Oh, Lucas

Las historias de amor son complejas y dificultosas, aún más cuando eres tú quien está envuelto en una de ellas, de eso me había dado cuenta en cuanto conocí a Lucas… Todo comenzó siendo una maravilla, como todas esas historias de amor que te narran en las películas, pero falló, al igual que las historias reales de las parejas; aun con ese pensamiento en la mente acerca del amor y la manera en la que falla, nunca logre dilucidar lo que iba a ocurrir entre los dos, cualquier vía de escape estaba fuera de mi alcance cuando ya estaba en sus garras, apenas había comenzado mi historia en esta travesía sin fin. Lo más cerca que había estado de sentir el amor durante toda mi vida fue justo en la época cuando conocí a Lucas, sin embargo, aquel encuentro había significado para mi más tristeza que alegría, arruinando así lo que sea que él y yo teníamos en un pasado. No sé por dónde empezar a narrar todo esto, ni siquiera puedo recordar muy bien cuando comencé a enamorarme de Lucas y el cómo lo dejé entrar a mi corazón, todo se vuelve confuso y borroso en mi mente a medida que intento recordar todo lo sucedido en nuestra relación, es como si el daño que fue ocasionado haya sido muy profundo y haya calado en mis huesos, y si, duele, todos los días duele recordar. Hace cinco años conocí a Lucas, éramos muy diferentes en ese entonces y nuestros caminos se cruzaron en una absoluta casualidad, algo que ni siquiera yo esperaba; para ese entonces, había entrado ya hacía un año a la facultad de salud en la universidad, por fin me había determinado para escoger una carrera y la elección había sido veterinaria, mi gusto por los animales había relucido en esa época y había inhibido la decisión de estudiar algo tan complejo como la medicina de las especies que habitan el mundo; mi paso por la facultad ese último año no había pasado desapercibido, de hecho, resaltaba mucho entre todas las estudiantes gracias a mi atractivo físico y debido a eso usualmente tenía citas con miles de chicos, incluso hombres fuera de la facultad en toda la universidad, para mí era muy fácil atraer a esos hombres para que dispusieran un poco de su atención en mí y por eso mismo no había sido muy complejo resaltar entre tantas mujeres bellas dentro de la facultad, aun así, no me atraía mucho la idea de seguir saliendo con hombres porque sí, yo buscaba algo diferente, alguien que verdaderamente llamara mi atención de sobremanera, alguien resaltable, no quería nada nimio o que pudiese pasar desapercibido, quería alguien que fuese tan especial como yo consideraba que yo misma era, pero mis experiencias pasadas me alejaban de buscar algo similar, mi suerte en el amor en el pasado había sido de lo peor, y en muchas ocasiones me había visto perjudicada por el simple hecho de querer buscar algo especial, los hombres suelen jugar contigo cuando ven que tienes un corazón inocente y que buscas algo mas que perder el tiempo con sexo o ese tipo de cosas que todo el mundo obtiene hoy en día, muchas veces los hombres solo buscan eso y tristemente yo me había topado en muchas ocasiones con ese tipo de personas, quienes habían hecho que mi poca fe en el amor fuese disminuyendo con el paso del tiempo, y para cuando estuve en la universidad ya ni siquiera quedaba un vestigio de aquella niña que buscaba amor siempre y que solo veía cosas buenas en todos. Por esos días todo era igual, ni siquiera contaba los días o me daba cuenta en qué día de la semana estábamos pues para mi todos los días eran iguales, iba a la universidad, rendía las clases y los exámenes necesarios, rechazaba unos cuantos chicos durante el día y seguía forjando esa personalidad de diva inalcanzable entre todas las personas de la universidad, luego tomaba el transporte a casa y descansaba de lo terrible que usualmente eran los días para mí, no estaba acostumbrada al estrés de las miradas y nunca lo estuve, incluso en mi niñez. Las cosas no habían sido siempre tan fáciles en mi vida y la belleza no había sido fácil de alcanzar, de hecho, durante toda mi etapa estudiantil en el bachillerato la había pasado muy mal por las burlas de todos mis compañeros, quienes usualmente me tildaban de fea y de estúpida, nunca fui resaltable o envidiada en esas etapas y eso hizo que mi personalidad fuese día a día disminuyendo, hasta un punto en el que me había negado a mí misma el acto de quererme, llegue a intentar quitarme la vida y todo se volvió oscuro para mí a los quince años, fue justo cuando cumplí esa edad y llegaron las vacaciones de fin de año de las clases del colegio que decidí que iba a cambiar por completo, ya no podía seguir con mi vida de la manera en la que estaba, quería ser diferente, alguien a quien mis compañeros de clase amaran y que pudiesen ver la verdadera belleza que había dentro de mí, pero eso no iba a ser fácil, mi rostro estaba llenó de acné y no ayudaba mucho mi aspecto físico, era la típica niña poco atractiva que intentaba llamar la atención, y es que era cierto, lo había intentado todo, intenté maquillarme, cambiar mi aspecto y mi cabello pero todo había salido mal y al final las burlas solamente se iban acrecentando más y más con el tiempo haciendo que mi autoestima cayese aún más; el día en que tomé la decisión de cambiar mi aspecto fue difícil, pero sabía que era el único camino para ser aceptada en una sociedad tan compleja y exigente con las personas. Comencé poco a poco, me maquillaba todos los días en vacaciones ensayando un aspecto diferente que pudiese verse un poco natural y así fui evolucionando en mis técnicas de maquillaje, luego comencé a cambiar mi manera de vestir y a hacer mucho ejercicio, todo con tal de verme atractiva para los ojos ajenos que me observaban, y por ultimo cambie el aspecto de mi cabello, que pasó de un crespo muy difícil de manejar a un lacio obtenido a través de los químicos más caros que una chica de quince años podía conseguir.