De nuevo estaba yo atada de manos y con los ojos vendados, escuchaba la música sonar, esa que hace que Máximo se transforme en un ser oscuro y extremo lujurioso. El cuero de su correa fue sentido por mi pecho, sus azotes estaban más que presentes, lejos de ser un acto de violencia para mí era un activador de emociones, mi intimidad se humedecía rápidamente, mi piel se erizaba y como si fuera algo fisiológico mis sentidos todos se agudizaban, el mínimo roce de su piel me llevaba al placer sublime. -¿Te divertiste mostrando tu cuerpo hoy?- mencionó sujetando mi barbilla, podía sentir la presión que ejercía sus dedos.- -Si amo, disfruté las miradas lujuriosas de los hombres.- respondí Máximo estrujo uno de mis senos, yo jadeé encantada, la prenda interior que me quedaba fue rota, salió p

