La luz del sol ya irrumpía en la habitación de Magnus cuando empezó a abrir sus ojos con lentitud. Se dio cuenta de que se hallaba en el borde de la cama en posición fetal, entumecido por el frío que estaba sintiendo. Perezosamente, estiró su brazo hacia atrás y palpó cerca de él buscando la frazada con la que se estuvo arropando, pero su mano no la encontró, por lo que, extrañado, se giró un poco para ubicarla con su vista. Magnus se encontró con que a su lado, en el otro extremo de la cama, había un bulto envuelto en esa frazada que buscaba, la única personita que se escabullía entre sus sábanas de esa manera era Bastian, pero era consciente de que él no estaba en casa. Magnus pegó un brinco de espanto que lo hizo caer de la cama, sabiendo que no se trataba de su hijo. Se escuchó el so

