Al fin me di un tiempito para ver los videos que grabó la loca Daniela en la sesión que tuve con el hipnotista. Había estado demasiado atareada en el diario y llegaba, incluso, muy tarde a la casa, tan solo para echarme a dormir y luego irme, tempranito, otra vez, de vuelta a la redacción, debido a que el país estaba convulsionado por las denuncias en contra del presidente por corrupción y concusión que lo tenían entre las cuerdas y al borde no solo de la vacancia sino también de ir a parar a la cárcel. Me serví un delicioso y humeante cafecito, abrí un paquetito de galletas de soda y me senté frente a mi laptop entusiasmada de escuchar mis recuerdos con el hipnotista. Después de vincular el ordenador a mi celular, moví los videos grabados por Daniela a un archivo personal y cuando estuvo

