Capítulo 5
Cumpliendo promesas.
POV Harry.
Estoy en la oficina pensando en ella, no puedo sacarla de mi mente; nunca me había pasado algo así con ninguna mujer. ¿Cómo haré para que me perdone? Por primera vez me siento entre la espada y la pared, sin poder concentrarme en el trabajo; tomo mi celular y un nuevo mensaje de Gustavo me da una gran idea.
— Mensajes de texto —
—Jefe, ¿cómo va todo en la ciudad? ¿Cuántas amantes tiene? *Gustavo.
—Gustavo, amigo mío, me escribes justo a tiempo, necesito tu ayuda. —Harry.
—¿Me ayuda, señor? ¿Qué necesita?* Gustavo
—Necesito que me ayudes a hacer que una chica me perdone. —Harry.
—Vaya, es la primera vez que el gran Harry necesita ayuda con una mujer, debe ser muy especial para que usted me pida ayuda. ¿Qué le hizo? ¿Lo vio con otra mujer?*. Gustavo.
—No, la dejé esperándome. * Harry.
—A eso no importa, vaya a besarla y eso se le quita rápido. * Gustavo.
—No es tan fácil, la chica realmente es diferente a muchas que conozco y no quiero arruinarlo sin antes saber que ella quiere lo que yo quiero. —Harry.
—Ay, vaya, el gran Harry atrapado con una verdadera dama; estás en problemas, amigo mío, te tocará implementar una buena estrategia si quieres conquistarla. * Gustavo.
—Por eso necesito tu ayuda, no tengo idea cómo tratar a chicas así. —Harry.
—Sí, puedo verlo. Bien, cómprele chocolates y flores, o algo que a ella le guste; eso ayudará, la tendrá donde la quiere. —Gustavo.
—¿Chocolates y flores? Yo nunca he regalado eso a ninguna mujer, más que a mi madre.* Harry.
—Bueno, amigo, no tengo otra forma de cómo ayudarte; realmente estás en problemas. Si la chica es tan difícil como lo imagino, no te lo pondrá fácil. —Gustavo.
—Yo lo resolveré, mantente atento a mi regreso.* Harry.
—Eso hago, señor, aunque no puedo negar que la empresa se siente un poco vacía sin las infinitas chicas gritando su nombre en el lugar. *Gustavo.
—Es mejor que todo esté en calma, hablamos luego, viejo.* Harry.
—Me cuenta cómo le va con la chica. —Gustavo.
— Fin de texto —
Estoy sentado en mi escritorio; al ver la hora, son las 4 pm y el día se fue muy rápidamente mientras trabajo, pensando en Alicia, cuando veo llegar a Ana.
—Joven Harry, ¿se le ofrece algo?
—No, Ana, estoy bien. —Le digo concentrado en los documentos de la inmobiliaria, donde una nueva idea surge en mi mente—Ana, espera.
—¿Joven?
—Ana, entra y cierra la puerta.
—Sí, joven. —Así como se lo pido lo hace y la veo acercarse a mí.
—Ana, siéntate, quiero hablar contigo. —Le digo algo nervioso.
—Dígame, joven, ¿en qué puedo ayudarlo?
—Ana, necesito saber algunas cosas y solo tú me lo puedes decir, además de que lo que hablemos aquí lo mantendremos en secreto, ¿entendido?
—Sí, joven, yo soy una tumba.
—Bien, necesito saber cuáles son los gustos de Alicia, qué color es su favorito, sus comidas y golosinas, moda, todo; quiero que me describas todos sus intereses. —Puedo ver lo sorprendida que está sobre mis intereses sobre el tema.
—Vaya, joven, usted me pone en una situación muy difícil, ya que a ella no le gusta hablar de sus cosas; cuando necesita algo, simplemente me lo pide y ya, pero no sé mucho sobre lo que me dice porque la joven es muy reservada. —Realmente puedo notar en su rostro que no tiene muchas ideas sobre lo que le acabo de preguntar.
—Bien, te preguntaré y si lo sabes, me respondes, ¿te parece?
—Me parece, quiero ayudarlo, así que empezaré con decir que su color favorito es el n***o; lo sé porque siempre en las cenas familiares ella me envía por un vestido y siempre escoge el n***o, además de que lo tiene en casi toda la oficina.
—Dime un restaurante que le guste frecuentar, pero que no haya ido con Eliot.
—Joven, me lo pone difícil porque esos dos siempre están juntos; déjeme pensar. —Revisa su agenda y me mira con una gran sonrisa.
—Le tengo uno, se llama Ellest, Stardust, es un gran lugar donde hay música en vivo y los camarones cantan e interpretan canciones; queda muy cerca de la universidad de Alis y sé que a ella le gusta ir a ese lugar.
—Entiendo, ya casi es hora de que entre a clases. ¿Me podrías reservar una mesa en ese lugar para dos?
—Claro, a ella le encantará.
—Que sea a las 8. Otra cosa, ¿sabes algo de sus chocolates favoritos? ¿Sus flores favoritas?
—Ya entiendo, la hizo enojar y ahora quiere que ella lo perdone. Déjeme decirle, joven, que será difícil, pero va bien. Sus flores, José, nada, jamás nadie le ha dado flores, y sus chocolates, sí, una vez Eliot le trajo chocolate blanco y ella me los regaló, así que su chocolate favorito son los de maní tostado con chocolate derretido. Su padre una vez me pidió ayuda para un detalle para ella y me envió por chocolate.
—Bien, gracias, Ana, encárgame esos chocolates y una orquídea; he visto muchas en su tejado.
—Bien, lo haré de inmediato, trataré de que todo llegue antes de las 8.
—Bien, puedes irte, Ana. —La veo salir y una gran conmoción se escucha afuera cuando veo a Abril entrar con enojo a la oficina.
—Joven Abril, el señor Harry está ocupado, no puede entrar sin anunciarse.
—Cállate y sal de mi camino. —La empuja y entra sin importar nada.
—Ana, déjala entrar.
—Sí, joven. —Se va cerrando la puerta tras su salida.
—Hola, primito, me enteré de que la tinta de mi hermana no vino hoy a la oficina y vine a verte —dice sentándose en mis piernas.
—Estoy ocupado ahora, Abril, no puedes venir así a la oficina.
—Quería verte, quiero que vengas conmigo a un lugar, quiero bailar.
—Tengo planes, tal vez otro día.
—Uy, pero qué mal humor tienes, no puede ser que no quieras venir al club conmigo. Vamos, vamos, anímate, cariño, vamos.
—Tengo planes, te dije.
—Te bailaré sexy, cariño, la pasarás mejor de lo que sea que tengas planeado.
—Abril, tengo mucho trabajo; lo mejor es que te vayas. —La alejo y ella me mira enojada.
—¿Qué te pasa?
—Lo que pasa, Abril, es que estoy trabajando y tú no me dejas terminar de revisar estos documentos.
—Te estás juntando mucho con mi hermana, te estás volviendo un obstinado mandón.
—Sal de mi oficina.
—Bien, como sea. —Salí de la oficina y me enfoqué en el trabajo, donde la idea de buscar un lugar para mí sería bueno para alejarme de todo, mi propio lugar; entonces vino a mi mente mi amiga de la inmobiliaria.
Tomo mi celular, marcando a su número, que no tarda en contestar.
—Buenas noches, ¿con quién tengo el gusto?
—Harry Gutiérrez.
—Vaya, cariño, sé que soy irresistible, pero ahorita estoy ocupada.
—No te llamo para eso, necesito que me ayudes a encontrar un departamento con una buena vista, algo a 15 o 20 minutos de la empresa.
—Este sí que es tu día de suerte, porque estoy en el lugar perfecto para ti, algo privado y muy difícil de entrar; está a 15 minutos de la empresa y tiene una increíble vista de la ciudad. Si deseas, puedes venirlo a ver mañana temprano y, si te gusta, es todo tuyo.
—Bien, nos vemos a las 8 en tu oficina.
—Bien, estaré esperándote, mi amor. —Corto la llamada cuando veo a Ana entrar con dos bolsas en la oficina.
—Joven, aquí está todo lo que me pidió; como sé que es discreto, traje todo en bolsas. También le tengo confirmada la mesa en el restaurante y vine a informarle que solo tiene media hora para llegar a la universidad.
—Gracias, Ana, realmente eres muy eficiente. Ya sabes, no le puedes decir a nadie sobre esto; si preguntan por mí, tú no tienes idea.
—Entiendo, suerte.
—Gracias. —Tomó mi chaqueta y las bolsas y salió del edificio subiendo al coche.
—¿A dónde lo llevo, señor?
—A la universidad, vamos por Alicia.
—Como diga, señor.
Vamos de camino y, al llegar, puedo notar que es muy temprano. Estaciono el coche en un lugar que ella no reconozca y bajo del coche con 5 minutos adelantados; cuando la veo salir en compañía de otras chicas, me escondo detrás del portón para que ella no me vea.
—Alicia.
—Alis, recuerda que mañana quedamos en tu casa para estudiar después de clase.
—En casa no, chicas, podríamos ir a una biblioteca o al parque.
—Mía, Alis tiene razón, su hermana es muy insoportable, no nos dejará estudiar. Vamos a mi casa, ahí estaremos más tranquilas; se pueden quedar si quieren.
—Bien, entonces quedamos en casa de Emma. Buenas noches, chicas.
—Buenas noches, Alis, cuídate.
—Tranquilas, tomaré un taxi a casa.
—Tienes coche, ¿por qué te gusta tomar taxi?
—Son cosas mías, simplemente disfruto el viaje a casa.
—Bueno, chica, te dejo, tengo una cena en casa de mi novio.
—Quieres decir tenemos porque yo vivo ahí, ¿recuerdas?
—Ya, ya, no empiecen a pelearse. —Me despido de ellas, que no pierden tiempo en irse. Tomo mi celular para llamar a un taxi cuando siento unos brazos cubrirme, entregándome una orquídea.
—Lo siento —dice susurrando a mi oído, haciéndome erizar con su cercanía; me giro y quedo frente a él, quien no pierde tiempo en tomar mis mejillas.
—¿Qué haces aquí? —le digo casi en un susurro.
—Viene por ti, no podría estar tranquilo si permito que tome un taxi.
—Harry, no tienes por qué tomarte tantas molestias, siempre tomo un taxi, eso no es nuevo para mí, me gusta hacerlo.
—Entonces eso tendrá que cambiar, ¿tregua? —dice entregándome mis chocolates favoritos mientras sonríe.
—¿Cómo? —Hago una pausa pensando en la única persona que lo sabría— Ana.
—No la culpes por hacer su trabajo, fui yo quien le pidió la información; además, no es todo, quiero llevarte a cenar, ¿recuerdas que me lo prometiste?
—¿Qué tramas?
—Nada, solo quiero que me perdones.
—¿Por qué son importantes para ti?
—Porque tú me importas. —Me sostiene besando mi mejilla. —Vamos, esta noche no se termina aún. —Toma mi mano llevándome al coche, abre la puerta para mí y yo subo como si estuviera hipnotizada. —¿Cómo te fue en tu comida con tu socio?
—Bien, llegamos a muy buenos acuerdos; la próxima te invitaré, ambos se llevarían muy bien. —Lo afirmó porque sé que es así, ambos tienen. El mismo carácter; comparten muchas cosas y sé que se llevarían bien, ya que son determinados en sus negocios.
—Sería un gusto ayudarte en lo que necesites. —Veo el coche estacionar en uno de mis restaurantes favoritos, uno que disfruto mucho a solas. —Vamos, quiero ver qué es lo que más te gusta de este lugar.
Al entrar la música, el ambiente todo es otro mundo; realmente, cada vez que vengo la paso muy bien. Nos sentamos frente a la tarima y ordeno hamburguesas con papa y salsa; él ordena lo mismo y me mira curioso.
—¿Qué pasa? —digo sintiendo su mirada en mí.
—Nunca pensé que fueras a comer en este tipo de lugares. —Dice algo curioso.
—Hay tantas cosas que no sabes de mí —le digo un poco nerviosa; no soy de expresar sentimientos, de contar mis cosas y mucho menos de salir a hacer las cosas que he hecho esta noche.
—Eso quiero averiguar. —Nos miramos cuando comienza el show.
Las meseras bailan y cantan; estamos disfrutando del show, no puedo evitar reír. Este lugar siempre me saca grandes sonrisas. Disfrutando de la comida y su compañía, él sonríe y puedo ver que se divierte tanto como yo. Hablamos un poco de su vida en California. La tensión entre nosotros se puede sentir; estoy sonriendo, encantada. El show acaba, noto que me mira y toma de mí una fotografía.
—¿Qué haces? —digo aún sonriendo, al verlo tomarme fotos.
—Guardo este momento en mi celular; tus hermosos hoyuelos me tienen hechizado.
—¿Qué dices? —Borra esa foto —digo tratando de quitar su celular, forcejeando; él me sostiene entre sus brazos, tomando mis caderas mientras nos miramos. Está tan cerca de mí que siento su respiración y la mía unirse, haciéndose una con él, hasta que la luz del lugar se enciende y yo me alejo, sentándome de nuevo en la mesa. —Estoy cansada, deberíamos volver a casa. —Le digo tomando mi bolso.
—Sí, vamos. —Al salir estaba lloviendo.
—Harry, espera, el coche está a media cuadra.
—¿Qué pasa? —Son solo unas gotas de agua, no te pasará nada. —Toma mi mano, sacándome del lugar; él de corro, tomando su mano hasta el coche.
—Ja, ja, ja, casi te caes. —Digo sin poder aguantar la risa.
—No te rías, si me hubiera caído, tú te hubieras caído conmigo.
—Eso jamás pasará, vamos, sube al coche. —Le digo con una gran sonrisa; jamás me había reído tanto en mi vida, realmente la estoy pasando muy bien, como nunca antes.
Subimos en el coche donde él recoge del suelo los bombones que se cayeron del asiento y me los entrega; yo los tomo, abriéndolos, meto uno en mi boca y me acerco para darle uno.
—¿Quieres? —digo extendiendo mis dedos para dárselo; él se acerca tomándolo de mis dedos con su boca, acción que me hizo mirarlo al sentir mi cuerpo tembloroso por una corriente que cubre mi cuerpo.
—Espero que la hayas disfrutado tanto como yo de esta noche. —Me mira atento, esperando a mi respuesta.
—Sí, realmente la pasé muy bien. —Le digo honestamente por qué realmente me divertí.
—Me alegra mucho. ¿Entonces todo está bien entre nosotros? —dice mirándome fijamente.
—Sí, todo bien, gracias por esforzarte en todo esto. —Me alegra mucho que lo haya hecho.
—No tienes que agradecerme —dice mirándome fijamente como si se sintiera feliz por lo que ha hecho; sabe que la pasé muy bien y él también lo ha hecho, puedo verlo en sus ojos.
Al llegar a la casa, guardo en mi bolso sus detalles mientras él abre la puerta para mí. Al entrar a la casa, todos están dormidos; subo a la habitación donde me despido de él.
—Buenas noches, Alis. —Dice acercándose para besar mi mejilla.
—Buenas noches, Harry. —Le digo mirándolo a los ojos; ese beso en mi mejilla me hace mirarlo como si estuviera hipnotizada.
Entro a mi habitación donde me abalanzó en la cama. El día fue increíble. Me quito la ropa y entro a la ducha donde el agua caliente me cubre, relajando mi cuerpo por completo, donde la imagen de él besando mi mejilla no sale de mi mente. Al salir de la ducha, tomo una vela y un frasco de vidrio y coloco en ella la orquídea, derrito la vela y la cubro para mantenerla por siempre, le coloco agua y puedo ver lo hermosa que quedó dentro del frasco. La tomo, guardándola en mi closet, y me acuesto en la cama donde me voy quedando dormida.
*
Al despertar, el sol brillante, junto a mi gran alegría, me lleva con gran ánimo a la ducha, donde me baño mientras bailo mi canción favorita. Al cepillarme, salgo sacando mi vestido dorado corto con un pequeño escote entre mis senos, ajustado a mis curvas; me coloco mis tacones altos y cepillo mi cabello, dejándolo suelto en pequeñas ondas en la punta. Al terminar, me maquillo suave, tomo mi bolso, notando los chocolates dentro; sonrío y salgo, cerrando mi puerta con llave. Al bajar, puedo verlo desayunar, fijando una mirada y una sonrisa al verme entrar al comedor.
—Buenos días, Harry. —Me siento frente a él donde traen para mí waffles con crema batida.
—Buenos días, Alis, te estaba esperando, ya que me gustaría que me acompañes a un lugar antes de ir a la oficina; necesito tu visto bueno.
—Claro, no hay problema. —Le digo probando mi desayuno, que me gusta mucho.
—Buen provecho, Alis.
—Igual, Harry.
Desayunamos juntos; al terminar, subimos al coche y él da órdenes al chófer para llevarnos a un lugar. Al llegar, puedo ver que es la inmobiliaria; bajamos del coche, donde los sigo hasta la entrada. La joven, al verme, se sorprende e inmediatamente llama por teléfono mientras esperamos.
—O vaya, Harry, Alicia, no sabía que vendrías —dice Amparo acomodando su ropa de forma coqueta mientras camina hacia nosotros.
—Pues sí, ella es la que tomará la decisión para elegir el lugar; es muy importante para mí su opinión. —Dice Harry tomando mis caderas, cosa que me hace sentir incómoda, pero puedo ver que Amparo se pone seria al mirarlo.
—Bien, vamos, no perdamos tiempo. ¿En su coche o el mío?
—En ambos, te seguiremos —dice Harry muy serio.
—Bien, vamos.
Subimos a los coches donde seguimos a Amparo por varios minutos hasta una gran residencia de apartamentos, con gran seguridad en la entrada. Nos bajamos del coche y yo sigo a Harry y Amparo hasta el ascensor; podría jurar que se siente una gran tensión en el lugar. Al bajar, ella nos guía por el pasillo hasta una gran puerta blanca que abre, dejándome apreciar un increíble lugar. Camino por el lugar, recorriendo la enorme ventana en la sala, dejándome apreciar la hermosa vista de la ciudad. Recorro el lugar viendo las habitaciones y la cocina, un hermoso lugar sin duda, muy espacioso. Estoy viendo el balcón cuando siento sus brazos cubrirme en un fuerte abrazo.
—¿Qué te parece? —dice susurrando a mi oído mientras apreciamos la hermosa vista.
—Es muy hermoso, ¿para qué lo quieres? Mi madre no dejará que te mudes aquí; te espero por muchos meses. —Le sigo mientras me volteo para verlo.
—Lo sé, este lugar será nuestro secreto —dice mirándome fijamente mientras me acorrala entre sus brazos.
—Bien, chicos, ¿qué les parece el lugar? —dice Amparo, sacándonos del momento.
—Lo quiero, ¿dónde firmó? —Se aleja de forma decidida para mirarla.
—Bueno, Harry, podrías ir a mi oficina y firmas los documentos del traspaso —dice Amparo, seductora e insistente.
—No tengo tiempo, envíamelo a la empresa; los firmaré ahí y te enviaré la copia más tarde, ¿vamos? —me dice fijando su mirada en mí.
—Sí. —Tomó su mano saliendo del lugar.
—Harry, ¿podemos hablar? —dice Amparo, llamando su atención.
—Sí, creo que hay un malentendido entre nosotros y debo aclararlo —dice Harry caminando a su dirección.
—Te espero en el coche, Harry. —Tomó mi chaqueta y salió subiendo al ascensor.
Sé que entre ellos dos pasa algo que no se puede negar; no pienso quedarme a averiguarlo. Espero en el coche por varios minutos y mi paciencia va perdiendo el control hasta que lo veo salir junto con ella. Le extiende la mano y él sube al coche. Colocando su mano en el muslo de mi pierna, me hace erizar, llamando mi atención.
—Harry, ¿puedo preguntarte algo?
—Sí, lo que quieras, hermosa.
—¿Te acuestas con Amparó? —Lo veo retroceder y ponerse serio.
—¿Qué te hace pensar eso?
—Harry, si tienes que mentirme para responderme, no lo hagas. —Le expreso molesta la forma en que intenta tapar las cosas que son más que evidentes, que es así.
—Alis, entre ella y yo no pasa nada, te lo juro, hubo un malentendido y ella confundió las cosas, pero ya le dejé claro todo, ella no me interesa en absoluto. —Dice en un tono fuerte y decidido, mirándome con un poco de preocupación que se refleja en su mirada.
—Entonces sí te acostaste con ella. —Digo algo decepcionada.
—Es pasado, Alis, ¿acaso te molesta?