—Gran fénix dorado, tengo al pequeño cuervo, repito, tengo al pequeño cuervo.
Dos equipos se formaron para pelear la guerra entre quien haría la cena esa noche.
Ángel, la castaña y Liam formaban el equipo de los fénix, Elijan, Amelia y Gabriel formaban el equipo enemigo llamado los cuervos.
Se deslizaban por las hojas secas, se cruzaban entre los matorrales, se escondían detrás de los árboles y como era de esperar subían a ellos, así como Amalia estaba en uno de ellos, esperando que uno del equipo contrario mordiera, el anzuelo.
—Caíste. —Le dijo Amalia saltando del árbol después de mojarla con la pistola de agua, Elijan salió de un árbol apuntando a la castaña para mojarla también.
Liam salió de los árboles al igual que Ángel y mojaron a los tres del equipo contrario.
—Yo solo era la carnada, me sacrifiqué por mi equipo. — Dijo Angie caminando asta su padre.
—Perdieron otra vez. —Dijo Ángel vaciando la pistola en los tres chicos.
—No es justo señor Ángel. — Se quejó Amalia ocultándose detrás de Elijan. — Me dejaron con ellos. — apunto a sus compañeros. — Si estuviera en su equipo, también sería una ganadora.
Amalia no era mala jugando, sabía esconderse, moverse en el suelo y subirse a los árboles, Elijan en los tiempos atrás también fue bueno, ahora le daba miedo encontrar un insecto en el suelo y no logro trepar el árbol.
Gabriel le tenía miedo a las alturas, pero era muy bueno en las escondidas, Ángel solo observaba de lejos y planeaba Angie al ser pequeña era la mejor carnada y Liam tendría que cuidar las espaldas de su equipo.
—Quiero la revancha. —dijo Elijan, ya que él no sabía ni como cocinar un huevo, no estaba feliz con preparar la cena.
Lucia había dormido toda la tarde y a pesar de que los gritos de sus hijos la despertaban, se volvía a dormir, ese paseo no solo era un momento para la familia, una celebración por su cumpleaños, sino que era unas vacaciones de su trabajo.
Bostezo como una gata que a pesar de dormir todo el día sigue teniendo sueño, estiro sus huesos sintiendo el frío de la noche.
Las risas se escuchaban a lo lejos, se puso de pie y vio como todos caminaban juntos, felices, mojados, compartiendo como tanto a ella le gustaba.
—si esa rama no hubiera estado en mi camino, te aseguró que no me alcanzarías. —Le decía Elijan a Liam, quien solo negó con una sonrisa.
No es que hubiera hecho las pases, solo disfrutaron, ya que no les quedo de otra opción, Elijan en cada momento que podía se acercaba a la castaña quien lo evadía buscando a su padre o a su amiga.
Amalia no paraba de quejarse por el mal equipo que le toco. — Eres una mala perdedora. — Le dijo Ángel, envolviéndola en sus brazos y besando su cabeza. — A la próxima serás de mi equipo y veremos que tan buena eres.
Amalia le devolvió el abrazo y su sonrisa fue tan grande que Ángel se rio de ella, Amalia también era como una hija aunque no se lo dijeran a diario, ella pasaba tanto tiempo con Angie que la veían desde antes como una hija.
Ahora que estaba en su custodia, todo había cambiado, no solo el hecho de saber que no estaría como una invitada, sino que ya era de la familia.
—Mi segunda hija, lo sabes, ¿verdad?, siempre te hemos querido como una hija.
Amalia no logro evitar sentir aquel nudo que se le subía desde la boca de su estómago asta llegar a la garganta, se quedó ahí atorado al igual que sus lágrimas.
No quería decirlo, pero Ángel era lo más cercano a un papá, podría tener miles de padrastros, pero ninguno se preocupaba por ella como Ángel.
Ángel le compro zapatos cuando su madre se le olvidó que ya había crecido y usaba los zapatos de hace más de un año, le compro los útiles escolares, ya que el dinero de su madre no alcanzaba, pago un segundo uniforme para que la joven no lo estuviera secando cada mañana con la plancha.
Firmo los papeles del segundo responsable en la escuela, compro medicinas para ella cuando su madre ni cuenta se daba que estaba enferma.
Ángel era su papá, ella así lo sentía, aunque siempre le llamaba señor Ángel por respeto, ella le debía mucho a él y a Lucia, quien le explicó sobre la menstruación y sobre porque su cuerpo estaba cambiando.
A esa mujer que no olvidaba la fecha de su cumpleaños y siempre se lo celebraba.
—¿Por qué estás llorando?. —Pregunto Ángel cuando la vio.
—¿Qué sucede?. —Pregunto Lucia cuando todos estaban frente a ella y vio a Lía.
Amalia se tapó la cara con las dos manos ocultando aquel sentimiento, Angie al ver a su amiga la abrazo y esto hizo que ella llorara a un más.
—¿Qué le has dicho padre?, ¿Por qué está llorando?. — Ángel se encogió de hombros, pues solo le había mencionado que la querían como una hija.
—Cariño, ¿Por qué lloras?. —Pregunto Lucia queriendo quitar las manos que cubrían su cara.
—Solo le dije que la queríamos como una hija.
Angie soltó una risita, ver a su amiga, así la conmovió.
—Tonta. —Le dijo abrazándola con más fuerza.
Angie sabia lo mucho que Amalia amaba a sus padres, lo que añoraba por tener uno.
Ella le platico sobre cuantas veces deseaba abrazar a su papá para saber que se sentía, caminar con uno y llamarlo padre.
Le decía que en muchas ocasiones deseo tener una foto y que le dijeran lo mucho que se parecía a él.
Todos esos detalles como un regaño, un beso en la frente, esos abrazos con la frase te quiero.
“Tal vez no es tu papá, pero tienes todo eso”. Le dijo la castaña, “mi padre te regaña por ser tan desordenada para comer, te abraza cuando estás triste o enferma”.
Ángel no le daba el beso en la frente, ya que no quería que las personas pensaran mal, él siendo hombre y ella una joven que no lleva su sangre.
Aunque el cariño que él le tenía era como el de un padre, las lenguas eran más dañinas que las malas miradas.
Ese día se atrevió a darle ese cariño, no lo pensó, solo lo hizo así como la haría con sus hijos.
—Ella siempre quiso un abrazo con la frase te quiero.
Dijo Angie mientras le daba una botella de agua a su amiga.
Lucia se quedó pensando, miro a su hija con una expresión de extrañeza. — Yo sé lo he dicho, talvez no seguido. — Dijo Lucia confundida. — No te lo he dicho seguido, pero te quiero.
—No mama. —Negó la castaña. — No de una madre, no de una amiga, ni de un amigo. — Dijo aquellas palabras mirando a todos. — Ella siempre quiso escucharlo de un papá, ¿ya saben?.
Ángel la volvió a abrazar viendo lo vulnerable que se encontraba y beso su cabeza para volver a decirle lo mucho que la quería.
—Pequeña Lia, as estado en esta familia desde que usabas pañales, te hemos visto caer y levantarte toda atarantada. — Amalia soltó una risa por aquellas palabras. — conocemos cada logro que has dado después de todas las caídas y aquí todos saben que han sido muchas.
Lucia golpeó a Ángel y negó con la cabeza, Amalia seguía llorando pero con una sonrisa en los labios. — Bueno, menos Liam.
Te vimos cambiar de aquella escuincla desnutrida para volverte esta señorita.
No te hemos dado mucho, pero sabes que jamás te abandonaríamos como dice mi esposa, talvez no te lo digamos, pero desde hace años ya eras parte de esta familia y mira ahora ya eres nuestra segunda hija.
—Comenzaré a sentir celos. — Dijo Gabriel, quien se sentó en una de las maderas que se encontraban ahí en forma de silla.
—Ustedes también. —Le dijo a los jóvenes. — Sabes Elijan, que te hemos visto, crecer y pasabas tiempo con nosotros, tanto que me llamabas papá, pero creciste y te alejaste.
—Eso no quito que el cariño se fuera así como Angie y Gabriel son como unos hijos para tus padres, tú eres como un hijo para nosotros. —Le dijo Lucia.
—Sé que no nos conoces Liam y tampoco te conocemos bien. — Se dirigió Ángel a Liam. — Pero al vivir en mi casa y pasar con mi familia un poco disfuncional, eres parte de ella, te guste o no.
Lucia, al igual que sus hijos, no podían creer que su padre dijera aquellas palabras, esos días así como esa noche se convirtieron en el momento perfecto para expresar los sentimientos.
Angie había expresado que estaba interesada en eso joven que apenas había conocido algo que ella jamás imagino, Amalia expresó su llanto por aquellas palabras con las que siempre sonó, Elijan expresaba su arrepentimiento.
Ángel y Lucia solo daban todo el amor a aquellos jóvenes que apenas empezaban a vivir, Gabriel era el más pequeño, aun así expreso que a pesar de su edad cuidaría de su hermana, que su amistad era incondicional.
Esos días estaban cargados con tanto sentimiento que todos lo estaban dejando salir, no iba a hacer un año tranquilo, venía cargado de muchas cosas y todos lo estaban por descubrir.
—Sé que piensa que te veo como un delincuente, no voy a negar que en un principio lo creí. — Dijo Ángel al joven que al escucharlo se tensó, él odiaba que lo vieran de ese modo y más que se lo dijeran.
Elijan en el fondo sintió que era un punto menos para Liam, el ser un caos.
—Hable con Edgar y me explico las razones por las que te llevaron a la cárcel.
Liam no decía nada, solo escuchaba, sin embargo, miraba a las personas que se encontraban a su alrededor.
—¿Podemos saber?. —Pregunto Amalia entre hipos por el llanto.
—Si a Liam no le molesta, ¿creo que sí?. —Dijo Lucia esta vez.
—¿Te molesta?. —Preguntó Angie, quien era la más interesada en saber.
—No lo sé, no me gusta hablar de ese tema.
Liam jamás hablaba con nadie sobre como terminaba en alguna delegación o en un hospital.
Él había estado solo con su padre que se acostumbró a guardar los detalles de cada aventura.
—Tengo hambre. — Dijo Gabriel buscando los brazos de su madre.
Amalia se recostó sobre el brazo de Ángel, ella jamás espero que ese hombre quien sí se preocupó y cuido de ella llegará a decirle que la quería.
Liam se preguntaba como es que Ángel y Lucia fingían, sabiendo que Elijan había roto la tienda de las chicas, como a pesar de todo eso, Elijan seguía como si nada, lo había negado en sus caras.
Liam se acostó en la maca mirando como Elijan trataba de cocinar, Ángel estaba sacando las demás cosas junto a Gabriel, ya que por estar en los juegos y en el lago no terminaron de acomodar.
La castaña colocaba una maca cerca de la de él y Amalia junto a Lucia le ayudaban a Elijan.
—¿En qué piensas?. —Le pregunto la castaña, sentándose en la maca.
Liam le dio una mirada y negó. —Solo estoy esperando el momento en que ese idiota se queme. —Apunto a Elijan, quien tenía una cara de desagrado.
—¿Puedo saber por qué estuviste preso?. — Como todos, ella era curiosa y no estaba tranquila sin saber las razones que había detrás de aquel chico que le erizaba la piel.
—¿Tú y Elijan fueron novios?. —Liam no quiso responderle y le hizo la pregunta que le rondaba la cabeza, él solo quería salir de la duda.
—Éramos mejores amigos jugando a ser novios, solo era una niña, fue hace mucho tiempo.
—¿Te enamoraste de él?.
Angie ni siquiera lo pensó, ella lo negó antes de que Lían terminara la pregunta. — Lo quise demasiado, ya que crecimos juntos, así como Amalia, los tres éramos muy unidos.
—¿Qué fue lo que en verdad paso?. — Liam la miro para asegurarse de ver si ella mentía o decía la verdad.
Angie bajo la mirada jugo con sus dedos mientras dudaba de que decir. — Ya lo dije, él se alejó.
Su padre se acercó a ella. — Muévete un poco. —Él se sentó en la maca junto a ella y luego se acostó, Angie se acomodó en los brazos de su padre, el cansancio de su cuerpo la llevo a otro mundo uno de sueños y fantasía.
La castaña se quedó dormida a la espera que la cena estuviera lista, Liam miraba como Elijan tenía tres quemadas de las cuales se quejaba peor que una mujer.
Gabriel se estaba comiendo unos chips que había encontrado en la mochila de Amalia, en no aguantaba el hambre a sí que decidió empezar por lo dañino.
Ángel se mecía despacio mirando a su mujer y esa hermosa familia que había creado.
—Vengan, vamos a comer. —Los llamo Lucia, Liam se puso de pie y Ángel le hablo a su hija, quien estaba profundamente dormida.
—Se durmió. —Le dijo Liam.
Ángel sacó su mano y la dejo en la maca. — Cuando no aguante el hambre, despertará.
Gabriel estaba preparado con malvaviscos y varios juegos, pero al igual que su hermana él se encontraba cansado, después de una buena cena se fue a su tienda junto a Amalia.
Ángel no miraba nada mal que Amalia durmiera con su hijo, ya que como él lo había dicho ella era parte de la familia, ellos estaban creciendo como amigos.
Liam sin esperar tomo a Angie en sus brazos y la adentro a la tienda de Elijan, que era más grande que todas, la castaña se aferró a su cuello con el cansancio sobre ella.
Elijan se sintió molesto, pero tenía que fingir, Ángel solo observaba como todo lo que pensaba de Liam era lo incorrecto.
Aun si se la pondría difícil a pesar de que el chico le estaba mostrando que era digno de su hija y que cuidaría de ella tendría que ganar el puesto de ser su yerno.
Si aquellas palabras “yo la esperaría una vida”, las había dicho desde el fondo, tenía que demostrarlo que así sería.
—Elijan, no te molesta que ellas se queden en tu tienda. — Elijan negó con una sonrisa.
—Por supuesto que no, tío. — Dijo feliz creyendo que podría dormir junto con la castaña.
—Gracias, le diré a Amalia, así puedes ir a descansar. —Le dijo Ángel. — Gabriel es un poco desordenado para dormir, espero no te patee mucho.
La sonrisa de Elijan se borró, él no esperaba que lo sacaran de su tienda tan cómoda para ir a dormir junto a Gabriel.
—Espero que no. — Dijo decepcionado, y así fue Ángel despertó a Amalia, quien ya se había dormido, y la mando junto a Angie, quien ya estaba cómoda.
Lucia esperaba a su esposo junto a Liam, quien tomo una sabana y se volvió acostar en la maca, cuando ya todos estaban en sus tiendas y todo estaba acomodado, Ángel se acercó a su esposa.
—¿Quieres que me quede con ellas?. —Pregunto Lucia.
Ellos habían hablado sobre los motivos que llevaron a Elijan hacer eso con la tienda y la única respuesta que tenían era que quería que Angie no tuviera donde dormir y la mandaran con él.
Al principio creyeron que tal vez sí había algo entre ellos, al escuchar lo que su hija dijo se dieron cuenta de que ella no quería estar cerca de él y eso era lo que él deseaba estar sola con ella, algo que no había sido posible.
Ni Ángel ni Lucia iban a permitir que eso pasara, en verdad quería a Elijan, por eso no habían dicho nada, pero ya habían tomado carta en el asunto.
—Si lo desean estaré despierto toda la noche y así asegúrame que Elijan no vaya a la tienda. —Dijo Liam conociendo la situación gracias a Lucia.
—¿Lo sabe?. —Pregunto Ángel arrugando la ceja.