: V e c i n o

1935 Words
—Tu café —, Miré al chico que me dejó el café en mi mesa, lo conocía perfectamente porque con anterioridad lo había visto —, ¿Te quemarás las pestañas estudiando? Podría ponerle más café. —En realidad, quería aclarar mi cabeza —, mencioné mirando mi libro —, Aunque… No ésta funcionando. —Ya, normalmente las personas no aclaran su cabeza entre tantas palabras —, dijo posando un trapo en su hombro —, Pero no pareces ser una chica normal. —Ya. Suelo escuchar eso—, dije en una risa nerviosa.—, Dime algo nuevo. —Ningún espejo se vende nuevo, porque se a usado ya. Solté una risa pequeña para verlo con diversión, ¿Eso qué? —Eres... Divertido—, le dije mirando de nuevo hacía mí libro. —Y tu eres... Mi nueva vecina. Te vi ayer descargando el camión de mudanza —, Se sentó en la silla vacía —, ¿Vienes de lejos? —Un par de calles lejanas, sí —, solté en una sonrisa —, ¿Trabajas aquí? Mis mejillas se enrojecieron apenas pregunté, ¿qué más si no? —Eso espero, si no llevo sirviendo café sin paga —, se burlo de mí con una sonrisa —, Y eso si sería una lastima. —Ya, si lo siento—, dije avergonzada. —¡Mateo! ¡Hay más mesas! —, le reprendió una chica que preparaba los cafés. —Hay más modos de sacar las cosas de tu cabeza que con libros—, me dijo levantándose—, ¿Qué te preocupa? —Nada en particular—, dije escondiendo mi rostro en mi café—, No suelo contarle mis problemas a desconocidos. —Ya, sí—, miró hacía la chica que lo presionó nuevamente—, Mateo, un gusto guapa. —Maca—, dije sonriendo levemente—, No quiero ocasionar problemas con… —Es mi hermana. Aunque yo diría más una espinilla en el… —¡Mateo! —Sí, ya Athziri, te escuché la primera vez—, rodó los ojos—, Nada es imposible de solucionar Maca. Apenas lo dijo salió de mi campo de visión, mordí mi mejilla para regresar la mirada a los libros, agradecía que Ares me trajera mis lentes… Ares, nuevamente aquel beso que nos dimos en el mirador regreso a mi cabeza, mis mejillas se enrojecieron, ¿Cómo es que seguía besando a mi hermanastro? ¡Papá me mataría! Escuché aquella campanita del café, sonar cada que alguien entraba y salía, supongo que debí de mirar cuando la última sonó, mi cabeza hubiera mantenido la calma, o habría pensado en algo para mantener la calma, pero el hubiera sólo era una palabra, que no podría cambiar absolutamente nada. —Así que aquí estás—, El chirrido de la silla sonó, no le miré—, ¿Por qué sigues huyendo de mí? Una relación tan larga no puede romperse de la noche en la mañana. —Theo, estoy ocupada. —¿Fue por mí? ¿O por Ares? —Piensa lo que quieras—, dije con desdén, para pasar la página que estaba leyendo—, Deja de perseguirme. Me abrumas. —Sólo quiero hablar. Siempre encontramos un modo de resolver nuestras diferencias Mac. —Diferencias. Lo que pasó después no puede cambiarse Theo—, le dije cerrando el libro—. Estoy bien sin ti. Sin… —¡No lo entiendes! ¡Nosotros seguimos juntos Macarena! —reprochó jalándome del brazo, obligándome a verlo—, ¡Eres mía! —Me estás lastimando Theo—, susurré. Intentando zafarme de su agarré—, Suéltame. —Te vas a arrepentir de todo si no me escuchas—, amenazó, negué—, Será por las buenas… O las malas, tu decide. —Decidí, que esto terminará. Guardé las cosas en mi mochila, para salir después de la cafetería. Pero… Hay demonios que no somos capaces de enfrentar. ARES Después de llevar a Macarena a aquel lugar y besarla, fue el modo en el que me di cuenta que… Habría una fuerza superior que me regresaba al mismo lugar. Ella se fue, corriendo, la perseguí hasta que vi que tomó un taxi, ahí hubo un poco de paz en mí. —¿En donde estabas? —preguntó mamá apenas me adentré a la casa—, Dylan, Nando y Christian llegaron sin ti. —Se que esto te emociona mamá, pero no seremos la familia feliz de la noche a la mañana—, espeté con desdén dejando mi mochila en el suelo—, Macarena, ¿Ella ha llegado? La pregunta salió de mi sin pensarlo, el rostro de mi madre se iluminó apenas pregunté. Ella acomodo su cabello y negó, para dejar un par de cosas en la entrada. —No. Fue a estudiar o algo así le dijo a Jack—, dijo para caminar hacía la cocina—, ¿Regresaste con Paula? —Sabías que Paula y yo no teníamos nada—, solté con desdén para ir a la sala. Pase la tarde jugando videojuegos ahí con Gastón, él era callado, justo lo que necesitaba en estos momentos, pero era alguien con quien te divertías. No lo entendía. Gastón se fue horas más tardes, cayendo así la noche, fue cuando pensé más en Macarena, ¿En donde se encontraba? Era ya algo tarde para que se encontrará fuera aún, rodé los ojos. ¿A mi que me importaba lo que ella estuviera haciendo? Era una niña inmadura que me regresaba el beso y después huía, cómo si aún tuviéramos 11 años. La puerta se abrió silenciosamente, mis ojos captaron a Maca, con los ojos llorosos, no podía negar que por más que quisiera no involucrarme en las cosas que le pasaran, llamó mi atención. Sus ojos conectaron con los míos por un par de segundos para salir disparada hacía las escaleras. Rodé los ojos nuevamente para apagar la consola y subir a mi habitación, tiempo después llamaron para ir a cenar, apenas llegué a la mesa noté que su lugar se encontraba vació, fruncí ligeramente las cejas. —¿Maca no cenará? —, preguntó Fabiola, leyendo mi cabeza—, ¿Le llamó? —Mencionó que se sentía indispuesta, enana—, le dijo Christian, dando una pequeña sonrisa hacía ella—, ¿Tu le hiciste ese lindo corté a Francia? Le había cortado el cabello a mi hermanita, podía reírme de la cara de mamá cuando la vio entrando a la habitación, a ambas, Francia emocionada por su corte que le había hecho Fabiola, aunque claro, la dejo trasquilada. —¡Sí! ¿Te gusta? —, preguntó con emoción mi hermana. —Sí, te quedó muy bien. —¡Me veo fabulosa! —, alargó mi hermana. Mis pensamientos regresaron a Maca, apenas terminé de cenar subí a mi habitación, antes de adentrarme miré la puerta de Maca, se encontraba cerrada, me acerqué un poco, la escuché llorar. ¿Qué podría haber sido tan malo? En toda la noche, mis pensamientos estaban irradiados de la chica, quería sacarla de mis pensamientos, pero ¡Joder! ¿Cómo era imposible sacarla de mi cabeza? Era inmadura, nerd, ¡Demasiado nerd! Parecía un perro chihuahua, ¿Cómo es que no podía sacar a un perro chihuahua de mi cabeza? Apenas me levanté, la noté salir de la ducha, mis ojos quedaron en su piel, estaba… Llena de moretones, moretones que no tenía, se había levantado temprano para irse sin que nadie la viera, seguramente. Tenía demasiadas cosas en la cabeza con la imagen que vi, con su cuerpo lleno de heridas… Por eso lloraba. Apenas baje a desayunar, todos se encontraban ya ahí, ayudando a preparar los almuerzos y el desayuno, era una escena graciosa de ver, inclusive las niñas, Francia y Fabiola estaban concentradas en ayudar a Gastón, quien hacía cada una de esas cosas. Maca bajo las escaleras con prisa, mis ojos chocaron con los suyos. —Buenos días Macarena—dije lo suficientemente alto para que las miradas de todos cayeran en ella. —Ah, ahm…—, sus cejas se fruncieron ligeramente y una sonrisa incómoda llego a sus labios—, Buenos días, ahm, tengo que irme… —¿Sin desayunar? —, preguntó Christian, a lo que ella miró hacía la puerta. —Es que ya… Ya voy tarde, sí—, alargó rápidamente, para ver hacía todas partes, menos a su familia. Estaba avergonzada, ¿Qué la avergonzaba de ese modo? No lo entendía, era cómo si después de lo que le habría pasado el día de ayer le carcomiera la culpa, mis ojos enfocaron aquel labial, el maquillaje, me acerque a ella, ella aparto la mirada. Tenía el labio partido. —Por dios, Maca. Te llevó, vamos en la misma escuela—, gruñó Christian, Alan le dio la razón—, Ve a lavarte las manos. Vas a desayunar. Durante todo el desayuno ella removió la comida con su tenedor, no comió nada. No lo entendía, ¿Por qué me importaba tanto lo que ella hiciera o dejará de hacer? Apenas todos terminaron—a excepción de ella—, salimos a la escuela. Los gemelos en su auto, y Christian con Macarena y Gastón. Conduje a la escuela con los pensamientos aún en mi cabeza haciéndome eco, muchas cosas me carcomían la cabeza, una de ellas ¿Por qué me interesaba ella? Otra… ¿Quién podría haberle hecho esto? ¿Theo…? Apenas baje de la motocicleta Paula ya me esperaba en la entrada con una sonrisa en la cara y la emoción apenas me vio. —¡Por fin llegaste! Te extrañé—, alargó colgándose de mi cuello, rodé los ojos apartándola—, ¿Estás molesto conmigo? —Te dije, que no éramos nada Paula. ¿Por qué…? Mi pregunta quedó en el aire cuando noté que Maca se quedó estática en la entrada y los gritos de Christian resonaron por él lugar, Gastón sujeto a Maca del rostro… —¿Qué sucede ahí dentro? —, le pregunté a Paula. Su rostro se llenó de una mueca incómoda, apartando la mirada. —Tss… ¿Recuerdas a la nerd? La hermana de Christian—, Eso llamó mi atención—, Alguien pegó fotografías de ella en las paredes… En ropa interior. Lo siento muchísimo por ella. Martha y yo… Junto con otras chicas intentamos quitarlas todas. Pero… Las paredes están llenas, no terminábamos. Apenas dijo eso, le solté para caminar hacía la escuela con el enojo creciendo en mi cuerpo, Gastón soltó a Maca y caminó hacía adentro. Entré igual y noté cómo Theo se reía con otros chicos haciendo chistes hirientes sobre Maca. En efecto, Paula no mentía, habían tapizado las paredes de fotografías de ella. Gastón se acercó a Theo y comenzó a golpearlo, con fuerza, cómo si quisiera matarlo. Los amigos de Theo intentaron meterse, cosa que hizo Christian también… Los gemelos, y yo. Cada uno de nosotros golpeaba con fuerza a cada uno de ellos, podría sentir ya los nudillos heridos, pero la furia me cegaba, haciendo que los golpes que daba fueran mucho más fuertes que los anteriores. Mis ojos conectaron con los de Maca. Quién no se movía, seguía estática, sin poder hacer nada. Yo los quería matar, al igual que mis hermanos… Al igual que los hermanos de Macarena. Esto parecía estar saliendo de las manos de cada uno de nosotros.
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