, ¿no? Manfred se ríe, asintiendo con la cabeza. —Sí, eso es cierto. Pero, aun así, tienes un talento especial para esto, Christoph. La conversación continúa, con ambos hombres discutiendo los detalles de su expansión y planeando sus próximos movimientos. A pesar de los desafíos que puedan enfrentar, ambos están emocionados, por lo que el futuro les depara. Después de todo, son hombres de negocios, y el mundo de los negocios está lleno de oportunidades para aquellos que están dispuestos a tomarlas. —Parece que voy a dar el salto otra vez —dice Christoph, cambiando abruptamente de tema. Su tono es casual, como si estuviera hablando del clima en lugar de un cambio de vida tan significativo. —¿Qué? ¿Otra vez? —Manfred se ríe, sacudiendo la cabeza con incredulidad—. Ya me había rendido tratando de seguir tu vida amorosa. —Es una propuesta que acabo de recibir —explica Christoph, encogiéndose de hombros como si fuera algo común. —¿Quién es la valiente esta vez? —pregunta Manfred, su interés claramente despertado. —El señor Lange hizo la propuesta. Parece que quiere fortalecer nuestros lazos familiares —responde Christoph, su voz llena de diversión ante la sorpresa de Manfred. —¿Estás seguro de esto? —Manfred frunce el ceño, claramente preocupado por su amigo. —No del todo, pero la propuesta no suena mal —admite Christoph, apoyándose en su silla y cruzándose de brazos—. Podría ser interesante. Ambos hombres se quedan en silencio, reflexionando sobre las implicaciones de esta nueva propuesta. A pesar de la sorpresa inicial, ambos saben que, en el mundo de los negocios, a veces las decisiones personales pueden tener un impacto significativo. Y aunque el matrimonio puede parecer un paso drástico, ambos hombres saben que, a veces, los movimientos audaces pueden llevar a las mayores recompensas. —Tengo una reunión con él hoy —dice Christoph, su voz llena de determinación. —¿Has conocido a la chica? —pregunta Manfred, su ceño se frunce en preocupación. —Hice mi tarea. Tiene dos hijas, una de 21 años y otra de 18 años. Ambas son bastante atractivas —responde Christoph, su tono es casual, como si estuviera hablando de un negocio más que de un matrimonio. —¿Y qué esperas lograr esta vez? —Manfred pregunta, su tono es cauteloso. —Estoy buscando un heredero. Espero que una de ellas pueda dármelo —responde Christoph, su voz es firme, decidida. —No entiendo, nunca pensaste en tener hijos con tus parejas anteriores —dice Manfred, su confusión es evidente. —Era muy joven entonces. Aunque todavía lo soy, solo tengo 28 años. Y con dos matrimonios fallidos, es bastante irónico —responde Christoph, una sonrisa amarga se dibuja en su rostro—. Espero que una joven sin malicia pueda serme fiel. —Eso, no funciona como tú meditas —dice Manfred, su tono es suave pero firme. —Espero que sí, porque esta vez no seré tan estúpido. Ambos hombres se quedan en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos. A pesar de sus diferencias, ambos saben que están navegando en aguas desconocidas. Y aunque el futuro es incierto, él está dispuesto a enfrentar lo que venga. Después de todo, son socios, y eso es algo que ninguna cantidad de desafíos puede cambiar. Christoph al salir de su oficina se dirige al sitio de encuentro. Llega al elegante restaurante donde acordaron encontrarse, un lugar conocido por su excelente cocina y su ambiente sofisticado. Al entrar, sus ojos buscan rápidamente al señor Lange. Lo encuentra sentado en una mesa apartada, disfrutando de una copa de buen vino. A pesar de ser de mediana edad, el señor Lange tiene una presencia imponente, su porte y confianza en sí mismo son evidentes incluso desde lejos. Christoph se acerca a la mesa, su paso es seguro y decidido. Aunque este encuentro puede cambiar el curso de su vida, está listo para enfrentar lo que venga. Después de todo, es un hombre de negocios, y los negocios siempre implican tomar riesgos.
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