CAPÍTULO 3

3422 Words
Golpeo el saco de boxeo sin detenerme, cada movimiento es con agilidad y, a pesar del cansancio en mi cuerpo y manos, sigo golpeando, desfogando toda mi ira y dolor. La impotencia y frustración no aplacaba para nada el dolor en mi corazón, al contrario, me nublaba no dejándome pensar con claridad.  Chels, tenía razón al callarme diciéndome egoísta, que no me importaba el sufrimiento de los demás. Sus palabras fueron precisas y no me dolieron, lo que me lastimo fue su elección, su indecisión y esa falta de valentía para confesarle a su madre sobre todo lo que estaba sintiendo, sin embargo, prefirió dejarme e irse de mi vida por completo. Aun no me acostumbro a no sentir su presencia, escuchar su melodiosa risa o sus ingeniosas palabras para callarme la boca. La extrañaba tanto y me duele el rompimiento, si tan solo pudiera presionarla en su decisión, quizá estuviera aquí, pero era muy tarde, había dado su elección y, cuando entendió que tenía el poder de destruirme, no dudo en hacerlo. ¿Por qué debería ir tras de ella? Tenía la respuesta correcta para esa pregunta, ¿Pero que me estaba reteniendo? —¿Qué estás haciendo? —Ignoré su pregunta y seguí golpeando. —Llevas varios días en ese estado. Tu cuerpo está agotado, me disgustará si terminamos en el hospital por tu irresponsabilidad. —me regaño. —Ahora no, Caleb. —mis palabras fueron claras, suspiró.  —Deja tu estupidez de lado porque no he venido hasta este lugar para soportarte. —Nadie te pidió hacerlo, ni siquiera sé por qué. —aquí contraataque a la defensiva. Bufó exasperado. Detuvo los golpes y me gire, pasó una mano por su abundante cabellera y me miró con determinación.  —Chelsea aceptó la propuesta de la beca en Francia —sus palabras fueron como un balde de agua helada. Miró su reloj. —, su vuelo sale en una hora. Me quedé quieto, no encontraba mi voz.  —Y si no te mueves la perderás para siempre. Apreté mis puños, me di vuelta y continúe golpeando el saco.  —Es su decisión, si ella aceptó fue porque pensó en su bienestar y futuro, no soy nadie para retenerla. —Golpeó con más rapidez. Son golpes en seco, no me importaba el dolor en mis manos, solo prosigo.  ¡MALDICIÓN! Está huyendo, nunca le pedí que tomara esa decisión. No sería tan miserable para separarla de su madre, menos cuando es una persona asustadiza, pero supongo que pensó en el bien mutuo de su partida, por eso no se ha retractado de su palabra. Escapa de mí, de sus sentimientos y del dolor en su corazón.  —Ancel, Ancel, Ancel —no escucho nada, sigo golpeando con brusquedad. Caleb tiene que sostenerme de los brazos para detenerme. —. Cálmate. Mi pecho sube y baja. Me quito los malditos guantes, cansado. Mis brazos están tensos y cada parte de mi cuerpo adolorido, a pocas penas puedo mantenerme de pie.  —Ve a buscarla. —me sugiere, niego con la cabeza. —Ella desea irse. —las palabras me saben amargo al pronunciarlas.  —¿Pasaste meses conquistándola y ahora me dices que la dejaras? —Me miró incrédulo, aparte la mirada. —Estás actuando como un cobarde. No entiendo lo sucedido entre ustedes ni el motivo de su rompimiento, pero no seas un cabrón, deja ese orgullo de lado y ve al encuentro de tu chica. —No puedo.  —Sí, sí puedes—aseguró. Me tomó del brazo y caminamos a la salida. —. Para mi mejor amigo no hay nada imposible. Dejarás tu orgullo de lado e iremos a buscarla antes de que suba a ese avión con un destino muy distinto.  Hacemos todo lo posible para impedir su partida. Caleb maneja a toda velocidad, incluso muchas veces pasa las señales de tránsito sin importarle las multas, cuando estamos casi a dos cuadras, el tráfico se vuelve un impedimento.  Bajo del auto. Comienzo a correr a pesar del cansancio.  Corro, corro, corro… Entró desesperado y agotado al aeropuerto, me detengo viendo los vuelos, pero ya es muy tarde, no tuvo sentido venir. Se ha ido. CAPÍTULO 3. ANCEL. 24 de agosto, 2021. Está de regreso. No piensa irse. Tengo tantos pensamientos confusos. No puedo entender su regreso, nadie me comentó sobre ese detalle a pesar de estar muy pendiente a cosas familiares, pero justo cuando es algo de suma importancia no me tengo que enterar. Cuando escuché como pronuncio mi nombre, pensé que era mi imaginación porque estaba bajo los efectos. Creí que era un maldito sueño, uno excitante y hermoso, porque al verla cambió mi perspectiva; pero luego de despertarme en la madrugada y encontrarla en mis brazos, siendo consciente de que no era un maldito sueño, el odio se incrementó y ese dolor oculto por mucho tiempo salió a flote. Tiempo atrás se fue sin darme una explicación, huyó como una cobarde y siempre recayó toda la culpa de su decisión en mí, cuando jamás le pedí que lo hiciera. Sí, era un auténtico cabrón, pero nunca hubiera demostrado mi rencor alejándola de todo lo único conocido, no obstante, me convirtió en el villano de nuestra propia historia. Era el personaje principal, tanto como el antagonista más odiado.  Y, si ese era mi papel lo cumpliría, lo haría. Esta vez no dudaría en mis acciones y procedencias, que la pudieran lastimar, no cuando fue la primera en destruirme. Mi móvil vibró, lo saque de mi chaqueta y conteste.  —Señor, el trabajo ha finalizado, fue muy bien realizado y no hubo heridos por nuestro lado. —Bien —respondí indiferente. —. Mañana, quiero un informe de todo lo ocurrido y, también deseo saber porque coño no está listo lo que pedí hace semanas atrás.  —Señor, no es fácil entrar en la red… Gruñó al escuchar sus palabras. —No me gustan las cosas a medias —mi tono es duro. —, más vale que este pasado mañana porque no quiero ensuciarme las manos. —No es necesario, para pasado mañana estará completado.  —Bien, ya saben dónde dejar el encargo.  Dicho esto, termine la llamada sin esperar una respuesta de su parte. Esboce una sonrisa victoriosa en mis labios.  En este momento ya sabría lo ocurrido, me encantaría ver su expresión al enterarse de mi emboscada, donde robé toda su mercancía. Fue fácil adivinar sus pasos, esas intenciones de engañarme para no joderle como lo he hecho muchas veces, parece que se cansó de perder, pero no sabe que nunca lo dejare nada. He escuchado muchas veces sobre los riesgos, de como tiento al peligro, que una vez que me atrape me destruirá. Tal vez sea cierto, aunque no tengo miedo, deje de temerle a la muerte desde hace mucho tiempo, solo ansió sed de venganza, muy pronto se cumplirá y todo terminará. Todo está saliendo conforme al plan. Nadie conoce ese lado oscuro de mi vida, pocas personas tienen el honor de ser parte de ese mundo. Todos ven en mí a un chico rico, ejemplar e inteligente. Lo soy. Soy un maldito con una inteligencia prometedora, la utilizo de la manera correcta y he llegado muy lejos, más de lo esperado.  Con el transcurso del tiempo he hecho cosas que marcaron un antes y después en mi vida. No es que me sienta orgulloso de lo que me he convertido, ni sea altanero de las cosas sucedidas, solo creo que al conocer ese lado mío fue lo mejor porque me hizo ver un mundo diferente, una realidad, que muchas veces me negué a aceptar. Busco su nombre en mis contactos, necesito su ayuda, aunque espero no se niegue. No pierdo nada intentando.  Responde al tercer tono. —No te ayudaré.  Río al escuchar su palabra. —No me has dejado hablar. —Me da igual, no estoy interesada. —escucho como habla con otra persona. —. Deje de hacerlo desde hace meses. —¿Sigues en Londres?  —Me quedaré por asuntos de negocio, mi padre me ha dejado a cargo de un proyecto. No pienso regresar, es mejor así. —Huyes, Axa. Prefieres huir antes que dar frente, esperaba más de ti. —Pues, yo esperaba que dejaras de ser tan idiota, pero las cosas no siempre es como uno quiere. No puedes controlar el mundo, no cuando ni siquiera puedes controlarte a ti mismo.  —No quiero averiguar el trasfondo de tus palabras. Necesito un pequeño favor. —Mi respuesta es la misma y no sigas insistiendo que le diré a Sloane. —No me amenaces, no me gusta. —mi tono se vuelve duro.  —¡Qué miedo! —El sarcasmo se hace presente en su voz. —No puedes asustarme, soy una de las pocas personas que no te tienen miedo, lo sabes. —Solo hazme ese favor y te dejo tranquila. —No puedo, le prometí a Sloane que no te haría ningún favor. No me gusta retractarme de mis palabras, menos con una persona que me ha ayudado mucho y, aunque tú también lo has hecho, esta vez no puedo fallar a mi palabra porque pondría tu vida en peligro. —Axa, puedo con esto… —Ancel, recién estás empezando y aún no te devuelve el golpe, y cuando lo hagan te darás cuenta que las palabras de Sloane fueron ciertas.  —No estoy de humor para escuchar un sermón, si cambias de opinión, llámame.  Corto la llamada. Lanzó el móvil contra la pared, escucho crujidos. Cierro mis puños de golpe y aprieto mis dientes. La puerta principal se abre, giro mi cabeza en esa dirección y asesino con la mirada a la persona que acaba de entrar.  —Tranquilo, hermano. —me dice Caleb. No viene solo, detrás de él aparecen los chicos, dispuestos a seguir la fiesta. Dos chicas con ropa diminuta cuelgan de los brazos de Caleb, una de ellas me mira y menea sus tetas mientras me sonríe con picardía. Pasó por alto su coqueteo y miro a mi mejor amigo, disgustado. Llegaron en un mal momento.  —Hermano, te traje un regalo. —anuncia fascinado. Se detiene frente a mí, me entrega a una de las chicas, creo reconocerla, va a nuestra universidad, tenemos algunas clases juntos. He escuchado muchas cosas sobre ella, sobre todo, lo bueno que es en la cama. —No es un objeto. —siseo con molestia. Ignoro a la chica. Dejo que prosigan organizando la fiesta de esta noche mientras camino en dirección a los pasillos para ir a encerrarme a mi habitación, no estoy de buen humor para festejar, menos cuando su regreso me ha afectado. Nadie me dice nada, no me retienen porque están tan concentrados. * Las resuenan al ritmo de la música sensual. Escucho el alboroto, personas gritando, cantando y de seguro otros estarán follando.  Mañana será un mal día. La puerta se abre, levanto un poco mi cabeza y me encuentro con la mirada seductora de Jess.  —¿Por qué no están en la fiesta? —cuestionó acercándose. Hemos sido compañeros en el semestre pasado, se volvió mi amiga, aunque somos amigos especiales, nuestra amistad no se ha visto afectada. Ella siempre está dispuesta a ser tomada y yo no tengo ningún problema en hacerlo. —Paso, no estoy de humor —me incorporo y terminó sentado en el borde de la cama. Se sienta a mi lado y pestañea con coquetería. —. ¿Qué haces aquí? —Los chicos me comentaron que andabas un poco indispuesto y vine a saber que todo está bien. —Lo está, solo no ha sido un buen día. —Entiendo. Pienso que se va a ir, pero me doy cuenta que sus intenciones son otras. Me toma desprevenido cuando besa la comisura de mi boca.  —¿Qué quieres, Jess? —sonríe satisfecha.  Hace un gesto obsceno con sus manos y entiendo lo que quiere. —Entonces, arrodíllate ante mí. CHELSEA. —Hola, Chelsea.  Mi boca se queda un poco abierta.  —Cuanto tiempo, ahora eres toda una señorita. —comenta animado, no encuentro palabras para hablar. —Hablas como si fueras viejo. —digo luego de unos minutos.  Me repongo de mi sorpresa y formo una sonrisa genuina mientras doy pasos y envuelvo mis brazos alrededor de su espalda, emocionada.  —¿Cómo has estado? —pregunto. —Mejorando. —su respuesta es sincera. Retrocedo y me quedo a una distancia prudente. Aun no puedo asimilar su regreso, es mucho para procesar, no imaginé que estaría listo para enfrentar sus demonios, menos cuando tenía un dolor profundo. —¿Por qué estabas llorando? —cuestiona, agarrándome desprevenida. Miro de un lado a otro, preocupada de que Ancel lo vea. —Tranquila, no es mucho de salir —dice notando mi preocupación. —. Siempre se encierra en el departamento. —¿Cómo lo sabes? —inquiero, sorprendida. —Llevo viviendo a lado suyo por algunos meses —contesta, abro los ojos. —. No te preocupes, no se ha percatado de mi presencia y muchas veces que me ha visto ha estado en un mal estado, que estoy seguro que ni se acuerda.  Aparto la mirada al escuchar sus palabras. No me siento bien al saber que lleva mucho tiempo repitiendo el mismo ciclo. —Podemos hablar en otro lado. —sugiero, asintió.  * La cafetería es acogedora. Tiene una pared enorme en donde las personas pueden escribir frases o un deseo. Una temática literaria y es como estar en muchos lugares a pesar de estar en un solo lugar. —Me encanta. —comento, deslumbrada. No dejo de mirar de un lado a otro, encontrándome con muchos detalles. —Lo sabía —anuncia, sonrío. —Siempre te ha gustado leer y fue mucho tu escape de un mundo muy complicado. —Sigue siendo ese escape, que al final del día puedo descansar de todo. —pienso en voz alta. Llevo una mano a mi boca al ver mi error, niega con la cabeza, entretenido. —No has cambiado mucho. —Otras personas piensan diferente. —digo recordando las palabras de Ancel.  Una señorita nos atiende. Cuando nos quedamos solos, un silencio incomodo se forma entre los dos, ninguno sabe de qué hablar y no quiere preguntar algo que nos lastime. Nada es igual, los momentos pasados ni siquiera sirvieron para calmar un odio y, aunque estuve en el medio, tuve que elegir, separándome de la persona que consideraba un hermano mayor. —Lo siento —me mira confundido. —Siento tanto no haberte apoyado tiempo atrás, una parte de mí siempre se ha sentido culpable por no estar contigo cuando nunca creí esas acusaciones, sin embargo, hice mi elección y fue doloroso alejarme de ti —las palabras solo fluyen. —. No es una justificación porque no la tengo, aun no encuentro razón para no haberte apoyado. —Chelsea —pronuncia mi nombre. Levanto mi cabeza, no sé en qué momento lo agache. —. No te guardo rencor, jamás, hiciste lo que creías correcto porque no podías dejarlo, él te necesitaba e hiciste tu elección.  —Igual me siento tan culpable, de una y otra forma nos afectó tanto su partida.  —Nos marcó, aún tengo un espacio vacío en mi corazón. —No marcó —reitero, hago una pausa. —a los tres. Mi visión se nubla, aparto la mirada y sostengo con fuerza el vaso entre mis manos. Hablar sobre ese tema es muy difícil, aun me encuentro en una etapa vulnerable a pesar de que han pasado más de ocho años. No puedo olvidar ese día. —Chelsea… —Estoy bien. —paso saliva y vuelvo mi mirada hacia él.  Ese brillo de alegría, es opacado por dolor, un profundo dolor que emerge en sus ojos. No existe ese chico divertido. Creo que ninguno volvió a ser el mismo desde ese día, fue un cambio drástico, uno que nunca supimos cómo manejar. —¿Cómo has estado? ¿Qué ha sido de ti en todo este tiempo? ¿Qué estás estudiando? ¿Por qué estabas llorando? —Suelta pregunta tras pregunta, sonrío tímida.  —Estuve cuatro años en Francia, ya que hice un intercambio en mi último año de escuela y desde entonces he estado allá viviendo. Estudio administración, desde la próxima semana empiezo en la SIU —trato de ser lo más precisa posible. —. Tuve una discusión con Ancel, más bien me enteré de cómo es ahora. —¿Cómo es que terminaste en Francia? —Cuestiona con un tono de confusión. —No logro entender cómo es que Ancel te dejara ir, o sea es tu decisión, pero él es tan sobreprotector, nunca hubiera permitido ir a estudiar a un lugar donde estarías sola. Me aclaro la garganta incómoda. No me gusta hablar sobre ese tema, mucho menos de nuestra separación, no es que hayamos tenido algo, me refiero a que como pudimos terminar si ni siquiera empezó. —No me gusta hablar de ese tema, solo te diré que dejamos de ser amigos desde hace tiempo y lo único que nos une son nuestros padres. —Supongo que es uno de los motivos del porqué terminaron su amistad—me encojo de hombros sin mostrar interés. —. Chelsea, puede que entienda un poco su comportamiento porque ha pasado por mucho, las personas más cercanas se fueron de su lado y eso generó un vacío en su alma —No trates de justificar su actuar. No es un niño, siempre supo las consecuencias de su actuar, no le guardo rencor ni mucho menos me importa lo que le pasa. —Bueno, tu comportamiento de hace minutos atrás dice otra cosa. —le doy una mala mirada, eleva las manos mientras mueve sus hombros.  —¿Por qué regresaste? —Cuestiono curiosa. —Hay muchas cosas que necesito dar frente, no quiero seguir huyendo del pasado y, además, extraño mucho esta ciudad. —¿Qué ha sido de tu vida en estos ocho años?  —Recorrí el mundo, conocí a personas que me ayudaron con mi estado y me convertí en profesor—me sonríe. —. Seré tu profesor en la universidad. —¡¿Qué?!  —Me ofrecieron un puesto como profesor de finanzas y no dudé en aceptar, al principio estuve tentado a declinar la oferta por los problemas con él, pero es momento de dar frente y no huir. —me informa. Su mirada es distante y está perdido en sus pensamientos.  —Clark, no será fácil. No quiero desanimarte, pero no es él mismo de antes, ahora es mucho peor, se convirtió en lo que siempre odió. —expuse refiriéndome a él.  —Lo sé, he visto su comportamiento en estos meses—dice con amargura. —. Se está destruyendo, no mide sus actos. Ahora me arrepiento de haber regresado, de ver como se destruye. Las cosas han cambiado y, aunque desearía ayudarlo, no puedo porque no me dejaría, me aborrece, siempre lo hará ya que lo herí con mis acciones, aun así, quiero estar para él, no me importa sufrir ni siquiera salir lastimada. No quiero ver cómo termina muerto. —Te enteraste de cómo ha sido su vida asentí con dolor. Sabe lo que hace, no podemos hacer nada para que entienda ese error. Siempre odio esas cosas, ¿Qué cambio?  Esa pregunta me la hice, no encuentro una respuesta concreta. Tal vez, sea la soledad y el dolor, no obstante, tuvo más opciones. ¿Por qué se apoyó en la peor? —No lo sé —respondo con un nudo en mi garganta. —, pero no dejaré que se siga hundiendo, no puedo ver como se está destruyendo, esto es muy difícil para mí. Se queda en silencio, pensativo.  Hay tantas cosas que no logro comprender, estar en Francia fue como una burbuja porque no estaba enterada de nada, pero ahora que sé cómo es la realidad, no sé si pueda soportarlo. —Algunas personas no necesitan ayuda porque prefieren seguir involucrados en eso que les hace olvidar todo, ¿Crees que no ha pensado en lo que está haciendo? Es un chico inteligente, dudo mucho que no lo hiciera y, aunque muchas veces ha resistido, no puede detenerse, ya que una vez que pruebas se vuelve tu adicción para calmar tu tormentosa alma—enfatiza cada palabra. —. Él no quiere ser salvado.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD