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Robo casi perfecto

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Blurb

Un escolta que lleva años de trabajo para su jefe adinerado, decide en compañía de su esposa traicionarlo y cometer un millonario robo en su contra.

La pareja de delincuentes huye e incluso se ingenian la manera de cambiar sus apariencias físicas.

Finalmente, el escolta no contará con una gran traición en su contra, que terminará por enviarlo a prisión y pagar por sus errores.

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Capítulo 1: Obtener el empleo soñado
Esta es una de esas tantas historias donde las cosas no salen como se espera. Donde a las malas te das cuenta que todo lo que haces mal, se devuelve. Para empezar, debo ser honesto y reconocer que fui un completo hijo de puta con quien me tendió la mano cuando más lo necesitaba. La historia de la que hablo, es la del millonario robo al exitoso empresario Patrick Thompson. Sé que quizás muchos de ustedes la conocen, porque Patrick es un empresario sumamente reconocido a nivel mundial por su millonaria fortuna y extravagantes gustos. A Patrick lo traicionó alguien muy cercano y de mucha confianza; su escolta. Y sí, ese escolta soy yo, Bradley, pero todos me dicen Brad. Les contaré entonces el paso a paso de como arruiné mi vida por la ambición del dinero y cómo terminé aquí por culpa de esa maldita de Rebecca, que ahora no quiero ni recordar. Todo comenzó hace unos ocho años cuando yo trabajaba para una empresa de seguridad en la ciudad de Oya, Grecia. Por si no lo saben, allí suele vivir gente sumamente adinerada, y un buen ejemplo de ello era Patrick. El señor Patrick llegó cierto día a la empresa buscando un escolta para reforzar su esquema de seguridad. Hasta allí, todo normal. Uno de los requisitos que pedía para otorgar el empleo, era que el aspirante al cargo no podía tener pareja sentimental, pues buscaba una persona que pudiese dedicarle las 24 horas del día, su tiempo como escolta. Para ese momento, yo contaba con la experiencia necesaria para el empleo, pues ya había tenido la oportunidad tiempo atrás de trabajar para otras celebridades del país. Necesitaba el trabajo así que decidí postularme, negando a la que sería mi pareja en el momento; Rebecca Pearson. Al parecer mi perfil logró convencer a Patrick y terminó por contratarme como su escolta privado 24 horas. Me sentí muy emocionado por haber conseguido el empleo. Además, la cantidad de dinero que estaba dispuesto a pagar Thompson por su escolta, era inimaginable. Luego de contratarme, el señor Patrick refirió que necesitaba conocer más a fondo a su nuevo empleado, así que me pidió llevarlo al lugar en el que yo vivía en ese momento. —¿Seguro que quiere que lo lleve señor? —pregunté dudoso. —Completamente seguro. No importa que tan lejos estemos —contestó Patrick. —Señor , no es solo por la distancia —dije—. Vivo en uno de los suburbios de esta ciudad, es un lugar muy inseguro. —Para algo es mi escolta ahora, ¿no? —dijo Patrick—. Además necesito que traiga sus pertenencias de una vez —anunció—. A partir de ahora su nuevo hogar será mi casa, ¿entendido? —Entendido señor —contesté. Enseguida, Patrick me entregó la llave del auto y yo, conduje de manera cuidadosa hasta aquel lugar marginal donde vivía. Al llegar, Patrick pudo evidenciar la veracidad de mis palabras y se mostró algo sorprendido por el sitio, pues lógicamente era algo muy distante de los lugares a los que estaba acostumbrado. —Bueno Brad, pues ahora no tendrás que preocuparte más por vivir aquí, y ahora mismo te irás conmigo —refirió Patrick. —Muchas gracias por la oportunidad señor, no se arrepentirá de darme el empleo —referí. Thompson decidió esperarme al interior del auto, mientras que yo, guardaba mis pocas pertenencias en una maleta que tenia en casa. Al terminar, me indicó enseguida hacia donde debía dirigirme para llegar a su casa que por cierto, estaba a kilómetros de la mía. Quedé impresionado al llegar a la mansión donde vivía Patrick y que ahora sería mi lugar de residencia también. Para empezar, la mansión era tan enorme que parecían ser tres casas unidas, formando tan lujosa vivienda. El jardín del lugar estaba adornado con frondosos arbustos y exóticas plantas. Por su parte, el garaje contaba con siete autos. Sí, siete autos. Uno para cada día de la semana, de no creer —allí comencé a comprender la extravagancia de sus gustos —. Los vehículos que tenía en su amplio garaje eran Rolls Royce, Lamborghini, Ferrari, McLaren, entre otros. Así, continué el recorrido por la mansión. Cada lugar al que entraba me sorprendía aún más. La cantidad de lujos que tenía Patrick era impensable y sorprendente. —Aquí también viven mi esposa y mi hijo, ¿bien? Es para que sepas que algunas veces deberás prestar tus servicios para ellos —refirió Patrick. —Entendido señor, no habrá ningún problema con ello. —Espero que así sea Bradley, realmente creo que soy un patrón bastante flexible y comprensivo con mis empleados, así que de una vez te digo; si necesitas un favor o pedirme algo, no dudes en hacerlo, muy seguramente encontraremos una solución. —De acuerdo señor Thompson, no dudaré en tenerlo en cuenta para cuando lo necesite —contesté. Los días posteriores a mi contratación, no fueron tan pesados como se pondrían después. Apenas estaba aprendiendo a conocer un poco de Thompson, y de todo lo que acarreaba trabajar para alguien como él. Si bien ya había trabajado con otras celebridades, nunca lo había hecho para alguien que tuviese tanto dinero como Patrick, y menos para alguien que tuviera tanta confianza en sus empleados —luego sabrán porqué—. Patrick contaba con la vida que cualquier persona podría desear: una mansión lujosa donde vivir, autos lujosos, gustos extravagantes, millonarios negocios, y una hermosa familia donde había amor de sobra. Por mi parte, había encontrado el empleo soñado... Digo empleo soñado porque el salario que ofrecía Patrick por los servicios, superaban por mucho el salario normal que recibe un escolta como yo. Una de las desventajas del empleo era el hecho de tener que ocultar a mi pareja Rebecca. Ella no comprendía muy bien el motivo para tener que negar mi relación con ella, y yo como podía, intentaba hacerle entender y me comunicaba con ella en algunos ratos libres que tenia, mientras la llamaba escondido desde algún baño del lugar o desde mi habitación. Siendo honesto, no se como Rebecca pudo soportar el seguir conmigo, cuando ahora no podía dedicarle ningún momento, y sólo podíamos hablar por algunos minutos durante el día, arriesgando a ser descubierto. Ahora bien, durante mi primer mes de trabajo logré ganarme la confianza no sólo de Patrick, sino también de su elegante y refinada esposa Arnika, y su pequeño hijo Odín. Odín era el único hijo de la pareja y poco podía disfrutar de la atención de sus padres, pues ambos trabajaban día y noche en sus negocios, así que el tiempo para dedicarle a su hijo era casi nulo. Fue así como logré acercarme al pequeño; brindándole la atención que sus padres no podían darle por su trabajo. Odín y yo íbamos juntos al parque en las tardes, también en ocasiones le ayudaba con sus tareas y el pequeño cada vez se mostraba más cómodo con la situación. Patrick, en agradecimiento por la forma en que trataba a su pequeño hijo, y lo contento que se sentía Odín con mi compañía, decidió aumentarme un poco más el sueldo, y además, me permitiría tener dos días de descanso a la semana, por mi esfuerzo en el empleo. —Brad, tengo una noticia para ti que posiblemente te gustará —dijo Patrick. —¿Una noticia? Adelante señor, escucho —contesté. —No creas que no noto tus esfuerzos y la manera en que tratas de estar siempre para mi hijo Odín —comentó. —Hago mi trabajo señor —contesté—. Además yo entiendo que usted y la señora Arnika están ocupados con sus trabajos, así que siempre que tengo tiempo disponible, intento estar lo más cerca posible de su hijo Odín. —Mil gracias por ese gesto Brad. Por esto tendrás un aumento en el sueldo y también podrás tener dos días de descanso, para que hagas lo que quieras —informó Patrick. —¿Un aumento? —pregunté impresionado—. Señor Thompson, pienso que con el salario que me paga ahora es suficiente, me sentiría apenado recibiendo un poco más —referí. —¿Acaso no los necesitas? —Claro que sí señor, me servirían demasiado, pero siento que es mucho —contesté. —Déjate de tonterías Brad, te pago esa cantidad porque valoro tu trabajo, así que no refutes. Enseguida, me sentí sumamente agradecido con él por la manera de reconocer mi esfuerzo. Además, de esta manera podría mejorar un poco mi relación con Rebecca, pues al menos ya tendría algunos días libres para compartir con ella. Y sí, tal como lo esperaba, mi relación con Rebecca mejoró poco a poco. En uno de nuestros encuentros ahora que tenía algunos días disponibles entre semana, se mostró un poco más dispuesta a comprender el porqué me veía en la obligación de negar el hecho de que estaba con alguien sentimentalmente. Incluso, se sintió muy interesada por saber todos los detalles de mi nuevo empleo. —Y cuéntame, ¿quién es el famoso jefe que tienes del que tanto hablas? —preguntó con intriga. —¿Conoces a Patrick Thompson? —pregunté. —¿Acaso bromeas? ¡Es un hombre super millonario! —comentó con euforia. —Exactamente, es él de quien hablo —comenté. —Genial, debe ser increíble trabajar con un tipo como esos —refirió Rebecca. —No imaginas los lujos que tiene en su mansión —comenté. —Cuéntame un poco, estoy intrigada. —¿Puedes creer que tiene un auto para cada día de la semana ? —pregunté. —¿Un auto para cada día? ¡Ha de ser juna broma! —contestó incrédula. —Por supuesto que no es una broma cariño, te hablo en serio. Incluso guarda las llaves de sus autos en una especie de caja fuerte; sólo él conoce la clave. —¿Y qué tipo de autos son? Supongo que de los más lujosos. —Supones bien cariño —contesté—. Uno de sus vehículos es un Ferrari, otro es un Lamborghini, y los otros cinco también son sumamente lujosos y costosos. —Increíble que alguien tenga tanto dinero, ¿no crees? —dijo Rebecca. —La verdad es que sí —respondí—. Ese hombre tiene tanto dinero que debe tener cámaras de seguridad en todo el lugar. En casi todos los rincones de su mansión hay cámaras y alarmas. —Imagino como ha de ser todo en el interior. ¿Y tiene familia? —Sí cariño, tiene un hijo de cuatro años y su esposa Arnika, quien es igual de exitosa en los negocios como su esposo. —Debe ser una mujer muy elegante —refirió Rebecca. —Muy refinada y elegante cariño —comenté—. Siempre viste con prendas que parecen ser de diseñador. Y ni te imaginas las joyas que utiliza... —Suena muy interesante todo Brad, quizás algún día tenga la oportunidad de conocer la mansión, cuando no estén tus jefes, ¿no te parece? —¿Estás loca Rebecca? Si hago eso y se enteran arriesgo mi empleo. Sin pensarlo Patrick me despediría —contesté ofuscado. —No tiene por qué enterarse, pero bien, si no me quieres llevar entiendo —contestó. —Rebecca por favor no vayas a empezar ahora. ¿Dimensionas lo que me estás pidiendo? Es muy peligroso y no pienso hacerlo. —Siempre he dicho que eres un cobarde Brad. Si algún día te decides por mostrarme la mansión, estaré dispuesta. En ese momento sentí que desconocí por completo a Rebecca. Jamás había actuado de esa manera, y mucho menos me había pedido algo que pusiera en riesgo mi empleo. Ahora, al parecer se sintió deslumbrada por el hecho de que me encontraba en una mansión, y claramente nosotros nunca tendríamos la posibilidad de tener una, mucho menos con mi salario. Nuestra visita terminó mal dada la actitud de Rebecca. No sólo me había tratado como un cobarde, sino que también había demostrado que poco le importaba lo que pudiera pasar con mi empleo que tanto me había costado conseguir. Transcurrieron unas dos semanas en las que no tuve noticia alguna de Rebecca... No recibía ningún mensaje o llamada por parte suya, ni tampoco era evidente alguna manera de querer comunicarse conmigo. Opté entonces por permanecer así, sin buscarla, pues de hecho la pelea que habíamos tenido fue causada por ella, y yo no esperaba disculparme cuando debía ser al contrario. En esas dos semanas, logré tener más acercamientos no sólo con Patrick, sino también con su familia. La familia estaba tan a gusto con mi trabajo, que deseaban que yo estuviera presente en cada encuentro que tenían, ya fuera de negocios, hasta lo más mínimo como una salida familiar al cine. Thompson y su familia me hacían sentir un integrante más de ellos con la manera en que me trataban. Sin duda, eran de esas personas que a pesar de tener tanto dinero, no solían perder la humildad a la hora de tratar a los demás, y en especial a sus empleados. Los detalles por parte de su Patrick comenzaron a ser frecuentes. Para él no era ningún problema darme dinero adicional cuando consideraba que me lo merecía, otros detalles que me regalaba solían ser lociones finas, relojes, joyas que por algún motivo "no le gustaban" o simplemente ya no utilizaba. También recibí prendas de marca, algunas nuevas y otras con muy poco uso pero en perfectas condiciones. Cierto día, mientras estaba en casa con toda su familia, Arnika decidió interrogarme por mi vida sentimental: —Y cuéntanos Brad, ¿cómo es que un hombre como tú, con tan excelentes valores y todo un caballero, no tiene una novia a su lado? —Señorita Arnika, no he tenido mucha suerte en esos asuntos. Además, es difícil tener una pareja cuando tienes un trabajo tan arriesgado; no cualquier mujer está dispuesta a estar con un hombre que arriesga su vida todos los días —contesté. —Entiendo Brad, y tienes razón en lo que dices. Por ejemplo, si Patrick fuese un escolta creo que tampoco sería capaz de soportar la idea de que en cualquier momento puede salir herido, o incluso muerto —comentó Arnika. —Así es señorita. Además, creo que una relación implica dedicar mucho tiempo y a decir verdad no cuento con mucho tiempo libre, usted misma es testigo de ello. Con mi respuesta, logré reforzar aún más mi historia de ser un hombre soltero. Esperaba que luego de esto, mi situación sentimental no volviera a ser motivo de conversación en la mansión de los Thompson. Más tarde, en horas de la noche cuando ya había terminado mi labor del día y podía descansar un poco, me encontraba tendido en mi cama, cuando de repente recibí una llamada de Rebecca. —¿Cómo has estado Brad? —preguntó Rebecca. —Muy bien, ¿tú cómo estás, Rebecca? —contesté. —No tan bien como se supone, pero no puedo quejarme —refirió—. ¿Aún estás molesto conmigo? —¿Dime qué esperas? Rebecca, mostraste cero interés cuando te dije que podía perder mi empleo. Pensé que te importaba y te alegraba que hubiera encontrado uno, y más con un hombre tan adinerado. —Brad, no es que no me importe tu trabajo, obviamente me importa y me preocupa, aunque ese día pude haber actuado un poco inmadura —contestó. —¿Un poco? Sentí que estaba hablando con una niña de quince años. Además, no sabía que siempre te había parecido un cobarde como lo dijiste... —Brad, lo siento, ¿está bien? Perdón por la forma en que te hablé; quizás me dejé llevar un poco de la emoción cuando me contaste todos los lujos que tenía tu jefe, pero descuida, no volveré a pedirte algo tan arriesgado. —Espero que entiendas que no es por ser egoísta Rebecca, simplemente debo cuidar mi empleo. Además, recibo un buen salario que no encontraría fácilmente en ningún otro trabajo. —Descuida Brad, ya entendí todo y sé que no es algo tan fácil. Por el contrario, cuida tu nuevo empleo en la mayor medida que puedas. Terminamos nuestra llamada y en parte debo admitir que me sentí feliz por haber recibido su llamada y su disculpa. Hasta ese momento, creía que de verdad le importaba mi situación laboral, pero más adelante, terminaría por darme cuenta de todo lo contrario. Pasaron los meses y Patrick cada vez se mostraba más seguro de confiarme detalles íntimos a mí. Un día, debía hacer un viaje familiar, pero a la vez, necesitaba cerrar un negocio importante, así que decidió enviarme a mi en representación suya mientras yo seguí paso a paso sus indicaciones para asistir a tan importante reunión. Al regresar del viaje con su familia, se mostró satisfecho por los resultados del encuentro en el que fui en su representación, y no dudó darme el respectivo agradecimiento a su manera. —Bradley, estoy sumamente agradecido por tu impecable trabajo —comentó—. Mis conocidos me dijeron que tu asistencia al evento fue increíble y cerraste el negocio como te lo indiqué. —Gracias por reconocerlo Patrick, sólo hacía mi trabajo. Espero no haber cometido ningún error. —Por el contrario, gracias a ese pequeño favor que hizo por mí, logré concretar otro millonario negocio. Es por eso, que me sentí en la obligación de comprar un pequeño regalo para demostrarle lo agradecido que estoy por su trabajo Bradley. —¿Un regalo? No tenía por qué molestarse señor —comenté—. Lo único que hago es cumplir con mi trabajo, me siento apenado recibiendo tantos regalos de su parte. —Ahora no me interesa si se siente apenado o no Brad, importa la intención que tengo al dárselo, y es la de hacerle saber lo valioso que es su trabajo en esta casa, ¿de acuerdo?. Ahora, le pediré que cierre los ojos y me acompañe al jardín trasero, allí está el regalo.

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