CAPÍTULO 01

1590 Words
Liger: RENACIMIENTO.   —¡Oh hijo! —exclamó Mark Porter, con un poco compasión— No puedes seguir así. Kail suspiró con resignación. Tenía treinta y cinco años; era un vil mercenario; como muchos lo catalogaban. Y el hombre que le estaba supervisando que le curaran bien  las heridas; y que había abierto las puertas de su hogar para él, para criarlo como si fuese su propio hijo, lo hacía sentir a veces como si fuera un niño de nuevo. —No pasa nada, papá —con voz suave, trató de calmarlo. —¿Cómo qué esto no es nada? —preguntó con tono de regaño, mientras veía como una de las enfermeras le seguía limpiando las heridas causadas por las metrallas;  en su espalda. —Sabes muy bien que me curo rápido —la última palabra, la dijo con los dientes apretados, no dolía tanto, pero no le gustaba que lo tocaran. Y aunque solo le estaban quitando los fragmentos del material, pensaba que lo estaban haciendo más de la cuenta. —Lo que sé Kail, es que últimamente me da miedo, que vayas a las misiones. Me crispas los nervios cada vez que te vas. —¿Por qué dices eso? —cuestionó con asombro, al escuchar las palabras de dolor en la voz del hombre que consideraba su padre. —Tengo miedo por tú vida, parece que se te olvida que eres lo único que me queda de mi familia. Ahora eres impredecible. Actúas en las sombras, sin protección. No esperas a tu equipo, tampoco les dices que diablos piensas hacer, para que ellos te presten apoyo. Sin pensar que llevas una gran responsabilidad en tus hombros. Ya no eres un simple soldado de élite. Ahora eres un líder, pareciera que no quieres entenderlo; o no quieres aceptarlo. —¡Oh Dios! Fue Kyra quien ha venido a llenarte la cabeza de tonterías. ¿No es así? —le enfrentó; luego arreglaría cuenta con su hermana menor. Estaba seguro que había sido ella. Muchas veces cuestionaba su manera de ejecutar algunas misiones. —No puedes culpar a tus hermanos, y a las personas que verdaderamente te estiman, por estar preocupados por ti, Kail. Eso es lo que hace la familia. Incluso yo también lo estoy. La verdad, es que estoy completamente aterrado de tus acciones. —Mi vida no tiene sentido ahora, papá —manifestó con pesar, y chasqueando los dientes. Como si pensara que realmente su vida no tuviese valor. —Crees que a Ángela le gustaría verte así… ¿derrotado? Sabes cómo es ella, para nada le gustará saber en lo que te has convertido. En una persona temeraria, inconsciente que no piensa que las consecuencias de sus acciones, pueden afectar a los demás. Deberías pensar en eso, antes de dar un paso. La mirada de Kail se perdió en el tiempo. Habían pasado ya cinco malditos años que la IDG (International Directions of Genetics), la habían  arrancado de su lado, a la persona que más amaba en el mundo. Solamente para lograr capturarlo. —Eso es un golpe muy bajo papá, si ella no está aquí, es por mí culpa. —Dijo con los dientes apretados, aceptando el hecho. —Estás equivocado —le hizo saber—. No solo es culpa tuya, también es mía. La IDG tenía a Ángela en su radar mucho tiempo antes de que tú hicieras esa misión de rescate. Solo era cuestión de tiempo a que lo intentaran. Solo fue casualidad. —He recorrido el mundo entero buscándola, papá —manifestó con pesar—. Me siento perdido; ya sin fuerzas y sin esperanzas. Siento que jamás la encontraré. —¿Hasta cuándo lo mismo Kail? —conocía a su hijo—. Estoy cansado de decirte; que no es el mismo caso de tus padres. Kai estaba solo, por eso no pudo no pudo defender a Bella, tu madre. Pareciera que no conocieras a Ángela. Tampoco te permitiría pensar de esa manera. —De igual forma, papá es lo mismo. No fue que hice mucha diferencia. Lleva muchos años desaparecida, sin noticias, sin al menos un rastro que poder seguir. —Nada de lo que diga, cambiara tu forma de pensar —expresó con exasperación—. Siempre tienes que tener la razón; y la última palabra, ¿no es verdad? Ya habían terminado de curar sus heridas. Se colocaba la camiseta. Haciendo un poco de gesto de dolor, pensando en que el hombre mayor, estaba molesto con él. —Lo mejor será que me vaya a descansar —le informó sin mirarlo a los ojos. Muchas veces sintió vergüenza ante él. Por las cosas que había hecho. —Es mejor Kail —su padre estuvo de acuerdo, y le hizo un gesto con la mano—. Que estar escuchando como te menosprecias. A veces me agotas con el tema. Asintió por más que su padre le explicara, nunca dejaba de sentir que había fracasado en mantener a salvo a Ángela. Fue inmediatamente hasta su habitación. El silencio y la oscuridad del lugar, le dio la bienvenida. Se quitó la ropa para tirarse en la cama. Se sentía un poco somnoliento. Conocía a su padre, estaba seguro que en la inyección con el antibiótico tenía también un sedante, para obligarlo a descansar. Nada podía calmar la culpa que le embargaba. Perder a su bruja, había sido un golpe duro para él, y lo peor había sido, que la arrancaron de su lado. Y nunca le había dicho que la amaba. Se acostó boca abajo abrazando la almohada y suspiró. —¡Que no daría por tenerte de nuevo! —Cerró los ojos—. ¡Pequeña malcriada! A veces no le gustaba dormir porque la encontraba en sus sueños; y el despertar era muy amargo para él, al punto que no sabía cómo lidiar con el dolor. Dejó que el cansancio, y el sueño le abrazara. Tal vez sería lo mejor.   Antes de cerrar los ojos y quedar profundamente dormido, recordó las palabras de Ángela, cuando era una niña. Específicamente del día en que se fue, con el ahora secretario de gobierno Tim Smith. Lo había mirado con aquellos sorprendentes y expresivos ojos azules. «Recuerda siempre; tienes dueña y esa soy yo. Tú eres mío. Te juro que voy a encontrarte; en donde quiera que estés. Siempre volveré a ti, porque no te daré la oportunidad de escaparte de mí». —Que no daría porque me encontraras ahora, Ángela. Con ese pensamiento se quedó profundamente dormido. Era un día cualquiera; y la familia Porter estaba reunida en la sala, después de cenar como todas las noches: —Kail, tienes que jugar conmigo. —La vocecita de Ángela de ocho años, hizo que dejara de leer su libro, para atender a su demanda. —Ángela, no ves que estoy ocupado. Estoy leyendo. —No sé que tanto estás leyendo, es más fácil buscar en Google, Kail. Pareciera que entre más alto, te vuelves más aburrido. —No todo el tiempo puedo jugar contigo, Ángela. —Yo necesito tu atención, ahora mismo. —Exigió de nuevo la niña. Los padres de Ángela. Rose y Mark, estaban observando la escena un poco impresionados. Cada vez el comportamiento de su hija, era más extraño cuando se trataba de Kail. —No puedes decirme que hacer o no, pequeña bruja malcriada. Kail miró a la pareja que lo había criado como a un hijo, para que le echaran una mano con la niña. —Sabes que si puedo. —No. No puedes. —Dijo tajante. La niña se levantó de donde estaba en pura furia femenina, agitando sus rizos color chocolate, y se paró en frente de él, entrecerrando sus inmensos ojos azules. —Lo harás porque serás mi esposo, Kail. —Hizo la declaración delante de todos. Él abrió los ojos, sorprendido y asustado; mientras los padres de la niña quedaron conmocionados. —Ángela, deja a tu hermano en paz. ¡Por Dios! —Ordenó su madre con la voz un tanto nerviosa. —Mami, todos sabemos que él no es mi hermano; y es algo que será. Kail será completamente mío, y yo seré de él —Habló con mucha firmeza y determinación. —Yo nunca voy a casarme… menos contigo. —Protestó Kail, molesto. Ella se acercó más a él, colocó una mano en su pequeña cintura; y con la otra le apretó fuertemente la nariz. —Eres mío, no te quedará más opción que aceptar, que yo soy para ti. Kail abrió los ojos de golpe. Aún el recuerdo de esa noche lo perseguía en sueños, podía escuchar claramente la voz de Ángela, cuando era niña. Estaba simplemente reviviendo un momento. Trato de incorporarse, pero se sentía un poco mareado. Su padre y sus malditos sedantes, recordó. Busco a tientas su reloj de pulsera que estaba en la mesita de noche. Era media mañana, se sorprendió al ver la fecha; había dormido treinta y seis horas. El doctor Porter debía de estar muy feliz con eso. Logró lo que quería, dejarlo fuera de combate por un rato. Ya las heridas de las metrallas habían cicatrizado; y casi no había rastro de ellas, gracias a su alteración genética. Se giró; y sus ojos quedaron fijamente mirando el techo. Pensando en que la realidad era; y lamentándose haberse despertado. Cada vez que ella irrumpía sus sueños. Causaba en él desasosiego, y soledad. Ángela Porter, era en su vida, como un huracán dejaba estragos por donde pasaba.  
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