No quiero eso para mí

1699 Words
Emily se va y yo espero parado allí hasta que entra a su casa. Al otro día tenía que llevar a Fabio, a la casa de mi amigo, quien elaboraba el Whisky que a él le gustaba. Durante el camino me contó lo frustrado que se sentía por no haber podido quedar en buenos términos con Em. Y me pidió que lo llevara para verla. _ Mira amigo. Mejor te doy la dirección, y vas tú y hablas con ella. A mí no quiere verme ni en pintura. Está enojada conmigo, porque cree que la invité al club con segundas intenciones. _ Pero a qué te refieres. Explícate mejor. _ Ella siente que quedó como una cazafortunas. Y se siente ofendida. Poco le faltó para que descargara su enojo sobre mí con golpes. Así que ve tú si tienes el valor. Yo prefiero no ir. _ Mis palabras le causaron mucha gracia a este italiano y comenzó a reírse abiertamente de mí. También yo no tuve más remedio que reírme. Emily Todavía estaba en la cama, cuando escucho a mi madre, llamándome porque según ella, había alguien que me estaba buscando. Yo salgo con mi cabello alborotado y mi cara sin refrescar, pensando que podría ser una amiga o así. Para mi sorpresa, encuentro sentado en la sala de mi casa al italiano guapo. Mi reacción fue tal vez cómica para él porque se ríe al ver que intento arreglar un poco mi cabello y cubrir mis pechos, ya que caigo en cuenta de que traía una camiseta desgatada, casi transparente para dormir, que no dejaba casi nada a la imaginación. Él se pone de pie de inmediato y se acerca a mí, con su hermosa sonrisa. _ No te preocupes chiquita. _ Me dice. Yo quedé muda. No podía reaccionar. _ Como quiera eres hermosa. _ Estoy segura de que pudo notar mi rubor por la vergüenza que sentí cuando dijo esas palabras, porque su sonrisa se incrementa al ver mi reacción cuando lo escucho. Miré a los lados, para estar segura de que no había nadie por ahí cerca. Mi mamá o alguno de mis hermanos. Y efectivamente, mi mamá nos estaba observando desde detrás de una de las cortinas. Le abrí los ojos en son de interrogación, y ella me hace el mismo gesto, como preguntando quién es o qué hace aquí. automáticamente lo tomé del brazo y lo saqué a fuera. _ Tú… qué haces aquí _ Le pregunté desconcertada en un susurro. _ Quería verte. Anoche te fuiste enojada y con muy mala impresión de mi persona. Quería arreglar las cosas. _ Me decía en el mismo tono susurrante que le hablé, y noto que el muy pervertido estaba mirando descaradamente mis pechos. Aprieto mis labios y lo miro con mis ojos entre cerrados, mientras me cubro nuevamente con los brazos. Él sonríe y me mira con ojos lujuriosos. _Escucha italiano, no sé qué tienes que decir, pero no me gusta que hallas venido hasta aquí. Así que vomita lo que tengas que decir y desaparece por favor. _ Sigo susurrando instintivamente sin darme cuenta. Tal vez esperando que nadie escuchara nuestra conversación. Y es que ya los vecinos estaban aglomerándose en las esquinas y observando. No tenía ningún deseo de servirles un show en bandejas de plata y que se pusieran a hablar ahora lo que se imaginaban y no lo que realmente era. _ Escucha chiquita, no tengo apuros. Tengo todo el tiempo del mundo ahora mismo. _ Me dijo con determinación y posando su mano en mi mejilla. _ Vine aquí para verte a ti. Y voy a esperar el tiempo que tú quieras, hasta que estes preparada. _ Le tomo la mano apartándola de mi cara. _Qué haces? ¿Estás loco? Todos nos están observando. ¿Qué crees que van a pensar? ¿Además, por qué estás susurrando? _ Le pregunté irritada, sin comprender su actitud y por qué motivos hablaba así tan bajo. _ Lo que pueden pensar no me interesa, a la verdad. _ Dice eso mirando a su alrededor. Luego vuelve y me mira todo risueño _ Y estoy susurrando porque tú también lo estás haciendo. No sé si lo has notado. _ Se ríe de mí al ver que acabo de darme cuenta _ Si deseas podemos ir a otro lugar, como tú quieras. _ Chasqueo la lengua y suelto un suspiro de esos muy profundos, rindiéndome por su insistencia, y deseando terminar con este show de una vez por todas. _ Está bien. _ Acepto de mala gana: _ Voy a cambiarme. Siéntate si deseas. _ Él se nota complacido por mi decisión y vuelve a ocupar el mismo asiento de antes. Asintiendo con la cabeza. Veo a mi madre acercarse a mí. _ Qué pasa Emily? ¿Quién es ese hombre? _ No te preocupes mamá. No pasa nada. _ Estás acaso también en eso de buscar extranjeros? _ Me dice reprendiéndome. _ Noo mamá. _ Le digo obstinada. _ No estoy en eso. Es un amigo de Luis que conocí anoche y no se ni siquiera por qué está aquí. Ok. Es todo. _ Miro hacia atrás para ver que el italiano nos observa y hace un gesto dirigido a mí, que entendí que quería saber si había problemas. Le dije que no con un leve movimiento de la cabeza, y pensé. “buen problema en el que me has metido tú. “ Y sigo para ir a cambiarme. No demoré mucho, porque realmente no tenía mucho para escoger, así que me puse mi jean que, aunque desgastado y viejo me encantaba por lo cómodo que era y una camiseta blanca de las mejores que tenía. Mis zapatillas y salí. Me acerqué a mi madre _ Madre voy a salir un momento. Regreso pronto. _ Ella me mira con mala cara sin responder nada. Pero yo que la conocía sabía perfectamente, qué había querido decir con esa mirada. Le pasé por el lado a él sin detenerme a mirarlo, ni esperar por él, todavía enojada por el problema que presentía que se aproximaba, gracias a su aparición en mi casa, y solo le dije: _ Vamos. _ Siento como se apresura para alcanzarme y ponerse a mi lado. Me toma del brazo para detenerme y me pregunta _ ¿Oye chiquita, hay algún problema? _ Por supuesto que lo hay italiano. Pero es igual. Ya el daño está hecho. _ Mira sé que estás enojada conmigo y eso me hace sentir mal. Es por eso por lo que vine y. _ Acaso no me podías decir eso antes de cambiarme? _ Lo interrumpe, cruzando mis brazos frente a mi pecho, sin poder entender, por qué dejó que me cambiara si eso era lo que quería decirme. Él pone sus manos en los bolsillos de su pantalón y pude notar un cambio en su semblante. Creo que se había enojado. Me mira por unos segundos, los cuales me parecieron muy incomodos, por su forma de mirarme. Que además me dejó sin poder casi ni respirar por lo atractivo que se veía. _ Podrías calmarte un poco por favor.? _ Me dijo al fin con un tono un poco enojado. _ Se que eres una mujer inteligente y educada. Me gustaría tener una conversación adecuada contigo. _ Desvía su mirada hacia abajo. _ No sé por qué siento que me estás despreciando. Que... no quieres hablar conmigo de ninguna manera. Si es así, solo dímelo y me iré. _ Vuelve a levantar su mirada, y posa sus hermosos ojos de color avellana en los míos. Lo que me pone más nerviosa y ansiosa aún. _ Te dejaré tranquila si eso quieres. Pero tu actitud hacía mí, ya comienza a disgustarme un poco. La verdad chiquita… _ Saca su mano derecha del bolsillo y comienza a gestionar con ella mientras habla titubeando _ no estoy acostumbrado a esto. Lo cual sé que no viene al caso. Porque estoy aquí por mi propia voluntad. Pero si crees que te perjudico en algo o que no quieres tener contacto alguno conmigo, entonces lo dejamos aquí. _ Da un golpe suave en su muslo, con la mano que tenía afuera y vuelve y la introduce en el bolsillo, sin dejar de mirarme. Del enojo pasó a tener una mirada entre triste o tal vez decepcionada. _ Lo cual sería una pena, créeme. _ siguió diciendo_ Porque me gustaría conocerte chiquita. _ Vuelve y saca la mano del bolsillo, la levanta a media altura de él y gestiona con ella girándola un poco, quedando la palma hacia arriba _ Tú decides. _ Me dice, dejándome confundida y avergonzada por lo que me acababa decir. _ Yo… _Quería decir algo, Pero sin palabras que decir, aparto mi mirada de él. Porque a estas alturas de la situación, ya estaba más pendiente de él que de lo que me decía. Estaba de repente contemplándolo mientras hablaba. Y era cierto que es guapo. Sus ojos de color avellana se veían más hermosos, por el impresionante oscuro anillo limbal que tenían. La simetría de su cara combinaba perfecta con su nariz perfilada, su mandíbula cuadrada y sus hermosos labios, que ahora estaban alineados, por la expresión seria de su cara. Algunos mechones rebeldes de su abundante cabello castaño caían sobre su frente haciéndolo ver casual, y más atractivo. Pienso que se dio cuenta de mi inspección, porque pasó la mano por su cabello tratando de acomodarlo, sin tener buen resultado _ Qué decides? _ Me pregunta, sacándome de mi trance. _ vienes? _ A dónde? _ le pregunto. _ No lo se. Donde tú quieras. Donde podamos conversar un poco. _ Quería decir que sí. Pero mi juicio me decía que no sería bueno. Que terminaría como siempre siendo yo la perjudicada. Que no olvidara lo que hizo a la rubia de piernas y cuello largos que estaba con él la noche anterior. Qué quién era yo, para que no me hiciera a mí lo mismo. O peor. ¿Quién sabe? Además, hasta el mismo Luis, que yo consideraba que me quería, me había despreciado, entregándome a otros. No. No quiero eso para mí.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD