La chica puede verme...

1134 Words
Un vaso de agua calmó los nervios de Max aunque no paraba de llorar como un niño al cual es abandonado. Kimmi tenía mucha curiosidad de saber sobre esa chica misteriosa que se había dado cuenta de su resplandor, ¿acaso era otro fantasma como ella? no lo creía. Si hubiese sido por ella, de seguro, Kimmi se fuese ido atrás de ella hasta indagar y descubrir lo que quería, sin embargo, debido a la situación de Max, decidió ir en pos de él. Bazz lo dejó sentado en una tienda en el cementerio mientras que él regresaba nuevamente al entierro de la víctima. Kimmi divisó una mirada perdida como si estuviese reviviendo algún tipo de recuerdo doloroso y eso le dolió. Verle en esa condición de pánico fue muy abrumador para la chica. —¡Max! ¿estás bien?—se agachó buscando su mirada, y finalmente, después de un rato la encontró llenisimas de lágrimas. —¿¡Que pasa Max, que pasa!?—se preocupó—. Puedes contarme. A Max le tembló el labio inferior a medida que cerraba los ojos lentamente dejando escapar otra lágrima. Ciertamente, recordar es vivir aún hasta en las situaciones más dolorosas. —Yo... debí estar muerto—comenzó estallando nuevamente en un llanto desgarrador. Kimmi peló los ojos buscando la manera de encontra respuesta a ese estado emocional. —¿Que dices? no...—murmuró buscando una forma de tomarle la mano, no obstante, la misma se desvanecía. —Yo... no los ayudé, no...—se privó en su mismo sollozo–. No pude salvar a Selim ni a Antonella. ¿Selim? ¿Antonella? ¿quiénes eran? —Max... —No... si no hubiésemos bebido esa noche, ellos estarían con vida. No fuésemos impactado contra un camión. Deseo estar muerto que vivir con esto—se cubreó el rostro con sus dos manos como si tuviera vergüenza de mostrarse vulnerable. Y realmente, era cierto, en ese instante, Maximiliano Sandle no estaba ni para el perro, se encontraba débil en todos los sentidos y tan frágil como un cristal que esta al borde de una mesa a punto de caerse y volverse añicos. Kimmi le dió una mirada compasiva, quizás hasta cargada de muchos sentimientos que a su vez se manifestaban al están cerca de Max. —No digas eso... no tienes la culpa, no sabías lo que iba a ocurrir. Si todos supiéramos el futuro, lo evitaríamos de muchas formas, pero no Max, no lo sabemos, y lo que sucedió fue un accidente y tienes que convencerte de eso. Superarlo, y seguir adelante. Quizás el destino te dió una oportunidad de seguir sabrás Dios el porque, y no lo cuestiones ni reproches el motivo de tu vida. Tú tiempo en esta tierra no ha acabado y tienes muchas cosas maravillosas por hacer– expresó y del rostro de la muchacha le cambió a melancolía—. No como yo... cada día estoy convencida de que mi tiempo se esfumó, y que solo estoy aquí para resolver mi propia muerte. El chico le sostuvo la mirada. —No estas muerta Kimmi. —Ya Max, no puedo hacerme ilusiones. Generalmente, en un secuestro tienes 48 horas para encontrar a una persona con vida. En mi caso, ya han pasado 7 meses. Y... mírame...—se enrolló su camisa blanca hasta en antebrazo—. Tengo marcas en mis manos, en mi cuello, y constantemente me duele la cabeza. Esta persona no solo mató a mi familia llevándome a un sufrimiento extremo, si no que... me torturó. Me arrebató mi vida, mi destino, mis sueños, todo Max, todo. ¿Y sabes que es lo peor? no tengo más oportunidades. Nadie dijo nada, hubo un silencio absoluto después de aquellas palabras. Max respiró hondo, debía volver a echarle tierra a esos recuerdos que lo ponían en suspensión y seguir adelante aunque por el resto de su vida le acompañara esos gritos de auxilio. Se alzó del asiento dejando un billete al que lo atendió y al lado de Kimmi regresó al entierro. Todos estaban colocando flores, lloraban y otros se marchaban. Kimmi rápidamente buscó con su vista a la chica hasta encontrarla abrazando a Mildre que ahora también estaba al lado de Bazz. —¡Ella!—señaló. Max se le quedó mirando a la espalda de la misma —¿Que? —Puede verme... —¿Que?—otra vez miró a la chica que ahora se alejaba del cementerio. Kimmi corrió detrás de ella, y Max ¿qué podía hacer? perseguirla. La chica se metió las manos al bolsillo de su saco color café. Tenia el pelo n***o suelto con una línea recta en el medio. Su piel pálida, y debajo de ese saco vestía de n***o. —¡Espera!—gritó Kimmi. Ella se detuvo... —¿Puedes verme?—no dijo nada, se quedó inmóvil. Max sin aliento se incorporó al lado de Kimmi hasta que la chica lentamente se volteó. —Si, si puedo verte La sorpresa de ambos fue inmediata, de hecho, la chica misteriosa pudo percibirlo. Y los que dejó perplejo a los chicos era el parecido inmenso que aquella desconocida tenía con Kimmi. Ambas tenían el pelo n***o, ojos color café, labios delgados. Solo que la muchacha tenía un flequillo de frente que le tapaban las cejas y un lunar mediano en su ojo derecho —¡Wuao! parecen hermanas—se maravilló Max. —¿Como es posible que puedes verme? Se encogió de hombros. Max le dió un vistazo a la joven atónito por el parecido que tenía con Kimmi, juraba que estas dos debían de ser familia o algo por el estilo. —Soy Max—le extendió la mano. —Lo sé—resopló ella sin corresponderle al saludo. —¿Como lo sabes? La chica bajó la mirada. —Por qué nos conocimos hace años. El joven abrió ligeramente la boca. —Yo... yo no te recuerdo. —Lo imaginé cuando te vi en el funeral de mi hermana. Ambos abrieron los ojos como plato. —Cris...Cristina ¿es tu hermana?—preguntó Kimmi asombrada. —Si. Me imagino que no lo recuerdas Kimmi—ahora centró su vista en el fastama. —¿Que debo recordar? Ella se rió. —Creo que tu y Max estaban destinados a conocerse y a encontrarse. Yo misma los iba a presentar y ahora...—hizo un gesto de aprobacion—. Se han encontrado. Kimmi frunció el ceño. —Se supone que tenías que conocer a Max, y él tenía que llegar a la cita contigo. Pero no se que ocurrió, conociste a otra persona y creo que él mató a tú familia. —¿Quien, a quien conocí? —A el encantador. ☆☆☆☆ Los leo
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