3. Inquietudes

2278 Words
3 años más tarde... . Owen ajustó su keikogi, se levantó de su posición de espera cuando fue llamado hacia el tatami, él se posicionó a un extremo de éste, frente a su compañera de práctica, quien se encontraba en la otra punta, ambos se saludaron inclinando sus cuerpos hacia adelante, luego se giraron levemente hacia el frente del Dojo para hacer una reverencia una vez más y posteriormente dirigirse al centro del tatami e iniciar finalmente. La práctica inició, su compañera lo proyectó al suelo una vez, después continuó con sus ataques circulares que partían desde las caderas, poniendo en contra de él mismo su propia fuerza y provocando así su desequilibrio e inmovilización. Los movimientos continuaron sin que Owen hiciera muchos esfuerzos por devolver los ataques. En esa práctica, su oponente se trataba de su hermana Victoria. —Puedes defenderte, Owen. —Murmuró entre dientes antes de hacer un movimiento más. Él negó con la cabeza a la vez que se levantaba. Owen deseaba practicar algún tipo de arte marcial porque quería tener las herramientas necesarias para defenderse si lo llegaba a requerir en algún momento; sin embargo, como estaba seguro de que su hermana lo seguiría en lo que fuera que practicara. Escogió el Aikido, un tipo de arte marcial que servía como defensa personal, pero que estaba inspirado en la “no violencia”, centrado básicamente en el control, inmovilización y proyecciones del oponente utilizando su propia fuerza, sin la necesidad de causar lesiones severas. Aquel chico de 11 años era tan sobreprotector con su hermana que había estudiado entre la diversidad de estilos que más se adaptara a lo que quería, lo que menos quería era que Victoria saliera lastimada una sola vez con la violencia extrema de otros estilos, en donde pudiera verse sangre, gritos y en algún punto, brut@lidad. Hasta ahí llegaba su afán de proteger a sus hermanas. De regreso a casa, Owen y Victoria iban en el asiento trasero del auto que era conducido por un par de guardaespaldas, ella estaba evidentemente enojada, con sus brazos cruzados sobre su pecho y expresión rígida en su rostro. —Oh, vamos Vicky, ¿sigues molesta por la práctica en el dojo? —¡Eres uno de los mejores alumnos! Pudiste hacer algo y no dejarme ganar, así como así. —¿Y si te dolía? —¡No importaba! Quería que me trataras como a los demás sobre el tatami. —Elevó su voz a la vez que volteaba a verlo con el entrecejo unido. —Nop, lo siento. Y te voy informando que si nos vuelven a enfrentar haré exactamente lo mismo. No te tiraré al suelo ni siquiera en una práctica. —Entonces, debemos hablar con el sensei. —Prefiero eso a correr el riesgo de lastimarte. —¡Bien! —Dijo secamente y volvió su mirada hacia otro lado. —Y, ¿seguirás enojada conmigo? —Victoria viró sus ojos. —Si pasamos antes de llegar a casa por unos helados, quien si se me pase. —¡Hecho! Vamos por helados. Owen complació a su hermana y le pidió a los guardaespaldas que se detuvieran en una heladería de regreso a casa y les compraran, adicional a eso, galletas para compartir con la más pequeña de la familia, su adorable hermanita de 3 años, Selene. Al final, Victoria había salido triunfante en su apuesta por el sexo del bebé hacía algunos años. Tan pronto entraron a casa, Victoria fue a toda prisa por Selene a su habitación para invitarla a comer las galletas que habían llevado, mientras que Owen se quedó en la sala acariciando a Chispas, su perro dálmata que salió a recibirlo efusivamente. —Oh, mi amigo, ¿me extrañaste? ¿Me extrañaste? —Le habló chiquito cuando le apretujaba suavemente y acariciaba la cara. Owen se tiró en el piso y el perro se puso patas para arriba, a lo que él le empezó a rascar la panza; estaba a la espera del regreso de sus hermanas para comer esas galletas, pero en ese momento, un murmullo de voces lejanas llegaron a sus oídos. Él buscó con la mirada por el interior de la casa de dónde venían las voces de sus padres, hasta que se asomó sigilosamente por una de las ventanas que daban hacia el jardín trasero y pudo apreciarlos charlando misteriosamente. Aquella conversación se escuchó más claramente y sus padres tenían en sus rostros expresiones de gran preocupación. —No debiste ir sola a hacerle esa visita, Charlotte. Pude ir contigo. —Recriminó Liam inquieto. —En prisión no podía hacerme nada, mi sol. No te preocupes por mí... —él se frotó los ojos con las yemas de sus dedos, exasperado. —Eres mi esposa, Burbujita, siempre me preocuparé por ti. —Le recordó. —¿Puedo saber de qué hablaron? —Me harté de que Duncan busque quitarnos a nuestro hijo y fui a dejarle mis advertencias y nuestra posición. —Admitió severa. —No más incómodas visitas sociales. Owen abrió sus ojos de par en par al escuchar aquello, no sabía de quien hablaban, pero evidentemente se trataba de un tema que lo involucraba; también era muy cierto que en los últimos años habían sido más frecuentes las visitas de las trabajadoras sociales y la cantidad de preguntas que le hacían eran cada vez más sofocantes, a pesar de que se constatara que viviera con una familia acomodada, recibiera todo el afecto que pudieran darle y tuviera casi toda su vida con ellos sin haber existido quejas de ninguna de las partes. Él nunca había sabido quién era su padre biológico; le contaron sobre su difunta madre biológica y hasta tuvo la oportunidad de conocer a su abuelo, quien en ocasiones lo visitaba; pero nunca era mencionado su padre y le apenaba preguntar por él, tenía la ligera sospecha de que no era un buen hombre. —¿Qué advertencias? —Inquirió Liam receloso. Se escucharon los gritos juguetones de Selene corriendo por el interior de la casa, siendo perseguida por Victoria, y se dirigían hacia Owen. El ruido llegó hasta Liam y Charlotte por lo que interrumpieron su conversación y miraron hacia alrededor, su hijo se había mantenido sigiloso, por lo que no se percataron de que él estuvo escuchando. Owen era un chico muy bien portado, un hijo modelo; sin embargo, tenía la tan errada idea de que si llegaba a quebrantar reglas o hacía algo indebido, sería devuelto a un orfanato, y en gran parte se debía al sinfín de visitas sociales que recibía en un mismo año, le daba señales de que algo podría andar mal. Él adoraba a esa familia que lo acogió como de su propia sangre y nada le aterraba más que fuera separado de ellos. El resto del día estuvo algo callado, la conversación de sus padres rondaba en su cabeza y se preguntaba: «¿Quién es ese Duncan que quiere separarlo de sus padres?». Tanto Charlotte y Liam se percataron del ensimismamiento de su hijo, por lo que después de la cena, cuando las niñas se alejaron de la mesa del comedor para jugar, ellos decidieron indagar en eso que notoriamente estaba preocupando Owen. —No nos has contado cómo les fue hoy en las prácticas, cariño. —Empezó Charlotte. Owen miró hacia un lado buscando qué tan alejada estaba Victoria. —Vicky se molestó conmigo porque no quise derribarla. —¿Aún está molesta? —Preguntó su padre. —No, creo que ya se le pasó, pero seguramente se moleste de nuevo si se lo recuerdo. —Diste directo a su orgullo, estuvo esperando ese enfrentamiento durante meses. —Recordó Charlotte. —Pero no la lastimaré. —Sé que se trata de un deporte y entiendo el punto de tu hermana, pero en parte me llena de orgullo que quieras proteger a tus hermanas de cualquier cosa... —Owen le sonrió levemente. —¿Estás triste por eso? —Indagó Liam con voz apacible. —No... no estoy triste. —Él se inclinó hacia adelante. —¿Puedo preguntarles algo? —Interpeló susurrando. —Claro, lo que desees saber. —Refutó su madre, sorbió un poco de agua para luego acomodarse más en su asiento antes de escuchar lo que él quisiera preguntarles. —¿Cómo se llama mi padre biológico? —Soltó sin más. Charlotte sintió su aliento desvanecer ante la interrogante de su hijo, mientras que Liam entreabrió sus labios, también aturdido por la pregunta sin rodeos, ambos se miraron al rostro nerviosos. —Es la primera vez que preguntas sobre él... —Comentó Liam después de eternos e incómodos segundos y aclararse la garganta. —Es que no quiero incomodarlos con mis preguntas constantemente. —Liam colocó una mano en su hombro y lo apretó ligeramente. —Es lógico que tengas dudas, puedes preguntar lo que necesites saber cuando desees. —Hemos estamos conscientes de que en algún momento querrás saber sobre tus orígenes y no somos quiénes para negarnos a que lo conozcas. —Dijo Charlotte entrelazando la mano que tenía a su alcance y acariciando con su pulgar. Tragó grueso para continuar. —Su nombre... —Daba la impresión de que su labio inferior temblaba ligeramente. —Su nombre es Duncan, Duncan Schmitt. Owen no dijo nada, se quedó callado, meditando. Sus padres permanecieron atentos, pero un tanto intranquilos esperando por la siguiente pregunta que fuera a hacer con respecto a Duncan. —¿Me podrían contar más acerca de Yulia? —Al mismo tiempo, Liam y Charlotte soltaron bocanadas de aire, aliviados, cuando Owen continuó con una pregunta sobre su madre biológica y no acerca de Duncan. —Bueno, no la llegamos a conocer, hijo, me temo que lo poco que sabíamos te lo hemos contado. —¡Oh! Hace unas semanas conseguí unas imágenes de ella en la web, más artísticas a las que ya conoces de ella y las guardé. Era muy famosa en Rusia y se estaba abriendo paso por el resto de Europa. —Añadió ella, alcanzando su móvil sobre la mesa. Charlotte buscó entre los archivos de su teléfono hasta que encontró las fotografías de la hermosa supermodelo rusa, seguidamente, se lo extendió a Owen. —Ten, desliza, hay varias de ella. Owen deslizó como su madre le sugirió, y se sorprendía con cada una de aquellas fotografías. Eran imágenes de Yulia, su madre biológica desfilando en galas, pasarelas o posando frente a las cámaras promocionando algún producto. —¡Guau! Era muy bonita. —Apartó su mirada del móvil y se fijó en su madre, luego hacia la fotografía de nuevo. —Se parecía a ti, mami. —Eso dicen... —Se encogió de hombros con una sonrisa ladeada. —Sosias... cuando dos personas sin parentesco alguno se parecen, se les llama sosias. —Añadió Liam. —El abuelo Vlad, te podría hablar más de ella. —El abuelo Vlad es genial, pero casi no lo vemos, ojalá nos visitara más seguido. —Dijo desanimado. —Supongo que mamá puede hablar con él, pidiéndole que venga a visitarnos. —Sugirió Liam a la vez que le hacía la petición a Charlotte con la mirada. —Desde luego, hablaré con él. O que al menos se comunique más seguido y te realice videollamadas. Tu abuelo te adora. —Owen sonrió más animado. —¡Gracias! Me encantaría. Y... ¿puedo hacer otra pregunta? —Por supuesto... —Volvieron a tensarse. —¿Cómo murió Yulia? Charlotte carraspeó, adoptó una expresión seria y observó hacia un punto lejano antes de hablar, pensando en las palabras adecuadas para él. —A veces, las personas más inocentes quedan atrapadas en los caminos peligrosos de otras que no lo son. Yulia, fue víctima de alguien deshonesto que hoy está pagando por lo que hizo. —¿En la cárcel? —Así es... Owen se quedó analizando, encajando las piezas de aquella conversación que escuchó con lo que ahora le respondían. Sus padres le dieron tiempo, sin presionarlo con algún comentario o cuestionamientos, pues, comprendían que todo aquello eran inquietante por un pasado tan abrumador y que temían que le lastimara; lo dejaba que procesara la situación a su manera. Sin embargo, ellos no dudarían en responder a sus inquietudes si se los pedía, desde que fue adoptado prometieron siempre hablarle con la verdad. —Entiendo... —De pronto abandonó su asiento junto a ellos alrededor de la mesa del comedor. —Iré a hacer mis tareas... —¿Está todo bien? —Inquirió Liam, mostrándose tan desconcertado como su esposa. —Si papá, gracias por responder a mis preguntas. —Cariño, te repito, siempre estaremos dispuestos a hablarte con la verdad y a aclarar todas tus dudas. —Aseguró ella sosteniéndolo por los hombros antes de que se retirara. —Está bien. —Sonrió y le dio un beso en la mejilla a Charlotte para luego darle un abrazo a Liam. Sus padres se quedaron en silencio observándolo mientras se alejaba saliendo del comedor. —Tarde o temprano nos preguntará más sobre él. —Dijo ella después de contener el aliento. —No quisiera que eso le afectara. —Es una verdad que no podemos desaparecer y es mejor que le hablemos sobre ella nosotros mismos cuando se sienta preparado. Owen estaba en lo cierto con respecto a lo que presentía, aquel hombre que fue uno de los que le dio la vida, no era una buena persona y no solo eso; había causado grandes daños a su paso; a Liam, a Charlotte en gran escala y sobre todo, fue el encargado de extinguir la vida de Yulia fríamente.
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