SAANVI
La luz entraba en el dormitorio con esa suavidad indecente que solo tienen las mañanas después del caos.
Durante un momento, no supe dónde terminaba mi cuerpo y empezaba el de Liam.
El aire olía a jabón, a piel tibia, a algo que no se puede describir sin decir su nombre: después.
Después del agua.
Después de la tensión.
Después de él.
Desperté antes que él. Tenía un brazo mío atrapado bajo su pecho, y su respiración rozándome el cuello como si el sueño todavía no quisiera soltarlo. La sábana nos cubría a medias, y el recuerdo de la noche seguía ahí, suspendido en el aire: el sonido del agua, sus manos buscándome como si necesitara comprobar que yo era real, mi nombre escapando de su boca en un tono que no había escuchado antes.
Hicimos el amor.
No como una descarga, no como
