Bastian
Yo trataba de comer, pero realmente no tenía apetito. La mujer que ayudaba a Casandra solo la miraba con fastidio, pues no guardaba silencio ni un momento, y creo que ella se dio cuenta de mi rostro, ya que tomó su mano y le sonrió.
—Linda, tienes que alimentarte, lo necesitas.
Ella frunce el ceño confundida y está a punto de contestarle, pero voltea a verme y sonríe.
—Lo lamento, tienen razón, pero es que estoy tan emocionada de verte. Deseaba tanto que llegara este momento que no puedo dejar de hablar. Si Miranda no hubiera actuado de esa manera hace algunos años, no hubiéramos perdido tanto tiempo, ¿cierto, Bastián?
El que ella nombre a Miranda y hable así, no lo voy a negar, me molesta. Yo tomo su mano y estoy seguro de que la aprieto más fuerte de lo deseado, y con los d
