Cosas no vividas

1757 Words
No fue una sorpresa para mí, el saber que realmente no la había superado. Tenía conciencia de que este sentimiento estaba guardado muy dentro de mí. Y en verdad, LO ATESORABA. Lo había guardado como el recuerdo más lindo que tuve de mi juventud. MI PRIMER AMOR. Así le llamé. Y aunque nunca fue mía, porque nunca le confesé mi amor, en eso se había convertido ella para mí. A veces pensaba en ella y venían a mí mente hermosos recuerdos de aquellos tiempos. Me encantaba hablar de aquellos tiempos, recordarlos y hablar de ella siempre que tenía la oportunidad. En el fondo creo que me sentía bien, el que ella me haya tenido como su amigo. Que yo, de algún modo u otro haya sido importante para ella. Al menos en aquellos tiempos. Pero trataba de convencerme, haciéndome creer, de que solo era porque se trataba de un amor platónico. Algo que deseé vivir y que nunca ocurrió. Había escuchado por algún lugar que: “las cosas no vividas tenían demasiado poder “. Así que, me aferré a eso, para justificar que no lograba sacarla de mi mente. Y la felicidad que me producía en lo más profundo de mi ser, el solo hecho de pensar, que, si ella me estuvo buscando, y al encontrarme estaba tan feliz, significaba, al menos para mí, que yo era importante para ella. Que en todos estos años había pensado en mí, y que no me había olvidado del todo. Comencé a tener recuerdo de las fantasías que tuve con ella. A recordar las cosas que yo hacía cuando estudiábamos juntos, para ver si ella notaba que la amaba. Que no quería simplemente ser su amigo. Que realmente quería que se hiciera realidad, lo que todos decían, incluido los profesores. De que íbamos a terminar juntos. Que ese era el fin, de una amistad como la que nosotros teníamos: terminar juntos. Y fantaseaba con ello. Con ese día, ese momento en el que pudiera besarla. En verdad lo deseaba e intenté hacerlo barias veces, pero nunca me atreví. Comencé a hacerme ideas de cómo será si vuelvo a verla. _ ¡Por el amor de Dios Noah, ya no eres un adolescente! aquellos tiempos pasaron. Ya eres adulto. ¡Razona! _ Me dije a mí mismo. Pero me sorprendía en muchas ocasiones pensando en ella y también revisando mi teléfono, esperando sus mensajes. Habíamos adoptado la costumbre de escribirnos en las primeras horas de la mañana, cuando yo estaba en el trabajo. Cuando para ella, ya era medio día, en el país donde vivía. Así que yo comencé a tirarme de la cama a penas que abría los ojos esperando esos mensajes. Y cuando no los recibía los fines de semana porque estaba en casa me sentía desesperado. Me dijo que estaba todavía casada. Que no había podido tener hijos. Que había desarrollado varios talentos con el tiempo y estaba sacando provecho de ello, vendiendo a una pequeña tienda de artesanías los objetos que ella hacía, como cuadros que pintaba, objetos de cerámica y porcelanas, y otras cosas por el estilo. Al mes de estar comunicándonos me envió un mensaje diciéndome que vendría por una semana, para el famoso encuentro de los compañeros de nuestro curso en la preparatoria, al cual yo estaba también invitado, pero pensé que, por la lejanía, a ella no le sería posible asistir. Pero para mi sorpresa, me dijo que sí vendría. Por corto tiempo, pero que deseaba estar, para poder volver a vernos. Y para ese evento faltaban tres semanas y media. Lo cual me puso nervioso y ya había empezado a fantasear al respecto. Habían pasado 3 días después que me dijo que vendría y no había recibido ningún mensaje. Para entonces era viernes y sabía que el fin de semana tampoco recibiría nada. Mi hijo vino a visitarme. Iba a estar conmigo ese fin de semana y había organizo un par de actividades para estar juntos y pasarla bien. Viviana, mi esposa, y él, se llevaban muy bien, lo cual me alegraba mucho. Ella preparó una rica comida para esa noche para recibirlo y luego vimos juntos una película. El sábado en la mañana, me desperté temprano y no pude quedarme en la cama. Me fui a la oficina que tenía en casa con una tasa de café y me dispuse a revisar unos I-mails. Había mirado mi teléfono por si tenía mensajes de mi amiga, pero nada. Me senté y abrí mi Laptop, revisé y respondí algunos correos. Pero comencé a impacientarme. Necesitaba saber de ella. Cerré el correo y entré a su ** para ver si había algo. _ Espero que no se sepa quién visita tu perfil. _ Pensé. Pero no había nada nuevo. _ y si le escribo yo.? También puedo hacerlo.! No tengo que esperar siempre a que sea ella quien lo haga.! _ Tomé el teléfono y comencé a escribirle. _ Hola Em! ¿Está todo bien? _ y envié el mensaje. Después de unos minutos de espera, no hubo respuesta. _ Hace días no se de ti. Me preocupa. _Volví a escribir. _ y como no recibí respuesta me fui por otro café a la cocina con el teléfono en mano. En espera. Para cuando llega la respuesta y estoy mirando el teléfono entra mi esposa. _ Buen día amor_ Me dice y doy un salto por el susto que me llevé. En cierto modo me sentía un poco culpable hacia mi esposa, porque en mis pensamientos estaba viviendo una fantasía, en la que ella no existía. _Buen día amor_ Le respondí. _ Perdona. No te esperaba. Pensé que dormías todavía. Es temprano aún. _ No te encontré en la cama y salí a buscarte. ¿No dormiste bien? Te sentí un poco intranquilo en la noche. _ Lo siento. En realidad, no pude dormir bien. Pero estoy bien. ¿Quieres un café? _ Ella se acerca, me abraza y me da un beso suave en los labios. _ Quiero que volvamos a la cama amor_ Me susurra al oído, para luego besarme, pero esta vez un beso húmedo y profundo. Su lengua se abre camino entre mis labios y se introduce en mi boca buscando jugar con la mía. La encuentra, y se unen. Se unen en juego lento y profundo, para luego convertirse en uno un poco más rápido y desesperado y sin pensarlo más la llevo a la cama. Habíamos pasado un hermoso fin de semana con mi hijo. Jugamos softball. Salimos a caminar. Vimos películas juntos. Viviana nos acompañó en todo, algunas veces de espectadora otras activamente. Siempre era así. Ella se involucraba positivamente con mi hijo y en las cosas que hacíamos para que él la pasara bien. Lo quería y eso me hacía apreciarla más. Terminaba cansado de noche y caía rendido en la cama, pero despertaba con una Viviana eufórica matinal, que no me permitía salir de la cama hasta que no recibía una dosis que rebajara el lívido que se le había subido extrañamente a la cabeza ese fin de semana. No tenía ningún problema con eso. Estaba más que dispuesto para ello. Solo que había dejado el teléfono a parte, y había decidido, dejar esa obsesión por algo que no sería nunca y aprovechar lo que sí tenía en mis manos. El lunes para mi sorpresa, cuando miré el teléfono, tenía solo un mensaje de Emily. El que me había enviado el sábado en la mañana. Sí, llegué a pensar que tal vez me había escrito algo más, ya que todavía no le respondí antes. Pero solo tenía ese mensaje que no había leído aún y que solamente decía _ Todo bien Noah. Gracias. _ acompañado de un emoji de una carita con un beso en la boca. _ Hum! Bien. Pues si está todo bien, bien por ella.! Me dije. Pero en el fondo me sentía un poco molesto por la respuesta. Esperaba algo más que un simple: “TODO BIEN NOAH, GRACIAS “ No le escribí más. Pero ella tampoco lo hizo y aunque me sentía desilusionado y quería saber de ella, esta vez fui fuerte. Sobre todo, porque Viviana se estaba tomando en serio lo de su lívido y casi no me dejaba llegar a casa, para meterme inmediatamente en la cama. Se había decidido por tener hijos. Ya que yo no me decidía a dejar de trabajar para andar por ahí conociendo el mundo como ella deseaba. Así que me dedique a cumplir todas sus fantasías sexuales con mucho gusto, y estábamos los dos complacidos. De mi amiga en esas tres semanas supe muy poco. Solamente eran mensajes de saludos. ¿Cómo estás? ¡Todo bien! Y cosas así. Para cuando faltaban dos días para el encuentro de compañeros de la prepa, comencé a sentirme un poco nervioso. No era que no pensaba en ella, aunque me había decidido por olvidar toda esa fantasía que no serían jamás, y que había dado gracias a Dios por haber hecho que mi esposa decidiera procrear. No. La pensaba. Y esperaba el día en que volvería a verla. Era viernes un día antes del encuentro. Ya le había dicho a Viviana sobre el famoso encuentro y en lo que consistía y que ella no podía venir, cosa que raro, pero entiendo. Después de comer, me fui a mi oficina y allí volví a revisar sus páginas sociales, porque quería saber si había llagado. Si ya estaba aquí. A medida que más se acercaba el tiempo, más nervioso me ponía. En verdad, anhelaba ese momento, volver a verla. Y deseaba que no tuviera el mismo efecto que tenía en mí, cuando éramos apenas unos adolescentes o incluso en mis fantasías desde que supe otra vez de ella. Por mi bien. Por el bien de mi matrimonio. No pensaba que fuese un peligro para mí matrimonio porque podía suceder algo entre nosotros. Porque ella también era casada. Tampoco era que yo le gustara a ella. Nunca fue así. Pero me asustaba la idea de que me gustara tanto como antes y que la deseara aun estando felizmente casado. Tendría que buscar el modo de lidiar con ello. Porque ni Viviana se lo merecía, ni yo quería verme en una situación como esa otra vez, soñando con algo inalcanzable, deseando algo que no podría jamás tener. En ocasiones pensé en cancelar y no asistir a ese encuentro. Creía que sería lo más sensato de mi parte. Pero no podía. Tenía que verla. Era más fuerte que yo.
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