Mentira

885 Words
Maleny se relajó en cuanto vio a su madre salir del cuarto, afortunadamente no se había percatado de que ella no estaba midiéndose vestidos, esas eran las ventajas de que ella tuviera confianza en su hija, trato de buscar un poco más en medio de la ropa a ver si encontraba la llave, pero no pudo hallarla. Comenzó a mirar de nuevo en las mesas de noche, quizá no había visto algo importante, tomó el joyero de su madre y empezó a buscar con atención, sacando pieza por pieza, pero no lo halló. A los pocos minutos Tatiana la llamó —Hija, baja a comer —Voy mamá— respondió Maleny. Cuando ella bajó se sentó en el comedor junto a su madre —¿Cómo te fue hoy en todos los sentidos? —Excelente mamá. Todo estuvo bien ya te lo dije hace un rato —Cierto, me alegra mucho, me imagino que si dices eso es porque estudiaste y ya saliste de eso. —Si, aproveché el tiempo, oye, ¿Crees que podemos visitar a Lita? —cuestionó ella —Si, estaría bien, de hecho, yo hablé anoche con ella y dijo que quería verte —¿De verdad? —Cuestionó ella animada —Si, sabes que llevas bastante tiempo sin verla y te extraña mucho —¿Crees que me pueda quedar unos días con ella? —Por mí no hay ningún problema, solo queda preguntarle a tu abuela —Está bien mamá, ojalá acepte—dijo ilusionada —¿Qué te parece si vamos el fin de semana? —cuestionó su madre—. ¿No tienes ningún trabajo? —No mamá, estoy libre —¿Y lo de la fiesta?, ¿conseguiste un vestido? —No, la verdad es que no sé si vaya— mintió—. Al final no me llamo la atención ninguno. —Si ese es el problema, puedo confeccionarte uno, puedes decirme como lo quieres y listo, sabes que con eso no hay inconvenientes —Cierto mamá, pero hablaré primero con Grace, creo que aún falta bastante para la fiesta —Está bien hija, como tu gustes Terminaron de cenar y Maleny subió a su cuarto, comenzó a buscar de nuevo su capa roja, aun no creía que la había perdido, si le llegaba a decir a su madre que la había perdido no sabía cómo reaccionaría, al final después de tanto buscarla, no la encontró —¡Mamá! —bajó de nuevo gritando por las escaleras —¿Qué sucede hija? — Cuestionó la madre mientras lavaba los platos —Te tengo una pequeña mala noticia —¿Qué paso?, ¿Estás bien? —se acercó a ella secándose las manos con la toalla que estaba en un costado —Si, estoy bien, es solo que hoy perdí mi capa— dijo un poco desanimada haciendo un puchero —. No la encuentro en ninguna parte —¿Estás segura que no la tienes en tu bolso? —Si mamá ya revise todo —¿Ya le preguntaste a Grace?, de pronto se quedó con ella —Tienes razón voy a preguntarle, pero la verdad no lo creo —No te preocupes, trataré de confeccionarte una nueva —No sé, seria genial, pero es que me siento extraña sin ella, sabes cuánto la aprecio —Si, pero esa capa ya está muy gastada, voy a confeccionarte otra con unos mejores adornos, vas a ver que te sorprenderé —Gracias mamá, eres la mejor, ahora si buenas noches—dijo dándole un beso despidiéndose para irse a dormir Cuando Ethan llegó a casa se encontró de pasón con su padre quien se dirigía al despacho —¿Qué tal tu día? —Cuestionó Alexander —Bastante bien, no me quejo—respondió el chico desganado —Por la cara que traes, parece que estuvo bastante pasable —Pudo ser peor la verdad, ¿Qué tal tu trabajo? —Agotador y ocupado —Entiendo, no te quito tiempo entonces —Está bien —dijo Alexander adentrándose al despacho, Ethan siguió su camino hacia la cocina, la señora del servicio en cuanto lo vio entrar le dio un jugo que era una mezcla de piña, naranja y lulo, según él era algo que lo refrescaba, mientras llegaba la hora de la comida. —Hoy no bajaré a comer, súbeme la comida —¿Alguna petición? —cuestionó la mujer amablemente —Ninguna, solo eso, si necesito algo más, te lo digo después —Como diga señor —respondió la mujer viendo como el chico salía hacia su cuarto, por raro que pareciese Ethan hoy no traía esa cara de suficiencia que lo caracterizaba, seguro estaba agotado. Ethan subió al tercer piso, corriendo en las escaleras, le gustaba ejercitarse en la mayoría de cosas que hacía, se tiro en la cama un rato mirando por la ventana, le encantaba la vista, —un día normal, lleno de halagos y atención— se dijo pensativo—. Excepto por ella—dijo recordando que tenía la capa de la chica en el auto, bajó deprisa al parqueadero y recogió las libretas de la chica rubia y tomó con cuidado la capa en sus manos—. Al menos tengo una excusa para que me determines—dijo con malicia.
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