En los vestidores buscamos un vestido apropiado para la cena de esta noche, uno rojo es el que me llama la atención, está perfectamente hermoso de el pecho es escotado pero no deja ver nada de más y el de la espalda es hasta la mitad de mi espalda, es perfecto y a las dos nos gusta como se me ve, lo compramos y pasamos a la zona de maquillaje donde ella elige las sombras y el resto de las cosas, no me gusta gastar el dinero que me dio Mateo pero Lina parece que lo gastara todo, aún resuenan las palabras en mi cabeza las últimas que escuché decir a Mateo antes de irse.
Confía en mí.
Confío en él pero va hacer que Jordán pierda su coche o tal vez al revés pero trato de no concentrarme en eso porque si lo hago algo saldrá mal, Lina solo dijo que Jordán se lo busco y que ella quiere estar cuando Mateo le gane la camioneta a su hermano, me lleva a diversos lugares, regresamos a casa después de pasar una tarde de amigas y de compras, llegamos y nos encerramos en mi cuarto me meto a bañar y ella arregla las cosas que me voy a poner mamá está en la sala pasando una tarde con mi odioso padrastro pero al menos se ven felices y dejaron de discutir por dinero, Lina arregla las cosas cuando salgo del baño ya tiene la plancha, la enchinadora y la secadora listos para pasar sobre mi cabello que no se decide en ser lacio o c***o, miro la cama y está llena de maquillaje y pinturas para la cara es la primera vez que hago esto más le vale a Mateo alagarme y notar el sacrifico de ponerme maquillaje sobre la cara, me seca el pelo y se decide por ondular mi cabello después de una hora de ondularlo pasa a ponerme base, polvo, corrector y un montón de cosas más que no me dio tiempo de aprender el nombre, logra un maquillaje muy lindo que solo una modelo usaría y hace que me ponga el vestido rojo que compramos y por si fuera poco me obliga a ponerme los tacones negros que me regalo en navidad, me miro en el espejo y no parezco yo misma, parece que es una artista de cine o una modelo un poco gorda para ser modelo pero modelo. El timbre suena y ella se asoma por la ventana.
-Llegó tu príncipe azul-anuncia con una sonrisa en los labios-te acompaño, no arruines el maquillaje. Y por favor no hagas algo vergonzoso.
-No te prometo nada pero lo intentaré-digo con algo de nervios.
-Esa es mi niña-suspiro y salimos por la puerta a lo que creo que será mi fin.
No te pongas nerviosa.
Es solo una cena.
Al llegar abajo están Jordán, mi hermanastro, mi madre y mi padrastro y por supuesto el causante de que esté vestida así, suspiro antes de salir a la luz de la sala.
-¿Qué haces? Pareces niña chiquita-susurra Lina tras de mí. Avanza y se pone en medio de la sala-. Qué elegante traje Mateo.
Luce guapísimo, el pantalón n***o de mezclilla costosa está acomodado de una forma elegante y la camisa de vestir es de manga larga azul marino le queda genial me miro en el espejo qué hay en la bajada de las escaleras y me relajo al saber que él me escogió por algo y que me quiere por algo.
Eso creo.
Salgo para que me vean, Thomas traga saliva, mi madre salta de gusto al verme con un vestido y con tacones, mi padrastro dice al fin la dama, Jordán cambia de color a un rojo que nunca había tenido, y el causante de todo sonríe mostrando dientes perfectos, se acerca a mí de dos zancadas y dice.
-¿Has visto a mi novia? Esperaba a una chica no a una diosa-sabe como hacerme sonrojar-te vez hermosa-murmura solo para mí.
-Gracias-juraría que me voy a desmayar-nos vamos.
-Mi niña ya es una dama-dice mamá tras nosotros-¿Amor puedo tomarte una foto?
-Si se la mandas a papá-digo, y ella hace un gesto que no me gusta-mamá quiero que se la mandes a mi papá.
-Tu papá no...
-Mamá por favor-no le gusta hablar con mi papá desde su divorcio y no tiene la culpa de lo qué pasó.
-Estaría aquí de no haber...-sacude la cabeza y hace que saque lo que pienso.
-No fue culpa de mi papá que Alexander se fuera-mi hermano mayor adoro hablar de él para recordarlo tal y como era-mi hermano se fue por que quiso papá no lo obligó.
-Cierra la boca Mare-me reprime porque sabe que es verdad.
-Alexander está vivo y sé dónde está-sus ojos se abren como platos al escuchar esto, se supone que mi hermano está totalmente muerto bajo kilos de metal en algún lugar del Atlántico-si mamá Alexander está con vida así que deja de hacharle la culpa a mi papá de su muerte.
-¿Quién te dijo?... mi Alexander...mi niño-se pone pálida como un muerto.
-Alexander me busco hace un año y no creí que fuera él pero después de verlo...abracé y besé a mi hermano después de tres años-las lágrimas quieren salir-. Cuando me quiere ver me busca mientras no, me dio bagas referencias de donde vive pero tiene empleo y un lugar donde vivir.
-Él te busca-afirmación no pregunta.
-Mamá no lo busques, él quiere estabilizarse y después hablar con los tres con papá y tú juntos-digo acercándome a ella-Alexander Jackson está con vida y es todo lo que tienes que saber y lo de la foto quiero que papá la tenga no quiero que se pierda la única ocasión en la que me visto de esta manera.
-Terca como Alexander-dice con una sonrisa en la cara.
-Soy su hermana, su creación-digo con una sonrisa que mi hermano me enseño.
-Tienes mi permiso para salir con mi hija Mateo-dice mirando a la persona que está atrás de mí.
-Gracias señora-dice la voz tras de mí.
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Nos vamos a su casa y mis nervios se apoderan de mí trato de que no se me note pero me toma de la mano y es señal de que si se me nota cuando entramos a la mansión, una chica con traje de sirvienta nos conduce hasta llegar a una estancia con un pino de navidad ya puesto una señora de cabello rubio claro está sentada en uno de los sofás color rojo, tiene un traje de vestir, un pantalón de seda azul marino y una blusa blanca, sus ojos verdes pasan a Mateo y parece a ver brillo en ellos cuando lo ve, un hombre está parado junto a ella es de pelo n***o viste un traje muy elegante pareciera un rey sin corona o sin reino, su cabello está bien cepillado hacia atrás y sus ojos azules como los de Mateo caen en él, un par de niños juegan en el suelo junto a un sillón vacío a la niña la reconozco.
Madona.
Al niño no lo conozco pero es de pelo rubio y ojos verdes no se percata de mi presencia hasta que mira a su hermano conmigo sobre su brazo un chico de unos veinte años está de pie mirando por el enorme ventanal qué hay en la estancia parece que Mateo es el único de cabello n***o de su familia al igual que su padre por no decir que es el que más se le parece, otro joven está a su derecha este tiene más edad y se nota mucho tiene el cabello en un corte que lo hace ver atractivo y encantador, trago saliva por lo que va a ser de mi noche, junto a la familia de Mateo y lo que la mía fue alguna vez me siento diferente.
Alexander.
Mi hermano.
Lo extraño y quiero verlo pero no puedo.
No hasta que él me llame.
Mateo se acerca a sus padres soltándome el brazo me pongo rígida cuando él me suelta, su madre se levanta y abraza a su hijo con mucho cariño parece que no lo ha visto en mucho tiempo o es es lo que se ve.
-Mateo, ¿Quién es la chica?-pregunta Madona-No se parece a la que vimos en el aeropuerto.
Una débil sonrisa aparece en mis labios.
-No llevaba el maquillaje-cruzo los brazos en mi espalda y empiezo a distraerme en otras cosas.
No hagas el ridículo.
Suenan las palabras de Lina en mi cabeza.
Una y otra vez.
Tranquila, relájate.
-No estés nerviosa Mare-dice Mateo ya de mi lado. No lo vi llegar o no recuerdo hacerlo-. No muerden.
Pido que suene mi teléfono y que mi madre me necesite.
Pero no suena.
Veo un cuadro que captura mi atención y avanzó a él, reconozco el pintado, las pinceladas, yo estuve el día que lo pinto, la hermosa rosa qué hay en el lienzo me la regalo cuando lo termino y la conservo aún en una caja de zapatos metida debajo de mi cama, pasó una mano por las pinceladas tan conocidas, el cuadro continuo es igual el paisaje es de nuestras cabañas en Canadá cuando nos llevaron se pasó todo el día pintándola y viendo ángulos para hacerla, mi mano recorre los bordes de las pinturas y hay una que me detiene en seco, una figura de perfil con el cabello a un lado que cubre su rostro y solo la punta de la nariz se ve, los cuadros que mi madre dijo que se perdieron o mejor dicho que mi padrastro dijo que se perdieron. El artista de estas creaciones lo conozco. No sé en qué momento llego al suelo.
-¿Dónde las consiguieron?-pregunto con un hilo de voz.
-¿Mare?-Mateo me extiende una mano para que me levante, pero lo hago sola.
-¿De dónde las sacaron?-tal vez es un error.
No.
Conozco los trazos.
-Las compré hace muchos años-dice su padre en su lugar-. ¿Por qué? Se ve que las conoce.
-Conozco cada una de ellas...mi hermano las pinto-los ojos de él se abren-. La rosa la pintó por diversión, el paisaje se lo quedo como recuerdo de un viaje a Canadá y está-Me giro al cuadro que está frente a mí, y pasó una mano por el lienzo-la hizo para mí...estaba enojada con él porque se iba a ir de viaje y no iba a llevar con él...se encerró en su cuarto toda la tarde y cuando salió me buscó y me la mostró...me dijo que jamás lo olvidara porque yo era su niña y eso nunca iba a cambiar. Conservó una de ellas, una luna con un lobo, estás me dijeron que se perdieron cuando nos mudamos aquí pero al parecer mi padrastro me debe una explicación.
-Siempre me gustaron esas pinturas y conozco al chico que las pinto-me giro y ya está a mi lado-tiene mucho talento Alexander, pero en estos años que lo he ayudado no a querido pintar uno solo, dice que le falta su musa y la persona que más quiere. Siempre creí que era un amor pasajero pero veo que se refería a su hermana-me señala completa y asiento.
Me giro a la pintura.
-Alexander siempre dijo que ninguno de los dos podría estar sin el otro y tenía razón- suspiro y vuelo a tocar el lienzo que me lleva a un solo recuerdo.
-Mare si te caes no te voy a levantar-el columpio sube y baja demasiado rápido.
-Más rápido-gritó con euforia, pero la cuerda del columpio se troza y vuelo por el aire mi hermano me atrapa y caemos al suelo.
Reímos por las palabras que me dijo y ambos caímos.
-Te quiero mucho Marena-dice mi hermano sonriendo.
-Yo también te quiero Alexander-nos levantamos y caminamos de regreso a casa.
Caminamos a un comedor enorme de color chocolate que está decorado por un pequeño elefante de oro con tres velas sobre él, me siento junto a Mateo quien es un caballero como siempre, su padre y yo mantenemos la conversación de como conoció a mi hermano en una galería de arte vendiendo un cuadro de una dama con un vestido n***o y de cabello n***o con una sombrilla rosa pastel y por la descripción no sé cuál es, le comento que la mayoría de las pinturas de mi hermano las conozco pero ese no lo vi nunca, pero el de la rosa claro que observé como mi hermano pasaba cada pincelada y detallaba los pétalos de la rosa, cuando la cena termina y termino de lamentarme por no pedir más carne, una tormenta azota la ciudad con fuerza y no hay oportunidad de que Mateo me lleve a casa, su padre me invita a una pequeña galería que tiene y cuando entro conozco la mayoría de las pinturas qué hay no las había visto en años y de hecho una es la que más me impresiona porque yo la hice, es la cabeza de un lobo con detalles gris y negros los ojos son azules como el mar y las orejas de este son de matices grises con negros.
-¿Los conoces?-dice Mateo en la puerta.
-Todos-contesto mirando mi pintura, el cuadro que dijo mi hermano que es una obra de una linda chica.
Así dijo.
-La carrera-digo girándome a Mateo-la carrera que no era...
-A esa hora ya debe de bajar la tormenta-su padre ve una de las pinturas con atención.
-Está debes ser tú-dice mirando el cuadro.
-¿Papá?-nos acercamos a él y giro mi vista al cuadro.
Hermoso.
Los lienzos pintados por tonos azules y negros muestran una chica leyendo un libro de historia esa chica fue capturada en una foto después de cumplir los doce años.
La lluvia descansa a las once y eso da tiempo para subir arreglarnos Mateo decide que dormir con él no será mala idea sin embargo no estaría tan segura de hacerlo con él con Thomas no hay problema pero nunca he dormido con otra persona que no sea familia, por una hora esperamos a que su familia se duerma al estar seguros de que ya se durmieron salimos del cuarto a hurtadillas en dirección a el garaje para sacar el auto que necesitamos o que él necesita. Al llegar veo un Ferrari rojo que llama mi atención y veo lo hermoso que es el auto.
-Tu manejas-dice y me doy la vuelta a él.
-Nunca he conducido-digo tragando saliva.
-Por eso me llevarás de copiloto-dice dándome una sonrisa.