Quiero que te vayas

1815 Words
Fabio Salí apurado de casa, dejando a Emíl y a algunos de mis nuevos amigos del barrio, terminando de armar y desarmar, para no llegar tarde a recoger a mi chiquita. Quería estar ahí antes de que ella saliera. Tenía una gran sorpresa para ella, aunque tuve todo el día un extraño presentimiento. Estaba esperándola afuera de la universidad, sentado en el auto, en el mismo lugar donde la dejé cuando la traje. Rememoré todo lo que hice en el día para disipar de mi mente este mal sentir, mientras esperaba. Había mirado bien el panorama entre tanto estuve esos días en su casa. Quería comprar algunas cosas para madre y también una cama y un colchón. Me gustaba dormir con ella sobre mí, pero nos levantamos peor que como nos acostamos. Así que llegué y la senté y le conté mis intenciones. Al principio se mostró reacia. Me preguntó si mi chiquita sabía y qué opinaba ella. Al saber que no le había contado nada, porque sabía que se opondría, me dijo que ella no iba a estar de acuerdo, y era mejor que no tuviéramos más problemas. Le aseguré que, aunque quería beneficiar también a mi chiquita, no lo estaba haciendo directamente para ella. Era para madre. Y alegué a mi favor que necesitaba ropa limpia, y no quería verla pasando trabajo lavando mi ropa. Esther la otra hija, estaba en casa cuando llegué y fue de mucha ayuda. Tuve que asegurarle a madre muchas veces, para que dejara de preocuparse, que no importaba lo que comprara; no sería un problema el dinero. Mi padre podía desheredarme, pero, aun así, yo también tenía mi propio capital. Era un hombre de negocios, y, dicho sea de paso, se me daba muy bien. Gracias a él. Compré las cosas fundamentales que pensé, ella necesitaba urgentemente. Mientras ellas miraban, fui a un Internet service. Tenía que recibir unos documentos que me tenía que enviar mi secretaria y que al fin ya podía tenerlo. Compré un Folio y los puse dentro para protegerlos. De regreso vi una tienda donde vendían teléfonos y computadoras. Entré y pedí información. Así que compré uno móvil para mi chiquita y un portátil. Luego traje a madre y le hicieron un contrato para un teléfono fijo en casa. Eran cosas fundamentales hoy en día. Llevamos con nosotros las cosas que pudimos y lo demás, lo enviaron a casa. Emíl ya estaba en casa cuando llegamos e iba a reclamar enojado, pero madre volvió a reprenderlo. No tenía idea de cómo funcionaban esas cosas. Y como necesitaba su ayuda, fui y me puse de acuerdo con él. Al final me perdonó y fue a por más ayuda. Lo primero que tiré fue la cama. Sí. Compré la cama y el colchón para mi chiquita y para mí. Y también dos más. Una para cada habitación que había en la casa. Entre una cosa y la otra, el tiempo se fue volando. Tuve que salir apurado de casa para no llegar tarde a recoger a mi chica. Por fortuna, había llegado casi quince minutos antes. Ahora, había repasado todo lo que hice en el día y más; y media hora después de lo acordado, todavía no salía. Miré el teléfono y el portátil en el asiento al lado mio. Los dejé ahí para darle la sorpresa. Aunque ya sospechaba que no sería como esperaba, decidí entrar para verificarlo. Y así fue. Algunos no la conocían y los que la conocían, no la había visto hacía muchos días. Eso significaba que ni siquiera llegó a la escuela. Se fue, después que la dejé aquí con su amiga. Entonces se me ocurrió y pregunté por su amiga. Y para suerte mia, la encontré, muy acaramelada con un tipo en un parque en el patio de la escuela. _ La verdad es que ni siquiera quiso decirme a dónde iba. _ No tienes idea de a dónde pudo haber ido? _ Le pregunté. _ La verdad es que no. Pero de seguro vuelve pronto. Creo que volverá sin dudas. Ella no conoce a mucha gente. _ _ Me dijo, aunque la noté un poco indecisa. _ Seguro. Sí _ No sabía que decir, ni siquiera podía definir cómo me sentía. _ Ah… Bueno, gracias. Ciao. Fui a casa esperando que ya estuviera allí, pero no fue así. No quería preocupar a madre así que no le dije nada. Al fin y al cabo, se había ido por mi causa. Tal vez llegaba en algún momento. No supe en qué momento me quedé dormido. Pero al despertar, había estrenado nuestra cama, el primer día, yo solo. Como todos dormían, salí sin hacer ruido y fui directo a la universidad. Esperé y esperé y otra vez no llegó. _ Oye déjame tu número y vete. Yo te aviso si viene. _ Me dijo Anni cuando salió y me encontró todavía en el mismo lugar. Volví a decirle a madre que estaba en la universidad. Que no quería venir porque había perdido muchas clases y se estaba poniendo al día. Luis me había llamado, que ya podía ir a recoger mi encargo. Fui y lo busqué, aunque pensé que tal vez ya no serviría de nada. Cuando pensé que iba a dormir solo otra vez, me llamó Anni. Mi chiquita estaba en la escuela ahora. Anni me aseguró que iba a entretenerla hasta que yo llegara. Salí corriendo y le dije a madre que iba a por la chiquita y sin más explicaciones, me fui. Había una fiesta al parecer, porque había música y mucha gente afuera. Tardé unos cinco minutos en localizarla. Cuando la vi, casi enloquezco. Mi pequeña estaba hablando con un hombre que le estaba contando algo al parecer muy gracioso, porque ella se reía muy alegre a carcajada, como si no hubiese estado desaparecida casi dos días. Pensé que estaría triste y acongojada, pero estaba ahí como si nada, y él le toma una mano, luego puso su otra mano en el hombro de ella y le estaba enseñando cómo bailar. Vi que ella le pisa el pie y se miran y se ríen a carcajadas con demasiada naturalidad, diciéndose algo que no escucho por la distancia, y pensé en el hombre del diario. Aquella alegría en sus ojos solo podía ser… De pronto vi que Anni se acerca a ella y le dice algo. Al parecer, Anni me había visto primero. Le mostró que yo estaba allí y su rostro cambió completamente al verme. Tan diferente a unos minutos atrás cuando le reía a él. Ella ni siquiera quería venir a donde yo estaba. La vi poniendo resistencia. Fue su amiga quien la obligó a venir. Yo estaba ahí, pero no estaba. Lo sentí el fin. El fin de todo. Mis planes no habían funcionado. El volvió. Volvió sin que me diera tiempo a pedirle matrimonio. ¿Quién más podría ser, si no él, para que ella lo mirara con esa mirada tan alegre y riera con tanta felicidad, sin recordar que me había dejado solo y preocupado, sin saber dónde estaba? ¡Vaya que injusto es el destino! ¿O no? Tal vez no lo era. Tal vez era yo quien se creía más inteligente que el destino. ¿Qué si ellos deben estar juntos? ¿Acaso podré se… separarlos? Cerré los ojos ante ese pensamiento. Sentí un fuerte temblor que estremeció mi cuerpo. El vacío que me producía el miedo se apoderó de mí ser, dejándome inactivo. _ Hola Fabio. _ Sentí que dijo Anni. _ Cómo estás? _ Cómo si no nos hubiésemos visto hoy. La miré y entendí. Quería que hablara con mi chiquita. Salí de mi estupor y tragué para recuperar el habla. _ Ah… podemos… podemos… hablar. Digo, si… no te interrumpo por supuesto. _ alegué mirando al sujeto que en ese momento estaba atento, mirando hacia nosotros. Lo desafié con la mirada. Pero no pude seguir porque ella sale caminando, apartándose de la gente. Yo la seguí hasta que se detuvo. _ ¿Qué quieres Fabio? _ Me preguntas qué quiero después de casi veinticuatro horas desaparecidas? _ Ella suspira profundo_ Quién es ese? _ Le pregunté. _ Es solo un amigo. _ Me dijo. Yo pensé: ¿solo un amigo al que amas, verdad? La miré determinado. _ Vamos a casa. Le dije a madre que te llevaría conmigo hoy. _ ¿Qué parte de que te vayas es la que no entiendes, dime? _ Me gritó. _ Me fui y pensé que entenderías, pero estás aquí otra vez. ¿Es que no entiendes? _ Un nudo atravesó de pronto mi garganta. Sabía que había perdido, pero al menos debía probar un paso más. Tragué para que el nudo en mi garganta no me dejara en ridículo más de lo que ya estaba. _ No puedo. _ dije tan bajo que ni yo mismo me escuché casi. _ Necesito que te vayas Fabio. _ Me dijo calmada, pero con convicción. _ Debes entender que no encajo en tu mundo y que yo no quiero pertenecer a él tampoco. Jamás toleraré la ofensa de tu madre. No estoy dispuesta a pasar ni un segundo junto a tu familia, ni a tu amigo que me observaban con sus caras que pareciera que iban a vomitar de un momento a otro, como si yo les diera asco, o como si yo fuera una aprovechada, _ Su voz subía de tono a medida que recordaba la maldita escena en la habitación del hotel. _ o una que no merecía estar contigo. No voy a repetir que no quiero tener nada que ver contigo y mucho menos con ellos. Así que por favor lárgate de una vez. _ sabía que estaba dolida. Las lágrimas bañaban sus mejillas enrojecidas por la rabia. _ Vete y déjame ya por favor_ decía desconsolada, en un susurro. _ Por favor. Vete. Vete. _ Yo tenía un puñal en mi corazón. Por como ella estaba, que parecía que mi insistencia, la había llevado al agotamiento, porque me pedía que me fuera y porque… _ Pasa algo Emily? ¿Necesitas ayuda? _ … no me había dado cuenta de que ese hombre estaba allí y había presenciado todo, al parecer. Ella se recupera de pronto y lo mira secando sus lágrimas y negando con la cabeza. _ No. Está todo bien. No te preocupes. Yo ya voy. _ al escuchar eso, sentí que no tenía ya ninguna posibilidad. Me di la vuelta y sin más, arrastré mis pies como pude hasta el auto, esperando todavía que tal vez ella me llamara de un momento a otro antes de irme. Cuando llegué al auto me giré para mirarla y vi que él estaba allí al lado de ella todavía, mirando como me marchaba. Nunca me llamó. Cuando volví a mirar, estaba entrando con él de regreso a la fiesta.
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