El trato

3280 Words
No importa lo que digas mientras creas en ti mismo porque nadie más lo hará por ti, mucho menos el mundo que está preparado para creer exactamente lo que quiere y no lo que tienes para decir. Lena sabía muy bien que nadie le creería si ella dijera que no se sentía tan mal por su compromiso roto, al menos dentro del pequeño cúmulo que conocía la información porque para el mundo ella todavía mantenía su relación. Eso la molestaba muchísimo, todos los días recibía mensajes de Twitter diciéndole lo estúpida que era, lo desagradable y tonta que parecía por perdonar a alguien que la había engañado con tanto descaro, ella mordía su lengua y se limitaba a decir que su relación valía la pena o alguna estupidez de ese estilo. Ella había hablado con Ale detenidamente sobre lo que sentía, la había hecho sentir mejor. Sobre todo porque había llegado a la conclusión de que su relación con Daniel se había basado en su idealización en lugar de los hechos reales. Una vez que tuvo los encuentros con su rutina, su poca observación, su falta al detalle y sobre todo su poca capacidad para darle placer así como su inexistente habilidad para aceptar y llevar la verdad, se dio cuenta que la relación estaba destinada al fracaso, de no haber sido por el video hubiera sucedido cualquier otra cosa. Ya no importaba. Pero sus sentimientos no habían estado comprometidos, eso lo sabía porque no había forma en la que ella se sintiera mal por la separación, solo le dolía la traición y la mentira. Sabiendo todo aquello y con la gran resolución de que todo cambiaría para bien llegó a la oficina ese día acompañada por Ale, ambas subieron al ascensor. Su amiga se detuvo en el departamento que le correspondía y con una sonrisa se despidió, ella continuó hasta el piso legal y al bajar todos los ojos se volteaban hacia su persona. Al caminar hasta su oficina privada los murmullos se hicieron cada vez más altos, pero ella solo sonrió interiormente. Se dedicó al trabajo las primeras horas hasta que por obligación tuvo que acercarse a la oficina de Daniel. -Buenos días- saludó ella sin expresión dándole la espalda a todo aquel que estuviera afuera. -Buenos días, preciosa- saludó él con una sonrisa acercándose. La abrazó con sutilidad. -Será mejor que sepas mentir si quieres que todos crean que seguimos juntos- le susurró él al oído. -Aléjate de mí antes de que te golpee- amenazó ella -ganas no me faltan Daniel, no tientes a la suerte. Él se alejó con premura antes de verla. Ella le comentó lo que necesitaba y regresó a su oficina para dedicarse a lo que la tenía ocupada. Estaba centrada en conseguir que su trabajo fuera el mejor, deseaba superar a Daniel con todas sus fuerzas, estaba segura de que él no se quedaría allí si le quitaban su cargo, o a lo mejor sí, rezaba porque no fuera así. Faltaban unos minutos para el descanso del almuerzo cuando las puertas del departamento legal se abrieron para dejar pasar a su familia, todos luciendo molestos y caminando directamente a la oficina de Daniel que todavía no los había notado. Ella se levantó y corrió para entrar con ellos en la oficina de su supuesto prometido. Ella cerró las puertas junto con las cortinas para darles algo de privacidad. -Antes de que nadie diga nada- inició ella -les voy a pedir que se calmen. -¿Me puedes explicar qué estás haciendo aquí?- Preguntó su madre furiosa a Daniel. -El abuelo le pidió que se quedara- explicó ella sin expresión. -¡¿Qué?!- Dijo su padre sorprendido -no lo creo. ¿En qué estaba pensando? -En la compañía, como siempre lo hace- contestó ella de nuevo. -Pero esto es distinto- se quejó su hermana mirando a Daniel con odio -él te engañó en esta misma oficina con su puta secretaria. -Y sin embargo, Daniel estuvo conmigo hace unos días en la reunión anual de tecnología- dijo ella sin molestarse -presentamos una imagen juntos, así que hay que conservarla. -Llama a Doménico en este mismo momento- ordenó su madre mirando a su padre con llamas en los ojos. Ella sonrió por la expresión de todos, eran familia y ellos sabían que ver así a su madre siempre significaba problemas. Su padre se excusó entonces para hablar por teléfono. -Antes de que hagan algo precipitado- comenzó ella -ayer estuve en la mansión del abuelo. El acuerdo fue que se presentaría la imagen de que Daniel y yo seguimos juntos aunque definitivamente no lo estamos, eso no va a cambiar. De resto, seguiremos compitiendo por el puesto. Estoy segura de que todos sabemos que el resultado será que aplastaré a Daniel y conseguiré mi meta como llevo haciéndolo desde la universidad. -Pero es que todo esto es demasiado- dijo tu madre tomando su mano -no puedo creer que tu abuelo te pidiera que hicieras eso y que además mantuviera a este hombre aquí. -Soy bueno en mi trabajo- se defendió Daniel. -Cállate-  gruñó su hermano acercándose -no me hacen falta demasiadas excusas para acabarte a golpes, no lo empeores. -Pues lo hizo- dijo ella a su madre -y yo acepté porque no dejaré que nadie me quite el puesto que merezco. -¿Incluso con esas condiciones?- Musitó su hermana. -Sí, incluso así- dijo ella -de hecho, eso solo me dará más placer al final. Fue en ese momento que su padre regresó con ellos luciendo más molesto de lo que nunca lo hubieran visto. -El abuelo vendrá a la compañía- anunció él -nos quiere a todos en el auditorio para responder a todas las dudas, tu incluido Daniel. -Bien- finalizó ella -Ahora cambien los rostros y salgan de aquí, ya llamamos demasiado la atención. Su familia se fue dejándolos solos. En unos minutos debían dirigirse al auditorio, pero antes tenía que hacer unas cuantas preguntas. Una duda que le había quedado cuando Lily lo mencionó. -¿Dónde está Sofía?- Preguntó Lena. Daniel la observó aturdido durante unos segundos. -No lo sé. -¿La despediste?- Inquirió ella molesta de nuevo -eso es incluso mejor, dejar sin trabajo a una mujer que lo necesita cuando eres tu quien inició todo. Eso era bastante claro en el video, eras tu quien le debía respeto a nuestra relación aunque ella también se dejara llevar. -Mira, yo no la despedí- dijo Daniel sentándose de nuevo -cuando llegué esta mañana a la oficina su carta de renuncia estaba encima de mi escritorio. La llamé, pero no contestó y al no presentarse tuve que aceptar su renuncia. -Al menos eso no lo hiciste mal- dijo ella saliendo -no me habría extrañado nada de ti. Ella se dirigió a su oficina con pensamientos revoloteando en su mente. Todo caía perfectamente, era como si hubiera estado planificado y Daniel sería lo suficientemente tonto como para no verlo. Podría ser que alguien hubiera planificado hacer un escándalo con Tecnologías Reyes cuando necesitaban más que nunca de su imagen, por lo que Sofía se había prestado, probablemente con una promesa de mejoría y el imbécil de su prometido había caído redondo. Tenía que averiguarlo. Fue entonces que vio como Daniel se marchaba del lugar, ella siguió el ejemplo y se dirigió al ascensor. Tomó la ruta más corta para llegar al auditorio de la compañía, donde se hacían las presentaciones de proyectos y entró. Allí estaba su abuelo esperándolos. Sus padres y hermanos ya estaban sentados, sus tíos junto a sus primos se acomodaban, Daniel estaba en una esquina completamente diferente, solo faltaba ella. La imagen que presentaban le recordó al colegio, cuando la maestra estricta está a punto de regañar a sus niños, ella se preparó. -¿Qué estamos haciendo aquí?- Preguntó su tío Rodrigo con fastidio -Silencio Rodrigo- lo calló su abuelo mientras ella se sentaba -seré yo quien hable. -No lo creo, Doménico- negó su madre furibunda -a menos que quieras que nos enfrentemos una vez más. -Dame la palabra, Renata- pidió su abuelo -luego podrán hablar. Era gracioso como su madre acobardaba a su abuelo de tal modo que olvidaba su imposición. -Todos sabemos ya lo que sucedió con Daniel, es de dominio público- comenzó su abuelo -y es por eso que ayer me reuní con los dos. Ambos estuvieron de acuerdo en continuar falsamente con el compromiso a favor de la imagen de la empresa y seguir compitiendo por el puesto de jefe de departamento. Todos sabemos muy bien que estamos en una posición delicada en este momento, no podemos cometer errores y nuestra imagen ya se vio comprometida por el video que fue subido a internet. Es necesario trabajar desde allí para que no nos afecte, una vez que tengamos nuestro título de nuevo podremos regresar a lo que éramos, los dueños de nuestra imagen. -Y le agradecemos a la persona culpable del video- rugió su hermana -manteniéndola aquí, en su mismo puesto y sin ningún problema. -Querrás decir los dueños de nuestra vida- dijo su madre al finalizar el discurso de su abuelo mirando a Lily- te conozco hace demasiado tiempo como para no saber que amenazaste a mi hija con algo para que aceptara tus términos, Doménico. Y yo nunca tuve problemas con eso, porque siempre gané. Pero no les harás lo mismo a mis hijos, te lo prohíbo. -Si Lena no te ha comentado nada sobre una amenaza es porque no la ha habido- dijo su abuelo luciendo inocente -tal vez deberías preguntarle. -De nuevo te equivocas- dijo su madre levantándose -conozco a mi hija, si no ha dicho nada es porque tiene demasiado orgullo para hacerlo, pero eso no significa que no haya un chantaje, te conozco demasiado bien viejo, me conozco tus trucos porque los usaste conmigo y sabes algo, si Lena está dispuesta a hacerlo, yo también. Me dará gusto que consiga sus metas aunque tú nunca has creído que las mujeres de tu familia son capaces de algo, es un placer demostrar constantemente que superamos a tus hijos incluso. -No puedo creer que pienses primero en la compañía que en tu familia, papá- dijo su padre levantándose de la silla. -A mí no me sorprende ni un poco- dijo su tío Rafael levantándose también -lamento todo esto Lena, pronto tendrás a alguien mejor. Cada uno de sus familiares se fue retirando hasta que solo quedaron Daniel, su abuelo y ella. -Nada de esto hacía falta- se quejó ella. -Tus padres no parecían pensar lo mismo- dijo su abuelo molesto, al final dejaba ver su rostro real -y si tú no pudiste controlarlos, tengo que hacerlo yo. -La verdad es no puedes controlar a nadie abuelo, ni siquiera a ti mismo- se burló ella antes de alejarse -no te creas esas mentiras ni un segundo, porque son solo eso, mentiras. Ella se alejó y se dirigió a la oficina, se dedicó a su trabajo el resto del día. Se sentía furiosa por todo lo que su abuelo la estaba haciendo pasar y deseaba hacerlo sentir igual, un sentimiento sádico de igualdad se lo exigía. Envió un correo de seguridad para revisar las cámaras y con eso saldado terminó su día. No importaba si terminaba más temprano que de costumbre, estaba harta de su situación actual y estar en la compañía solo se lo recordaba. Se dirigió al estacionamiento por su auto para conducir a su departamento. Entró al lugar que lucía abandonado luego de haber pasado muchos días encerrada en el departamento de Alejandra. Se duchó y se recostó en su sofá para descansar. Sus r************* estaban llenas de mensajes, era lo peor de todo, todavía no se detenían, no la dejaban en paz. Los pensamientos nefastos de molestia se acumularon en su cabeza lentamente hasta que tuvo que levantarse del lugar. No quería estar sola. Se dirigió a su habitación, tomó una maleta y la llenó con sus cosas. “-¿Estás en tu casa?- Llamó a Alejandra”. “-Estoy llegando- explicó su amiga”. “-Voy para allá”. Ella condujo hasta la casa de su amiga dispuesta a quedarse, sabía que a Alejandra no le molestaría, pero de todas formas necesitaba preguntarle. Ella subió con su maleta hasta el departamento y espero a que su amiga abriera la puerta. -¿Puedo quedarme?- Pregunto ella en cuanto Ale abrió. Su amiga solo levantó una ceja y le tiró una llave que siempre guardaba para ella. -El tiempo que quieras, lo sabes Lena- dijo Ale dirigiéndose a la cocina. Ella dejó sus cosas en la habitación de invitados y luego se reunió con Ale en la cocina. Comieron allí hasta que ella se fijó en que su amiga estaba a medio arreglar. -¿Vas a algún lado?- Preguntó ella curiosa mientras la veía. -Yo… todavía no me decido- dijo Ale ruborizándose por primera vez desde que la conocía. -¿Qué es lo que quieres hacer?- Preguntó ella riendo, sorprendida. -Espiar- dijo su amiga riendo. -A Benjamin Weber- concluyó ella con una sonrisa sabia. -Solo quiero devolverle el favor- se defendió su amiga. -Sí, claro, solo por eso- se burló ella. -Un poquito de eso. -Me apunto- dijo ella con una sonrisa. Ale asintió entonces y ellas procedieron a arreglarse. Se embutieron en vestidos formales, ya que el restaurante en el que supuestamente estaría Benjamin era elegante. Ella se puso un vestido sirena de color n***o con encaje y Ale uno rojo ajustado a su cintura que la hacía ver como Jessica Rabit, zapatos de tacón, el pelo suelto y maquillaje acorde a la ocasión. Una vez lista su amiga las condujo al restaurante. Fueron recibidas por un mesero que era extremadamente cordial con ellas, buscaron entre las mesas a Benjamin hasta que su amiga lo vio y con una sonrisa le aseguró al camarero que él las esperaba, le concedía la calidad de actriz porque todo era una gran mentira. Se acercaron entonces, ella dejó que Alejandra hablara. -¿No le importará compartir su mesa verdad?- Dijo su amiga con una sonrisa -verá, el problema es que no nos gusta comer solas. Benjamin Weber las miró y solo pudo reírse. Él se levantó, tomó la mano de Ale que temblaba un poco y la condujo a la mesa. -Espero que no les moleste que mi socio esté aquí conmigo- dijo Benjamin dejándola helada -Alonso Navarro, ustedes ya lo conocen. Ale había volteado a verla con sorpresa, era como si nunca se hubiera fijado que Alonso estaba allí, pero para ella, una vez que posó sus ojos en él ya no pudo soltarse. La mirada de esos ojos grises era depredadora. Él se levantó para tomarla de la mano y conducirla a la mesa, ella se dejó llevar casi encandilada. -Es todo un placer- dijo Alonso con voz oscura provocándole los escalofríos recorrieran su cuerpo. -¿Y a qué se debe esta sorpresa?- Preguntó Benjamin mirando a Ale. -Solo quería devolverte el favor- contestó su amiga con una sonrisa y doble intención en sus ojos. -Eso no explica por qué estás tú aquí- le dijo Alonso en un tono privado, todavía sostenía su mano haciéndola temblar. -Yo solo quería salir a cenar- contestó ella con simplicidad, no podía pensar en una repuesta más elaborada ni aunque su vida dependiera de eso. -Pues agradezco que lo hicieras- dijo él con una sonrisa -tenía toda la intención de cumplir mis palabras, no pensé que serías tu quien llegaría a mí. -Soy impaciente- dijo ella riendo. El mesero llegó entonces y ellos pidieron la cena junto a dos botellas de vino bastante costosas. Ella tomó la primera copa con necesidad. -Deseaba verte- le susurró Alonso acercándose. Ella se ruborizó sin poder evitarlo, su cuerpo no reaccionaba como ella esperaba. Sus dedos que la acariciaban lentamente excitándola con intensidad. Ella sabía que él lo notaba y por eso seguía tocándola. Se suponía que aquella era una misión de espionaje pero parecía que a ella y a Ale se les había olvidado ese asunto por completo. -Cuéntame de ti- dijo ella sin aliento en un intento de hacer una conversación normal. Ale conversaba con Benjamin de cualquier cosa pero sus miradas eran tan intensas que podría decirse que estaban allí solos. -No hay nada interesante que contar- contestó Alonso tomando de su copa. -Típica respuesta de alguien que no quiere contar su vida- se quejó ella -¿alguna razón en particular? -Ninguna, pero preferiría hablar de muchas otras cosas en lugar de trabajo en una cena como esta- se excusó el con seriedad. -Lo siento. -No, lo lamento yo, quisiera decir que no, pero vi el video- dijo él entonces serio, como si en serio lo hiciera. -Descuida, he sabido llevarlo- masculló ella queriendo cambiar de tema. -Supongo que al menos puedes despedirlo cuando quieras- dijo Alonso -es lo bueno de ser dueña. -Yo no soy dueña de nada- masculló ella. Un segundo después se levantaba -creo que iré al baño. Ella se dirigió a paso rápido al baño, allí se calmó mientras respiraba profundamente. Mojó sus manos buscando calmarse, no podía creer que él estuviera allí, su cuerpo había respondido de la misma manera y él lo sabía. Buscaba tentarla en cada palabra, cada toque. Sus piernas temblaban, su ropa interior se humedecía y su mente se llenaba de escenas donde ellos dos eran la parte central, desnudos, disfrutando. Ella salió del baño unos segundos después. -Lamento mucho si dije algo que te molestara- comentó Alonso desde un rincón en el fondo del pasillo. Ella saltó con su voz. -No lo hiciste- musitó ella con una sonrisa. -De todas formas quería disculparme- insistió él con la misma intensidad mientras se acercaba. Ellos se miraron allí en la oscuridad, una extraña electricidad los recorría. Sus ojos estaban conectados y ella no supo que se acercaba a él hasta que lo tuvo a un centímetro de su cuerpo, la atracción era casi magnética. -No sé qué es lo que tienes que no deja de atraerme- susurró Alonso como si se le hubiera escapado el pensamiento. Ella no pudo evitarlo, con un suspiro se lanzó a sus labios. Él gruñó abrazándola y pegándola a su cuerpo, sus labios se devoraban. Las caricias eran tan buenas como ella siempre se había imaginado que debía ser, sus lenguas se tocaban tentándose. Alonso la sostenía por la cadera mientras ella escalaba por su cuello intentando estar cada vez más cerca aunque eso resultara imposible. Su cuerpo estaba tan excitado que se sentía en llamas y sabía que Alonso lo estaba también por que podía rozaba su dureza. -¿Lena, estás bien?- Fueron las palabras que rompieron el hechizo. Ellos se separaron inmediatamente. Ella salió al encuentro de su amiga que la buscaba en el baño mientras sentía la mirada ardiente de Alonso a su espalda. -Sí, solo necesitaba un momento- dijo ella riendo. Ellas regresaron juntas a la mesa. Lena casi no podía ver a Alonso a los ojos. Su mirada la devoraban. El resto de la cena fue casi imposible, cada movimiento era tan torturador y placentero que resultaba como un previo al sexo. Ella estaba tan excitada que apretaba sus muslos buscando alivio, nunca en su vida le había sucedido algo parecido y menos porque un hombre la hubiera besado. El tiempo transcurrió con las caricias suaves de Alonso hasta que fue el momento de irse, su amiga se despidió de Benjamin y ella hizo lo mismo con Alonso, él solo sonrió. Ella se subieron en el auto casi sin voluntad, la noche había resultado ser demasiado para sus emociones, demasiado para su inexperiencia.
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