CAPITULO NUEVE

1433 Words
Annika se quedó mirando a su padre, una mezcla de incredulidad y desesperación se apoderó de ella. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Cómo podía su propio padre ser tan insensible? Pero a pesar de todo, Annika sabía que no podía rendirse. No ahora. No cuando su madre necesitaba su ayuda y su propia vida estaba en juego. Salió corriendo del estudio de su padre, todo estaba mal, como iba a casarse, con su madre en ese estado, tenía que encontrar una salida. Annika corrió por los pasillos de la casa, sus pensamientos giraban en un torbellino de confusión y miedo. ¿Cómo podía su padre ser tan frío? ¿Cómo va a esperar que ella se casara en medio de todo esto? Se detuvo en la puerta de su habitación, respirando con dificultad. Necesitaba calmarse, necesitaba pensar con mente fría. Entró en su habitación y cerró la puerta detrás de ella, apoyándose en ella mientras intentaba controlar su respiración y sus lágrimas. Miró a su alrededor, su habitación, un lugar que una vez consideró un refugio, ahora parecía una jaula. Pero no iba a dejar que eso la detuviera. No iba a ser una víctima de las decisiones de su padre. Se sentó en su pequeño escritorio y abrió su computadora. Comenzó a buscar información, cualquier cosa que pudiera ayudarla a entender lo que estaba sucediendo con su madre, cualquier cosa que pudiera darle una idea de cómo luchar contra esto. También comenzó a buscar información sobre Christoph. Si iba a ser forzada a casarse con él, al menos debería saber con quién se estaba casando. Pero mientras más buscaba, más se daba cuenta de que no quería casarse con él, no de esta manera. Era el tipo de hombre que no desea para ella. Annika sabía que tenía que hacer algo, tenía que encontrar una manera de salir de esta situación. Y mientras la noche se convertía en día, Annika se armó de valor, decidida a luchar por su futuro y el de su madre. No iba a ser una víctima, esta vez, iba a ser una luchadora. Y con esa determinación en su corazón, comenzó a trazar su plan. —Si me toca venderle mi alma al diablo lo haré. —dijo para sí misma. Tomo la dirección de la empresa de él y espero que fuera de madrugada y salió de la casa sin ser vista por nadir, tomo un taxi y le entrego la dirección a la que quería ir. Saco todo su dinero para poder movilizarse porque su padre nunca le cedió un auto, para más Úrsula tenía uno bien bonito. —Llegamos, señorita. —miro el enorme edificio. Aún es temprano. —¿Está seguro que es aquí? —Esta es la dirección que me dio. No tardan en llegar los empleados. —Tenga y cóbrese. —Está completo. Que pase un feliz día. —Gracias. —dijo ella, espero como una hora y media y cuando la empresa abre en su totalidad, va de camino hasta la recepción, una mujer bien vestida la recibe. —¿En qué le ayudo, señorita? —Aquí trabaja un hombre llamado Dominik… Christoph… no recuerdo el apellido. —Ah, voy a ver si la recibe, ¡su nombre, por favor! —Annika Lange. Soy su novia. — lo último lo dijo a murmullo. La mujer un poco dudosa, ya que la propia novia no sabe el apellido de su novio. —Un momento, por favor. —la recepcionista teclea algo en su computadora—. Sí, el señor Christoph está en el edificio. Permítame informarle de su llegada. La recepcionista toma el teléfono y marca un número. Mientras tanto, Annika mira a su alrededor, nerviosa. El edificio es impresionante, lleno de gente ocupada en sus tareas. Se pregunta qué estará haciendo Dominik. —Señorita Lange, el señor Christoph la recibirá en su oficina. Por favor, sígame. —dice la recepcionista, colgando el teléfono. Annika sigue a la recepcionista a través de un laberinto de pasillos hasta llegar a una puerta de madera maciza. La recepcionista toca la puerta y, después de escuchar una respuesta desde el interior, abre la puerta para dejar entrar a Annika. —Annika, qué sorpresa verte aquí. —dice Dominik, levantándose de su escritorio para recibirla. Su rostro muestra sorpresa, pero también alegría. —Hola, Dominik. —dice Annika, sonriendo nerviosamente. Aún no está segura de cómo reaccionará él a su visita sorpresa. Pero está dispuesta a averiguarlo. —¿Tu padre sabe que estás aquí? —No, la verdad no le avise. Me di cuenta de que hay fecha para el matrimonio. —Ah, me imagino que te sorprendió. —Si y mucho. —Tranquila, el vestido lo encargué yo. —Al parecer todo lo tienen bien arreglado, como que mis sentimientos no cuentan. —sus lágrimas salen. —¿No te quieres casa? —Pone las manos sobre sus hombros. —Mi madre está muy mal, como puedo pensar en casarme. Necesito ayuda para ella. —Tu padre, ¿no la atiende? — ella asintió— Bueno, puedo hacer algo, una vez casados yo seré parte de tu familia y puedo buscar un buen médico para que la atienda. —¡Hablas en serio! ¿Harías eso? —Claro, de todas maneras, ella será mi suegra, como mi segunda madre. —Es verdad… Entonces acepto, está bien que nos casemos, de esa manera mi madre recibirá tratamiento más pronto. —dijo ella para sí misma, aunque en voz alta. —Tranquila, ella se va a curar. —Christoph no comprende la situación de esa familia, que al parecer no son nada de unidos. —Gracias, la verdad que estaba un poco frustrada, ver a mi madre enferma… mi padre no quiere que sea ingresada en un buen hospital. No comprendo su actitud. —No es bueno meterse en la vida de los padres, él tendrá su motivo. —Tú me vas a ayudar a que la vea otro médico, ¿verdad? Y dé su punto de vista. —Te lo prometo. —Eso es lo que deseaba escuchar. —dice Annika, con una sonrisa de alivio en su rostro—. Gracias, Dominik. No sabes cuánto significa esto para mí. Dominik la abraza, tratando de transmitirle un poco de su fortaleza y seguridad. Sabe que los próximos días serán difíciles para Annika, pero está decidido a estar a su lado en cada paso del camino que les espera, aunque no sea el marido que ella quiere, la tratara bien. —Vamos a enfrentar esto juntos, Annika. —dice Dominik, mirándola a los ojos, necesitaba que la joven le creyera—. Y vamos a asegurarnos de que tu madre reciba el mejor tratamiento posible. —descubrió su punto débil. Annika asiente, sintiéndose un poco más tranquila. Sabe que todavía hay muchos desafíos por delante, pero con Dominik a su lado, se siente capaz de enfrentarlos. —Gracias, Dominik. Me has regresado la esperanza—dice, antes de apoyar su cabeza en su hombro y permitirse un momento de descanso. Pero por primera vez en mucho tiempo, se siente esperanzada. —Vamos, tienes que descansar, Annika. —dice Dominik, ofreciéndole su brazo—. Necesitas acostarse un poco antes de que comencemos los preparativos de la boda. Annika asiente y toma su brazo, permitiéndole guiarla fuera de la oficina. Mientras caminan por los pasillos del edificio, Annika se siente un poco más ligera. Sabe que todavía faltan algunos días para su boda, ruega que su madre soporte, pero con Dominik a su lado, se siente capaz de enfrentarlo todo. Una vez en casa, Elena sale a su encuentro, sabe que la joven salió sin permiso y de madrugada, la ayuda a instalarse en el sofá dentro de su habitación, con una manta y una taza de té caliente. Se sienta a su lado, sosteniendo su mano mientras hablan de todo y de nada, tratando de mantener la normalidad en medio de la tormenta que se avecina. —Vamos a superar esto, Annika. No te desesperes —dice Elena, apretando suavemente su mano—. Juntas, podemos hacer cualquier cosa. —Voy a casarme, Elena, voy a traer un buen médico para mamá. —¿Tu padre no lo permitirá? —Mi futuro esposo lo hará, me lo prometió. Es un buen hombre. —¿Se va a casar contigo? —Si este fin de semana, mi madre tiene que resistir, lo hará, verdad, Elena. —Desde luego, que resistirá. —tuvo un poco de paz. Deseaba verla sana y comiendo con la familia.
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