Más allá del fondo de la tierra.

1325 Words
Todo sucedió en fracciones de segundos. Mientras mi madre me abrazaba, Giorgia, había descubierto a mi chiquita, e iba acercándose a ella cuando la vi moverse. _ ¿Y quién es ella amor? _ Se gira para preguntarme a mí y luego le pregunta a mi chiquita _ Qué haces en la habitación de mi novio…? _ Giorgia. _ escucho a Massimo que la reprende. _ Ah..._ iba a continuar Giorgia y Massimo la vuelve a mandar a callar con un _ ¡Schhh! _ mi padre parece haber captado lo embarazoso de la situación, porque después de que logro, zafarme de mi madre, estira una mano y sonríe moviendo la cabeza en son de saludo, para luego ubicarse al lado de Massimo. Y como la tierra me había tragado y ya me había hasta echado la tierra encima, no encontraba la forma de emerger de sus profundidades, por lo estupefacto que me sentía, ante aquella situación. Quería hacer algo, decir algo, para salvar a mi chiquita de aquellos depredadores que habían invadido de repente y sin invitación, nuestro nido de amor; pero mi creatividad también fue sepultada juntamente, conmigo en el fondo de la tierra. _ È per queste motivo che non sei tornato a casa? (¿Es este el motivo por el que no has regresado a casa?) _ Mi madre al habla. Ahora todos fijos las miradas en la Chiquita. Yo todavía sin poder decir nada. Paso mi mano por la cara, tratando de ingerir todo aquello y encontrar la solución, pero cuando pensé que ya no podía suceder nada peor, ahí va mi madre. _ ¿Quanti anni ha questa? È una bimba, lo sai? ¿E ance… per una nera?? ¿É questo una cosa nuova adesso figlio mio? (¿cuántos años tiene esta? ¿Es una niña, lo sabes? ¿Y además… por una negra? ¿Es esto algo nuevo hijo? Si había algo, más allá del fondo de la tierra, allí me estaban llevando ahora con aquellas palabras que dijo mi madre. Cerré los ojos, apretándolos fuerte, obligándome a despertar. Estaba seguro de que aquello solo podía ser un sueño. Ok. Fue suficiente. Ya quiero despertar, y soltar un suspiro de alivio por ser solo eso, un maldito sueño. Me dije a mí mismo. Abrí los ojos. Pero para mí desgracia, no era un sueño. Era tal silencio el que se hizo, que nadie se atrevía ni siquiera a respirar. Y es que mi chiquita tal vez no hubiese entendido a mi madre, si ella no hubiese hecho el gesto de pasar su mano, por su brazo, refiriéndose con esto al color de la piel, mientras hablaba. Alguien en aquel momento tenía mi corazón en sus manos y lo estrujo como se estruja a un papel, cuando miro a mi chiquita. Parada todavía en la puerta que estaba entre la sala de estar donde estábamos nosotros y la habitación de dormir, donde estaba ella. Mirándome todavía asombrada. Vi como su boca se fue cerrando poco a poco y mientras de sus ojos salían gruesas lágrimas que rodaron por sus mejillas humilladas. Su mirada de asombro pasó a de ser asombrada a ser triste y decepcionada. Dejó escapar un sollozo mientras tragaba saliva, o tal vez sus propias lágrimas. Ente cerré los ojos sin poder decir nada aún, tan dolido o más que ella, cuando vi que no estaba bien, porque al querer moverse se tambaleó y tuvo que aguantarse de la puerta para no caer. Di un paso adelante y mi madre me tomó del brazo. Ella me echó una última mirada y se volvió adentro. Todos quedamos allí como paralizados. Nadie dijo nada. Ni siquiera yo podía decir palabra alguna. ¿Cómo iba a arreglar yo ahora todo este desastre? Cómo iba a convencerla ahora de que todo esto no era más que un verdadero malentendido y que… que no escuchara a mi madre, porque ella, no era así y que yo… a mí… eso... Giorgia, se acercó a mí y puso sus manos en mis hombros. _ Amore, sono qui adesso con te. (amor, ahora estoy aquí contigo.), _ En el momento en el que mi chiquita iba saliendo de la habitación, ya vestida. Una furia desmedida se apoderó de mí. Me rebelé contra aquel cúmulo de tierra que me sepultaba y de repente emergí desde el fondo. Aparté a Giorgia con un solo empujón de delante de mí y cogí a Emily justo antes de abrir la puerta. _ Tú… ¿A dónde vas? _ dije con dificultad, tragando para remojar la garganta seca. Ella tiró fuerte y se me soltó, pero reaccioné rápido y volví a atraparla. Hubo un forcejeo. _ No puedes irte. _ Le dije mientras ella trataba de soltarse. _ Te aseguro que no es nada de lo que crees chiquita. _ Sus lágrimas caían como si fueran expulsadas por una llave de paso que fue abierta, pero no emitía ni un solo sollozo. Su cuerpo temblaba de arriba abajo, como una hoja movida por el viento. Como si estuviera desnuda en medio de un crudo día de invierno. Y aquello me preocupaba. Logré llevarla hasta la habitación. _ Escucha, tú no tienes que irte. Son ellos los que tienen que irse. _ Déjame... irme... Fabio... por favor. _ Pudo decir entrecortadamente y esta vez sí sollozaba entre cada palabra que decía. Era el dolor y la humillación los que la hacían temblar. Podía sentirlo en mi propio corazón. _ No. _ Le dije firme y seguro. _ No voy a dejar que te vayas. Nunca. _ Volvió a intentar salir y la tomé nuevamente, pero entre la lucha por irse y yo por detenerla, _ Escucha chiquita por favor, Escúchame… _ se separa de repente ahora enojada y me da una cachetada bien medida. _ Suéltame. _ me dijo en un tono poco audible de lo bajo que salió. Estaba agotada de tanto luchar. Y tal vez por la humillación pensé yo. Escucho a mi madre y Giorgía quejarse. _ Le ha pegado? _ Dijo mi madre. _ Ah! Pero qué atrevida. _ Dijo Giorgia._ Déjala ir ya de una vez amor. Qué se ha…. _ Cállate. _ Le grité a Giorgía. Mientras la miraba duramente. Mi chiquita intentó una vez más salir. Pero no se lo permití. Era cierto que le debía una explicación. Pero después de todas las cosas hermosas que hemos vivido, en estos pocos días que hemos estado juntos, al menos debería concederme el beneficio de la duda y escuchar lo que tengo que decir. La tomé una vez más del brazo con una mano, mientras que con la otra acariciaba la parte donde depositó su furia en mi cara. Y decido que este show terminara al menos por hoy. _ Tú no vas a ninguna parte. Entra ahí y esperarme. _ le dije con autoridad, levantándola, tomándola en mis brazos y depositándola en la cama. Seguido, me giré _ Giorgia, sal de aquí ahora mismo. _ Ah, No estoy entendiendo nada. _ Dijo asombrada y haciéndose la inocente también. _ ¿A dónde voy a ir? No he reservado una habitación para mí sola. Yo … _ Giorgia recoge tu maleta y sal de aquí. Ahora. _ Fabio figlio mio. _ Mamá. Por todo el respeto que te mereces, te pido por ahora que salgas tú también de aquí. _ Le dije con enojo. Los miré a todos. _ Tú también papá. Necesito hablar con Emily. Luego iré a verlos. _ ninguno se movió. _ Salgan todos. Menos tú. _ dije apuntando a Massimo que, como mi padre, no habían dicho nada aún. Este hizo un gesto aceptando. _ Está bien hijo. Estamos en la 912. _ Dijo mi padre y tomó a mi madre del brazo, llevándosela de aquí. Esta hizo lo mismo con Giorgia. _ Vamos Giorgia querida. Ya se arreglará todo. Vamos. _ dijo mi madre y se la llevó.
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