BEN.
Lagran puerta de metal del refrigerador se cierra detrás de nosotros con un golpe, y pongo una mano sobre ella, solo para asegurarme de que selle.
— … Solo digo que es un trabajo infantil — digo.
— Ella también vende galletas de Niña exploradora — señala Darren. — ¿Eso es trabajo infantil?—
— Ese es un puesto de voluntario para una organización sin fines de lucro— O a menos, supongo que lo es. Seguramente las Niñas exploradoras de America estaban extentas de impuestos.
— Bueno, ella gana cincuenta dólares por media caja— continúa mientras caminamos de regreso a nuestras oficinas, pasando junto a los enormes cilindros plateados. Cada uno de ellos tiene una boquilla y un dial, y por pura costumbre, Darren les hecha un vistazo rápido a cada uno cuando pasamos juto a ellos.
— ¿Cincuenta? ¿Somos una organización benéfica?—
— Esas cosas son pequeñas— dice sonando un poco a la defensiva. — ¿Tienes idea de cuanto se tarda en recoger media fanega de bayas en febrero? Además, es un trabajo especializado, tienes que encontrar el árbol adecuado y conseguir una escalera...—
— Todo lo que su tío Adam hace por ella — señalo.
— Si desea renegociar sus tarifas puede intentarlo — dice, con una pequeña sonrisa en su rostro. — Mark hizo una especie de pacto con ella sobre el pastel hace dos años y todavía recibe el pago. Despiadado, te lo aseguro—
El tiene razón. A los nueve años su hija Riley tiene a sus cuatro tíos enrollados al rededor de su pequeño dedo. —¿ La hiciste llenar un formulario W-9?— pregunto. —¿O también está evadiendo sus impuestos?— Darren se detiene, se inclina hacia un dial y luego mira el tanque. Todo me parece bien, pero claro, esta parte no es realmente mi especialidad. Puedo manejarlo bien si Darren no está, pero el es el maestro cervecero. Yo, soy el maestro de las hojas de cálculo. Suena menos sexy, pero creeme, es igual de importante.
— ¿Por qué, vas a llamar al IRS por ella?— pregunta mirándome y sonriendo. — Tal vez también podrías mencionar la vez que instaló un puesto de limonada y no cobró el impuesto sobre las ventas—
— Eso es más, un asunto del condado —digo inexpresivamente.
— Mira a Riley le gusta salir con su tío Adam y recolectar bayas de enebro— dice Darren. —Es una buena experiencia de unión para los dos —
—¡Ben!— una voz grita detrás de nosotros y ambos volteamos. Alex, nuestra directora de operaciones, está parada al otro extremo de la fila de tanques de acero, agitando ambos brazos en el aire. Le devuelvo el saludo.
— Alguien está aquí para verte— grita, caminando hacia nosotros.
—¿Quién? — veuelvo a llamar.
—¿Soy tu secretaria?— dice mientras nos encontramos en el medio de la habitación, debajo de los tanques de acero.
—¿Tienes alguna información sobre esta persona misteriosa?— Bromeo. —¿O estoy caminando a ciegas hacia algún tipo de emboscada?—
—Es una rubia de aspecto elegante, así que dímelo tu?— dice Alexs, levantando ambas cejas. —Ojalá y ella solo quiera ceveza. Ya sabes lo que te dije sobre, "el momento feliz" durante las horas de trabajo—
—¿Fue que como dueño, puedo hacer cualquier tontería que quiera?— respondo, pero solo la estoy molestando. Conozco mi reputación. Soy yo quién se lo ganó.
Detrás de mi, Darren suspira. —¿Quieres que tome este?— pregunta, cruzando los brazos sobre el pecho. Estoy noventa por ciento seguro de que me está haciendo pasar un mal rato, pero mi enfado parpadea de todos modos.
—No, me gustaría que este pedido de cerveza esté debidamente regristrado, contabilizado y no arruine el resto de los números de este mes— digo un poco irritado.
— Lo hice una vez— dice. —Hace tres años—
— Si, y Naty todavía me llama todos los meses para asegurarse de que el Dixie Pub reciba los barriles correctos en el día correcto— digo.
— Ella te llama porque está enamorada de ti y siempre recuerdas el nombre de sus nietos — dice con una sonrisa maliciosa comenzando a apoderarse de su rostro. —¿Sabes que una vez la oí hablar de las cosas que te haría? ¿Te parecería si ella fuera veinte años más joven? ¡FEEEEP! suena un repentino y ensordecedor silbido, y Darren y yo damos un paso atrás.
—¡Niños!— Alex dice, serveramente.
—¿Sabe que podríamos despedirla?— le murmuro a Darren.
—Buena suerte con eso— se ríe Alex. —Ella está en la sala grande, ¿vas a ir...?—
— Si, iré a ver a la rubia elegante— digo y empiezo a caminar. ¿Qué es esto, una película de Hitchcock? Si ella quiere que le ayude a matar a su marido, estoy fuera.
La gran sala es justo lo que llamamos el espacio publico principal de la cervecería. Tiene una barra en una pared, dianas en otra y ventanas en una tecera. El lado sin las dianas tiene tres largas mesas de madera a lo largo de la habitación, todas hechas por Karen, la esposa de Darren. En definitiva es agradable, un poco elegante, un poco acogerdor y un lugar muy agradable para pasar el rato con amigos un sábado por la tarde.
Me dirijo hacia allí entre las columnas de grandes tanques de acero, pasando por nuestras oficinas, repasando una lista en mi cabeza. Todavía tengo algunas facturas que pagar, incluida la que Clover Organics finalmente corrigio, tengo que descubrir porque el deposito directo de Iris no se realizo ayer, y luego mi otro hermano, Mark estará aqui porque es la apertura suave..
En el momento en que llego a la puerta, me dentengo. Es solo por un instante, pero mi mente se vacía y todo lo que puedo oír es el golpe seco de mi corazón, el lento fluir de la sangre por mis venas, el susurro de la adrenalina mientras me pincha la nuca.
Daniela está parada allí. Ella esta en el centro de la gran sala, toda pelirroja y pecosa. Lleva un largo abrigo de lana n***o y tiene las manos en los bolsillos. Está hablando con su madrastra Bella, riendo. Estoy descarrilado, todos los pensamientos sobre el deposito directo y mi hermano Mark han desaparecido, como Daniela es el centavo de cobre en las vías y yo soy el tren lo suficientemente desafortunado como para atropellarlo, el uno entre un millón que se estrella debido a algo sencillo y encantador.
Levanto mi pie derecho del suelo, recuerdo cada movimiento individual de mis piernas que comprenden la acción caminando y avanzando.
—Hola— gtito. —¿Escuché que neceistaban ayuda con cerveza? — Cruzo la habitación hacia ellas, con una sonrisa en mi rostro. Como si esto no tuviera nada interesante.
— Ben— dice Bella, que es a la vez elegante y rubia. — Muchas gracias por tomarte un tiempo de tu día para ayudarme— Y luego estoy parado allí, frente a ellas. Junto las manos delante de mi y miro a una y a otra y pienso que es encantadora, servicial, amigable y sigo sonriendo.
— No es ningún problema — le digo a Bella, pasando una palma sobre la otra. —¿En que estoy ayudando exactamente? Probablemente debería averiguarlo antes de hace cualquier promesa—
— Se que es de último minuto— dice Bella. —Pero tuvimos más confirmaciones de asistencia de la que esperabamos para la boda de Eva mañana, así que espero poder agregar otras diez cajas de cerveza a nuestro pedido— No miro a Daniela, pero puedo verla de todos modos: mirando a Bella, su rostro no revela nada, pero, todavía ilumina el lugar como si fuera el sol.
— Bueno, no lo sé — dije inexpresivamente. — Solo somos una cervecería, no estoy seguro de dónde sacaremos todas esas cervezas— Bella se ríe, extiendo la mano y me pone una mano en el hombro.
— Esto es lo que tengo que soportar por Eva— le dice a Daniela. —Ben Benson me esta insinuando—
—Probablemente valga la pena— dice Daniela, con las comisuras de los ojos arrugándose. — Aunque también podríamos volver a Kroger y comparar un par de cajas de Budwiser. Budwiser nunca se insinuó a nadie—
— Eso es cierto— digo. —Simplemente no tiene personalidad. Pero si quieres una cerveza atrevida, por supuesto que puedo ayudarte. ¿Qué necesitas?—
— Tengo que admitir que no recuerdo exactamente lo que ya hemos pedido y hoy no traje mis notas de comida y bebida— Comienza Bella. —Pero habíamos planeado que asistieran trescientas cincuenta personas a la boda, pero pudieron asistir mas de las que pensaba...— Daniela mira a Bella y a mi y luego vuelve, pero siento como si alguien hubiera abierto la puerta del horno en una casa helada. Todo en ella es cálido: cabello rojo, el color de una brasa a punto de encenderse. Ojos verdes claros. Pecas que salpican su piel como hojas de otoño en el último día soleado. —...pero como a mayoría de las confirmaciones de asistencia inesperadas son de los amigo de golf de Harold y el equipo de lacrosse de Tom, diría que tomamos aproximadamente un diez por ciento más de lo que pedimos originalmente— finaliza Bella. —¿Te parece bien?—
—Absolutmente — digo. —Sería bastante malo en mi trabajo si no pudiera conseguirte ocho cajas más de cerveza. ¿Las quieres en la misma porción que el resto del pedido?— Nunca digo números en voz alta a los clientes si no tengo una prueba escrita frente a mi, pero de todos modos lo tengo todo memorizado. No es mi intención. Solo pasa. Bella pidió ochenta cajas de cerveza, divididas en treinta cajas de Benson Lager, veinte cajas de Southern Lights IPA, diez cajas de Solstice Stout y diez cajas de Boondocks Brown. Con doce botellas por caja, son novecientas setenta cervezas. En otras palabra si Bella quisiera que me pusiera cabeza abajo ahora mismo, al menos lo intentaría.
— Eso sería perfecto— dice Bella. —Mucha gracias—
—No hay ningún problema. Los cargaremos esta noche y los entregaremos mañana— digo, deslizando mis palabras una sobre otra en la dirección opuesta. Puerta del horno, camara frigorífica.
—¿Cómo van los preparativos de la boda?— Bella suspira.
— Todo es una locura y hay un millón de cosas que hacer— afirma. —Tú sabes como es— No. Nunca he planeado una boda ni he estado casado. Soy el único en esta sala en este momento que no lo ha hecho y, a mi pesar, miro a Daniela. Ella aparta la mirada y me pregunto por que carajo hice eso.
— Completamente— digo. —Nunca lo he hecho yo mismo, pero Darren me dejó destrozado durante la semana anterior a su boda. También lo hizo Mark, aunque la de el fue solo una ceremonia glorficada en el tribunal—
—No sabía que Mark se había casdo— dice Bella. —¡Felicidades!—
—Se lo transmitiré— digo.
—¿Quién es su esposa?—
—Su nombre en Melissa James — digo, introduciéndome en la pequeña charla. —Ella fue a la escuela secundaria con nosotros—
— Conozco ese nombre — dice Bella con un pequeño y delicado ceño fruncido en su frente. —¿Por qué se ese nombre?—
— ¿Ella negocio los permisos de fuegos artificiales en la boda de Wendy? — Daniela dice de repente. —¿Cuándo el jefe de bomberos no quería dejarnos hacer estallar, pero ella negocio tener un camión de bomberos esperando, por si acaso?—
— Suena como Melissa—, estoy de acuerdo. —Ella solía trabajar en Jardín los pinos—
—¡Si!— exclama Bella. —Si, eso es exactamente. Me gusto mucho trabajar con ella, realmente hizo las cosas. La pobre debe haberse sentido decepcionada por tener una boda pequeña— casi me río.
—No lo creo— le digo a Bella.
—Hay mucha gente que no quiere la mitada de la costa este para sus bodas—
—Me niego a creer semejante tontería— Bella se rie y se ajusta al hombro un bolso que parece caro. —De todos modos, deberíamos ponernos en marcha. La cena de ensayo es esta noche y Daniela afirma que le toma horas peinarse—
—Solo si no te gusrta el aspecto del moño rizado— le dice Daniela, llevándose una mano a la cabeza de color naranja con su cabello atado y retorcido en la parte superior. —Si te gusta eso, sigue preguntándole a Ben sobre bodas — Bella vuelve ajustar su bolso y luego mira a Daniela y a mi como si estuviera pensando.
—En realidad— dice, con esa familiar y gentil sonrisa en su rostro nuevamente. —¿Puedo molestarte para usar el baño de damas antes de que nos vayamos?—
—Por su puesto— digo, y señalo el camino. Bella me agradece, vuelve a sonreír, y se aleja. De repente estamos solo nosotros, Daniela y yo, solos y juntos en esta habitación. Es la primera vez que estamos solos en dos años, tres meses y dieciseis días, pero ¿quién cuenta?.
***