Nunca pensé que compartiría espacio con tantas chicas desconocidas, y menos con Kath. Cuando la vi entre el grupo, con su chaqueta oscura y esa mirada perdida me quedé quieta. Ella también me vio. Y sonrió. Salí muy temprano de ese hotel. Ella quedó acomodando una cosas y esperar a que su tío se fuera.
-Es una locura que estemos juntas en este lugar- dije, viendo cómo la señora se nos acerca
-¿Cómo llegaste aquí?-
-Una señora me lo dijo- respondió ella, bajando la voz -Quiero el dinero para salir de las garras de mi tío.
Asentí. No necesitaba más detalles.
-Pueden ir subiendo al Jet. El día es largo- dijo la señora mientras subía.
-Te entiendo- le dije -Yo quiero pagar unas cosas que debo. Y también tener donde vivir.
Ella me abrazó fuerte. Nos sentamos juntas
-Lo lograremos- susurró.
Pasaron horas. El cielo cambió de color, el sol ya salió.
-Llegamos chicas- dijo la señora. Mientras nos señalaba para bajar. Todo estaba bien hasta que el mar apareció. Inmenso, azul profundo. Me tapé la boca, al ver que de verdad estamos en una isla.
-Estamos lejos- dijo una de las chicas detrás de mí,
Observamos como el Jet se ponía en marcha para irse.
La señora apareció. Su sonrisa era tranquila, como tratando de calmar el ambiente
-En una parte de esta isla hay una academia- dijo -Allí habitan personas sobrenaturales.
Kath frunció el ceño.
-¿Cómo así?
-Hay lobos- respondió la señora -Alfas, Betas, Omegas, guerreros... y más.
-Eso es mentira- dijo otra chica -¿Esto es un reality?
La señora negó. Y entonces, su cuerpo cambió. Se transformó en una mujer mayor, sus ojos cambiaron a un verde intenso
-Soy una hechicera- dijo -Y soy la dueña de la Academy.
Todas nos quedamos en silencio. El aire se volvió extraño. Algunas retrocedieron. Yo me quedé quieta.
-Están a salvo- continuó -Nadie les hará daño. Ustedes están calificadas para ser, si quieren, la pareja de alguno de ellos. Pero solo si ustedes lo desean. Tengan la mente abierta. El pago se los daré cuando terminemos.
Miró a cada una con calma.
-Sé que están preocupadas por no haber traído teléfonos o sus ahorros. Pero aquí hay reglas. Una de ellas, sin teléfonos. No deben pagar nada. Tendrán todo. Y si quieren salir, si llegan a tener una pareja... un mate... ellos pagarán todo. Incluso las citas.
-¿Listas?
No respondimos. Solo la seguimos. Dos autos grandes nos esperaban. Cuatro chicas en uno. Cuatro en otro. Yo entré en el segundo, pero antes me detuve.
-Tengo miedo- le dije a la señora -No sé si alguien va a quererme.
Ella me tomó del brazo con suavidad.
-Créeme, si hay alguien para ti, te amará muchísimo. Te cuidará. Solo ten la mente abierta. Nadie te hará daño.
Asentí. Pero antes de cerrar la puerta, ella se giró a mi
-Ellos están más asustados que ustedes. Esos lobos altos y fuertes... al lado de su compañera se vuelven hormiguitas.
Se rió. Y yo también. Un poco.
El auto arrancó. La isla apareció. Hay tiendas, panaderías, gente caminando libres. Se ven tranquilos. Y yo, bueno esperar
Después de un rato el auto se detuvo frente a unas rejas de hierro forjado que se abrieron sin que nadie las tocara. Wolf Academy. Decía en el cartel.
Al cruzarlas, lo primero que sentí fue que el aire era distinto, es como si nada fuera real
Todo era enorme. A la izquierda, un parque con árboles altos y bancos de madera bajo sombrillas blancas. A la derecha, un gimnasio al aire libre con estructuras metálicas brillando bajo el sol. Más allá, un lago que parecía de cristal, y al fondo, caballos corriendo libres entre el bosque abierto. El viento traía olor a tierra húmeda y flores silvestres.
-Esto parece una película de porristas y club- dijo Kath, con una sonrisa incrédula.
-Que caballos tan lidos- grito una chica.
-No son caballos mi reina- se rió la señora. O hechicera, nosé como decirle
Cuando las puertas de la Academy se abrieron, algo se movió dentro de mí. Un presentimiento. No era miedo exactamente. Era como si mi cuerpo supiera que algo iba a cambiar. Nervios. Expectativa. Algo que no podía nombrar.
-¿Y si esos lobos nos comen?- dijo una chica detrás de mí, medio en broma, medio en serio
La señora se detuvo y giró hacia nosotras.
-¿Cómo se los imaginan ustedes?
Kath se rió.
-Con bastante pelos por todos lados.
Otra chica intervino
-Con cara de perro.
-¿Mascota?- dije yo, sin pensar.
La señora soltó una carcajada suave.
-Si ellos las escucharan, créanme que estarían rojos. Pero no. Ellos son... Pablo, ¿puedes mostrarles?
Nos giramos. Un hombre estaba en la entrada. Más alto que los chóferes. Más ancho. Más... intimidante. Tragando saliva, lo vi levantar la mano. Sus dedos se alargaron, se curvaron, se volvieron garras. Luego, como si nada, volvió a tener una mano normal. Se colocó en la puerta, serio, sin decir palabra.
-Pablo ya tiene a su pareja- dijo la señora -Por eso es así. Aunque siempre ha sido callado. La diferencia con los hombres lobos es que, cuando tienen una mujer, una compañera... no tienen ojos para nadie más. La aman. Y sufren si ella los deja.
Nos miró con calma, como si quisiera que entendiéramos algo más profundo.
-Los hombres lobos nacen con un vínculo. No todos lo encuentran. Pero cuando lo hacen, es eterno. Ellos protegen. Ellos sienten. Ellos esperan. Y ustedes... ustedes están aquí porque tienen algo que los llama.
Mientras hablaba, comenzó a repartir llaves. Una por una. Hasta que llegó a mí.
-Arriba, número cinco. Es tu habitación. Disfrútala. Me tomé el tiempo de darte algunas cosas que sé que te gustan.
Asenté. Agradecí en voz baja. Subí las escaleras. Vi a Kath entrando en una habitación al otro lado. Me sonrió. Le devolví la sonrisa.
Abrí la puerta. Todo era claro. Color lila. La cama grande, con sábanas suaves. Un tocador con libros, lanas, agujas para tejer. Dejé mi bolso sobre la cama y fui directo al armario. Vestidos. Ropa de mi talla. Todo perfecto. Entré al baño. Toallas, cremas. Todo estaba ahí.
Me senté en la cama. Respiré. Luego caminé hacia la ventana. El sol resplandecía sobre el lago. La brisa fría me acarició el rostro. Cerré los ojos un segundo.
Y entonces llegaron.
Autos costosos. Camionetas negras, grises, rojas. Bajaron hombres. Elegantes. Algunos con flores en la mano. Parecían modelos. O algo más.
Uno en especial levantó el rostro. Nuestros ojos se encontraron. Se quedó mirándome. Su mirada es inquietante, diferente. No sonrió, no se movió. Solo me observó. Luego giró rápido al ver que otro auto llegaba. Un hombre bajó y tiró de su cabello blanco, o es como gris. Es diferente. Noto su espalda grande, sus brazos, su forma de vestir. Es diferente, es como si fuera. Nosé como explicarlo. Solo se que es diferente y bueno.
Note como el otro hombre se quito unos lentes que tenia mientras se desordena el cabello oscuro. Su mirada es más suave. Hasta que el otro le dio.. Ho por Dios.
Me alejé de la ventana. La cerré. Me apoyé en ella.
-Tengo miedo- susurré
No se que hago aquí.