3- Un simple instinto.

1113 Words
Pov: Bruce Wallace Llegamos al hotel y camino con la tarjeta de acceso algo confuso, no encuentro la habitación. — Oye, 225 es allí, eres un bruto, ya te has perdido —vuelvo en mis pasos a la que es la habitación. — Es tu culpa, no debimos bebernos esa botella en el camino, realmente no sé por qué estamos aquí, me mandaste al infierno —se carcajea. — Tú querías el honor, te lo doy y me reclamas —abro la puerta y al fin. Entramos y la suite es enorme. — Sigo deseando el honor —la ayudo a quitarse su abrigo y me detengo paseando mi nariz por su cuello—, hueles delicioso —inclina su cabeza hacia atrás dándome acceso mientras dejo caer su abrigo al suelo. — ¿Qué haces? —con mis manos tomo su cintura mientras reparto besos en su cuello. Su piel es sedosa. — Te exploro, Connie, tu piel, tú… eres preciosa —se da la vuelta y apoya sus manos en mi pecho mirándome a los ojos. — Yo no hago esto nunca, yo… —la beso, tomo sus labios con avidez, saben a alcohol, con un dulzor propios de ellos —, Bruce… —se aparta. — Solo déjate llevar, deja que tu cuerpo decida —relame sus labios y vuelve a besarme. Poseo sus labios con hambre, intentando controlar mis ansias desmedidas. Su cuerpo despierta algo en mí que no logro identificar. Estoy tan caliente que en cada beso solo deseo arrancar su ropa y tomar su cuerpo como nunca. Es hermosa, su boca parece quemarme. La tumbo en la cama y sus manos no se quedan quietas, estira mis prendas con desespero, deslizo su vestido apretando con mis dedos sus muslos. Jadea ansiosa ante mi tacto próximo a su coño que se encuentra completamente empapado. Necesito devorar esa excitación hecha por mí. Suelto su boca y bajo a su cuello con mis besos soltando sus pechos de la tela que los cubría los devoro dando mordiscos por doquier. Sus gemidos me tiene la v***a tan dura que estallará en mis pantalones. Llego a su coño, me deshago de su tanga que no sirve de lo empapada que está. Se incorpora apoyando sus codos en la cama para verme. No lo pienso, paso mi lengua tomando todos sus jugos para mí. Gime y se retuerce con desespero, necesito que esté lista para recibirme, con las ganas que ella acaba de despertarme temo ser un animal y por extraño que parezca, ella me hace sentir que no debo serlo. Sus delicados gemidos invaden la habitación y más succiono el deleite es multiplicado. Quiero sentir como se corre llenando mi boca con su excitación. — Ohh… dios mío —succiono de ella tomando toda esa calidez. Ahora sí está muy lista. Vuelvo a su boca besándola con hambre, sus manos se deshacen de mi camisa, ayudo con mis pantalones liberando mi v***a que está dura deseando enterrarse hasta sus entrañas. Sus ojos van a mi dureza y luego a mis ojos. Con sus jugos la empapo y meto solo la punta. Sus uñas pellizcan mis brazos y su expresión de dolor es muy distinta a la que he visto alguna vez. — ¿Todo está bien? —me deslizo un poco más y aprieta sus labios frunciendo el ceño. — Yo… nunca nunca —la miro extrañado y me toma de la nuca pellizcándome con fuerza para besarme. ¿Ella nunca? — Connie, ¿nunca has estado con un hombre? —enreda sus piernas a mi cadera y obligándome a hundirme más. Está tan estrecha que me duele a mí por lo mucho que me aprieta. — Nunca… ohh… —gime en mi boca y solo quiero complacerla, en este instante ese es mi único objetivo. — Qué fortuna ser el primero, preciosa, te prometo que no te arrepentirás —la beso con deseo y me muevo cuidando no hacerle daño. Me deleito con sus gemidos a cada embestida y su cuerpo entregado a mí, no tiene sentido, una mujer como ella, siendo yo el primero. Todas mis sensaciones se incrementan, todas mis ganas se concentran en ella y cuando se corre con tanta fuerza apretando mi cuerpo con total desespero, descargo mis ganas sin dudarlo un segundo. Con cuidado me aparto de ella acomodándome a su lado. La observo y no puedo dejar de pensar lo hermosa que es, lo mucho que sigo deseándola aun cuando acabo de tocarla, lo afortunado que soy. Dios mío. — ¿Cómo te has sentido? —sonríe y se acomoda junto a mí. — Eso fue… increíble, no pensé se sentiría tan bien —acaricio su cuerpo. — Y puedes sentirte mejor, podemos esperar un rato y… si no estás adolorida podemos tener otra ronda —sonríe mordiendo su labio inferior. — Yo creo que puedo otra ronda, quizás más —la beso cegado por lo que ella me despierta. — Eres tan hermosa, no comprendo cómo has llegado hasta aquí —la miro a los ojos y su expresión llena de éxtasis me fascina. — Quizás el destino o solo debía suceder con quien me ponga así de caliente —su mano se desliza por mi abdomen sin dejar de mirarme a los ojos. La beso con voracidad. No puedo siquiera pensar en soltar su cuerpo, es como un instinto natural. Algo que no puedo evitar. ......... Se me parte la cabeza, me toco la cabeza y al moverme siento la calidez de un cuerpo a mi lado. ¡Mierda! ¿Por qué he dormido con alguien? ¿Qué diablos me sucede? Abro los ojos sentándome en la cama, la observo dormir y todo lo que pasó ayer cae en mi memoria. ¿Por qué actué así? ¿Idiota! Connie... así se llama. Esto fue un grave error, claramente el alcohol no me dejó razonar, creyendo en una mujer. Por favor. Sabiendo lo grave que es confiar en una, yo... hasta creí lo que dijo. Paso saliva al ver su cabello castaño disperso sobre el blanco de las sábanas. Estaba muy ebrio, obvio fue eso. Ella... solo es una mujer más, una en la que tampoco puedo confiar. Me levanto dirigiéndome al baño para darme una ducha e irme. Me sorprende que no se ha levantado antes y robado algo, ya comienza a ser molesto perder un reloj por cada vez que veo a una mujer. Suspiro y me miro al espejo. «Vamos, Bruce, tú sabes lo mal que terminarás si eres un tonto ingenuo, esto solo fue el alcohol y una mujer muy buena con las palabras» Solo queda una cosa que hacer…
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