CAPÍTULO II: DECISIÓN.

4637 Words
25 de agosto. RHYS. Respiro hondo mientras deslizo mis manos sobre mi cara. Mi concentración vuelve al productor, que me está dando algunas indicaciones, asiento la cabeza muchas veces asemejando entenderlo, pero sin lograr comprender lo que me está diciendo, es más ni le doy cabida  a sus palabras que tienen mera importancia.  —Eso es todo, Rhys.—dice No espera respuesta y se levanta retornando a su lugar. Aún nos queda una canción por  grabar. Por qué lo he arruinado en varias ocasiones. (Suspiro cansado) La monotonía es común en mi vida. No se me hace creíble que de ser un chico normal que amaba la música me haya  vuelto alguien frustrado de la vida que llevo sin sentido común, odio  cada parte de lo que me he convertido. No pensé que con el tiempo lo que más he amado en la vida me abandonaría, no sé qué hacer ni mucho menos como actuar, cada vez presiento en cómo estoy llegando a mi límite y cada minuto que pasa aborrezco más el mundo al que pertenezco, ¡Ironía la mía…! El día a día es muy complejo para mí. Soy el centro de atención de muchas personas alrededor del mundo, algunas aman mi talento y otras critican hasta lo que respiro, esta nueva realidad agobia mi alma. Ahora evito desarrollar vínculos profundos con los de mi entorno o evitar en lo posible cualquier contacto con mi familia, no deseo que ellos sean el blanco de los chismes y críticas en las revistas, programas o r************* . Prefiero lidiar con la parte oscura de mi nuevo mundo yo solo.  La fama me hizo tomar decisiones que en un principio me parecieron extremas pero no me arrepiento de ello; deje lo que más amaba para convertirme en alguien mediocre, me aleje de mi familia pensando  que era lo correcto y comencé a rodearme de personas desconocidas que con el tiempo se volvieron mi familia, aun así no me siento completo.                                               Me acostumbre a que lo demás critiquen mi vida, hagan comentarios u opiniones que muchas veces me lastimaron o llegaron a destrozarme; aún tengo un vago recuerdo en donde lloré de impotencia la falta información que la prensa informaba para manchar mi carrera y  por todos esos comentarios que me afectaron y me llevaron a una etapa de depresión, a veces las personas no miden sus palabras y te lastiman el alma porque a pesar de decir que unas simples palabras no te hieren, si lo hacen porque es como una espada de doble filo que al sentirla sientes como tu alma es desgarrada. Dejó escapar un suspiro involuntario que hace que todos los presentes me observen atónitos, aprieto mis labios para no dejar escapar una carcajada; comprendo su asombro es la primera vez que hago eso, no suelo permitir que mi cansancio interfiera en mi trabajo. —¿Estás bien? —cuestiona Max, uno de mis guardaespaldas de confianza. — Si. —miento sin titubear. ¡Este mundo me ha enseñado a mentir tan fácilmente y a fingir ser quien eres! —¿Seguro? —insiste Max. — Tranquilo —digo, sonrió. —, estoy perfectamente bien. Me observa por unos segundos, creo que está esperando que confiese mi mentira pero cuando entiende que no diré nada más, solo le queda asentir y mira en otra dirección. Me siento mal por mentirle pero no deseo que se preocupe por mí, no cuando paso toda la noche despierto por culpa de las malditas grabaciones. — ¿Listo? — inquiere el productor, niego con la cabeza. — Diez minutos. Releo una vez más la última canción y lo que más me sorprende es que haya terminado las canciones sin estar inspirado o motivado. La presión de mis padres es molesto pero esta vez fue de mucha ayuda para exigirme y poder terminar el álbum.  Ya hemos hecho diez tomas con la última canción porque no he podido hacerlo bien, siento mi voz rasposa y ronca que no puedo alcanzar muy bien los agudos; cuando a mis padres se les mete algo en la cabeza no descansan hasta cumplir y heme aquí. — Se acabó el tiempo. —informa el productor. A pesar de que he trabajado por mucho tiempo con la misma producción no tuve el interés o la importancia de conocer o aprenderme sus nombres. Camino hasta la cabina de grabación y observo al productor a través del gran cristal, hace una seña para que me acerque al micrófono niego con la cabeza, espero que me indique que comience pero pasan los minutos. Observo la canción una vez más y aún sigo sin creer de que lo haya escrito ya que no soy un experto en este sentimiento, siendo sincero cuando me propuse a escribir no pensé que luego se me haría difícil cantarla o mejor dicho sentirla. — Se acabó el tiempo. — escucho que dice el productor por los parlantes. Me acerco al micrófono haciendo una mueca de disgusto sin que nadie lo note porque luego no deseo que comiencen a criticarme por mi actitud. Cierro mis ojos cuando el estribillo de la canción se hace presente. Hey my life, you who say that you enlighten my soul, Every verse, every word and the voice when one forgets. Hey my life, you who say you are a fan and my love, my dear. That in each end of my soul without color you give life And when I feel that my soul stops talking, you hypnotize me just by watching you walk,  and by your side I see the sun and beyond, you are my place. Hey my life, you who say that you enlighten my soul, Every verse, every word and the voice when one forgets. And when I feel that my soul stops talking, you hypnotize me just by watching you walk,  and by your side I see the sun and beyond, you are my place. Hey my life you that always and at all times, you forget, That hope that tells of my love for our lives, Hey my life come walk at every step, every beat of the drum of my life. That at each end of my colorless soul you give it life And when I feel that my soul stops talking, you hypnotize me just by watching you walk,  and by your side I see the sun and beyond, you are my place. I know you will always be there and even if I am in another story, or in an era or in eternity. Cuando terminó de cantar no me atrevo a abrir mis ojos, espero que el productor me diga lo mal que me salió ya que es un experto haciéndolo, los minutos pasan y no obtengo resultado me doy por vencido, abro lentamente mis ojos y lo primero que veo es a mi representante recostado en la pared con el ceño fruncido (estoy en problemas). — Lo hiciste excelente, Rhys. —me felicita el productor, sonrió. —Eso es todo. Salgo de la cabina de grabación. Camino hasta León con una sonrisa en mi rostro, trato de no intimidarme con su mirada porque este hombre cuando está molesto da miedo. — Hola, querido representante. —saludo alegre, frunce más su ceño. — ¿Qué pasa? —cuestione en voz baja, hace un ademán que no logro entender — Nos vamos. —dice luego de unos minutos, asiento. Se despide de todos y sale del estudio. Doy gracias a todos, cuando salgo voy en busca de León para que me explique qué coño está sucediendo. No doy ni cinco pasos cuando lo veo recostado en la pared, esperándome. — Se supone que soy tu representante. —es lo primero que dice cuando llegó junto a él, frunzo mi ceño. —Tus padres hacen que mi trabajo sea más difícil. Entiendo que quieren que seas más famoso pero si no me avisan arruinan el orden de tu agenda. — ¿Qué hicieron? —inquiero, trato de controlar mi enojo. — Recuerdas que te invitaron a ese programa que tanto odias. — espeta, asiento. —  Pero te negaste a ir y rechazaste la oferta sin preguntarme. —añade, ruedo los ojos. — Te informó que este fin de semana eres su estrella invitada, el público está esperando con ansias y tú por otro lado estarás muy feliz. —lo último lo dice con sarcasmo dándome una sonrisa ladeada. — ¡¿Qué?! —exclamo, furioso. —Tranquilo. —trata de acercarse a mí pero niego con la cabeza. Hago un ademán para que prosiga. —Hace una hora me llamaron del programa para informarme de la hora. No entendí y me explicaron que el acuerdo lo hicieron con tus padres. — ¿Enserio? Debí imaginarme porque estos días han estado muy tranquilos. —digo molesto, resoplo. — ¿Cuándo es la entrevista? — El domingo. — responde, bufó. — Lo siento, Rhys. No podía negarme.  — ¿Por qué? — exijo una explicación. — Tú bien sabes que el domingo sería mi día de descanso.  — Porque tus padres ya aceptaron y no puedo ir en contra de sus decisiones — alega, lo observo furioso. No pasa desapercibido mi mirada. —, son mis jefes. — Yo soy tu jefe, trabajas para mí. —informé, molesto. Entrecierra sus ojos hacia mí. —Además, tengo que estar de acuerdo con asistir a cualquier entrevista ¿Por qué no me preguntaron? —pregunté irritado. —Si a las finales yo seré quien iré a la entrevista. — No lo sé. —suspira cansado. Creo que ya perdió la poca paciencia que le quedaba, mis padres son expertos en hacer que las personas pierdan la cordura. — Cancela la entrevista. —ordeno, molesto. Enarca una ceja. —Por favor, León. No deseo ir a la entrevista, sabes que odio que me interroguen y más cuando desean hablar de mi vida privada. — Lo siento, no puedo.  Deseo golpear algo en este momento pero me controlo, no desearía salir en las portadas de las revistas tildándome de “impulsivo”. Ha regaña dientes comienzo a caminar hasta el coche que está esperándonos, veo detrás de nosotros a Max acercarse y en sus manos tiene lo que se supone que son mis pertenencias. Cuando está junto a mí, extiendo mi mano para que me entregue pero niega con la cabeza. — Lo siento. —me disculpo, me mira de reojo.  — No tienes porqué disculparte Rhys.  — Lo hago porque esas son mis pertenencias y debería ser más cuidadoso, no tenías por qué cargar con pertenencias que no son tuyas. — Es mi trabajo — No, no lo es. —digo tajante. —Tu trabajo es cuidarme no ser mi asistente personal. — No hay problema. —sonríe, palmeó mi hombro. — Gracias. Asiente, comienza a caminar más rápido que nosotros siendo el primero en llegar al coche.  — ¿A qué hora es la sesión de fotos? —interrumpo a León. Me hace un ademán para que haga silencio y me doy cuenta de que está en una llamada, asiento. Me mantengo en silencio hasta llegar al coche, subimos y Max arranca. Observo por la ventana, cierro mis ojos que se sienten pesados. — A las 3. —escucho que me dice León. Abro mis ojos y bajo mi mirada a mi muñeca mientras observo mi reloj, no me da tiempo para poder dormir algunas horas. Suspiro mientras paso las manos por mi rostro, estoy cansado. Quiero dormir aunque sea una hora pero tengo compromisos a los cuales tengo que asistir y lo peor es que no puedo negarme porque si lo hago estaré rompiendo las reglas del contrato y sobretodo mis padres estarían encima de mí, es lo último que deseo. — Cancéla. —me escucho decir. León levanta su mirada. — No se puede. —espeta, chasqueo la lengua. — ¿Por qué? —cuestiono, masajeo mi sien.  — Es para la agencia. —responde, volviendo su mirada a su teléfono. — Es lo que menos me importa. —aseguro, molesto. Deja de escribir en su teléfono para levantar su mirada. — Tus padres fueron muy minuciosos con las indicaciones.  — No es mi problema, León. —gruño, estoy llegando a mi límite. —Mis padres tienen el dinero necesario para contratar a un modelo profesional. — Igual, tienes que ir. —dice León, teclea su teléfono. — Puede esperar, no es mi prioridad ahora mismo. —insisto, niega con su cabeza. — No, Rhys. —dice sin mirarme. —Son órdenes de tus padres.  — Vez que me importa. —me señalo, lo observo detenidamente. — Es lo que menos me interesa en este momento, además, ellos entenderán que estoy cansada porque estuve grabando el álbum que tenía que grabar el mes que viene, pero ellos insistieron que era necesario adelantarlo. Así que merezco un descanso, me siento agotado. — Déjame hacer una llamada —dice, me encojo de hombros.  Espero unos minutos hasta que comienza a hablar por el móvil, me mantengo en silencio escuchando la intensa conversación que mantiene al otro lado de la línea. Lo escucho muchas veces insistir pero es negado, es persistente hasta que accede a no insistir porque sabe que la respuesta será la misma. — Toma. — escucho decir a León, me giro y extiende el móvil. Lo agarró, antes de hablar tomo una profunda respiración, llevó el teléfono a mi oreja. — Dime. — Tienes que hacer la sesión de fotos. —ordena mi padre. — Aw, tan dulce como siempre. —ironice, gruñe mientras río por lo bajo. — No estoy para tus bromas, Rhys. — Créeme que yo tampoco, papito. —Lo último lo digo con amargura.  — Irás a la sesión de fotos, sonreirás y obedecerás lo que te indica el fotógrafo. — exige con autoridad.  — ¿Y que si no lo hago? —mascullo molesto, escucho la respiración de mi padre en la otra línea. Ja! Moleste al señor perfecto.  — No me hagas perder el tiempo, Rhys.  Lo sé, papito. Soy una pérdida de tiempo para ustedes. — Deseo dormir, es tan poco para ti. — No es problema, esto es más importante que dormir. —escucho que dice. ¡Duele!  — Papa… — Señor Temblay, para ti. —me interrumpe, mi enojo se incrementa mientras aprieto mi puño. — Bien. —digo entre dientes. —Señor Temblay tengo sueño porque gracias a ustedes tuve que terminar las grabaciones que estaban programadas para el mes que viene y por ello estas últimas semanas me pase terminando las canciones, también me quede grabando toda la noche. Ahora, ¿Es poco para usted? — No me importa. Tienes que ir a la sesión de fotos. Cuelgo la llamada sin esperar respuesta, no me importa si se molesta porque yo estoy a punto de estallar de ira. Extiendo el teléfono al León mientras me observa con tristeza, aparto mi mirada porque detesto que las personas sientan lástima por el trato insensible de mis padres;  aun así, me mantengo en silencio porque eso es lo que más prefiero ahora.  Cierro mis ojos tratando de contener las lágrimas. ¡Maldición! Me siento tan patético... Nunca tuve la libertad para elegir lo que más amaba, no tuve escapatoria del camino que mis padres idealizaron para mí y aunque odio mi presente, no puedo retroceder el tiempo para no haber tomado esa triste decisión.  Y si  pudiera retroceder en el  tiempo, mis padres me arrastrarían para cumplir su patético sueño. Para los Señores Tamblay mi vida es un regalo, porque es lo que siempre desearon pero nunca tuvieron la oportunidad de obtenerlo, fue un sueño frustrado. Sin embargo, mi padre no perdió el tiempo entrando a la industria musical y formando un negocio que hoy día es un imperio. Quizá ellos no tenían el talento pero si los recursos necesarios. Hasta que llegue a su vida haciendo que me convirtiera en lo que siempre quise ser; su sueño frustrado se hizo realidad y transformaron mi vida en un camino sin retorno. Manejaron mi vida a su antojo haciéndome sentir inútil e incapaz, toda mi vida se volvió infelicidad. — ¿Podemos pasar a comer algo? — pregunto cuando mi estómago comienza a protestar. —  No tenía el tiempo para  probar un bocado desde ayer en la mañana. — Está bien, Rhys. — responde Max, mirándome por el espejo retrovisor. — Gracias, Max. — digo. Observo como León deja de teclear en su teléfono para levantar su mirada, entrecierra sus ojos hacia mí. — ¿Qué? — ¿Por qué? — cuestionó, molesto.  — ¿Qué cosa? —pregunto confundido, frunce su ceño. — ¿Por qué no probaste un bocado? —pregunta tajante. — Sabes que el productor no me permite comer o beber cuando estamos grabando. —me justifico, enarca un ceja. — ¿Qué? — Debiste cenar algo. —me regaña como si fuera un niño, ruedo los ojos. — ¿Por qué no desayunaste esta mañana? Que excusas me tienes que dar, pero por favor que sean ingeniosas no estúpidas. —se burla, gruño mientras Max ríe. — Llevamos grabando toda la noche, ¿cree que he tenido tiempo para pensar en desayunar? — inquiero, su celular comienza a sonar pero solo me observa. — Lo único que pensaba era a qué hora íbamos a terminar. — Pero por eso mande a Max y Marcus contigo. — dice León, molesto — No quería molestar. Tuvieron suficiente con que no durmieran por mi culpa. — Es su trabajo. — Lo es. — afirmé. León asiente. — Pero no ser mis asistentes personales, solo protegerme. No me gusta incomodar. — Cada día me sorprendes más. —dice León, pensativo. — Cuando me di cuenta que me había confundido me dije a mi mismo que no te diría nada para que no te sintieras mal pero a estas alturas sé que lo entenderás. Además me equivoque. — ¿Qué? —lo observo confundido. — Cuando te conocí pensé que trabajar contigo sería un desafío, pero más que un desafío un desastre, ya que estabas acostumbrando a tener todo en tus manos, naciste en cuna de oro. Además, había rumores  de que eras famoso gracias a tus padres —confiesa justificándose, me siento ofendido. — Pero me equivoque; cuando vi en ti a un chico con una entrega que no cualquiera tiene, me di cuenta que eras mucho mejor de lo que había imaginado y que sin conocerte te había juzgado. — admite avergonzado. —Siempre estás tratando que las personas a tu alrededor se sientan cómodas  y no las desprecias por no tener el mismo nivel que tú, todo lo contrario. Eres humilde a pesar  de tenerlo todo, eres admirable. — ¡Te conozco desde hace dos años y justo ahora me dices esto! —mascullo, ríe. — No diré gracias porque mi orgullo no lo permite. — Eso fue cuando te conocí. —dice, me cruzo de brazos. — Superaste mis expectativas y déjame decirte que eran muy bajas. — ¡Que alivio! —exclamé con sarcasmo, Max ríe. — Muchas personas me han juzgado sin conocerme y no los culpo. Porque sé que piensan que soy igual que mis padres. —prosigo. — Pero si te culpo porque creí que tenías criterio propio y no te dejabas guiar por los demás, León. — Yo también pensé que tenías criterio propio, León. —interviene en la conversación Max, divertido. — No me está ayudando Max.  —protesta León, río por lo bajo. — Ya que León fue sincero, yo también deseo hacerlo. —dice Max, me observa por el retrovisor de vez en cuando. — Pensé igual al conocerte, ahora me siento mal por juzgarte y guiarme de los malos comentarios.  — ¡Es que ahora todos quieren confesar algo!  —gruñó exasperado. — Solo queriamos ser sinceros. —dicen al unísono. — Me encanta su sinceridad. —ironizó, ríen al mismo tiempo. Niego con la cabeza. — Lo siento. —dice luego de unos minutos Max. — No debí juzgarte. — No te preocupes. Ya estoy acostumbrado. Los minutos transcurren, observo detenidamente las calles. Nos detenemos frente a un semáforo, y logró ver a dos jóvenes de unos veinte, los vellos de mi piel se erizan y se enlentece mi respiración, siento dolor en mi pecho y un deseo abraza mis pensamientos: Ojalá fuera alguno de ellos.  — Rhys.  — escucho que me dice Max. Dejó de mirar por la ventana y observo a Max. — ¿Qué quieres desayunar?  — Muchas cosas.  —contesto, enarca una ceja. —Solo necesito café. — Muy bien. —dice poniendo en movimiento el coche. Bostezo mientras paso la mano por mi cabello acomodándolo. León me observa sorprendido. — ¿No puedo bostezar? —inquiero, irritado. — Claro que puedes.  —contestó León, enarco una ceja. — Pero es raro en ti. — Siempre bostezo.  —digo siendo obvio. — Es normal. — No lo es. — Hoy en el estudio suspiro y nos dejó atónitos a todos. —informa Max, entrecierro mis ojos hacia él. Eso no era información que contar y mucho menos a León.  — No suele hacer eso cuando grabamos. — Estaba cansado. —admito.  — Sueles estar cansado y no haces eso. —expone León. — No sé porque estoy comenzando a odiar a Max. — Creo que realmente estás llegando a tu límite. — No lo creo. —miento, León entrecierra sus ojos hacia mí. — Puedo dar mucho más. — ¿No crees que deberías tomar un descanso? —pregunta Max que me observa por el retrovisor, niego con la cabeza sin mirarlo. — ¿Por qué? — Mis padres no me lo permitirían. —respondo, aparto mi mirada de León. — Deberías hablar con ellos y perdí un descanso. —insiste Max.  — No creo que te haga bien si sigues exigiendo a tu cuerpo. En cualquier momento terminarás gastando todas tus energías y no sería bueno porque tendrías que tomar reposo. — Tratare de hablar con tus padres. —informa León. — Suerte con ello. —me burlo.— Dudo mucho que te hagan caso. No me permitirán descansar porque no quieren que deje de hacer dinero. Soy su hijo pero eso no quiere decir que me den un trato especial porque lo sea, me exigen más de lo que exigen a otras personas. — Pero deberías hablar con ellos.  Decido permanecer en silencio, porque hablar de mis padres es alimentar mi ira contra ellos, prefiero mantener mi paz mental antes de que hagan cualquier cosa que haga que mi ira hacia ellos se incremente. Cierro mis ojos, no sé cuánto tiempo pasa pero luego de mucho tiempo logró conciliar el sueño pesado. No me importa nada, solo disfruto dormir. *** La consecuencia de quedarme dormido cuando tenía que ir a la sesión de fotos que era importante para la agencia me tiene aquí esperando que mi madre venga a regañarme. Tecleo rápidamente antes de que mi madre entre por esa puerta. Rhys: No sabes cuánto te extraño, Sasha. Estos días han sido más estresantes, además logré terminar en el tiempo dado el álbum pero, aun así, mis padres siguen exigiendo.  Cada vez me siento agotado y en vez de querer seguir en mi carrera ya que ahora estoy en la cima deseo escapar de todo. Sasha: Yo también te extraño, pastelito.  Tienes que poner un límite a tus padres, sé que ellos quieren lo mejor para ti pero exigirte me parece mucho, necesitas descansar Rhys.  No puedes esperar escaparte para que comiences a pensar en tu bienestar, tienes que comenzar a pensar en ti ahora porque luego nadie lo hará por ti.  — Quiero la copia de estos papeles en mi escritorio. —escucho que dice mi madre, levanto mi mirada. —Rhys, tenemos que hablar. —Por eso estoy aquí. —digo. Mi móvil suena, tengo una notificación. Sasha: Tú puedes, comienza a pensar en ti. Besos me tengo que ir que el deber me llama. Te quiero, pastelito. Rhys: Yo más, Sasha. Pongo en modo silencio mi móvil y me dedico a observar a mi madre que lee unos papeles. — ¿Por qué no fuiste a la sesión? —cuestiona levantando su mirada. — Me quede dormir. —admito con vergüenza. — ¿Enserio? Pensé que era algo más importante. —dice mi madre. — Estaba agotado. — Pues yo siempre estoy agotada pero aun así hago mi trabajo. —informa, niego con la cabeza.  No entenderías mamá. —Lo siento.  —No arreglaremos nada con unas simples disculpas, Rhys. —dice, aprieto mis puños.  —Pero mamá, yo —No Rhys. —me interrumpe.  —Era tu obligación hacer esa sesión de fotos. —No lo era.—declaro. —Mi deber es grabar, componer y dar conciertos. No hacer sesiones de fotos para la agencia ese es su trabajo no el mío.  —Perteneces a la agencia.  —Si. — admito.—Pero no soy su modelo. —Te has vuelto un niño grosero. —escucho que dice mi padre. Volteo a ver a la puerta y está parado con su mirada intimidante.  —Trabajas para esta agencia, tu deber es cumplir órdenes que te damos nosotros, tus jefes. No digo nada, me mantengo en silencio. Trato de sostener mi mirada pero lo aparto porque siempre he sido cobarde para desafiar a mi padre, no cuando se cómo es él. —Por tu desobediencia, tu personal pagará la consecuencia. —lo observo molesto mientras se acerca a mi madre. —Ese es el castigo justo. —No tiene nada de justo. —espeto. —Yo desobedecí, no ellos. No tienen por qué pagar mis errores. —Ese no es mi problema. —declara mi padre. —A la próxima ya sabes que haré cuando no acatas una orden. —Mamá. –suplico pero ella niega. —Bien. Me levanto y comienzo a caminar hasta la puerta, no deseo quedarme un segundo más en este lugar. —Rhys.—me llama mi madre pero no le hago caso. Salgo de la oficina y voy directo al ascensor. No puedo creer que hagan esto, saben que un castigo a mi persona no me afectará pero castigar a los demás por mi error me saca fuera de mis casillas, detesto cuando las personas cometen injusticias. * A veces siento que no soy su hijo porque siempre están presionándome para poder ser el mejor aunque  muchas veces he aceptado sus decisiones, ahora ya no. Cada vez me hostigan que quisiera huir y nunca regresar pero no es justo para las demás personas, si aún sigo aquí es por León y el resto que considero mi familia. Rhys: Mis padres descubrieron mi debilidad. Sasha: Te amenazan con perjudicar el trabajo de otras personas. Rhys: Mucho peor. Están haciendo que los que trabajan para mí paguen las consecuencias de mi error, no es correcto. Sasha: Cierto, no es correcto. Pero tienes que saber que para tus padres la injusticia no existe,  creen que el fin no justifica los medios, pero sabes que están muy equivocados.  Sasha: ¿No crees que es momento de tomarte un descanso? Rhys: No lo sé, Sasha. Mis padres pondrán cualquier excusa para que no me dejen ir, no es posible. Sasha: Busca la forma, pastelito. Si deseas el descanso esfuérzate por conseguirlo, nada es imposible. Apagué el móvil mientras  me acostaba en la cama. Sasha tiene razón, no me esfuerzo en conseguir ese descanso siempre he estado a disposición de mis padres sin importarme nada ni yo mismo, quizás es momento de cambiar eso y de comenzar a tomar decisiones. ¡Que empiece el juego!
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD