2. Sólo serán diez minutos.

2787 Words
*** —Prefiero celebrar tu día especial con amigos y familiares en lugar de ponerme al día torpemente con un chico que no he visto en, ¿cuánto, ocho años?— Yo digo. Así es, saque las armas pesadas: “día especial”. Eva hace una mueca y sigue desplazándose en el iPad. —¿Por favor?— pregunto. —Me gustaría que consideraras esto— dice Bella. —Odiaría que fueras la única allí sin cita y sin nadie con quién bailar en toda la noche— —Bailare con Bruce— digo, nombrando a mi primo favorito, quien asistirá a esta boda con su hermana y por lo tanto no pude ser mi cita. —Estoy segura de que habrá hombres solteros allí. Bailaré con uno de ellos. Bailaré con todos si quieres— Bella suspira. —Y no quieres que haya un bicho raro en tu mesa durante la cena, ¿verdad?— La engatuso. —¿Qué pasa si resulta que esta metido en algún esquema piramidal y se pasa todo el tiempo tratando de vendernos calzas con aceites esenciales?— —Está bien, está bien—dice Bella, levantando las manos. —Si realmente estás tan comprometida, está bien. ¿Encoje tus hombros?—Encojo mis hombros. Por dentro estoy levantando el puño porque aleluya, aleluya, puedo asistir sola a esta boda. Es un milagro de mitad de enero. —Ahora relájate— dice Bella Lo hago, y sus ojos se mueven de codo a codo, buscando el más mínimo indicio de azul, n***o o rojo que se asoma desde la parte inferior de la capa. Me quedo allí, inmóvil como una estatua, con el corazón acelerado. No por la capa. En la última prueba, dónde se decreto que las damas de honor usarían capas de piel falsa, me midieron, me ajustaron, me midieron, me volvieron a colocar, así que no tengo ninguna duda de que mis tatuajes de media manga estan cubiertos adecuadamente. ¿Pero que pasa si los llevo? Ni siquiera es una pregunta real. No puedo con el, no lo haré y no lo haré. Ben y yo tenemos un pacto y asistir juntos a una boda definitivamente volaría sus terminos. —Eva, ¿te parece esto?— pregunta Bella, parándose frente a mi lado izquierdo. —Todavía puedo ver algunas líneas que la capa no cubre, pero dejaré en tus manos si rehacemos el dobladillo o no— Eva deja el iPad y se levanta, agitando su largo cabello rubio sobre sus hombros. Mi hermana menor todavía se mueve como la animadora que solía ser, y sus pasos son cinco por ciento más saltarines que el promedio. —¿Dónde?— pregunta, parándose junto a Bella. —Aquí— dice Bella, trazando un dedo justo encima de mi codo. —No es mucho pero...Daniela, encógete de hombros y relájate de nuevo— Lo hago, habiendo aceptado hace mucho tiempo que mi papel como dama de honor es esencialmente decorativo, como un cojín. —Apenas se ve debajo del encaje— dice Eva. —Y estamos tan cerca que creo que desde más lejos no podrás verlo en abosoluto— Giro la cabeza. Las dos podrían ser gemelas, nacidas con treinta años de diferencia. Tienen las mismas figuras esbeltas, el mismo cabello rubio, lo mismos ojos azules y pómulos altos. Saco la lengua y cruzo los brazos hacia ellas. —Quédate quieta, ya casi hemos terminado— dice Bella. —Si no le hubieras hecho eso a tu hermosa piel, ya habríamos terminado, ¿sabes?— A ella no le gustan mis tatuajes. No es un secreto. No le gustó el pájaro que me puse en la cadera justo después de mi divorcio, no le gustó cuando me puse dos medias mangas y una parte superior de la espalda y ciertamente no le gusto cuando decidí convertirme en tatuadora. Es cierto que tengo bastante éxito ahora que ella se ha dado cuenta de esa última parte. Incluso la escuché alardear sobre le pequeño negocio de su hijastra una vez. Si ella supiera sobre mi tatuaje de pecho, actualmente escondido bajo una gruesa capa de maquillaje, tampoco le gustaría ese. Me llevo las manos a al cabeza y hago astas de alce, todavía sacando mi lengua y cruzando mis ojos. —Ahora realmente podemos verlos—dice Eva inexpresiva mientras Bella simplemente suspira. —Voy a permanecer exactamente así durante toda la ceremonia de boda—digo. —Maaaamaaa— dice Eva riendo. —Has que Daniela sea normal— —Daniela, no pretendas ser una especie de...monstruo alce deformado...el día de la boda de tu hermana—dice Bella. —Bien— digo y retomo la postura normal. Hablamos del broche de mi capa. Discutimos lo que vamos hacer con mi cabello. La costurera, cuyo nombre es Lusia, creo que interviene con algunas actualizaciones sobre mi trasero. Entonces, por fin, terminé. El resto de la tarde transcurre en un agradable caos, mientras pongo chocolates kises de Hersheys personalizados en las pequeñas y elegantes cajas con las bolas de nieve, llamo a la floristería, ayudo con la distribución de los asientos y realizo otras cien tareas menores previas a la boda. En privado, me pregunto si los días previos a mi boda fueron tan caóticos. ¿Nuestras tarjetas de mesa estaban grabadas? ¿Cada uno de nuestros invitados recibió chocolate con nuestros nombres? Lo único que realmente recuerdo es una sensación de incertidumbre que empeoraba cada día. Me estoy poniendo el abrigo y la bufanda, a punto de irme a casa, cuando Bella me detiene. —Daniela— dice cruzando el vestíbulo de techos altos, camina entre las dos escaleras. —¿Estás segura? — Libero mi cabello de la bufanda y la coloco alrededor de mi cuello. —¿Acerca de Vince?— —Sobre no llevar una cita a la boda— dice, su voz más tranquila mientras se acerca a mi, con una mano en mi hombro, su toque ilumina a través de mi grueso abrigo de lana. —Si— digo, al instante. —Estoy muy segura— —No supone ningún problema— continúa. —Sé lo incómodo que puede ser ir sola a algo como esto, cuando todos los demás están emparejados, y lo sola que puedas sentirte— Su mano aprieta ligeramente mi hombro y la miro a la cara, llena de nada más que preocupación maternal. Bella no se equivoca. Cuando tenía la edad de Eva, no pensé que estaría soltera a los casi treinta. Pensé que todavía tendría un marido y algunos hijos adorables. Pensé que seriamos esa familia que enviaba una irritante tarjeta navideña cada año sobre lo maravillosas, grandiosas y perfectas que son sus vidas. Claramente eso no sucedió, pero nunca he podido convencer a Bella de que estoy feliz por eso. —Bella, está bien— digo. —Lo prometo— —Me preocupa—dice en voz baja. —Te prometo que la respuesta no es Benjamin Benson— digo igualando su tono. —Oh, no me refiero a él específicamente —dice Bella. —Solo quiero que seas feliz, y si puedo ayudarte, mucho mejor— —Soy feliz sola— le digo. —En serio— —Está bien— dice, y me da un apretón más en el hombro. —Te amo. Conduce con cuidado. Ten cuidado con los policías en esa curva justo antes de cruzar en el arroyo, últimamente se han estado escondiendo en un punto ciego y se que te gusta acelerar— —Gracias— digo mientras se pone de puntillas y me da un beso rápido en la sien. —¡No llegues tarde mañana!— Bella me llama mientras abro la pesada puerta principal de su casa y luego la dejo cerrar detrás de mi. Exhalo, mi aliento se empaña frente a mi como si fuera un dragón con su luz apagada, y bajo las escaleras delanteras de la mansión de mis padres hacia el camino curvo y pavimentado, la fuente en el centro cerrada por el invierno y extrañamente tranquila. Todo está tranquilo, desolado, muerto. Aún no son las cinco, pero el sol es un recuerdo desvalido en el cielo occidental, la luna y las estrellas duras y brillantes arriba. Los árboles que bordean el largo camino de acceso a la casa estan desnudos, las ramas apuntan al cielo como manos esqueléticas. Durante cuatro meses al año el mundo está muerto, marrón y gris. Lo poco que conseguimos hace que todos entren en pánico durante cuarenta y ocho horas antes de derretirse en restos sucios al costado de la carretera, por lo que no es de mucha ayuda. Me dirijo a mi coche. Respiro profundamente el aire frío y luego exhalo con fuerza. Hace frío, está gris y es una mierda, la época del año en la que parece que la primavera nunca llegará , y hoy tuve que pensar en Ben otra vez. No quiero pensar en Ben. No quiero pensar en nuestro pasado compartido, y particularmente no quiero pensar en ello tan cerca de la boda de Eva, pero aquí estoy. Mientras conduzco por el carril arbolado, lejos de la casa de mis padres, me pregunto cuanto tiempo más tomara olvidarlo. A la mañana siguiente… Golpeo el papel con el bolígrafo mientras Bella frente y se detiene con cuidado. En el asiento trasero se oye el ruido de la ropa de la tintorería balanceándose entre si. —¿Hay algo más que necesitemos en la lista de canciones que absolutamente no se deben reproducir?— Pregunto, tratando de pensar. —¿Tienes "Lay Lady Lay" ahí?— —Hay un cero por ciento de posibilidades de que la banda toque una canción de Dylan en la boda de Eva— señalo mientras ella hace avanzar el auto. —Hay un cero por ciento de posibilidades de que no la pongas en la lista— dice. Escribo Lay Lady Lay en la lista, solo para complacerla. —Every Rose Has hits Torn— continúa. —Pour Some Sugar On Me. Son canciones de striptease— —Claro por eso— bromeo, escribiéndolas ambas. —Lo son— —Simplemente tienes miedo de no poder contener tu verdadero yo interior si aparecen— digo. —He visto fotos tuyas en los años ochenta— —Daniela, ¿estás llamando stripper a mi verdadero yo interior?— —Estoy llamando a tu verdadero yo interior una fanática de Axl Rose que tal vez no sea capaz de resistirse a un solo de la guitarra aérea— digo sonriendo. —La abuela me contó todo sobre las paredes de tu dormitorio en la escuela secundaria— Hay una sonrisa secreta y furtiva en el rostro de Bella y me mira rápidamente mientras conduce. —Todavía tengo algunas fotografías— dice, levantando una ceja como si se estuviera portando realmente mal. —No le digas a tu padre— Hago un movimiento de cierre de labios y luego tiro una llave imaginaria. —Y Don’t stop believing— dice. —Ustedes los jovenes, me han arruinado esa canción— suspiro y la escribo, incluso aunque me gusta. Es viernes, el día antes de la boda de Eva, y he salido con Bella desde las nueve de la mañana haciendo mandados relacionados con la boda. En la parte de atrás, tenemos vestidos de damas de honor, fajines, trajes de floristas y portadores de anillos, además de todos los detalles relacionados con el atuendo que cualquiera pueda desear. Hay un rollo de cinta adhesiva ahi atrás, junto a un pequeño kit de costura. No se para que sirve. Tengo miedo de preguntar. Oficialmente, ella quería que la acompañara porque también vino a ver como estaban las flores y el pastel estaban por llegar, y tengo "ojo de artista", pero en realidad, creo que teniendo alguien con ella haciendo estos mandados calma su psique ansioso y microadministrador. Si Bella se comportara de esta manera en una barbacoa del sábado por la tarde, lo rechazaría. Pero es la boda de Eva, lo cual es muy importante. Estoy segura de que volverá a la normalidad la próxima semana. Al menos ese fue el caso con las otras tres bodas que planeo, la mía, la de Wendy y la de Olive, así que solo necesito sonreír y asentir hasta que todo termine. —¿Algún otro himno querido que quieras asegurarte de que la gente no escuche?— Bromeo, mirando hacia abajo, la lista de canciones que incluye todo lo anterior así como, "El baile del pollo", "YMCA" y "Friends in Low Places". Esa última fue la adición de Eva. Ella odia esa canción. —Paradise de Dashboard Light— —No voy a escribir eso, no hay absolutamente ninguna manera de que...— miro por la ventana delantera mientras hablo y me doy cuenta de que ya no estamos en la ciudad ni estamos en el camino de regreso a la casa de mis padres. —¿A dónde vamos?— —Oh, tengo que hacer un mandado rápido más — dice. —Solo tomará unos mintos. —Miro hacia el reloj del tablero. —Prometo que entrare y saldré— dice y como es Bella, no hago una broma sobre eso que dijo. —Mi cabello no se va a domar solo—digo, señalando mi moño alto y desordenado, cuyos mechones ya salen por todas partes. —Y le dije a Wendy que la ayudaría con el maquillaje y ella tiene ese horrible lunar...— —No es verdad— dice Bella. —Se amable con tu hermana. Serán cinco minutos, solo necesito pasar por la cervecería y pedir un poco más s de cerveza, porque habrán mas compañeros de golf de tu padre de los que originalmente había previsto— Luego hace click. Este es el camino hacia Cervecería Benson, que está un poco alejada de la ciudad y, si, es propiedad de ese Benson. Mi corazón comienza a golpear contra mi caja torácica como si quisiera que lo dejaran salir, e inmediatamente sospecho que Bella estaba siendo muy cautelosa acerca de hacia donde íbamos, sin mencionar nuestra encantadora discusión sobre Ben ayer, un tema que pensé que estaba cerrado. —¿No podemos simplemente llamar?— pregunto, afirmando lo obvio. —Me sentiré mejor si vamos en persona— dice. —El teléfono es tan impersonal, ¿no crees?— —Estamos agregando algo a un pedido de cerveza no invitando a alguien al baile de graduación— digo. Tomamos una curva y aparece la cervecería: un edificio grande y bajo con el estilo de las dependencias de una granja. —Si, lo sé — dice ella. —Pero como se trata de una solicitud de último momento, creo que un pequeño contacto cara a cara es bueno y formal— Algo está pasando y sospecho que no estamos trabajando tanto el en proyecto: La boda de Eva si no en el Proyecto: Encuentra a Daniela un hombre, un proyecto que he denunciado repetida y firmemente. Bella enciende la señal de giro con una mano cuidada. Esta vez no digo nada. ¿Cuál es el punto de? Ella sabe mi opinión sobre esto, y además si la acuso de arrastrarme específicamente a la cervecería, ella se burlara y me dirá que solo necesitaba pedir más cerveza. Van a tomar cerveza Benson en la boda, así que, por supuesto, esa es la única razón por la que vamos a la cervecería, ¿y siempre tengo que leer los motivos tortuosos en algo tan simple? Según mi terapeuta, eso se llama gaslighting. Además, según mi terapeuta, hay poco que podamos hacer para cambiar a las personas que amamos; solo podemos cambiar nuestras reacciones hacia ellas, especialmente cuando son tu madrastras y han estado arraigadas en sus costumbres durante más tiempo del que tu llevas viva. —La cena de ensayo comienza a las cinco y dijiste que querías estar allí a las cuatro— le recuerdo, cerrando la carpeta en mi regazo. Mis dedos se deslizan un poco por el plástico liso, mis palmas ya están sudorosas, mi corazón late demasiado. No es gran cosa, me recuerdo. Probablemente ni siquiera lo veas, e incluso si lo haces, está bien. Son adultos. Has tenido una pequeña charla antes, joder. Bella se detiene con cuidado en un espacio y apaga el auto. Mi estómago da vueltas. Aún, incluso después de todo este tiempo, verlo hace que mis entrañas se retuerzan y se anuden como un árbol que crece en el borde de un acantilado, azotando durante años por el viento. —Vamos — dice Bella, saliendo del auto. —Diez minutos, lo juro—
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