4. ¿Cómo pedir ayuda?

1882 Words
Sarah Fiore a travesó la puerta, la noté un poco inquieta, y eso me puso en guardia, de nuevo el temor de que el rumor de que había terminado con mi novia porque me había sido infiel con su fotógrafo, llegara a ella, empeoró mi humor, después de todo la noche que sucedió fue la única persona que me había visto, el que se diera la idea de que había terminado con Elena, era lo de menos, pero que se haya enterado de la verdadera razón, era lo que me tenía tan mal. ¿Cómo debía actuar?   —    Como César no estaba, me tomé el atrevimiento de anunciarme sola — se disculpó, y yo solo asentí. —    Está bien, tome asiento.   Con nerviosismo, dispuso sobre la mesa documentos donde me explicaba la logística del próximo evento en puerta, a pesar de su fluidez al hablar y comunicarme cada punto de forma detallada, su postura y el que esquivara mi mirada, como si sintiera vergüenza de verme, no dejaba de mandarme constantes llamadas de atención, en un momento, cuando ella empezó a relatar una serie de problemas que estaba presentando, debido a la transportación de nuestro equipo al salón donde sería el show, me hizo retomar mi mal humor, y aunque traté de tranquilizarme, no pude, me levanté de mi silla.   —    ¿Y no puede arreglar esos detalles? – la cuestioné sin tacto. —    Claro que sí, señor, no estoy diciendo… —    Porque para eso se le paga, licenciada Fiore, para que solucione este tipo de contratiempos. —    Lo sé, es solo que… —    No quiero más excusas ante su falta de compromiso en el trabajo — le dije, y ella me miró con terribles ojos, lo único que quería era que me dejara solo. —    Disculpe, señor. —    ¿Podría irse? — me dejé caer sobre mi asiento y le di la espalda, no quería verla más, a ella, ni a nadie. —    Claro.   Escuché a mis espaldas, como mi coordinadora abandonaba la oficina, me sentí aliviado, y por fin pude relajarme, hasta ese momento no me había percatado de lo imbécil que fui con ella, me deshice el nudo de la corbata y decidí no pensar más en ello… Ya no quería agregarle más problemas a mi día.   Había dejado de percibir el paso del tiempo, no pensé que habían pasado tantas horas, hasta que me fijé por la ventana y descubrí que ya era de noche. Me quedé pensando en todo lo que me estaba pasando, pero principalmente en Sarah, me sentí culpable por mi falta de tacto, realmente me había excedido está vez, me desquité con ella y debía disculparme.   Me senté frente a mi escritorio, y para distraerme me puse a ver unas muestras de nuevas telas que nuestros proveedores habían hecho llegar esos días, mientras comenzaba a reproducir los mensajes de la contestadora, en su mayoría de mi secretario, diciendo que iba a pasar mis juntas de aquella tarde para el día siguiente y finalmente, el último mensaje era de él despidiéndose y que sí necesitaba algo podía marcarle. En definitivo, creo que el que hubiese movido mis citas era lo mejor, no tenía cabeza para pensar en nada más, pero sentía la presión de dejar todo resuelto lo antes posible, en eso pensaba, cuando escuché el toqueteo en mi puerta. ¿Serían los empleados de limpieza?   —    ¿Puedo pasar? — la voz de mi coordinadora al otro lado de la puerta, me impresionó. —    Pase.   No volteé a verla cuando entro en la oficina cerrando tras de sí, así que solo me limité a concentrarme en los pedazos de tela frente a mis ojos.   —    ¿Qué necesita, señorita? – pregunté. —    Jefe, ya son casi las diez de la noche y yo me preguntaba ¿si me necesita o ya puedo retirarme? —    Las diez… - dije más para mí, que para ella, estaba al tanto del horario, pero me impresionaba que ella siguiera aquí, dejé los muestrarios de lado y me volteé a verla — ¿Por qué no se ha ido, si ustedes salen más temprano? —    Pensé que el señor me llamaría para conversar sobre el tema que quedó pendiente… — comentó, y recordé el percance que anteriormente había sucedido entre nosotros, me sentí bastante apenado. —    Entiendo… ya olvídelo — le dije, mientras me levantaba de mi asiento y tomaba mis cosas — vamos, la llevaré a su casa. —    ¿Co-cómo? —    ¿Trae coche? —    Oh no, pero… —    Entonces, muévase.   No me quedé a escuchar más negativas de su parte, está era mi manera de disculparme por los sucesos anteriores, la llevaría hasta su casa y también aprovecharía para solicitar su apoyo para los pendientes que aún quedaban por resolver.   Bajamos al estacionamiento, y mientras caminábamos hacia mi Mercedes Benz, le quité los seguros desde la distancia y me volteé a preguntarle “¿A dónde la llevo?”   Una vez dentro del coche, nos quedamos en silencio, subí el volumen de la música solo un poco para evitar la incomodidad, la melodía era perfecta, muy relajante, no se podía esperar menos de Erik Satie con Gymnopedie No 1, sin embargo, al mirar de reojo a mi coordinadora, parecía no disfrutarlo tanto como yo, así que decidí romper el silencio, empezando con una disculpa.   —    Señorita – le dije, e hice una pausa mientras meditaba lo siguiente que diría, era una pelea entre mi orgullo y el hacer lo correcto — Le debo una disculpa por mi comportamiento de horas atrás, creo que en efecto fue descortés de mi parte. —    No, no hay problema, señor, entiendo que… este pasando por malos días. — su respuesta fue un tanto inesperada y me sentí algo ofendido. —    ¿Disculpe?   Por suerte, un semáforo en rojo hizo detenerme y me volteé a verle, se veía bastante apenada y eso me tranquilizó, sin embargo, estaba seguro que mi semblante era aterrador, no quería iniciar otra discusión.   —    Na-nada – dijo rápidamente. —    Sé a qué se refiere, pero admito que aquello no tiene nada que ver con la actitud que tomé para con usted — contesté de la manera más calmada que pude, y alejé mi mirada de ella, enfocándome de nuevo en el camino. —    Entiendo.   Me cuestioné mentalmente sí debía explicarle mi situación actual respecto a mi relación… ex relación amorosa con Elena, seguramente ella ya sabía todo acerca de los rumores, ocultarlos era innecesario, sin embargo, rechacé la idea al darme cuenta que no necesitaba dar ninguna explicación, ella era mi empleada y yo era su jefe y la única relación entre nosotros era el trabajo en Elemental.   Estacioné el coche frente a su edificio de departamentos, los observé con detenimiento mientras pensaba que debido a la zona, era de esperarse que no eran muy lujosos, vagamente me pregunté si lo que pagábamos en la empresa era muy poco como para que se viera en la necesidad de rentar en un lugar medianamente decente, su voz me sacó de mis pensamientos.   —    Muchas gracias, señor, que tenga una buena noche. —    Espere… — reaccioné con rapidez, y tomé su mano justo antes de que abriera la puerta, nuestra conversación aun no terminaba — La necesito mañana temprano, en las oficinas. —    Ok, llegaré a las nueve. — dijo, mientras mantenía nuestra distancia alejándose de mí. —    No, la necesito a las siete.   Observé como apretó los labios, señal de que estaba molesta, pero no discutió más, igual no dejé que contestará y le repetí la orden.   —    Voy a pasar por usted, mañana a las siete en punto — moví mi brazo por encima de sus piernas y le abrí la puerta para que saliera — Tenga usted una buena noche.   Tan pronto como ella se bajó, arranqué el coche y la perdí de vista por el espejo retrovisor al doblar en una esquina. Al llegar a casa, me sentía sumamente agotado, estresado y seguía con cierto enojo ante todo lo que estaba sucediendo, agradecí el que mi coordinadora no pudiera negarse ante la petición de apoyarme con el trabajo extra, sabía que era un abuso de mi parte el pedirle más horas de su tiempo, aunque todo eso sería recompensado, ahora que lo pensaba la señorita Fiore nunca había sido la clase de empleada perezosa o que dejaba todo botado para la ultima hora, volví a recordar el por qué la consideraba parte importante y mi mano derecha en la empresa.   Revisaba los correos desde mi smartphone, mientras me preparaba para tomar un baño, de los más importantes era el de mi abogado, el señor Rinaldi, desde el título del asunto me trajo bastante tranquilidad “RESOLUCIÓN DE CONFLICTO CONFIRMADO”. En el correo, en pocas palabras se me anunciaba que Elena había accedido a guardar silencio, a cambio de no demandarla por perjurio y daños a mi imagen, además también había aceptado mantener un perfil bajo y no revelar nuestro rompimiento hasta después del fashion show de Elemental, suspiré aliviado, por fin buenas noticias.   Después de mi baño, fui a la biblioteca a preparar la carpeta de trabajo para mi coordinadora, era lo único pendiente que tenía y aunque era lo más importante para mí, tenía total confianza en que ella sería capaz de resolverlo, con esa idea me fui a la cama.   En realidad, no pude dormir bien, no era que tuviera preocupación por el trabajo, era que después de lo que me había ocurrido con Elena, yo desconfiaba totalmente de ella y de su palabra. Me levanté antes de que la alarma sonara, me alisté y salí con buen tiempo hacia el departamento de mi coordinadora. Llegué diez minutos antes de la hora acordada, estacioné el coche frente a su edificio y esperé.   —    Buenos días, señor — La escuché decir mientras abría la puerta del copiloto y se subía al coche. —    Buenos días, puede empezar revisando esto — Le pasé la carpeta que había preparado la noche anterior con todas las actividades que tenía que hacer — Necesito que me ayude.   Ella asintió, tomó la carpeta entre sus manos y comenzó a hojearla, mientras yo arrancaba el coche y me ponía en camino al trabajo.   —    Sé que usted está ocupada con la coordinación de producción, pero necesito su apoyo para el gabinete de prensa – Le comenté. —    Entiendo. —    Necesito que se confirmen la asistencia de los invitados, haga las convocaciones a la prensa, decida los asientos de espectadores y me consiga un jefe de prensa, también, necesito todo su apoyo para el plan de comunicación e idear una estrategia para llamar la atención, eso lo puede coordinar con el área de marketing. — Le enumeré cada pendiente, y aunque no la podía ver, sabía que me estaba poniendo atención. —    Me parece bien.   Llegamos a la empresa, y mientras ella corría a su oficina, yo me desvié a los almacenes. Tenía una idea en mi cabeza, que toda la noche la estuve meditando y sí todo salía como lo estaba planeando, la podía llevar a cabo, por ahora solo podía esperar a ver los resultados de mi coordinadora, y alistar cierta parte del plan.      
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