Una complicidad tierna

1577 Words

LIAM El ascensor tardó una eternidad. No sé si por el silencio o por el zumbido constante en mis oídos. Tenía los nudillos abiertos, el cuello ardiendo y una línea de sangre seca marcando la comisura de mi boca. El espejo del ascensor me devolvía una imagen que no sabía si odiar o aceptar. Respiré hondo. Una. Dos veces. El pulso seguía fuera de ritmo. El pasillo olía a pintura fresca. El tipo de olor que debería calmarte, pero que solo me hizo sentir más encerrado. Saqué las llaves, abrí la puerta y lo primero que esperé fue el silencio habitual del departamento. El mismo silencio que siempre me recibe después de las noches largas. Pero no estaba vacío. Había luz. Y una sombra moviéndose en la cocina. —¿Liam? La voz me golpeó más fuerte que cualquier puñetazo. Saanvi. Me qued

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