Padre e hijo.

2430 Words
El camino en el auto estuvo bastante silencioso. Max yacía un tiempo que ni siquiera compartía el mismo coche con su padre. Era un hombre muy ocupado, ser detective le consumía en totalidad todo el tiempo por lo tanto, nunca había un momento donde ambos pudieran por lo menos almorzar juntos. Por más que Max lo ignoraba, extrañaba la presencia de su padre, era lo único que le quedaba en la vida. Hubiese deseado que su padre no fuera tan ausente y más bien más concurrente al estar con él. Que tuviera las habilidades de negarse a un caso por el simple hecho de pasar un fin de semana con su único hijo. ¿Que era un fin de semana? con su padre sería el más feliz del mundo. Aunque ya tuviera la mayoría de edad no pudo evitar sentirse como un gatito apabullado y necesitado de su padre. En definitiva, siempre se necesita de tu progenitor así ya estés lo bastante crecidito. El hombre en silencio con cara pensativa se detuvo en un restaurante fino, de esos que ya sabes, son costosos solo porque es un lugar bonito aunque preparen lo mismo platos que en otros restaurantes. Sin embargo, a Max no le importaba el sitio si no la calidad de tiempo que pasaría junto a él. Se bajó del auto introduciendo sus manos al bolsillo, siguiendo a su padre que se detenía a hablar con un mesero que a su vez le indicaba una mesa para dos. Se sientan uno frente a otro y por un momento, Max tuvo la sensación de no tener ningún tema de conversación importante con su padre. A simple vista percibía como su pariente tenía una cara larga, y algo melancólica. —¿Un mal caso?—rompió el silencio el chico. Su padre le dió una sonrisa de medio lado con la boca cerrada, bajó la mirada como si estuviera recordando algo aunque no lo mencionó. —Si. Un mal caso—suspiró como si le doliera el alma, centró su vista en las cartillas del menú dándole algunos vistazo a su hijo—. ¿Que vas a pedir? Max suspiró. —Costillas de cerdo con papas a la francesa, algo de chorizo y una ensalada dulce. El hombre se rió como si su hijo fuera la criatura más tierna del mundo. —¿Tienes hambre? —Algo... —Pediré lo mismo que tú. El camarero se acercó y el detective ordenó lo pedido por su hijo. Éste asintió anotando todo en una libreta diminuta amarilla hasta que se alejó. —Cuéntame del caso papá—quiso saber Max para tener algún tema de conversación. Él bufó. —Bueno hijo, cuando eliges esta carrera ya sabes... son muchas cosas que miras, mucha maldad, y aveces es difícil separar los sentimientos con la profesionalidad. Sea como sea terminas involucrándote en el caso y te lo terminas tomando personal. Max alzó las cejas. —¿Muy mal terminó? —Una chica resultó muerta y... y...—respiró hondo frotándose los ojos—. Mejor no hablemos de eso, el trabajo es el trabajo y hoy estamos almorzando para hablar de cosas desagradables. Más bien hijo hablemos de ti—se acarició la barba—. Van hacer inscripciones para la academia de policía, hijo, es tú oportunidad de ingresar—declaró emocionado. A Max no le emocionaba en lo absoluto estudiar policía. Eso significaba demasiada ausencia si algún dia decidía tener una familia. —No lo sé papá. —No me digas... ¿sigues con la idea de viajar por el mundo y ser un músico famoso? El chico lo fulminó con la mirada. —No quiero hablar de la música ni nada de eso. —Okay—resopló entrelazandose los dedos—. No te quedarás toda la vida sirviendo café, hamburguesas y limpiando pisos hijo. Aspira algo más en la vida que una vida miserable. Es hora de que te motives a hacer algo más. —No me lo merezco—se frota los muslos mirando a todos lados. —¿No te lo mereces?—formuló su padre con una ceja levantada—. Te mereces muchas cosas... —No si hubiese muerto... —Pero no estás muerto Max, estás vivo, tú destino fue vivir y el de ellos morir. No es tu culpa. —¡Si lo es papá!—exclamó con evidente angustia en su voz. Ambos se quedaron en silencio cuando el mesero se acercó colocando en la mesa la comida con un jugo de limonada. —Gracias—sonrió el hombre con un guiño de ojos. Luego, retomó la conversación. —Ya han pasado seis meses de eso. He hecho todo lo que está a mi alcance para ayudarte Max. Te he pagado psicólogos, terapias, y sigues igual... aveces creo que el problema es que tú no quieres salir de ese vacío, de esa culpabilidad que te está consumiendo. Prefieres quedarte en un rincón que volar y sonreír. Es verdad, estas muerto, por dentro esa noche te mató. Max se le quedó mirando con lágrimas. Tomó el tenedor y comenzó a comer. Su padre suspiró. —Buscate una muchacha, folla con ella o que sé yo. Sal a una discoteca, busca amigos pero haz algo con tu vida que estar durmiendo y trabajando. La vida es corta hijo y algún día te darás cuenta que el tiempo pasó, envenjeciste y no disfrutaste ni de los pequeños detalles. Él no dijo nada. Por unos minutos reinó el silencio entre ambos. —¿Te irás a trabajar hoy?—rompió otra vez el chico el silencio. —No, me quedaré contigo—Max peló los ojos. —¿Enserio? —Si. Haremos más cosas juntos, como padre e hijo. Aunque estaba anonadado, disfrutaba la idea de pasar un domingo con su padre. —Papá... —Um. —¿Por qué no te volviste a casar? digo, eres increíble, guapo, no sé. Me imagino que de vez en cuando pasas tiempo con una mujer. Él se rió. —Bueno, como ya vez mi tiempo es limitado, y cuando tu mamá nos abandonó me enfoqué en mi carrera y así el tiempo pasó. Y con respecto a lo otro, tengo algunos encuentros casuales nada formal. El muchacho volvió a reírse. —Aveces papá siento que estoy enloqueciendo. No tengo motivación, ni animo, ni ganas de vivir, ni nada... eso me asusta—confesó. Su padre lo miró condescendiente. —Es normal por todo lo que pasaste. Pero algún día, serás libre de tu pasado, serás feliz. Sabes que puedes contarme lo que sea, yo te apoyaré y estaré para ti siempre. Él siguió comiendo hasta que recordó que en la mañana se le olvidó la aspirina. —Carajo—se llevó la mano a la cabeza como si le doliera. —¿Que pasó? —Se me olvidó la aspirina. —Hijo es tu responsabilidad estar pendiente de eso. Es tu recuperación. —Si. Después de comer, ambos jugaron al futbol en una cancha que Max visitaba cuando era niño y pasaba una tarde divertida con su padre. La sensación de volver a hacer algo junto a su progenitor le recapituló viejos recuerdos agradables que por mucho tiempo quiso volver a repetir. Por la noche ambos regresaron a casa riéndose, carcajeandose mientras comentaban sobre el fútbol. Cuando Max puso un pies al pasillo vió sentada en las escaleras a Gasparin. No sé inmutó al verla más tampoco le agradaba lidiar con un espanto que probablemente existía solo en su cabeza. Los dos hombres se condujeron a la sala muertos de risa mientras que la chica los escuchaba desde las escaleras. Pisar la sala es revolver su estómago, toser hasta el cansancio y debilitarse. Además, el come alma pronto se la tragaria entera. Finalmente, la cereza de un domingo entre padre e hijo fue un vino de uvas hasta que ambos se fueron a sus habitaciones. Max se tiró en su nido de serpiente llamado cama quitándose los zapatos de un punta pies. —Te vez feliz—comentó la chica. —He tenido un día estupendo. —Ya veo—se acarició el brazo tomando asiento en la cama—Max, he recordado algunas cosas. Bufó. —¿Como cuales? —Que bueno... que anteriormente vivía aqui—el chico frunció el ceño acomodando su torso hasta quedar sentado, mirando de una manera extraña a la chica—. Y que también el come almas estuvo aquí. —¿El come almas? —Si, no se como decirlo. Pero es alguien hostil, tenebroso, sombrío, malvado y lo siento Max, siento su presencia acechandome como un leon hambriento. El mismo sujeto que quiso matarme estuvo aqui. Max se echó a reír. —No, es imposible. Es una locura todo lo que dices. Nos mudamos hace 6 meses aquí y nos dijeron que este apartamento estaba solo y vacío... —No te estoy mintiendo, recordé al come alma parado en la entrada, y además, me vi caminando por algunos lados de la casa. —¡Es imposible! eres un fantasma... —Antes de ser un fantasma era una persona con sueños, con metas, con una familia al igual que tú. Quiero saber quién soy, y que me ocurrió, yo creo que esa es la única manera que pueda descansar en paz. Él hizo un mohin con sus labios. —De acuerdo... eres una especie de alma en pena. Si alguien te asesinó es porque no le han hecho justicia a tu crimen. Pero... ¿qué tengo que ver yo contigo? Se encogió de hombros. Max suspiró. —Cuando te ayude a saber quién eres quiero que desaparezcas de mi vida. Verte me hace pensar que soy un esquizofrénico que habla solo. Para alguien trastornado como yo ya es bastante malo. Por esa noche ninguno hablaron. Max al tomarse la aspirina, roncaba durmiendo placidamente como una morsa. La chica se acostó a su lado y le observó por un buen rato su piel blanca, sus manos grandes, su cuerpo fornido enrrollado en la corcha del hombre araña y quizás la profunda tristeza que su rostro reflejaba. ¿Que te pasó Max, que te sucedió?. ☆☆☆ A la mañana siguiente, el chico se levantó muy de temprano cuando alguien tocó el timbre indicando que era una empleada contratada por su padre para hacer el aseo a la casa. Blanqueando los ojos la dejó pasar mientras que Gasparin le observaba de reojos. Era una mujer de unos 40, llevaba una trenza de pescado en el centro de su cabeza, con una ropa vieja y bastante holgada. Max le hizo el recorrido a la casa y le indicó que cuando terminara, se marchara así ellos no estuvieran. Si su padre la contrató era de confianza. El chico se duchó mientras que Gasparin esperaba sentada en la cama. Cuando salió con solo una toalla en la cintura, la muchacha apreció su cuerpo bastante definido, un abdomen plano y un poco de vello púbico que descendia de su ombligo hasta Dios sabe donde. Ella se quedó admirada, como si fuera la primera vez que viera a un chico en esas fachas. Su boca se abrió ligeramente y por una vez deseó tocar para palpar aquel pecho bonito. —¿Que miras?—preguntó divertido. —Nada, el desorden de tu cuarto—señaló para no quedar en evidencia, aunque sus pómulos ya estaban lo bastante colorados. —¿Los fantasmas no se duchan o se cambian de ropa? Ella frunció el ceño. —Supongo que no. No me da hambre, pero si tengo sentidos muy agudos, sensaciones muy palpables, recuerdos muy vívidos, y sentimientos muy a flor de piel. —¿Enserio?. Eso quiere decir que cuando esté muerto no me dará hambre, ni sed, ni ganas de tener sexo... Escuchar simplemente la palabra sexo escandalizó a Gasparin. —Que pena, solo existirá lo del alma—añadió buscando el uniforme que tanto odia para lanzarlo en la cama. —Por eso debes procurar que tu alma esté sana, limpia. Llena de cosas buenas porque... —¿Porqué si no me iré al infierno? —No estoy diciendo eso. Solo que cuando eres espíritu tus sentidos son más penetrantes. —Okey—él se le quedó mirando y la chica se sonrojó de inmediato—, ¿te vas a quedar mirándome como me cambio? —Oh no, por supuesto que no—se alzó de la cama apenada atravesando la puerta. ☆☆☆ Ambos bajaron a la cocina, Gasparin solo se quedó en las escaleras ya que cruzar hasta la sala era infernal. Max se preparó un sándwich de jamón con queso y se lo comió en pocos mordiscos. Se despidió de la mujer del aseo para salir de la casa. La chica iba a su lado mirando a todas partes cuando una mujer se interpone en su camino impidiendole el paso a Max. Aquella mujer era esculpida por los dioses. Santa madre de Dios que tetas, que culazo tan redondo, que figura de barbie. Su cabello rubio era una melena rizada, sus ojos azules como el cielo y los senos estaban a la vista de cualquiera. Max trataba de ser amable y de mirarla a los ojos, sin embargo, sus pupilas recaían en las tetas que por poco se salían de su camisa fucsia. —Vecino, que alegría de verlo—saludó coqueta. La chica blanqueó los ojos. —Yo también me alegro de... de—carraspeó regresando sus ojos hacia su cara—. De verla. —Estaba de viaje y bueno regresé un poco... ardiente. Max se atragantó con su propia saliva, mientras que Gasparin abre la boca formando una O. —Se ve súper bien—halago con timidez. —Bueno, algo de ejercicio y buena alimentación—sonrió mostrando su perfecta dentadura–. Bueno esta noche habrá una fiesta en mi casa, ya sabe, quiero celebrar mi regreso y quería invitarte a ti y a tu padre. —Claro, claro, allí estaré—sonrió Max. —Bueno vecino, lo espero y vengase... dispuesto a divertirse. La mujer divertida y sensual sonrió, marchándose. Su falda era extremadamente corta dejandole ver sus largas piernas. Max prácticamente se la comió con la mirada y la siguió con sus ojos hasta que ingresó a su casa. Folla con alguien no se... Recordó las palabras de su padre. Hace mucho no follaba y ya era hora de disfrutar un poco. ¡Que la acción comience! ☆☆☆ Jajajaa... que les ha parecido hasta ahora Max? dejen sus comentarios.
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