Capítulo 6.
Solos.
POV Harry.
La veo mirarme con gran enojo.
— ¿Molestarme? Lo que me molesta Harry es que creas que soy una tonta y no me daría cuenta de que me trajiste contigo para tomarme como un escudo, no creíste que me daría cuenta de sus coqueterías, además de que en la habilitación ella no te quitaba la mira de enzima, no me importa lo que hagas con tu vida, si quieres cogerte a media ciudad, pero a mí me respetas ten claro que conmigo no cuentas más para este tipo de cosas, deberías tener más conciencia de con quién te acuestas. — La veo bajar del coche al estacionar frente a la empresa.
— Alis, por favor, escucha no quería tomarte como escudo, admito que cometí un error no volverá a pasar. — La tomó de la mano sin poder soltarla esta chica sabe cómo ponerme ansioso.
— Ya te dije, no tienes que darme explicaciones de lo que hagas con tu vida, solo me metas en tus problemas, si quieres tener una aventura con una mujer y luego dejarla, pero no vuelvas a considerar tomarme como tu salida fácil.
— No es así, no es lo que pienso de ti, Alis realmente me importas, no te estoy usando nada más fue un error que por primera vez se salió de control.— La miro a los ojos y puedo ver que por estar tan nervioso volví a equivocarme.
— Entiendo que no sea está la primera vez que haces esto, claro es de suponer que eres todo un casa nova, ya deberías de tener experiencia en esto si lo has hecho muchas veces, dime Harry, ¿Lo de ayer fue una estrategia que has hecho muchas veces? ¿A caso todo esto es un chiste para ti?
— Alis, no es así mira realmente… — Maikol llega en el momento interrumpiendo.
— ¿Pasa algo chicos? — Dice mirando a Alis quién me toma de la mano soltándose de mí agarré.
— Nada papá, solo diferencias de trabajo es todo, permiso debo irme. — Se acerca besando su mejilla y entra al edificio haciéndome sentir un completo imbécil.
— ¿Listo para tu primera junta en nuestra empresa?
— Sí, vamos.
Lo sigo subiendo al ascensor; al llegar al pasillo, nos vamos directamente a la sala de juntas donde no logro verla. Me siento un tonto al pensar que no se daría cuenta de mi desliz con Amparó. Esa mujer realmente se encargó de ponerme en evidencia, pero se equivocó, ya que conmigo no juega más. Por eso fui claro y firme con ella; eso no se va a repetir. Debe hacer que Alis cambie su opinión de mí; no puedo permitir que se quede con una mala imagen.
—¿Harry? —¿Harry? —Maikol me llama mientras mi cabeza solo piensa en Alis.
—¿Sí? ¿Qué pasa?
—Hijo, estás un poco distraído; te pregunto si te parece bien utilizar los primeros dos pisos como una zona VIP, para suite de lujos, y que en la última planta haya una que abarque dos casillas como una suite presidencial, algo más glamurosa.
—Tendría que preguntar a Alis si es su proyecto también, ¿no cree?
—Sí, Alis está en una reunión con una socia muy importante.
—Entiendo, entonces deberíamos pausar esta reunión y esperar su decisión; al fin es su proyecto también, no me parece justo que yo tome todas las decisiones.
—Bien pensado, hijo, Alis te sumará puntos por eso.
—Bien, entonces, si no hay más que decir, iré a revisar lo de la demolición del gran salón.
—Sí, es un tema que debes abarcar de inmediato, nos vemos aquí en media hora. —Me levanto, tomando mi celular, llamo a Gustavo, quien no tarda en contestar mientras camino al salón de conferencias, donde cierro la puerta con seguridad.
—Si me está llamando nuevamente es porque su jugada no salió como quería.
—Así es, y necesito tu ayuda para otro consejo, hermano; esta vez lo arruiné hasta en fondo y no sé cómo hacer.
—¿Qué le hiciste? Jefe, suena preocupado.
—Lo estoy, estoy al punto de volverme loco. Esta chica es difícil de tratar, es inteligente y no se le escapa nada; me descubrió una estúpida aventura que tuve con una chica de la inmobiliaria donde compramos el edificio para el hotel. Solo fue una vez, pero la mujer se encargó de que ella lo notara. Ahora estoy fuera de la jugada, no me deja acercarme a ella, no sé realmente cómo conquistarla.
—Usted, amigo mío, está en problemas. A ninguna mujer como ella le gusta descubrir que el hombre que la pretende tiende a jugar fuera de base y eso las ofende. Nada de lo que hagas lo verá como real; que ahora estará pensando que es la jugada que utilizas con todas. Déjame decirte que te ponchaste sin jugar el primer partido.
—Lo sé, lo arruiné; si la hubieras visto ayer, su sonrisa, cómo se divertía, era como si por fin me diera la oportunidad de conocerla. Se relajó a tal punto que me dejó tomar su mano; vaya que verla sonreír fue mi mayor recompensa.
—¿Quieres decir que no hubo sexo?
—No, no puedo ir tan rápido o la perderé por completo.
—Vaya que sí te gusta la chica. Me hubiera gustado verte en una cita, no en un bar y luego a un hotel. Amigo mío, tendrás que acercarte poco a poco y para ello debes ir despacio, analiza tus posibilidades y toma ventaja de ello. A las chicas así les gusta que los hombres sean atentos, muy considerados; no te dejarán entrar tan fácil, mantienen su corazón bajo llave y para ganarte la entrada tendrás que ser paciente. ¿Qué tan la quieres?
—Mucho, tienes razón, ya casi es hora de comer; pediré algo de comer y se lo llevaré a la oficina. Gracias por tu ayuda, Gustavo.
—Para eso somos amigos, cuando puedas envíame foto, quiero ver a la chica que está volviendo loco a mi jefe, en vez de que ella esté rendida a tus pies.
—Eso no pasará, olvídalo.
—Agua fiesta.
Al colgar la llamada, pido comida por la aplicación; encargo pizza, sé que a ella le gusta. Al terminar con los asuntos de la demolición, voy a la recepción, donde veo a Ana.
—Hola, joven, no puede entrar a la oficina; la señorita Alicia está ocupada con una socia muy importante.
—Sí lo sé, quiero que recibas la comida que encargué; quizás cuando llegue esté en una junta. Llévala a la oficina junto a unas bebidas, por favor.
—Sí, como usted diga. Ah, mire, ahí vienen la señorita Alicia y Roxana. Señorita Alicia, su padre la espera en la sala de juntas.
—Sí, ahora voy —dice mostrándole unos documentos a Roxana, que no para de mirarme; es una hermosa morena de ojos avellana con una impresionante figura.
—Hola, y usted, ¿es? —Extiende una mano para que yo la tome y eso hago.
—Él es mi primo, Roxana, Harry, Harry, Roxana, nuestra inversionista.
—Es un gusto, Roxana. —Beso su mano y ella me sonríe pícara.
—Para mí es todo un placer; quizás la próxima tengamos la oportunidad de platicar de negocios y tomamos un café. —Me mira fijamente mientras muerde su labio inferior.
—Sí, sería un placer ir a almorzar contigo y Alis, ya que ella y yo somos socios igualitarios; no podría tomar ninguna decisión sin ella. —Puedo verla tensarse como si se avergonzara de sus acciones hace un momento.
—Sí, Alis es una impresionante empresaria; tiene mucha suerte de tenerte.
—No, al contrario, la suerte es mía al tenerla; ella realmente es impresionante, aprendo mucho de ella.
—Ya veo, entonces hasta la próxima, Alis, fue un gusto conocerte, Harry.
—Bueno día, Roxana, saludos de mi parte a Víctor.
—Seguro. —Se va y ella me mira fijamente mientras se acerca, tomando las carpetas del escrito, caminando a la sala de juntas.
Estamos debatiendo ideas sobre los planes para el hotel con la remodelación y los ajustes; todos tenemos mucho trabajo. Puedo ver que se mantiene distante, dirigiéndose a mí solo por sugerencias. Al terminar la junta, ella se levanta y se va; yo me levanto, siguiéndola hasta la oficina donde nos espera la comida. Al abrir la puerta, puedo ver su cara de sorpresa al ver la comida y los platos en el lugar.
—¿Qué es todo esto? —dice mirando la comida en la mesa con seriedad.
—Pensé que tendrías hambre y pedí comida, ¿te molesta? —le digo preocupado al ver su expresión en el rostro.
—Para nada, gracias, realmente muero de hambre. —Mi emoción al ver su rostro es indescriptible.
La veo comer mientras platicamos de los arreglos de la demolición del lugar; puedo verla relajarse por un momento. Al terminar de comer, nos instalamos a revisar los documentos de los permisos; aún faltan muchos, ya que únicamente los otorgan al terminar el hotel. La veo levantarse con tan solo las 3 pm, recogiendo sus cosas.
—¿Te vas? —le digo, notando que recoge sus cosas del lugar con afán.
—Sí, pasaré a la casa por unas cosas antes de ir a la universidad. —Lo dice de forma que me hace pensar que tiene planes.
—Bien, nos vemos más tarde —le digo tratando de confirmar lo que pienso es así.
—Lo dudo, pasa buen día, Harry. —La tomó de la mano impulsado por las ganas que tengo de besarla; puedo ver que se asusta al sentir mi mano con la suya. —¿Qué pasa? —dice algo tensa. —Harry —dice al ver que no dejo de mirarla sin decir una palabra.
—Alis, yo… —Por primera vez no tengo que decir, es como si con ella tengo que pensar las cosas antes de hacerlas o decirlas. —Lo siento, te veré después. —La suelto y ella se queda mirándome como si tratara de analizarme.
—Bien, feliz día, Harry. —Sale dejándome un fuerte vacío que no puedo entender.
Las horas pasan y no dejo de pensar en ella; es como si la necesitara en todo momento. No puedo concentrarme en los trámites; no sale de mi mente. Veo la hora y solo faltan 20 minutos para que salga de clases. Empiezo a sentirme ansioso; me relajo cerrando los ojos donde la imagen de ella tan cerca de mí no puedo controlarla. Me arrepiento de no haberla besado, o si quizás lo hubiera hecho, ella no me hubiera correspondido. Dios, si sigo así, terminaré loco. Me levanto, tomando mi chaqueta, salgo del edificio subiendo al coche.
—¿A dónde lo llevo, señor?
—A un bar. —Digo sin más.
Vamos de camino, y empieza a llover; puedo ver muchas personas escapando en el lugar cuando, de la nada, la veo correr por la carretera.
—Leo, detén el coche. —Le digo ansioso de que se aleje y no pueda alcanzarla.
—Pero, señor, está lloviendo. —Me recalca lo que ya sé.
—Deténlo ahora. —Al hacerlo, bajo buscándola entre la gente, camino con gran desesperación; me empiezo a sentir ansioso por encontrarla hasta que la veo a unos pocos metros de mí, tratando de cubrirse de la lluvia, un poco perdida y desesperada. Me acerco a ella, sosteniéndola de las caderas, abrazándola con fuerza a mi cuerpo, y puedo sentir cómo se tensa. —¿A dónde vas? —le digo en un susurro.
—Harry, ¿qué haces aquí? —dice muy sorprendida, sin poder moverse; hasta que lo hace, se voltea para verme y puedo notar su angustia en su mirada.
—Salí a tomar algo y te vi correr, pensé que necesitabas ayuda —le digo sabiendo exactamente que moría por verla.
—Harry, corro para no mojarme; debo ir al parque, mis amigas no pudieron estudiar conmigo hoy y me quedaré estudiando para un importante ensayo que debo presentar mañana. —Dice sus palabras con dificultad, mientras respira agitada.
—Vamos, yo te llevo; el coche está cerca. —Me quito la chaqueta cubriéndola para que no se moje.
—Gracias, está a solo unas calles —dice señalando el lugar en dirección a lo que se supone es el parque.
—No te preocupes —le digo tomando su mano para llevarla al coche; la llevo al y de inmediato abro la puerta para ella.
Al llegar al coche, se seca las gotas de lluvia de su rostro; saco de mi bolsillo mi pañuelo y se lo entrego. Al llegar al parque, todo está hecho un caos; la veo muy enojada y a la vez muy triste.
—¿Por qué te preocupas tanto? Vamos a casa —le digo al verla toda mojada y en gran ansiedad.
—No, en casa se me hace imposible estudiar; por alguna razón, a Abril le encanta molestarme cuando estudio, además de que siempre ocurre algo y mi trabajo termina arruinado. Por eso mis amigas y yo siempre quedamos fuera, pero ellas no pueden venir; hubo un problema en su casa al enterarse de que Mía está embarazada. Realmente necesito estudiar. —Expresa con preocupación, dejándome saber lo importante que es para ella este trabajo.
—Alis, si quieres yo te ayudo, vamos, tengo un lugar que quizás te ayude, es muy privado y sé que nadie te va a molestar. —Le digo con la esperanza de que acepte.
—¿Dónde? —dice mirándome confundida.
—Vamos, te lo mostraré. —La tomó de las caderas, guiándola hasta el coche.
Al subir al coche, le doy indicaciones a Leo para que me lleve al departamento que recién compré. Al hacerlo, ella me mira fijamente mientras entramos al lugar sin decir nada. Al entrar al edificio, subimos al ascensor; me adelanta para abrir la puerta mientras ella camina dudosa.
—Vamos, aquí podrás estudiar sin problemas. —Me adentro al lugar esperando a que entre.
Al entrar, ella se acomoda en la sala mientras camino a la cocina, donde ordené comida y varias bebidas para pasar la noche. Tenerla tan cerca me llena de emociones como nunca antes. Al salir a la sala, me quito el suéter, sentándome a su lado mientras la veo escribir en su libreta.
—¿Necesitas ayuda?
—Realmente sí, ¿me prestas el baño? Quiero cambiarme.
—Pasa, siéntete cómoda.
—Gracias.
Toma su bolso adentrándose a la habitación; me acomodo en el sofá observando su trabajo y puedo ver que hay cosas en que la puedo ayudar. Tras ceñir, reviso en su laptop la información cuando escucho el timbre. Me levanto abriendo la puerta donde un joven trae la comida y las bebidas. Le cancelo el pedido y me siento acomodando todo en la mesa cuando la veo salir con un short corto de pijama y una camiseta, con su cabello suelto; no puedo dejar de mirarla. Sus hermosas piernas llaman mi atención por completo; realmente es hermosa. Puedo verla pasar frente a mí mientras me contengo las ganas de tomarla entre mis brazos.
—Tengo mucha suerte de traer ropa; mis amigas y yo quedamos en que dormiría en su casa, así que traje mi pijama; estaba muy mojada —dice tomando su laptop mientras se cruza de piernas en el sofá.
—Alis, ordene comida china; si gustas, puedes comer.
—Sí, gracias por todo esto, realmente aprecio mucho tu ayuda.
—No te preocupes, le prometí a mi tía que cuidaría de ti y eso hago. Alis, siento mucho el malentendido de esta mañana; yo jamás pensaría utilizarte para salir de algún problema de cama.
—No hablemos de eso ahora, vamos, come, tengo mucho trabajo.
—Estaba viendo tus textos hace un momento; supongo que puedo ayudarte a desarrollar para tu ensayo.
—Bien, comamos y veremos qué sabes. —Sonríe y no puedo evitar sentir mi corazón dar un vuelco.
Al comer, ella me muestra su trabajo; es bastante complejo, tanto que nos lleva más de medianoche en terminarlo. Al hacerlo, puedo verla feliz, tanto que su mirada es más tierna y dulce a pesar de que la observo temblar de frío.
—¿No pensaste en traer cobijas o algo así? Realmente hace mucho frío.
—Lo siento, no pensé en usar el departamento aún; vamos, ya faltan pocas horas para que amanezca.
—¿A dónde vamos? —Tomó mi chaqueta mientras la tomó de la mano llevándola a la habitación; se siente más cálido que en la sala, aunque su mirada en mí se volvió más seria.
—Ven, acuéstate, debes descansar. —Acomodó un poco la cama para que se acueste, pero la veo parada, cruzada de brazos mientras tiembla de frío. Sin poder moverse, se mantiene intacta en el lugar hasta que decidí acercarme a ella. La tomó de la mano, cerrando la puerta; la atraigo a la cama sin quitar mi mirada de la suya, mientras nos mantenemos en silencio, como si las palabras sobrarán. —Acuéstate en tu lugar de la cama, solo descansa, te cubriré con mi chaqueta y me acostaré a tu lado, así no tendrás frío; me aseguraré de que la próxima vez todo esté en orden.
—¿Dónde dormirás tú? —dice subiéndose a la cama.
—Aquí, ¿si no te importa? Realmente hace frío afuera; me quedaré en mi lado de la cama y tú en el tuyo, ¿te parece? De igual manera, no es la primera vez que dormimos juntos.
—Éramos nada más unos niños. —Dice mirándome mientras me siento a su lado.
—Eso no cambia nada, ¿o sí?
Pudo verla que se voltea acostándose del lado izquierdo de la cama; yo tomo mi chaqueta y le cubro las piernas. Acomodándome en la cama, cierro los ojos sin poder detenerlo; una gran sonrisa se refleja en mi boca al pensar en lo bien que va todo esto. Al pasar varios minutos, puedo verla dormida a mi lado. Me acerco admirando su belleza, acaricio sus mejillas donde me acerco dejando un beso; mi corazón se acelera al verla moverse. Intento moverme cuando siento que se abraza a mí y no pierdo tiempo en abrazarla, acomodándola en mi pecho. La acaricio por varios minutos del cabello hasta que logro quedarme dormido.
*
Escucho la alarma de mi celular sonar; al abrir los ojos, ella no estaba en la cama mientras una cobija me cubría. Me levanto tocando la puerta del baño, que se abre al simple toque; entro, notando que no está, pero hizo varias compras. Me lavo la cara y cepillo mis dientes; al salir, puedo ver que se duchó y se cambió de ropa.
—Buenos días, Harry, siéntate, preparé el desayuno para ambos —dice moviéndose por la cocina, luciendo tan hermosa como se caracteriza.
—Buenos días, ¿fuiste de compras? —le digo al notar todo lo que hizo con el lugar. ¿Cuándo despertó? ¿Realmente durmió?
—No, le pedí a Leo que fuera; en la bolsa hay ropa nueva, espero que te guste; además, ordené sábanas y cobijas para ambas habitaciones, espero no te moleste.
—Para nada, te lo agradezco. —Me siento a desayunar donde me deja impresionado al probar su comida. ¿Qué más podría pedir? Es bella, inteligente y además cocina increíble.
—Bien, solo faltas tú para irnos a la oficina; no pude despertarte antes, como verás, estaba muy ocupada.
—Sí, lo puedo ver, hasta te dio tiempo de bañarte. ¿De verdad dormiste?
—Digamos que acostumbro a despertar temprano, no es problema.
—Bien, iré a bañarme, saldré rápido.
—Está bien, dejaré todo esto limpio.
Me voy a la habitación donde me quitó la ropa y me voy a la ducha; el agua es muy refrescante. Anoche fue increíble, a pesar de que no la toqué; solo tenerla entre mis brazos me deja una satisfacción como ninguna otra. ¿Qué pasa si salgo en toalla? Quiero ver su expresión al verme. La idea pasó por mi mente, así que decido ducharme. Al salir, seco mi cuerpo, saliendo con una excusa para verla. Al salir, puedo ver que está limpiando la mesa de la sala y me acerco a ella poco a poco.
—Alis, ¿no compraste algún desodorante?
—Sí, está en la… —Se paraliza al mirarme, trata de apartar su mirar.
Ada a otra parte como si no pasara nada. —Harry, está en la bolsa.
—¿Cuál? ¿Está? —digo acercándome a ella.
—Sí —dice mirándome fijamente mientras estoy tan cerca que siento su respiración agitarse.
—¿Qué te pone tan nerviosa?