La vecina de al lado

1882 Words
El trabajo de Max consistía prácticamente en servir mesas, lavar platos, preparar café con hamburguesas y asear todo el lugar antes de cerrar. A pesar de todo, era bastante agotador estar de aquí para allá y de allá para acá. Bazz su compañero le apoyaba en el mismo servicio, era bastante agradable y tratable. Llevaba el mismo uniforme que Max que le hacía lucir su piel morena y lo gordito que estaba. Sus gafas culo de botella se le escurria por su enorme nariz donde en varias ocasiones tenía que alinearla a sus ojos. A Gasparin le agradó Bazz, era bastante halagador y sonriente. Al contrario a Max que todo el tiempo parecía como si estuviera enojado. Las hamburguesas marios eran exclusivamente preparadas por Max ya que parecía una montaña por todo los ingredientes que le echaba. De jamón, pollo, carne, huevo, tomate, cebolla acaramelada, maíz tierno, queso, lechuga entre otras cosas. Asimismo, Bazz se encargaba de hacer figuras en los cafés y a Gasparin le pareció impresionante la manera en como calentaba la leche hasta un punto de ebullición hasta descargarla en el café haciendo figuras hermosas. El fantasma lo elogiaba y Max solo podía reírse de todos los comentarios positivos que a Gasparin se le ocurrió para Bazz. Después de terminar hicieron lo de costumbre y después de despedirse, Max le dió un guiño de ojos a su compañero de trabajo. —Bazz es increíble haciendo dibujos. —Si, es el mejor—contestó Max conduciendo. —Y tú no te quedas atrás preparando hamburguesas, eres el mejor. Además, tuve el breve presentimiento que las chicas van por ti. Max se rió. —Que dices... obviamente van por el servicio que ofrecemos. —Un servicio bastante eficiente, además tú no eres feo, me imagino que una más que otra te pelará el diente El chico la miró con suficiencia. —¿Has dicho que no soy feo? Ella se sonrojó. —Solo estoy diciendo que eres pasable—centró sus ojos en el camino dándole rienda suelta a sus lujuriosos pensamientos con su vecina. —¿Crees que mi vecina quiere follarme? —¡Ja! no lo dudes. Te comía con la mirada—Max se echó a reír–. Imagino que no vas a ir a esa fiesta ¿cierto? —¿Por que no? es mi oportunidad. —¿Oportunidad de que? —De vivir. De estar con una mujer. Hace tiempo no lo estoy y créeme ya lo deseo. Gasparin blanqueó los ojos. —¿Como sería mi vida s****l?—preguntó ella frunciendo el ceño. —Dimelo tú—se rió Max. —Espero que haya sido bastante fogosa. De camino al trabajo pasaron por el bosque que la otra noche ambos se habían encontrado. A la chica sintió que le arrancaban la cabeza al dar un vistazo a lo fúnebre de aquel lugar. Una sensación extraña se incrustó en su pecho al igual que un mal sabor en su boca. —¿Max? —Aja. —¿Siempre pasas por este bosque? —Cuando estoy en el trabajo si. —Así que ese día que ya sabes... ¿venías del trabajo? —Si. —¿Y no te da miedo lo lúgubre que es ese bosque? —Por supuesto. Aveces pienso que vendrá Michael Miyer, o me saldrá pennywise para llevarme a la oscuridad —Y... ¿le temes a la oscuridad? Max la miró de reojos. —Le temo a lo que soy capaz yo mismo Gasparin—sonrió, y esa sonrisa a la chica le pareció dulce. —Yo si le temo a la oscuridad, y presiento que he estado allí por mucho tiempo—él no dijo nada, siguió conduciendo hasta llegar a la casa. Al abrir la puerta de entrada se sorprendieron lo impecable que todo se encontraba. —Wuao—dijo Max asombrado, caminando hasta la sala y luego la cocina. Gasparin se quedó en la entrada—. Ven a ver la sala, quedó increíble. —No puedo, ir allá, no se es espantoso—gritó, el chico salió de la sala para subir a la habitación. —¿Por que es espantoso? —No se, me ahogo, empiezo a toser, me quedo sin aire, es terrible. —Ya. Cuando Max abrió la puerta de su cuarto su boca formó una O al ver su cama perfectamente tendida, el piso limpio, la ropa recogida, zapatos ordenados. —Esa mujer hace milagros—señaló el fantasma sonriente, asombrada por la limpieza. —Definitivamente la llamaremos más seguido—saltó a la cama contento—. Ahora a perfumarme para una noche de acción. —¿Acción? —Si—empezó a desvestirse. —¿Enserio te acostaras con esa mujer? —¿Por que no? esta muy buena. ¿Les viste las tetas? —Tus ojos no dejaban de mirarla. Max se echó a reír. Gasparin se salió de la habitación y volvió a ingresar traspasando la pared cuando escuchó la regadera. —Wuao, te estás duchando porque vas a dormir con una tetona. —No pensarás que vaya oliendo a hamburguesas. —Los hombres son desagradables. Solo se fijan en los atributos de una mujer—Max salió del baño con su cabello mojado oliendo a champú de bebé. —¿A quien no? nos gusta un par de tetas grandes y un buen culo. ¿Acaso las mujeres no se fijan de los hombres eso? —Por supuesto que no. Miramos si son detallistas, amables, divertidos... —Si claro... me vas a salir con gillipolleces de que no ven su culo o el tamaño de su polla. —No creo que ninguna mujer miré el tamaño de la polla de un hombre—declaró frunciendo el ceño. Ella volvió a salir de la habitación sentándose en la escalera hasta que Max salió con una camisa blanca de botones, y unos pantalones negros. Gasparin no pudo evitar que sus ojos lo scaneara de arriba abajo. Ese traje le quedaba estupendo, se veía simpático, atractivo. —¿¡Que, por qué me miras así!? —¿Como? —Como si quisieras comerme con la mirada. Ella parpadeó sonrojada, bajando la cabeza para mirar el piso —Puedes cambiar de opinión. —No lo haré—bajó las escaleras. La chica le siguió. —Esa mujer es bastante superficial y no es la indicada para ti. —¿Desde cuando ahora hablamos de una mujer indicada para mi? solo quiero sexo esta noche. Max abrió la puerta y salió. —El sexo no lo es todo en esta vida—le persiguió la chica. —No necesito consejos de un fantasma. Caminó hasta quedar a la puerta. Tocó. La vecina candente abrió de inmediato. —¡Hola!—saludó con un labial rojo, su pelo rizado y un vestido del mismo color que sus labios. Paseó su mirada sobre todo el cuerpo de Max hasta morder sus labios—. Te vez muy bien. —Usted también—señaló el chico perspicaz. —Mmm. Por qué no entras—le invitó a pasar. Había unas pocas personas en los rincones con copas en las manos. Una música instrumental de fondo que deparaba al ambiente un toque romántico. La chica levantó una ceja. Los muebles eran de lana, de un n***o pee bastante elegante, un mini bar se encontraba a un rincon con miles de tragos y copas, una alfombra persa inmensa, y algunos títulos colgados a la pared. Sobre su hombro, Gasparin observó todo con cierto recelo, sin embargo, no terminaba de quitarle los ojos a la mujer tetona que tenía en frente. —¿Quieres beber algo?—preguntó con una risita sensual. —Si claro. Se despegó de él al mini bar y de ahí tomó dos cócteles con limón y se lo dió a Max. —¡Brindemos! Por la felicidad. —Por la felicidad—chocaron sus copas. La chica blanqueó los ojos de mala gana con sus brazos cruzados. —Espera un segundo— se alejó de Maximiliano para hablar con otro hombre. Max seguía bebiendo sin ningún problema, con los ojos se devoraba aquella mujer con el vestido rojo y cuerpo fenomenal. En cierto punto, y ya a esa alturas, la muchacha se sintió agobiada y un poco enojada por la actitud del supuesto chico que le ayudaría con su identidad, y no solo eso él único que puede verla por alguna razón que ambos no entendían. —Ella también te desea—dijo apretujandose las manos. —Lo sé—se lamió Max los labios. Después de un rato en la fiesta, Max habló con alguno de los invitados, y entre un rato sintió la necesidad de orinar. Le indicaron que el baño quedaba en el segundo piso, por lo tanto decidió ir a su búsqueda. ¿Que tan útil podía ser un fantasma en estos casos y en casa desconocida? solucionar este tipo de emergencias. Asomaba su cabeza por cada alcoba hasta conseguir un baño. La chica lo esperó afuera mientras que Max desahogada sus tripas. —Aaaaa...¡que alivio!—dijo suspirando. Salió del baño y a mitad del pasillo se encontró a la vecina. —Eeh, yo estaba... —En el baño, lo sé Max. —Usted esta... —Deje de decirme usted. Dígame Hanna, ese es mi nombre—le susurró al oído—. Max, ¿quiere que te muestre algo? El chico asintió. Hanna con astucia lo guió a una habitación grande, con cama perfectamente tendida, un clóset que ocupaba una pared y una peinadora con un montón de cremas. Por primera vez Max se sintió nervioso, tenía más de 6 meses que no tocaba a una mujer, ni se sentía tan excitado de tal manera. Sabia que lo pasaría en esa habitación. Gasparin lo vió incredula, acercándose a la peinadora con una de las tantas cremas y cosméticos que tenía. La mujer le pidió un segundo y se dirigió a un pequeño baño que tenía en su alcoba y mientras Max aplacaba sus nervios, la muchacha curiosiaba una foto en especial. Era ella sin duda. Era diminuta pero era ella. —¡Max!—llamó. —Eeh, estoy ocupado. —Ven a ver... De mala gana se acercó mirando las fotos y dándose cuenta que Gasparin estaba en una de esas fotos. La sacó de la peinadora y la sostuvo en su mano. —¿Que miras?–formuló la mujer, y cuando Max volteó pegando un respingo visualizó que se había desvestido totalmente. Estaba como dios la había traído al mundo. —¿Esos senos son verdaderos?—levantó una ceja la chica. —Eeh, yo... yo...—carraspeó. Tartamudeaba por la impresión de aquel cuerpo escultural. Hanna era una diosa—. Miraba esta foto—arrastró las palabras con un leve temblor mientras Hanna se acercaba como una gata en celos. Le dió una vistazo a la foto y su rostro cambió de expresión. —¿Quién es ella?—terminó de preguntar Max tragando saliva. Hanna resopló. —Kimmi, ella es Kimmi Bloom. La chica peló los ojos y al mencionar ese nombre recordó una voz femenina en su cabeza. Kimmi. Ese era su verdadero nombre. ☆☆☆☆ Déjenme sus comentarios.
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