Los besos de Patrick eran apasionados. Estaban al borde del clímax y sus deseos eran incontrolables. En cualquier momento terminarían haciéndolo, aunque la oficina no era el mejor escenario para aquel encuentro pasional. Sin embargo, para ellos era lo menos importante. Ya no podían ocultar ni refrenar lo que sentían por el otro. Las manos de Patrick viajaron a las piernas de Lily, elevó una de ellas y la inclinó hacia atrás para besar su cuello y hacer un rosario de besos hasta su abdomen. Lily ese viernes lucía vestido n***o corto y pues, difícil no era acabar con él. Dejaba todo a la imaginación y despertaba los más oscuros deseos.
Con los leves roces por parte de Patrick, Lily sintió una presión en su feminidad. A Lily le gustaba como Patrick la tocaba. Lily agarró del cuello de la camisa a Patrick y lo pegó a ella, sin pudor. Lily le robó un beso a Patrick que provocó aun más descontrol en la escena. Patrick la pegó a su cuerpo e inevitablemente Lily sintió su erección. En medio de un beso voraz, Patrick bajó el cierre del vestido de Lily y ella le sacó la camisa y el cinturón, finalmente Lily desabrochó el pantalón de Patrick.
Entre besos y caricias, Patrick tumbó a Lily en el sofá de cuero que yacía en toda la entrada de la oficina de Lily. Patrick le bajó el vestido por completo a Lily. La besaba desesperado, mientras Lily gemía implorando la unión de la piel de Patrick con la suya. Sus besos destilaban pasión, fuego y deseo. Un deseo incontrolable.
Los dos se separaron, se miraron a los ojos. Patrick con la mirada le preguntó si deseaba seguir, Lily le respondió con un beso apasionado. Tanto Patrick como Lily juraban que estaban solos en aquella oficina pero afuera había un vigilante, de la seguridad del edificio, que tocó la puerta. Patrick miró hacia la puerta, se mordió el labio, maldijo en su interior y se levantó. Se abrochó el pantalón, se colocó la camisa y caminó hasta la puerta para abrirla.
Patrick quitó el seguro de la puerta y se encuentra con el vigilante, sale un momento mientras Lily se viste. Afuera, Patrick conversaba con el vigilante del edificio, asegurándole que todo estaba en orden, que solo estaban trabajando en un reportaje pero evidentemente el vigilante no creyó aquello por el aspecto de Patrick, empezando por el cabello despeinado, su camisa arrugada y algunos botones sueltos.
—¿Pero terminarán pronto o todavía les falta mucho? —preguntó el vigilante fingiendo que no sabía nada. No era tonto, ya sabía que entre Patrick y su asistente pasaba algo más, solo que no era asunto de él y no quería quedar como un chismoso.
—Sí, sí, en un par de horas estaremos saliendo, muchas gracias por estar pendientes —aseguró Patrick, aunque en su mente ya lo había insultado y mandado al infierno—. Hasta luego —añadió Patrick antes de cerrar la puerta. El vigilante se retiró.
Patrick miró a Lily que se había puesto el vestido por seguridad. Una sonrisa pícara se formó en los labios de Lily cuando Patrick le informó que tenían dos horas más. Patrick se acercó a ella y lo siguiente fue historia. Patrick le arrancó el vestido de nuevo, así como Lily le sacó la camisa. Cegados por la pasión que sentían uno por el otro, se entregaron al placer. Gemidos y jadeos salían de sus labios mientras sus cuerpos y almas se hacían uno solo.
Al alcanzar el clímax, los dos gritaron sus nombres. Patrick se dejó caer sobre Lily, exhausto. Los dos se contemplaban en silencio, los ojos de Patrick ya no eran los mismos ojos lujuriosos que la miraban hacía dos horas. Estos ojos eran más románticos, más tiernos.
Patrick besó el cuello de Lily, marcándolo como suyo. Él era un Serkan Bolat pero más posesivo. Le daban celos que otro hombre mirara a Lily, le hablara o le coqueteara. Sobre todo que ella vistiera tan atractiva pero le tranquilizaba saber que eso Lily lo hacía solo para él. Ella misma terminó confesándolo esa noche.
Patrick, con deseos de más, sacó su m*****o y se levantó para vestirse, luego ayudó a Lily a vestirse también. Ella se dio vuelta y colgó sus brazos en el cuello de Patrick.
—Ha sido fantástico —susurró acercándose a los labios de su jefe—. Gracias por eso.
—No te imaginas cuántas veces lo imaginé.
—Te mentiría si te digo que tampoco lo imaginé.
Finalmente, los dos tortolos salieron de la oficina. Lily apagó su ordenador y siguió el paso de su jefe, ahora amante. Tomaron el ascensor para bajar hasta el estacionamiento pues por las escaleras el camino se haría más largo. En el elevador, los dos intercambiaban miradas de complicidad. Patrick no se sentía culpable de nada porque la deseaba más que a nadie en su vida.
Patrick nunca pensó que esa chica tan extraña se convertiría en una pieza clave de su diario vivir, en una persona tan importante, sin la que él no podría seguir. De hecho, él no quería enamorarse, pero la vida y el destino le tenían otro camino.
Cuando llegaron al estacionamiento, Lily subió a su auto y tras varios intentos para encenderlo, se dio por vencida. Patrick la miró preocupado y le preguntó que ocurría. Lily le respondió que no sabía pero que ya era muy tarde para arreglarlo y buscaría un taxi.
—¿Estás loca? No, es muy peligroso que esperes sola en la calle a esta hora.
—¿Y qué hora es?
—Lily son las once de la noche —La pelinegro abrió los ojos sorprendida—. Ven, yo te llevo a casa. El lunes venimos y arreglamos esto.
—Sí, creo que no hay otra opción —susurró Lily, más para ella misma que para Patrick.
Lily tomó su bolso y bajó de la camioneta. Había demasiado frío esa noche del viernes, Patrick lo sabía y al ver que tan descubierta andaba ella, le dio su abrigo para cubrirla y protegerla. Los dos subieron al Porsche de Patrick, era la primera vez que subía a ese vehículo.
Miró el radio y sus ojos se iluminaron como el de una niña con juguete nuevo. Lily le preguntó a Patrick si podía encenderlo y este asintió. Patrick tenía curiosidad por los gustos de Lily así que era la oportunidad perfecta para conocerlos. En la radio, sonaba “A Year Without Rain” de Selena Gómez, su favorita. No dudó en cantarla a todo pulmón y bailar al ritmo de la canción. Patrick la observaba de soslayo, con una sonrisa en sus labios que le llegaba a los ojos.
Pasados los primeros treinta minutos, ya Lily se había quedado dormida en el asiento delantero. Quien te viera durmiendo piensa que eres un ángel, pensó Patrick al verla tan dormida. Patrick muy pocas veces había visitado el apartamento de Lily, sin embargo, recordaba muy bien la dirección. Así que, sin problemas, llegó a la residencia.
Patrick aparcó el auto en el estacionamiento de la residencia. El vigilante al ver que Lily iba dentro no tuvo problema, además, no era la primera vez que Patrick iba al edificio como se dijo anteriormente. Bajó del Porsche y dio la vuelta para bajar a Lily.
La tomó en sus brazos y con esfuerzo caminó con ella hasta el elevador. Las puertas se abrieron y Lily comenzó a despertar poco a poco, debido al sonido que hacían. Le preguntó donde estaban, Patrick le aseguró que todo estaba bien, que estaban en su edificio. Lily sonrió y se quedó dormida de nuevo.
Cuando las puertas se abrieron en el piso cinco, Patrick salió del ascensor y caminó hasta el apartamento con ella dormida entre sus brazos. Lily, adormilada, abrió los ojos y le pidió que la bajara para buscar las llaves. Abrió el apartamento y entraron. Patrick pidió agua y Lily la fue a buscar, aun dormida.
—¿Necesitas ayuda? —Preguntó Patrick poco convencido de que Lily pudiera servir el agua sin hacer un desastre. Lily rió y Patrick tomó aquello como una respuesta afirmativa. Acudió a la cocina y se sirvió el agua.
Patrick tomó el agua y le agradeció.
—Gracias a ti… —susurró Lily con una sonrisa en sus labios. Todavía seguía dormida aunque no lo pareciera.
Los dos caminaron hasta la habitación, Patrick quería asegurarse de que Lily estaría bien, aunque por dentro moría de deseos. Cuando Lily se acostó, Patrick besó su frente como despedida y le sonrió. Pero Lily evidentemente no quería que él se fuera. Cuando él se dio vuelta para salir, Lily pronunció las palabras que detuvieron su corazón.
—Quédate conmigo.