POV RIO Entramos a la sala de marketing justo cuando termina el almuerzo del equipo. Huele a café, a marcador seco y a ese perfume genérico que todos estos departamentos parecen compartir. Normalmente, estas reuniones me irritan porque a veces siento que estoy rodeado de creativos que creen que “innovación” es sinónimo de “hacer estupideces caras”. Hoy no es la excepción. Y, para colmo, Lena entra detrás de mí como una sombra educada. No dice nada, no ocupa espacio, pero de algún modo… está ahí. Siempre está ahí. Como un punto fijo en mi visión periférica. Me digo a mí mismo que voy a ignorarla. Voy a fingir que no existe. Voy a demostrarle —y demostrarme— que puedo recuperar el control después de haberme excedido en el restaurante. La cercanía fue demasiada. La conversación se salió del

