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María y su mar de recuerdos

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Blurb

María está viviendo su sueño. Tiene el trabajo que siempre quiso, un par de amigos increíbles que están dispuestos a ayudarla siempre y una familia que la respalda. Incluso ha superado a Gustavo, su gran amor, su mayor decepción. No se volvieron a encontrar en ninguna esquina ni coincidieron en ningún recoveco de la vida... hasta la boda de Darío, donde inevitablemente se tendrán que ver. Y entonces, será imposible no sumergirse en el mar de recuerdos que llega con él.

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LA BODA
Apagué la computadora, saqué un espejo de mi cosmetiquera y vi el reflejo de mi cara que mostraba cansancio. El brillo en mis ojos era el que delataba mi alegría. Lo había logrado. Después de mucho trabajo, al fin lo estaba logrando. Me quité el exceso de brillo facial, porque el hecho de que estuviera cansada no significaba que me tenía que ver derrotada. Me puse lipstick rojo porque me hacía sentir poderosa y guardé todo sin un orden, en mi bolsa. Salí de la oficina lista para quitarme el estrés con unas cervezas y ponerme al día con mi amiga Paulina. Era viernes y el cuerpo lo sabía. Entregué el coche en el vallet parking. El clima era bastante agradable, refrescaba pero no era necesario un suéter. Le sonreí a la señorita de la entrada y le dije que ya me estaban esperando, reconocí a mi amiga en una mesa. Ella me vio en la puerta y levantó la mano para que la ubicara. —¿Cómo te fue? —los gritos de Pau hicieron que algunas personas voltearan a vernos. —Increíble, mucho mejor de lo que esperaba. —nos dimos un abrazo, un beso en la mejilla y me senté en la silla que estaba frente a ella. —¿Sí estaba guapo? —Pau tenía los ojos muy abierto y asentía con la cabeza esperando muy ansiosa por mi respuesta, yo puse la bolsa en el perchero. —Nada que ver —mi cara reflejó decepción y dejé caer los hombros— pero eso no importa. Está casado y es de los que usan argolla en la mano izquierda, lo que sí, es que hicimos mucho click… laboralmente hablando, pensamos muy similar y estoy segura que haremos un buen equipo, la reunión se extendió por 3 horas ¿puedes creerlo? no podíamos parar de compartir ideas. Estoy convencida que la vamos a romper con este proyecto. —sonreí complacida recordando esa reunión de negocios. Me había ido mucho mejor de lo que pude haber esperado. —¿Les gustaría pedir una entrada? ¿Ya saben que quieren de tomar? —el mesero nos interrumpió, ambas pedimos una cerveza y una pizza especial al centro. —¿Podría quitarle por favor las anchoas? —nunca me había gustado su sabor salado, no entendía por qué las agregaban como un plus a todos los platillos especiales, eran como las pasas en las comidas de Navidad, las agregan para darles más importancia y al final todo mundo se las termina quitando. —Por supuesto, en un momento les traigo su orden. —el mesero sonrió para confirmar que había entendido lo que pedimos, se fue, y Pau siguió hablando. —Que bueno María, me da gusto por ti, es horrible cuando trabajas con alguien que no quiere hacer equipo. Aparte esta oportunidad es única en la vida, al rato ya no me vas a querer ni hablar, serás mi amiga “la famosa”. —hizo comillas con los dedos y las dos nos empezamos a reír. Pau retomó la conversación haciéndose un poco la disimulada, tomó la carta de alimentos para esconderse y no me vio a los ojos una vez que volvió a hablar— Mmmm cambiando de tema… este… ¿Ya estás lista para la boda? —aunque estuviera cubierta por la carta, la imaginé mordiéndose el labio inferior nerviosa. Sabía que ese era el tema por el que ella quería que nos viéramos y que no se iba a esperar hasta el domingo para que le contara los detalles de la boda que sería al día siguiente. Pero si ella se hacía la disimulada yo también podía hacerme la desentendida. —¿Por qué no estaría lista? Es solo una boda. —agradecí al mesero mi bebida y le di un sorbo intentado parecer lo más despreocupada posible. —Ay María por favor —dejó el menú sobre la mesa y entonces si me vio a los ojos, habló con un tono tan decidido que hizo que me removiera incómoda en mi silla—no te hagas la boba, es LA boda… ¿Siempre sí irás acompañada de Erick? —también ella bebió de su cerveza para darme tiempo de responder. —Por supuesto que voy a ir con Erick, no me veo llegando sola cuando de seguro ÉL llegará acompañado de alguien —me mordí el labio por dentro y respiré con esfuerzo. —¿Nadie te ha confirmado si ya tiene novia? —No, nadie se ha atrevido a tocar el tema y por supuesto que yo no soy capaz de preguntarlo. —le di otro sorbo a mi cerveza y con todo ese nivel de estrés que de pronto empecé a sentir, tomé dos rebanadas de pizza, necesitaba llenar el vacío. Y comí, comí como si no me importara el vestido que iba a llevar al día siguiente. —Ya pasaron ¿Cuántos? ¿4 años? —Pau arrugó el entrecejo. —5 el mes que entra —carajo seguía doliendo. —No crees que sería una buena idea que salieras con alguien y no tuvieras que seguir usando a Erick… Sabes que lo quiero, pero mientras te sigan viendo con él como tu acompañante oficial, está difícil que alguien te busque ¿No crees? —ahora la cara de mi amiga era de preocupación, como si le apurara que ya nunca más fuera a salir en plan romántico con alguien otra vez. —A Erick no le molesta y a mí tampoco. Además, no tengo tiempo para andar en citas, menos ahora que tengo más trabajo que nunca. —me convencí a mí misma de que yo tenía razón. —Inténtalo, siempre hay tiempo… ya deberías descargar Tinder de una vez por todas. —Un día de estos Pau, un día de estos. Llegué a mi departamento convencida de que quizá no había sido buena idea haber incluido postre y menos uno completo para mí sola. Pero eso era lo que ÉL provocaba, tan solo lo mencionó Pau, y yo ya tenía un hueco inmenso que no sabía como ni con que llenar. Habían pasado 5 años sin verlo, sin tener noticias, sin saber nada de nada… Bloqueado. Desaparecido. Como si la tierra se hubiera abierto y se hubiera tragado a alguno de los dos para cerciorarse que era imposible que nos volviéramos a encontrar por casualidad en alguna esquina de la vida. Pero resulta que la tierra es redonda o el mundo es un pañuelo, la frase no importa, lo que importa es el significado, ese fondo que nos dice que por lo regular siempre vuela en el aire la posibilidad de volvernos a topar con ciertas personas, con personas con las que en ocasiones preferiríamos no tener que barajar esa posibilidad de volverlas a encontrar. Cuando me invitaron a la boda, hace más de 6 meses, pensé que la prueba estaba superada y que no habría problema. Me sentí tan segura, que tal vez ese exceso de confianza debió ser una bandera roja de advertencia. Ahora que faltaba un día… un bendito día. Estaba tentada a reportarme enferma ¿Y si no iba? Nadie extrañaría mi presencia. Al menos tenía a Erick para no llegar sola. Y Erick era guapo, muy guapo, demasiado guapo para ser heterosexual… así que por supuesto que para una relación real, Erick prefería a alguien del sexo masculino. Sin embargo éramos excelentes amigos. Nos entendíamos, y siempre estaba dispuesto a acompañarme a cualquier evento en el que yo necesitara pareja y lo mismo aplicaba cuando él tenía eventos a los que requería acudir con una acompañante. Si Erick no tenía un galán en turno, yo era su tabla de salvación. Era un buen acuerdo, nos divertíamos juntos, la pasábamos bien e incluso hacíamos bonita pareja para las fotos. La cereza del pastel… teníamos gustos similares, sí también nos gustaban el mismo tipo de hombres, bueno con el detalle que yo prefería que esos hombres tuvieran preferencia por las mujeres, si no, eran todos suyos. El despertador hizo un ruido infernal, pensé que habría podido ser la alerta sísmica de la ciudad. El sonido era muy fuerte, o eso fue lo que yo sentí cuando tomé mi reloj para apagar la alarma y ver la hora. La cabeza me taladraba porque aunque dormí, no descansé. No había tenido propiamente pesadillas pero me desperté con una sensación de pesadez que hacía mucho no sentía. Me desperecé, salí de cama y me metí a bañar. El baño siempre relaja, pensé. Me puse unos jeans cómodos y una blusa con botones al frente, algo que fuera fácil de quitar, para que una vez que regresara a ponerme el vestido de la boda, no me fuera a estropear el peinado o el maquillaje. Fui a la cocina y preparé el desayuno. Algo sencillo, un sándwich y un café. El corazón me dio un vuelco cuando al servir mi café recordé que ÉL lo tomaba con un sobre de azúcar, mientras que yo lo prefería solo con medio sobre, ¿Y qué haces con la otra mitad? Era su pregunta. A veces las guardo, una nunca sabe, era mi respuesta y entonces ÉL sonreía. Tomé una aspirina. Agarré las llaves de mi coche y fui al salón de belleza. En lo que llegaba mi turno agarré una revista vieja para perder el tiempo. Ahí, entre muchos espejos, el ruido de la secadora, pláticas superfluas, el aroma de los químicos que usan para las uñas postizas y una televisión proyectando un programa de chismes de la farándula… vi al modelo de la revista, que parecía que me guiñaba un ojo diciendo ¿Verdad que me parezco a ÉL? El nudo en el estómago se me formó de inmediato. Cerré la revista como si tratara de un libro de magia negra y entonces las preguntas comenzaron a atropellarse en mi cabeza ¿Seguiría teniendo un cabello abundante y lo seguiría llevando tan corto? ¿O se pudo haber quedado calvo en 5 años? ¿De quien llegaría acompañado? ¿También me recordaría? ¿Estaría también pensando en mí, antes de que pasara lo inevitable… que era volver a encontrarnos?. Regresé a mi departamento con más ansiedad de la que tenía al despertar. No podía ponerle un nombre a esa sensación ¿nervios? ¿miedo? ¿amor? ¿odio?. Me puse el vestido envolvente color verde botella, con mangas largas bombachas y un pronunciado escote V al frente. Al caminar, descubría por completo mi pierna izquierda y aunque cuando lo compré me pareció muy elegante, ahora frente al espejo me parecía increíblemente sexy. En mi tocador me enfoqué en dos perfumes, uno era el de siempre, el que Él conocía y el otro era mi nuevo favorito. Suspiré sin podérmelo creer, pero tomé el perfume nuevo, si de verdad estaba superado… no tendría porque llevar algo que me recordara el pasado. Una notificación en mi celular me hizo volver al presente. Erick ya había llegado por mí. —María ¡Estás para dar un infarto! Me queda claro que tenemos confirmado que el objetivo va a estar presente ¿Verdad?. —Es imposible que falte, Darío es su mejor amigo ¿De verdad me veo bien? —Querida, estás poniendo a prueba mis preferencias sexuales, eres un bombón que el objetivo querrá cenar esta noche, te ves preciosa. Le sonreí con cariño, Erick siempre tenía las mejores palabras para levantarme el ánimo y me felicité a mí misma por haberlo invitado. Erick era el príncipe de cualquier cuento hecho en carne y hueso. Las facciones marcadas, mandíbula cuadrada, nariz respingada, pelo obscuro peinado perfectamente de lado con un copete que daban ganas de tocarlo solo para corroborar que no era de plástico, los labios carnosos aparentemente todo el tiempo hidratados y los ojos color avellana debajo de dos cejas pobladas, abundantes pestañas rizadas. No había lugar a dudas, Erick era un hombre muy guapo. No le costaba ningún trabajo cerrar tratos importantes en su trabajo como financiero. Pero su verdadera pasión era la moda, y tenía una cuenta de ** con su alter ego: MAD HOMBRE. Si tuviera que equipararse con un personaje, él era el Batman de la moda masculina. Solo Pau y yo conocíamos su verdadera identidad. Jamás. Nunca. Ni por equivocación, mostraba su rostro. Era extremadamente cuidadoso para conservar ese aire misterioso que hacía tan popular su cuenta. Todas las marcas le mandaban regalos y lo invitaban a fiestas a las que TODO mundo pensaba que nunca asistía y sin embargo siempre estaba presente, pero al no conocer quien era en realidad, nadie podía dar por sentado que él hubiera estado en dichos eventos. Había muchas teorías alrededor, algunos decían que era una cuenta formada por varias personas, algunos pensaban que en realidad era una mujer y todo lo hacía para confundirlos creyendo que era un hombre y algunos otros decían que incluso era un famoso actor o alguna estrella de rock. Por supuesto, también estaba el rumor de que el autor de dicha cuenta era un nerd resentido y que en secreto se burlaba de todos. Pero no, la verdadera identidad de MAD HOMBRE era Erick, mi guapo y divertido amigo financiero. Llegamos al lugar de la recepción y Erick me ofreció su brazo, el cual por supuesto tomé porque me empezó a faltar el aire. De pronto no me sentí con la fuerza ni el valor para poder sostener el peso de mis piernas por mí misma. ¿Por qué confirmé mi asistencia? ¿A caso estuve loca esos 5 minutos en los que la wedding planner me habló para verificar si sí asistiría? Darío era mi amigo, pero no era indispensable mi presencia… y sin embargo, ahí estaba con un vestido que me había costado la mitad de la renta mensual de mi departamento y con un peinado y maquillaje que sin lugar a dudas me duraría mínimo toda la semana, porque con el dinero que había desembolsado no pensaba desmaquillarme de aquí a que terminara el año. La hostess del evento nos acompañó a nuestra mesa y me dio gusto ver que todos los asientos ya estaban ocupados y el objetivo (como Erick lo llamaba a ÉL) no estaba ahí. Salió de un jalón el aire que llevaba conteniendo y entonces me relajé, me dije que sí era posible sobrevivir a esa noche. Conforme fui dando sorbos a mi copa de vino comencé a sentirme confiada, pensé que había sido una buena idea asistir y que no había nada por que temer… Lo había logrado, ÉL ya era cosa del pasado. —¿Quieres bailar? —eso era lo mejor de llevar a Erick a las bodas, era un gran bailarín, y una vez que pisábamos la pista nos convertíamos en el alma de la fiesta… Siempre nos amanecía. Yo terminaba sin tacones y sin poder moverme al día siguiente, pero acabábamos con un sinfín de anécdotas que nos hacían reír por un mes completo. Sin lugar a dudas inventaríamos un nuevo paso de baile que acabaría en algún reel viralizando el evento. Erick y yo juntos, éramos peligrosa y divertida dinamita. —Vamos nene, vamos a enseñarles como se hace —le dije poniéndome de pie y guiñándole un ojo. —¿No has visto a el objetivo? —Ni me lo quiero encontrar, por que seguro viene con la hermana gemela de Megan Fox y me va a desinflar esta buena actitud que ya traigo. En menos de 5 minutos ya había una rueda de personas aplaudiendo el concurso de baile con termo en la cabeza que habíamos organizado. Muchas chicas se tomaban fotos con él cantando una canción de moda y me decían al oído lo afortunada que era por tener un novio tan guapo y bailador, pensaban que esa combinación no existía y yo no tenía el valor de decirles que efectivamente no era real porque él no era mi novio y no era heterosexual. Pero que más daba decir la verdad si todo en esa noche, y en esa pista de baile era pura diversión. Me sentí dentro de una burbuja donde todo estaba bien, donde todo era seguro y donde me olvidé que ÉL también estaba invitado, ÉL no podría entrar a esa burbuja que tan bien me estaba protegiendo. Giraba despreocupada dentro de esa esfera imaginaria de protección absoluta, cuando se tronó, estalló de forma repentina. Como si alguien la hubiera tocado con el dedo índice para asegurarse de acabar con ella. Mi burbuja se deshizo cuando al dar una vuelta lo descubrí, estaba recargado en la barra de shots platicando con muchos hombres. Pero no despegaba sus ojos de mí, su mirada había tronado mi burbuja. Lo que vi confirmó que no, no se había quedado calvo en estos 5 años. No, no le paso ningún accidente que le hubiera desfigurado la cara. Definitivamente tampoco le salió un grano en la punta de la nariz como a veces nos pasa a las mujeres cuando hay un evento importante. Y por supuesto que sí, sí se mantenía igual de guapo que la última vez que nos vimos. —María es tu turno de pasar al centro al concurso de lagartijas. —la voz de Erick me hizo recordar que estábamos en la pista de baile. —¿Eh? —respondí como si se me hubiera olvidado. —¿Es el objetivo? —me preguntó Erick en el oído y yo solo asentí como respuesta. —Querida si se volvió gay en estos 5 años, soy el primero en la lista. —lo volteé a ver entrecerrando los ojos y con cara de pocos amigos, pero lo tomé de la mano para regresar a bailar y olvidarme de ÉL, que por lo visto no había faltado, ahora solo necesitaba verlo con la doble de Megan Fox para terminar la tortura y darle vuelta a la página. Le dije a Erick que necesitaba ir al baño y ni siquiera estuve segura de que me hubiera escuchado. Él estaba organizando una competencias de turbo-cubas con varias personas en la pista de baile, a Erick no le había afectado verlo, Erick seguía siendo el alma de la fiesta. En el baño tomé todo el aire que pude, respiré dando grandes bocanadas de aire. No había necesidad de retocar el maquillaje, me vi en el espejo y no estaba el rímel corrido, no tenía brillo facial y mi pelo aún parecía de comercial, pero siendo sincera, no esperaba menos después de lo que me habían cobrado. Planché un poco mi vestido con las manos y salí para regresar a la pista de baile. —¿MAR?

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