CAPÍTULO 04

1913 Words
Liger: RENACIMIENTO. No supo cuanto tiempo estuvo dormida, al menos sentía en ese momento su cuerpo fresco. Los sonidos afuera era lo que la había despertado. Gente gritando, corriendo; y disparos ella podía escuchar. Pero lo más desesperante fue, que aún sus ojos no se abrían, pensó en su hijo y eso le dio la fuerza que necesitaba. Tenía que levantarse, necesitaba buscar a Connor. En el momento que sus párpados, siguieron por fin la orden que le había dado su cerebro; la puerta se abrió de par en par. Ángela estaba en shock; el miedo la paralizó. A su mente volvieron amargos recuerdos, y el recordatorio de que la vida de su hijo, como la de ella continuaban en peligro. Aunque Brandon se hubiese esforzado, por mantenerlos ocultos todos esos años. La IDG por fin había llegado a ellos, todas sus esperanzas se esfumaron en ese momento.  Se estremeció cuando el hombre alto,  todo vestido de n***o, con un pasamontaña puesto, y en sus ojos el más frío color azul se acercó a ella con paso firme. Además de intimidante, era espeluznante. Alzó las manos, haciendo gesto de que no iba a hacerle daño. Su mirada nunca la abandonó, y escuchó perfectamente cuando habló con voz grave: —Tranquila —por más que quisiera evitarlo,  la voz le daba miedo y le hacía temblar. En ese momento maldijo su suerte. Después de tantos años de permanecer ocultos, de vivir de cierta manera en paz, todo había terminado. No pudo evitar preguntarse en dónde estaba su hijo; y también en dónde estaba Brandon. Él había prometido cuidarlos, y al parecer había fallado. Miró hacia los lados inquieta. —Calma, no vine a hacerte daño —el tono de su voz le era familiar—. Todo lo contrario; vine a sacarte de aquí. Ángela solo tuvo fuerzas para asentir. Su cuerpo estaba tan débil, que ni siquiera tenía en su mente el pensamiento de huir. En ese momento. el sentido de preservación de su vida; le abandono. Sin embargo; escuchó claramente cuando el recién llegado habló, por lo que ella pensó tenía que ser un artefacto de comunicación; y fuerte y claro dijo: —La encontré. Por su columna vertebral el frío se coló y le heló la sangre. ¿Quién la había encontrado?, se preguntó. Muchas veces Brandon le había dicho que ella, y su hijo estaban en ese lugar porque sus vidas aún continuaban en peligro, y que tal vez de esa forma sería el resto de su vida. Que había muchas personas detrás de ellos, no solo la IDG. También los enemigos de Kail, gente que él había hecho enfadar, y que no pensarían dos veces para desquitarse. Le prometió que él los cuidaría, y ella le había creído. —No temas, Ángela —dijo tratando de calmarla, y alzando las manos en señal de que no iba a usar ninguna arma contra ella—. Te aseguro, todo está bien. Somos de los buenos. Cuando el hombre dio un paso más hacia ella; no pudo resistirlo y se desmayó. Una vez más, perdió la noción del tiempo, solo recordaba vagamente lo que había sucedido. De nuevo, no estaba segura de cuánto tiempo había quedado inconsciente, de lo que si estaba era de que lamentablemente había fallado al proteger a su hijo. Su corazón se arrugó, pensando en su pequeño. Lo sentía en cada uno de sus huesos,  y porque el olor a laboratorio frío y estéril inundaba sus fosas nasales. ¿Qué había pasado? Aún no lo sabía, no quería darse cuenta de la realidad. Sin abrir los ojos comenzó llorar, pensó en Connor, en su embarazo que no había sido fácil. Porque él era muy grande para ella, nació de exactamente de treinta y siete semanas. Un poco prematuro para una gestación normal. Luego a su mente llegó su gruñón, el hombre que toda su vida amó, Kail. Los arrancaron a la mala de su lado. Sintió que un fuerte dolor en el pecho que la partía en dos. —Shuuu —una voz trataba de calmarla—. Tranquila mi niña, ya estás a salvo. Esa voz varonil, pero con un toque de dulzura. Ella la conocía demasiado bien. Muchas veces le arrulló, otras le aconsejó. Sabía muy bien a quién pertenecía. —¿Papá? —preguntó sin abrir los ojos aún. Por alguna extraña razón, se sentía más descansada. Tal vez si hacía un esfuerzo lo lograría. —Sí, mi amor estoy aquí —respondió su padre con la voz quebrada, por la emoción que reflejó que tenía un nudo en la garganta; y que en cualquier momento iba a comenzar a llorar también. Eso la animó a abrir los ojos. Lo primero que vio fue el rostro de su padre. El tiempo no perdonaba, se recordó; porque lo recordaba diferente, un poco más joven. No con más arrugas y el rostro un poquito más curtido, con muchas más canas en su cabello que cuando había ocurrido su secuestro. Llorando. Ella le sonrió, y trató de levantarse para abrazarlo. Pero estaba conectada a monitores. y una solución salina estaba corriendo por sus venas. —¡Papi! —exclamó ella, llorando de alegría— ¡Estás vivo! —Tomando fuertemente su mano, sintiendo su calidez en ella. Comenzó a mirar para los lados, su corazón comenzó a latir rápidamente, en ese momento los monitores le delataron, ya que comenzaron a pitar demasiado fuerte. Al punto de aturdirla. —Cálmate cariño; todo está bien —habló con calma—. Le diré a una de las enfermeras que venga, para que te quite todo esto; y estés un poco más cómoda. ¿Te parece? Ella solo asintió, haciéndole caso, tratando de calmarse. Su padre desapareció de la habitación; y eso la puso intranquila. Pensó en ese instante; que tal vez era uno de esos sueños raros que frecuentemente tenía. Que no eran más, que eran producto de sus esperanzas de ser rescatada por su familia. Miraba a los lados, no parecía que fuese el mismo laboratorio en donde tantas veces le hicieron pruebas, tratando de salvar su vida. Ahí nunca supieron que estaba embarazada. Tampoco creía que estaba en el refugio de Texas. Tal vez era que se estaba volviendo loca, y que su mente le jugaba una mala pasada. A lo mejor era un aviso de que quedaría totalmente desquiciada,  si no encontraba sano y salvo a Connor. Su padre volvió a la habitación, a los pocos minutos con una enfermera;  y de manera inmediata  comenzaron a hacerles más evaluaciones. La enfermera le tomó la mano izquierda viendo como sus venas estaban negras, se las mostró a su padre frunciendo el ceño. Él se acercó un poco más, como si estuviera analizando lo que veía. Ángela sonrió, lo había extrañado tanto. —¿Desde cuándo tienes eso? —preguntó suavemente, el doctor Mark Porter. —No lo sé, papá —negó con la cabeza—. La noche antes que fui secuestrada, ya lo tenía. Solo que era más clara. Al principio era azul como cualquier vena, pero con el tiempo se ha oscurecido En su voz había curiosidad, pues ella también quería saber, a qué se debía tal alteración en su cuerpo. Siempre se lo había preguntado, incluso llegó a creer que estaba relacionado con el embarazo de Connor, pero ya habían pasado cinco años de eso. —Está bien, mi amor. Las pruebas que te he hice antes arrojan que tienes los valores bajos, al punto de que me has dejado preocupado. Por eso te he hice varias transfusiones, y te he hidratado. Al parecer, no te cuidabas lo suficiente, ¿estoy en lo correcto?  —Papá… dime la verdad. ¿Estoy enferma de nuevo? —Estaba angustiada, tenía que saberlo de una vez por todas; y empezar hacer planes para un futuro de meses. —No lo sé, cariño —respondió su padre—. Voy a realizarte unas pruebas. Luego te enviaré a una  habitación; y por la noche hablaremos de lo que te ocurrió durante estos cincos largos años. —Antes de continuar… Dime una cosa papá… ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —Cuatro largos y jodidos días; Ángela —contestó suspirando—. Estabas muy débil, creo que también es producto del stress que mantuviste mientras estuviste en cautiverio. Yo sabía que eras fuerte; pero no hasta que punto. Tenía muchas cosas que decirle a su padre, pero no pensó que no era el momento indicado. Siempre había sido muy reservada; y durante cinco años el sentido de protección estaba muy marcado en ella. No sabía porque no le había dicho que tenía un nieto. Producto del amor entre Kail y ella. Tal vez; porque continuó pensando que estaba en un sueño. En ese momento daba lo que no tenía; porque todo fuese real. Su padre terminó de hacerle las pruebas, y la envió a una habitación que estaba pintada de gris claro, era muy bonita, espaciosa y la gran ventana que tenía le hacía sentir libre. Pero el color le recordaba sus días en cautiverio, y en ese momento odió a Brandon Harris. Encontró ropa de talla adecuada para ella en el armario, pero que eran muy básicas.  Camisetas, jeans, ropa interior y botas de combates. Sin embargo; le pareció que le entregaban un pack de Gucci, porque por cinco malditos años había estado con el uniforme del campamento de Brandon; y a veces semanas con solo con una bata de seda cubriendo su desnudez. Se dio una ducha y luego fue por Connor. En ese momento se sentía completamente renovada. Sabía que el pobre niño debía de estar muy asustado. Él era físicamente y emocionalmente muy parecido a Kail, podría decirse que era su propia imagen, con la diferencia que sus ojos eran color miel claro con motas azules; y cuando se alteraba el color cambiaba a gris azulado. Reflejando su fuerte temperamento y parte de su ADN felino; a pesar de que solo era un niño pequeño en edad, tenía el tamaño de uno de seis años, y un coeficiente intelectual de ciento catorce y solo era un bebé. Estaba aterrada de que lo hubiesen capturado, luego dio gracias a Dios una vez más, porque fueron ellos, quienes se adelantaron. En ese momento se preguntó en dónde estaba Kail y por qué no había ido a verla. Tenía que decirle, él tenía derecho a saber de la existencia de su hijo, y vivir la vida que siempre soñó con él. Su esperanza se desinfló como un globo, al recordad dos cosas importantes. Una que se estaba quedando sin tiempo; y otra qué le iba a contestar cuando le preguntara acerca de lo que habían vivido en esos laboratorios del infierno. No tenía el valor para contarle; que todo ese tiempo fue el juguete s****l de Brandon Harris. Sabía que la rechazaría, su parte humana puede que lo razonara, y puede que hasta lo entendiera, pero el lado animal no lo creía. Se dice que los felinos cuando tienen a su hembra al lado; y por alguna razón huelen en ella a otro macho, son capaces de matarla, porque son cegados por los celos y rabia. No quería tentar a la bestia que sabía que Kail siempre se esforzado por mantener oculta. Por eso debía callar. Sacudió la cabeza, para despejar un poco la mente. La prioridad era encontrar a Connor, y abrazarlo. Estrecharlo con fuerza.
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