OTRA VEZ AL HOSPITAL

2409 Words
Salí del baño aun llorando, me ardían los ojos y me estaba doliendo un poco la cabeza, observe la cama donde se encontraba Jacob dormido profundamente, él se dio la vuelta aun roncando cuando de pronto vislumbre la tarjeta que me había dado el farmacéutico, mi corazón latía desbordado, sentí mis manos sudar, se me secaron los labios y me temblaban las manos y piernas, creo que hasta pálida me puse al pensar en las posibles consecuencia que me hubiese traído esa tarjeta. ¿Qué hubiese sido si Jacob fuese encontrado la tarjeta? Respire profundamente y con mi cuerpo tembloroso camine con cuidado y me acerque a la cama tomando la tarjeta con delicadeza, para no hacer ruido y no despertar a Jacob, una vez tome la tarjeta me aleje y respire con más tranquilidad. Luego de guardar la tarjeta me cuestione ¿Por qué no romperla o quemarla? Me pregunte internamente, ¿Que esperar al guardar esta tarjeta? ¿Qué Jacob la encuentre y esta vez si te mate? No, creo que en el fondo espero tener esta tarjeta como una vía de escape que tal vez nunca la usare, solté un suspiro que hizo que me doliera hasta las puntas del cabello y camine hasta el armario, tome una sábana y una almohada y me fui a la sala, esa noche dormiría en el sofá. Ya había amanecido, así que me levante y fui a la habitación y guarde todo lo que había utilizado para dormir, el seguía en la misma posición dormido, volví a bajar y me dirigí a la cocina tenía que hacer el desayuno antes de que la fiera se levantará y tomara represalias por no tener su comida lista. Prepare el desayuno, y estaba sentada en la barra tomando un café, cuando escucho a Jacob bajar, agache mi cabeza y seguí bebiendo mi café, el entro a la cocina pegando gritos. -. ¿POR QUE MIERDA NO ME DESPERTASTE? TENGO QUE TRABAJAR TEMPRANO, Y POR TU MALDITA CULPA LLEGARÉ TARDE -. Grito molesto. -Disculpa, no volverá a pasar-. Dije en voz baja y con mi cabeza mirando al suelo, no quería mirarlo a los ojos, por miedo a que se enojara más. -¿QUE? ¿QUE DIJISTE?-dijo dando unos pasos hacia mí, mi cuerpo se tensó, y sintió una corriente de miedo por la columna vertebral. -. Disculpa Jacob, no volverá a pasar.- Volví a decir pero esta vez un poco fuerte. -.Eso espero,- respondió -. Ahora dame el desayuno, sirve para algo al menos -. Mando sentándose en el comedor y esperando que le sirviese. Una vez desayuno se levantó y se fue, yo agradecía mentalmente que se haya ido, así tendría unas horas de tranquilidad. Estuve casi todo el día de aquí para allá en la casa, tratando de arreglar un poco, algo que me resultaba un poco difícil, ya que mi cuerpo estaba agotado, no tenía fuerza para nada, observe la hora y me di cuenta que faltaban 3 hora para que llegará Jacob, así que podría dormir 2 y levantarme a hacerle cena pensé. Subía a mi habitación y me acosté, caí en un sueño profundo. Desperté sentándome con brusquedad en la cama y todo fue por una puerta cerrándose con fuerza, lleve una mano a mi corazón mientras observaba a todos lados y allí frente a la puerta estaba Jacob hecho un animal salvaje. Quise morir al darme cuenta que Jacob había llegado y yo aún si preparar la cena. -. ¿Qué carajos haces, que no has preparado mi cena? – pregunto entre dientes. -. Me quedé dormida lo siento.- respondí aparentando mis dedos sobre mi regazo. -. Tú no tienes derecho a dormir, estas aquí para prepararme la comida y hacer tus deberes. - dijo tomado la muñeca de mi mano izquierda, tirando de mi para que me levantará de la cama, escuche un crujido en mis huesos lo que causó un fuerte dolor en mi muñeca y que lágrimas salieran sin permiso. -. Por favor- Dije empezando a llorar -. Me duele -. Volví a hablar, el me agarro más fuerte y me lanzó al piso sin importar mis lamentos y haciendo que cayera sobre mi mano ya lesionada que emitió un sonido que agudizo aún más mi dolor. -. Párate, hazme la cena tengo hambre.- dijo ignorando por completo mis lágrimas y mi dolor se dirigió a la sala.- veré un poco de televisión mientras tu cocinas, tienes 20 minutos, sino atente a las consecuencias- menciono al salir por la puerta de la habitación. Me levante del suelo apoyándome solo con mi mano derecha, trate de mover mi mano izquierda y dolía mucho, trate de sobarla con mi mano buena pero dolía con el tacto. Camine hasta la cocina y no sé como pero prepare la cena en 20 min, tal vez fue el miedo a que pasara el tiempo y Jacob me volviera a golpear o tal vez el universo se apiado de mí. Después que mi esposo comiera se levantó y se fue a duchar, yo no comí nada, pues el dolor de mi mano era tan fuerte que quitaba toda necesidad primaria que tuviera. Estaba en la sala observando mi mano, se estaba hinchando, y el dolor se intensificaba a medida que pasaba el tiempo, cuando escucho a Jacob gritar mi nombre, un escalofrío recorrió mi cuerpo, y rogaba al cielo que hoy no quisiera sexo. No quería ser obligada otra vez. -. ¿De dónde han salido estás cervezas? ¿Has dejado entrar a tu amante nuevamente? -. Grito desde la cocina ¿En qué momento llego allí? Me pregunte pues no lo vi cuando paso por mi lado. -. Fui a comprarlas ayer para ti -. Le digo -. ¿Que fuiste a la licorería? ¿Sola? -. Pregunta -. Sí. -. Digo con miedo. -. Fuiste a la licorería, dónde hay hombres, hombres que miraron lo que es mío, hombres que desearon lo que es mío, seguro te revolcaste con uno de ellos, o tal vez con todos -. Dijo entre dientes y eso me da aún más miedo que cuando grita. -. No Jacob, claro que no, entre y salí rápido de allí, no saludé ni hablé con nadie. -. Trate de defenderme pero era inútil, cuando él se le metía algo en la cabeza no escuchaba razones, para él siempre tiene la razón. -. ¡Cállate! -. Expresó dándome un golpe en la cabeza haciendo que perdiera el equilibrio y cayera, todo el peso de mi cuerpo cayó sobre mi mano izquierda otra vez. -. Ahhhhh -. Grité sin poder contenerme, el dolor era el doble que antes. -. Te lo mereces por zorra -. Dijo y se fue a la habitación. Cómo pude me levanté del suelo aguantando las lágrimas y el dolor tanto de mi muñeca como de mi cabeza, creo que tenía un chicho en ella, me senté en el sofá, y miraba, entre mi mano, la puerta de salida y el pasillo que da a la habitación, sopesaba mis opciones cuando escucho nuevamente a Jacob gritar. -DIANA, VEN VAMOS A DORMIR.- yo estaba estática en el sofá, no quería subir. -QUE NO ESCUCHAS, A PARTE DE TONTA ERES SORDA, SUBE ANTES DE QUE YO BAJE POR TI, INÚTIL.-. Y esa sola amenaza me hizo poner de pie de un salto y subir. Él se encontraba solo en bóxer y a pesar de tener buen cuerpo, no me provocaba mirarlo, me daba asco, y no quería tentar a mi suerte, no vaya a ser que el pesará que lo estaba deseando o algo por el estilo y quisiera volver a abusar de mí. El tomo mi mano buena y me llevo hasta la cama me acostó y se puso a un lado abrazándome por la espalda, y así se durmió, respire profundamente y sentí un alivio a ver que se había dormido, no me importo acostarme con la ropa que cargar, que aunque no era muy cómoda, tampoco era provocativa y así tampoco despertará los bajos instintos de Jacob. Estuve despierta hasta no sé qué hora, el dolor de mi mano no me dejaba dormir, no sabía en qué posición colocarla, de todas las forma me dolía y cada vez la sentía más hinchada. . Me levante con mucho cuidado ya estaba amaneciendo, me dirigí al baño a asearme, me costaba mover la mano pues seguía hinchada y ahora también estaba adquiriendo un color morado, solté un suspiro y me mire al espejo, mis ojos tenían una sobra oscura debajo de ello, ya no tiene tampoco el mismo brillo que tenían, aquel que reflejaba mi felicidad, ahora son opacos y tristes, también me doy cuenta que he perdido un poco de peso, suspiro otra vez y me resigno, está es la vida que escogí, Anais tenía razón y no lo supe ver, el amor o lo que uno cree es amor a veces nos ciega, y confundimos lo que tenemos con felicidad, me engañe con la idea de la felicidad y mis felices por siempre, pero ya era tarde para lamentarme, así que sin esperanza y después de un rato baje a la cocina, prepare del desayuno y volví a subir a levantar a mi esposo, quería que se fuera rápido para así respirar tranquilidad por unas cuantas horas. Ya había desayunado y marchado al trabajo cuando siento que tocan a la puerta, vi por la ventana y era mi amiga Anais, me emocioné mucho, pero después me dio miedo, vergüenza que pensaría mi amiga de lo que me está pasando, ella diría, "yo te lo dije" y me armaría un sermón, más grande que del cura los domingos. -. Abre, ya sé que estas allí -. Dijo mi amiga desde afuera de la puerta, así que abrí, no tenía otro remedio. -. Diana, que te ha pasado, desde que te casaste no te veo, no has ido a clases, no contestas mis mensajes y he intentado llamarte y me sale apagado, me tenías preocupada -. Dijo acercándose y dándome un abrazo, intente devolverle el abrazo pero no pude, mi mano estaba aún más hinchada y morada, me quejó del dolor sin poder contenerme y la mueca que hice fue difícil de disimular. -. ¡Oh, por dios! ¿Qué te ha pasado?- dijo inspeccionado mi mano. -. Nada, tu sabes lo torpe que soy, ayer estaba en el jardín y me caí metí la mano para amortiguar el golpe y ya ves ahora está así, pero en unos días se me quitará. -. Respondí quitando mi mano y escondiéndola detrás, en mi espalda. -. Claro que no, tiene que ir a un médico, seguro se te fracturó la muñeca -. Aseguro ella volviendo a agarrar mi mano y volver a examinarla. -. No Anais, ya para mañana estaré mejor.- asegure, ya que si salía de casa y Jacob se enteraba ahora sí me mataría. -. Que no seas necia, vamos, yo te llevaré a un médico. -. Dijo y me jalo de mi mano buena para sacarme de casa a un médico que no pedí. Ya me encontraba rumbo al hospital, mi amiga no acepto un no, así que no tuve remedio y acepte, aparte que de verdad me dolía mucho. Una vez en el hospital, entramos por medicina general, y de allí me referirán al traumatólogo solo si el doctor lo considera necesario. Estaba en la sala de espera, mientras llegaba mi turno de ser atendida. -. Diana, dime la verdad, ¿Ese idiota de tu esposo te está lastimando? Porque no me creo eso de tu caída además estás más delgada y ojerosa -. Pregunto Ana. No sabía que contestarle, si le decía la verdad, ardería Troya otra vez, pero si se lo ocultaba no pasaría nada y solo yo sufriría. Así que preferí guardar silencio. -No Ana, de verdad me caí, soy muy torpe y las ojeras es por qué no dormí bien porque el dolor de la muñeca era intenso, pero ya está pasando. -. Explique ella estaba a punto de volver a hablar cuando fue interrumpida por la enfermera que decía mi nombre, ya era mi turno de entrar, Anais me dijo que entrará sola que ella necesitaba hacer una llamada para una entrevista de trabajo de medio turno, que ella me esperaría afuera. Entre al consultorio y no me podía creer que ese era mi doctor, era un hombre elegante, creo que alto, pues estaba sentado, tenía los ojos azules, piel clara y unos labios encantadores. El al verme se levantó de su silla y camino hasta mi tendiendo su mano, y si era más alto que yo, por lo menos una cabeza. -. Buenas soy el doctor Lucas, Henry Lucas, ¿En qué puedo ayudarte? Dijo señalándome la silla para que me siente. Así lo hice y él se dirigió a su lugar mientras me observaba con esos ojos azules que me intimidaban. -.Dime tu nombre completo por favor. -.Diana Lambs- Dije y el anotó en una hoja. -. Dime ¿Qué te trae a mi consultorio? -. Pregunto con una sonrisa. -. Bueno verá, me caí y me lastime la mano- dije mostrándola. -. Ok, vamos a observar esa lesión.- dijo parándose y tomando mi mano. Sentí una corriente por todo mi cuerpo por su tacto, pero no le preste atención. El observo mi mano y luego la toco, yo me queje del dolor. -. Creo que tienes una fractura, pero yo no soy especialista en esto, así que te mandaré a hacer unos rayos X y te referiré a traumatología. Salí de allí sin decir una palabra, no sabía que me pasaba pero delante de él quede muda. Me levante y salí de ese consultorio, afuera estaba mi amiga le conté lo que me dijo el doctor y me fui a rayos X y de allí a traumatología. En efectivo tenía una fractura en mi muñeca izquierda, me colocaron un yeso, y ahora me preocupaba otra cosa. ¿Cómo le explico a Jacob, que vine a un hospital? ¿Cómo le explicó lo del yeso? ¿Cómo le explicó que debo durar un mes con esta cosa en la mano? ¿Cómo le explicó que fue un doctor y no una doctora el que me atendió? Y lo más importante que reacción tendrá al saber que salí de la casa sin su consentimiento... ¡Mierda! estoy en problema y asustada, realmente asustada.
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